5. La excursión.
Advierto que el capítulo de hoy es corto de cojones, lo siento en el alma, pero se ve que Micke no tenía muchas ganas de escribir :S
Capítulo 5: La excursión.
El fin de semana fue una puta mierda, mamá apenas paró por casa, se pasaba el día en la oficina preparando documentos y Gleen estuvo en casa de Charlotte todo el tiempo, ni siquiera vino a dormir, pues tenían noche de chicas o no sé qué mierda.
El lunes teníamos excursión a la fábrica de cerveza, nos enseñarían el proceso a seguir hasta el embotellado de la bebida. Estaba entusiasmado, nunca había visto una fábrica por dentro.
Pete y Jacke no dejaron de hablar sobre el Fornite en todo el camino, en el autocar, los cerebrines, discutían sobre ecuaciones y cálculo, los deportistas hablaban sobre el último partido, y las populares... Gleen no estaba entre ellas, me percaté entonces de que estaba sentada junto a la profesora, mirando por la ventana el exterior.
- ¿Qué le ha pasado a Gleen? – pregunté a Pete, pues él estaba loco por ella desde el colegio, así que seguro que lo sabía.
- ¿No te has enterado? – instó, sorprendido, mirando hacia Jacke y de nuevo hacia mí - ¿Cómo es que no te has enterado?
- Ocurrió cuando él iba al baño – añadía Jacke, dejando claro que esa era la razón – le pegó un puñetazo a Fernández.
- ¿El tipo de intercambio? – pregunté, con incredulidad. Pete asintió - ¿por qué?
- La llamó puta, y más cosas feas delante de todo el colegio – se quejaba Pete – Es una suerte que haya venido, ha estado a punto de no hacerlo, el director quería...
La visita fue intensa, nos enseñaron el proceso hasta conseguir cerveza, todo un tema de levaduras, fermentación y un largo etc, en unos enormes tanques. Todos iban vestidos de blanco, con trajes, para no contaminar el lugar de trabajo. Aquello parecía un puto experimento científico, como si estuviésemos en cuarentena o algo así, me hizo mucha gracia. Luego pasamos a otra sala, ya sin traje, donde estaba el embotellado y la sala de los científicos, haciendo números y probando aquella mezcla.
No os quiero aburrir con toda esa mierda, el caso, es que cuando caminaba por los pasillos, de camino hacia la sala de las pruebas, la vi, se había quedado un poco atrás, y la profesora parecía estar ocupada echándoles la bronca a los deportistas, que estaban haciendo el ganso. Era la oportunidad perfecta para acercarme y darle mi apoyo, pues Pete y Jacke estaban un poco más atrás, flipando aún con los trajes.
- Ey – le dije, caminando junto a ella - ¿Cómo estás? Fernández es un capullo – me quejé, ella sonrió, como si estuviese agradecida por el detalle.
- Es un bocazas – añadió – y sólo porque no le di bola – concluyó.
- ¿Fernández lo intentó contigo? – Pregunté, ella asintió – Pero si no es popular, más bien es algo así como un cerebrito.
- Parece que no lo tenía tan claro cómo tú – aseguró, justo en el momento en el que la profesora volvía a ponerse junto a ella y yo me quedaba un poco hacia atrás, para no meterla en problemas.
- ¿A qué viene esa sonrisilla, señorita Gleen? – se quejaba la profesora, mientras ella se encogía de hombros y seguía su camino.
Después de un largo recorrido por la fábrica, nos llevaron a la cafetería a probar la cerveza que hacían, aunque sólo los que éramos mayores de edad, es decir, los que habíamos cumplido ya los 18 pudimos probarla. El resto sólo observó, cabreado, la situación.
- Eh tíos – nos llamó Pete, mirando hacia la barra, donde un grupo de chicos musculosos se peleaba por conseguir una cerveza primero - ¿qué esta pasando allí? – insistió, haciendo que la profesora se levantase y corriese hacia ese punto, incluso mis amigos la siguieron, y algunos curiosos. Yo volví a aprovecharme de la situación.
Me acerqué a ella, y me senté justo en frente, haciendo que mirase hacia mí, divertida, mientras yo levantaba la cerveza y se la enseñaba.
- ¿Quieres un poco? – pregunté, mientras ella miraba de reojo hacia la profesora – Aprovecha ahora que no está mirando – la agarró y dio un par de tragos. Ella aún no tenía 18 por eso no tenía cerveza, por si hay alguien que aún no lo había pillado – Otro secreto más que añadir a la lista – bromeé. Ella sonrió, y negó con la cabeza, divertida – Me he convertido en tu hermano mayor – añadía, haciéndola sonreír un poco más – el que te salva el culo, guarda tus secretos y te anima a cometer delitos – rio al escuchar eso último, haciendo que sus amigas se quedasen sorprendidas de vernos juntos, incluso mis amigos lo hicieron.
No hablamos mucho más, pues la profesora volvió y yo me hice el ocupado, y volví a sentarme en la mesa en la que había estado con mis amigos. Ellos volvieron, y siguieron hablando del Fornite, preguntándome de vez en cuando sobre algún truco en particular.
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