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12. Sincerarse

Ante todo disculparme, no conseguía que el capítulo quedase perfecto, aún así, lo subo ya. Espero que os guste :D

Capítulo 12: Sincerarse.

Estábamos sentados, en su casa, en su sofá, el uno al lado del otro, sin atrevernos a pronunciar palabra, mientras sus compañeros de piso nos dejaban a solas.

Issy vivía con sus dos mejores amigos, en una bonita casa, no lejos de la de mi amigo Pete, pues sus padres vivían en Australia, ambos eran biólogos en una universidad de allí. Así que ella tenía que sobrevivir prácticamente sola, tan sólo los veía en vacaciones de navidad y en verano.

- Tenía tantas cosas que decirte... - comenzó, aún sin atreverse a mirarme, mientras yo miraba a su rostro - ... y ahora no sé qué decir.

- Tranquila – la calmé, para luego entrelazar mi mano a la suya, justo como solía hacerlo en el pasado – tómate tu tiempo para pensar.

- Eres un buen chico, Micke – me dijo, sonriéndome levemente, levantando la vista para observarme – eres dulce y haces que me sienta cómoda – añadía. Sonreí, apretando su mano, para darle ánimos – Fui una idiota aquel día, cuando me fui con Donovan – aseguró, haciendo que tragase saliva, no quería recordar el pasado que yo mismo me había obligado a enterrar.

- Eso terminó, Issy – le dije, soltando su mano, haciendo que ella mirase hacia ese punto – ha pasado mucho tiempo y yo...

- Pensé que estabas enfadado – añadió, mientras yo asentía, en señal de que lo estaba – y luego... pensé... que ya no te gustaba, que me olvidaste.

- Me gustabas – admití, logrando que ella volviese a fijarse en mí – me gustabas muchísimo.

- Pete me dijo que aún sentías cosas por mí – me cortó, asentí, molesto con mi mejor amigo – y eso removió cosas que creía olvidadas, porque yo aún siento cosas por ti – aquello me dejó sin palabras – se que ha pasado tiempo, y entendería perfectamente que ya no quisieras... - la besé, conta todo pronóstico lo hice, aquello que había deseado hacer por años, y ella me devolvió el beso.

Nos separamos entonces, y ambos nos observamos. Ella era muy bonita, aunque no tenía nada que ver, ni por asomo con Cristine. Acaricié su mejilla, sujetando luego sus cabellos detrás de su oreja, mientras ella me observaba.

- Salgamos otra vez – pidió – esta vez no lo estropearé, Micke – asentí, porque sabía que era cierto. Además, yo no tenía nada con Cristi, no tenía por qué sentir que la estaba traicionando ni nada. La besé después de eso, dejándome llevar por aquello, dejando de pensar en si estaba haciendo mal o no

No pasó nada más entre nosotros, ¿qué esperabais? Me marché a casa con la excusa de que ya tenía la comida lista para calentarla, y prometí llamarle más tarde.

¿De verdad acababa de empezar algo con Issy? ¿Después de tanto tiempo? ¿Aún sentía algo por ella?

Al margen de lo que podáis pensar... No. Cristine no apareció en toda la tarde, cuando llegó eran más de las once, tenía una sonrisa de oreja a oreja, que perdió en cuanto me vio.

- ¿Aún estás despierto? – preguntó, llegando hasta mí, agarrando una manzana del frutero y pegándole un mordisco – Creí que ya dormirías.

- Y yo pensé que te quedarías por ahí – le dije, haciendo que sonriese, divertida.

- ¿Estabas esperándome? – quiso saber, haciendo que sonriese, bajando la cabeza, un momento – que mono.

- ¿Por qué iba a esperar a la chica que se ha ido a tirarse a otro tío? – pregunté, molesto, hiriéndola de lleno.

