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14. Una puta locura


Para aquellos frágiles de corazón... este capítulo os lo podéis saltar, tampoco va a cambiar mucho la historia, pero para aquellos que deseeis un poco más de acción, toda la que no visteis en el capítulo anterior... aquí lo tenéis.

Aviso también que va a ser muy corto.

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Capítulo 14: Una puta locura.

La abrazaba, por detrás, en mi habitación, en mi cama, mientras ella se arrepentía de todo aquello, lo sabía bien, ella era justo de esa manera.

Besé su hombro, intentando calmarla, pero en lugar de eso, se enervó, y se dio la vuelta, sentada en la cama, mirándome, molesta con la situación.

- Dijiste que me detendrías – espetó, realmente enfadada, dándome un manotazo en el brazo – dijiste que no dejarías que fuésemos nada más que amigos.

- ¿Y qué pasa si me gustas? – pregunté, mientras ella negaba, y yo la agarraba del brazo para que no pudiese irse a ninguna parte - ¿qué pasa con mis sentimientos, Gleen?

- Yo no soy una persona que pueda tener novio, Mike – se quejó, apartándome de ella, para luego ponerse en pie y comenzar a vestirse, con prisas.

Me levanté, me puse los calzoncillos y la detuve antes de que se hubiese puesto los pantalones, agarrándola del brazo, para luego sentarla en la cama, junto a mí.

- No tienes por qué repetir conmigo si no quieres – la calmé, mientras ella bajaba la mirada, molesta con la situación – podemos ser amig-

- Yo no soy como piensas – se quejó, rompiendo a llorar, frente a mí, dejándome helado, porque jamás pensé que ella pudiese llegar a ponerse en ese estado, frente a mí.

- Ey – la llamé, apoyando la mano en la cama, mientras con la otra limpiaba sus lágrimas, haciendo que volviese a fijarse en mí. Apoyó su mano en mi cuello, bajando la mirada un momento hacia ese punto, para luego bajar poco a poco su mano, recorriendo mi cuerpo, hasta detenerse en mi cintura, levantando entonces la vista. Nos besamos entonces, ambos queríamos más del otro, aunque sabía que ella se arrepentiría de ello después.

Ambos nos desnudamos, sin dejar de besarnos, para luego tumbarnos en la cama, el uno frente al otro.

Me aferré a su trasero, mientras ella entrelazaba su pierna a mi espalda, y gemía sobre mi boca. Iba a volverme loco, completamente, así que empecé a meter la mano entre sus piernas, haciéndola gritar, de placer, como una loca.

- ¿Quieres esto? – pregunté, acariciando su punto más frágil, con mis dedos, haciéndola estremecer, mordiéndose el labio para evitar emitir sonido alguno - ¿o esto? – insistí, subiendo la mano, mientras me sujetaba la cabeza con la otra, y la observaba al acariciar su pezón con la punta de mis dedos, haciéndola gemir, con fuerza, sin perder detalle de mi rostro - ¿o quizás...? – añadí, para luego levantarme, apoyándome sobre mis manos, mirándola con lujuria, para luego comenzar a lamer su sexo, haciéndola gemir con más y más fuerza, mientras su respiración crecía, hasta el punto en el que hiperventilaba.

- ¡Oh Sí! ¡Oh ahí, ahí! ¡Oh no pares! ¡Oh que bien lo haces! – añadía a cada ratito, apretando mi cabeza contra su sexo, tirándome incluso de los pelos, mientras yo disfrutaba haciendo aquello.

Estaba a punto de terminar cuando me detuve, y ella me miró sin comprender, pero tan pronto como acerqué mi sexo al suyo, ella lo comprendió, que era lo que quería hacerle. Y lo hicimos, nos dejamos llevar y lo hicimos al menos dos veces más, hasta caer rendidos, el uno junto al otro.

Cerré los ojos, cansado, con la respiración acelerada, intentando volver poco a poco a mi normal ritmo cardíaco, mientras ella me acariciaba la mejilla, observándome con detenimiento.

- Jamás pensé qué serías así – me dijo. Abrí los ojos, observándola. Su respiración también luchaba por volver a la normalidad, y sus ojos estaban fijos en mi barbilla, algo tímida - ¿qué pasa si quiero repetir contigo?

- Entonces repite – respondí, mientras sus lágrimas volvían a aparecer. Besé su frente, intentando calmarla, justo antes de hablar, de nuevo – no pienses en nada cuando estemos juntos – pedí, haciendo que levantase su mirada, fijándose en la mía – déjate llevar.

Me besó entonces, dejándose llevar, sonriendo después, para luego cerrar los ojos, quedándose a dormir a mi lado.

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