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4. Troya

Capítulo 4. Troya

Ella volvió cuando mamá y yo cenábamos, hablando sobre cómo estaban las cosas en África, el miedo sucumbía en sus calles, por lo que mamá contaba.

- Hola – saludó al entrar, observándonos con cautela. Mamá dio un salto, lo que me extrañó profundamente.

- Christine – la llamó, agarrándola de la mano, obligándola a sentarse en la mesa – voy a sacarte un poco, porque no has cenado aún, ¿no? – ella negó con la cabeza, así que mamá se marchó sin más, para luego poner el plato de sopa sobre la mesa.

- Gracias señora Jackson – agradeció.

- Llámame Samy – pidió, para luego sentarse frente a ella, junto a mí, y sonreír de oreja a oreja – no me habías dicho que salías con Christine Gleen – miré hacia ella con incredulidad.

- Te dije que tenía novia – me quejé.

- Sí, pero no me dijiste que era ella – añadió. Espera un momento, ¿mamá la conocía? – Aún recuerdo cuando eráis niños y jugabais en el jardín – ella sonrió, algo tímida, y yo miré hacia ellas, con incredulidad - ¿no te acuerdas? – preguntó hacia ella.

- Sí – aceptó, dejándome a mí con la boca abierta. ¿Cómo que se acordaba? Pues yo no – él tenía los pelos largos incluso en aquella época.

- Le encantan los pelos largos – aseguraba mamá – desde pequeño decía que era cómodo. ¿Cómo está Karen? – preguntó hacia ella, haciendo que se sintiese algo incómoda, pero respondió.

- Bien, ahora tiene un novio nuevo – informó.

- Sí, me enteré que tu padre se marchó a Argentina – ella asintió – fue una pena que tuviese que irse tan lejos.

- Él adora aquello – aseguraba ella, con cierto brillo en los ojos – dice que ser profesor allí no tiene nada que ver con esto, que la gente es mucho más real y cercana de lo que lo es aquí – explicaba, pero se detuvo en cuanto se percató de que la observaba.

Siguieron hablando, sobre todo del pasado, incluso mamá se atrevió a hablar sobre mi padre, ese al que apenas veíamos, por estar trabajando como espía infiltrado para el gobierno.

Mamá se marchó a dormir y luego ella se sentó en la cama, junto a mí, algo nerviosa.

- No sabía que nos conociésemos de antes – me quejé, haciéndola bajar la cabeza, algo incómoda con la situación, para luego asentir - ¿por qué no me lo dijiste?

- Te alejaste de mí en cuanto tu padre se fue – me dijo, dejándome noqueado, porque jamás pensé que fuese yo el que se alejó – cada uno hizo su vida, sólo éramos unos niños, así que es tontería hablar sobre el pasado.

- Ni siquiera lo recuerdo – me quejé, ella asintió, en señal de que lo entendía, y luego cambio de tema radicalmente.

- ¿dónde vas a dormir? – sonreí, divertido, para luego señalar hacia la cama – yo voy a dormir ahí, así que tú...

- Es mi cama – declaré.

- No pienso dormir en la misma cama que tú.

- Entonces duerme en el suelo, una vez dijiste que, si te dejaba quedarte, podrías dormir en el suelo – se molestó con mis palabras.

- ¡Eres un capullo! – espetó, para luego hacer el amago de marcharse, pero la detuve, agarrándola de la mano, haciendo que se detuviese y mirase hacia mí.

- No eres mi tipo – volví a repetirle – no voy a tocarte ni nada, mi cama es grande, podemos dormir los dos.

- No – contestó, haciendo que me molestase con su negatividad.

- ¿no confías en mí? – pregunté - ¿no te he demostrado ya que soy de fiar?

- No se trata de eso – comenzó – Tu no lo entiendes, yo no puedo...

- Cris – la llamé, justo como solían llamarla en su círculo de amigos, ella se quedó muy quieta, observándome, mientras yo acortaba las distancias entre ambos, apoyando mi mano en su mejilla – no siento nada por ti – admití – justo ahora siento como si fueses una hermana o algo, no siento nada.

- Más te vale – se quejó ella – si te acercas sólo un poco, o intentas algo raro... te la cortaré, Jackson

Fue incómodo para ambos dormir en la misma cama, pero me lo tomé como si fuese uno de mis amigos, y conseguí dormir.

***

El día en el instituto fue raro, no porque fuese diferente ni nada, si no porque me resultó extraño no hablar con la persona con la que había compartido el desayuno.

Nos vimos en clase, ella estaba con su grupito de subnormales, haciendo el ganso y hablando ... ¿Cómo no? De chicos, mientras el resto de la clase tomaba apuntes de la película que el profesor de ética nos había puesto. Seguro que habéis escuchado hablar de ella, Troya, se titulaba la película. Una mierda sobre la guerra entre Troya y Esparta, por culpa de un capullo que se llevó a la mujer del Rey en su barco. Ello creó una puta guerra, por culpa de un imbécil que se enamoró de una mujer.

Sinceramente, estaban muy aburridos para pelearse y crear un gran problema por eso. Si tu mujer se va con otro tío... ¡Asúmelo! Y sigue tu vida. Seguramente era una zorra, y estarás mejor sin ella.

Pero, joder, no obligues a todo tu pueblo a ir a una puta guerra para vengarte del mamón que se ha llevado a la guarra de tu novia.

Cómo veis me aburría mucho la película, y comencé a divagar, mi mente se fue lejos, a aquella mañana, cuando ella se metió en la ducha conmigo.

- Paris es un idiota al lado de Aquiles – aseguraba ella, hacia su mejor amiga, haciendo que dejase de pensar en lo que había sucedido entre nosotros, y me fijase en ellas - ¿Quién en su sano juicio prefiere a Orlando Bloom? – insistió – Yo me habría ido con Brad Pitt, habría evitado una guerra – su amiga rió, a carcajadas, mientras ella reparaba en mí – ¿qué miras, friki? – preguntó, haciéndome sonreír. A ella le molestaba que la mirase, y eso sólo me hacía enorgullecerme de mí mismo un poco más.

- Técnicamente no evitarías la guerra – comencé, dejándole claro a ambas que había escuchado su conversación y no estaba de acuerdo con ella – si esa tipa no quería casarse con el tal Agamenón, ¿por qué coño lo hizo?

- En aquella época no tenían opción, friki – se quejaba, el profesor nos miró a ambos, pero no hizo nada, pues en cierta forma, lo que quería es que hablásemos sobre ello, ya fuese en una redacción o entre nosotros.

- Bueno, pero según tu teoría, si la princesa se hubiese liado con Aquiles... - empecé, de nuevo, volviendo al mismo punto de partida - ... el rey se lo hubiese cargado. Todos los caminos llegan al mismo punto, muerte – añadí – Lo que esa tipa debió hacer es quedarse quietecita en su casa, con su marido, y no ponerse a ...

- No tenía elección – se quejó ella – se casó con el rey porque no tuvo elección, en cuanto vio la oportunidad de salir de aquella cárcel, la tomó sin pensárselo demasiado – en ese justo momento supe que estaba hablando de ella.

- Entonces, según tu teoría... ¿la princesa no estaba enamorada de Paris? – pregunté. Ella negó con la cabeza.

- Sólo lo usó para escapar – contestaba, el profesor asintió, poniendo cara intensa, cómo si le gustase su forma de pensar - ¿Crees que teniendo a Aquiles al lado, se iba a fijar en un simple como Paris?

El timbre sonó, indicándonos que la clase había terminado.


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