- Auch, eso ha dolido – se quejó, mordisqueando la manzana, divertida – para tu información he estado casi toda la tarde en casa de Charlotte – añadió, dejándome sorprendido – Yo no me encariño con los chicos, Micke – recalcó – si necesito tirarme a uno lo hago y ya – proseguía, explicándome aquello.

- ¿Y te tiras a uno que te gusta o sólo tiras de agenda? – pregunté, divirtiéndola con mi pregunta.

- Nunca tiro de agenda, Micke – respondió, no entendía lo que quería decir – nunca repito con un tío, si está en la agenda es que ya me lo he tirado – asentí, en señal de que justo acababa de entenderlo – el tío que me tiré hoy es amigo de mi hermano – aquello me dejó helado. Parecía que a ella no le importaba que su hermano le buscase la mercancía, y que ellos le pagasen por ello.

- ¿Y estás bien con eso? – pregunté, mientras ella me observaba, sin comprender – Quiero decir... que tu hermano te busque a los tíos a los que te tiras y que ellos paguen por ti, ¿lo ves bien? – ella perdió la sonrisa en ese justo momento. Quizás pensó que yo no lo averiguaría.

- Eso no es asunto tuyo, ¿verdad, Mike? – se quejó, para luego terminar de morder su manzana y dejarla sobre la mesa, pensé que se marcharía después de eso, pero no lo hizo – quizás pienses que soy una puta.

- Yo no he dicho eso – recalqué.

- Pero lo has pensado – añadió. Negué con la cabeza, en señal de que no era el caso - ¿Qué harías tú, Jackson? – preguntó – Si tuvieses una necesidad y todo el mundo pensase que eres...

- No te he juzgado – la corté, rodeando la mesa, para luego detenerme frente a ella – Si quieres follarte a todo el instituto, al equipo de fútbol o a los amigos de tu hermano, hazlo. Es tu vida, no la mía – me empujó entonces, dolida.

- ¡Basta! – se quejó. No lo entendía, por qué se comportaba así, hasta que volvió a hablar - ¡No me mires así! No soporto que me mires como si fuese una zorra.

- ¿Y cómo quieres que te mire? – pregunté, molesto con ella. Negó con la cabeza, dolida, dejando escapar algunas lágrimas.

Me sentí como un idiota cuando me di cuenta de que le estaba haciendo daño. Necesitaba hacer algo para calmarla, y lo único que se me ocurrió fue limpiar sus lágrimas, así que lo hice. Levanté la mano izquierda y la apoyé sobre su cuello, para luego levantar el dedo gordo y limpiar sus lágrimas, haciendo que ella se quedase idiotizada, observándome.

- Sean dijo que le amenazaste – comenzó de pronto, olvidándose de la conversación anterior – que le dijiste que le matarías si volvía a hacerme daño – asentí, despacio, ante su atónita mirada. Miré hacia sus labios, una décima de segundo, al mismo tiempo que lo hacía ella, para luego volver a observarla – no te involucres conmigo – suplicó, aterrada, mientras yo tragaba saliva, negando, en señal de que no lo haría – no soy una buena chica, Mike.

- ¿Por qué te asustas siempre que me acerco? – pregunté, apartando la mano de ella, para luego echarme un poco hacia atrás - ¿piensas que me gustas? – insistí, ella no dijo nada, sólo me miró – No te asustes – rogué, porque me mataba verla así – no me gustas, en lo absoluto.

- No puedo gustarte nunca – suplicó, aterrorizada. Asentí, en señal de que lo entendía – Si alguna vez... - su voz se quebró, parecía que era incapaz de hablar, pero carraspeó la garganta y se limpió las lágrimas, justo antes de continuar – si alguna vez intento algo, me detendrás, ¿verdad?

- ¿Qué? – pregunté, con incredulidad.

- Mike – me llamó – no dejes que pase nada, nunca – insistió. Acepté, porque era lo que ella necesitaba escuchar para calmarse. Y llegados a este punto, tengo que admitir, que quería hacer cualquier cosa para calmarla – Gracias – agradeció, para luego marcharse hacia su habitación.


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