15. Miedo
Capítulo 15: Miedo.
Ella se llevó rallada todo el día siguiente, podía verla, no dejaba de mirarme y de resoplar. Le enseñaría matemáticas en la tarde, pero en cuanto llegué a la clase de literatura me di cuenta de que las cosas no iban bien. Ella hablaba con su madre en el pasillo, molesta por lo que esta le informaba.
- No me has dejado otra alternativa – se quejó – aún no has cumplido dieciocho, así que puedo hacer lo que me dé la gana.
- No puedes hacerme esto – espetaba ella – No puedes reprocharme nada sobre eso, ya te dije que esa es tu familia, no la mía, yo no tengo nada que hacer en esa casa.
- Es que no lo entiendo, nena, cuando estuvimos en Edimburgo os llevabais bien.
- Todo esto es porque no puedes aceptar que esté saliendo con él – se quejaba ella – porque ya no puedes controlarme como antes.
- Si no estás a casa esta noche, lo haré, Christine – añadía la mujer, para que su hija no pudiese escapar – te mandaré al internado.
Ella pasó de largo, ni siquiera entró en la clase, así que la seguí, todo el trayecto hasta mi casa, sin atreverme a acercarme, pero cuando entré en la casa, la vi allí, en mi habitación, recogiendo sus cosas. Ella no dijo nada al verme aparecer, tan sólo siguió haciendo aquello.
- Ya no hace falta que sigamos haciendo esto – me dijo, cerrando su mochila, para luego meter en bolsas sus libros y mirar hacia mí – podremos odiarnos como siempre después de esto, Micke – caminó hacia el escritorio, buscando el resto de sus libros, pero la detuve, obligándola a darse la vuelta para mirarla, estaba terriblemente enfadado por su decisión - ¿qué? – preguntó – Es lo mejor, tú ya estabas empezando a encariñarte y yo... - la besé entonces, antes de que hubiese dicho una sola palabra más. Ella, por supuesto no hizo absolutamente nada por detenerme, se aferró a mi camiseta, para luego observar cómo me quitaba la chaqueta, y volvía a besarla, apasionadamente, sintiendo cada vez más, mientras ella gemía sobre mi boca, y yo repetía sus pasos.
Nos desnudamos con urgencia, el uno al otro, hasta acabar haciendo el amor sobre mi cama, haciéndolo como tantas veces había imaginado, mientras ella disfrutaba como nunca.
La abrazaba por detrás, justo después de hacerlo, mientras besaba su cuello, y ella se quedaba justo ahí.
- ¿En qué piensas? – pregunté, tras largo rato en silencio - ¿por qué tan callada?
- Me gustas, Micke – dijo, dándose la vuelta para mirarme, sonreí, divertido, mordiéndome el labio después – es la primera vez que me gusta un chico como tú.
- ¿y eso es malo? – pregunté, ella asintió, en señal de que si lo era.
- ¿Qué pasa si me apetece hacerlo? – preguntó, sonreí, divertido, justo antes de contestar.
- Estaré disponible para ti, para hacerlo, siempre que necesites – le aseguré, ella sonrió, mordiéndose el labio, divertida.
- ¿Y qué pasa si estamos en el instituto?
- ¿En qué punto estamos ahora? ¿Somos algo así como novios de verdad?
- Sólo si tú quieres – asintió.
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