11. La primera chica que besé.
Capítulo 11: La primera chica que besé.
Me di cuenta pronto que cuidar de ella era como tener una hermana pequeña, preocuparme por alguien más que no fuese yo mismo, y no dejar de nadie la dañase. Me prometí a mi mismo que no dejaría que ninguno de esos tipos volviese a hacerle daño.
Aquel viernes, veíamos una película, la muy pesada se había empeñado en ver la primera película de Harry Potter. Ella era una gran friki de ello, aunque no quisiese admitirlo.
Un gruñido por su parte me indicó que se había quedado dormida. La cogí en brazos, con cuidado y la llevé a mi habitación, justo donde ella dormía, y luego la recosté sobre la cama, quedándome embobada al mirarla.
Sonreí al ver cómo se refregaba la nariz, dormida, y dejaba esta de cualquier forma, escurriéndose hasta su cuello.
Ella era incluso más preciosa mientras dormía. Siempre había pensado que la gente cuando duerme pierde su encanto, pero ella no lo hacía.
Perdí la sonrisa en cuanto me di cuenta que estaba sonriendo por ella. Pero ¿qué demonios me sucedía?
Me marché a la habitación de mi madre, mi habitación de mientras que ella estaba allí, y me quedé dormido en seguida.
***
A la mañana siguiente, mientras me preparaba para salir a correr ella despertaba, llegando hasta mí, divertida.
- Ahora lo entiendo todo – comenzó, divertida, mientras yo le prestaba atención – ese cuerpo escultural viene de esto – añadió, haciéndome sonreír, bajando la mirada un momento, para luego levantarla, preguntando aquello que más había llamado mi atención.
- ¿Cuerpo escultural? – pregunté, haciendo que se diese cuenta que había hablado de más, bajó la vista un momento, algo avergonzada.
- Es lo que las chicas decían – añadió, pero sin atreverse a mirarme aún – yo no...
- ¿Por qué no vienes a correr conmigo? – pregunté, haciendo que ella se mordiese el labio justo antes de contestar.
- Ni siquiera he desayunado, Micke – se quejó, para luego levantar la vista, cómo si aquello le hubiese hecho perder la vergüenza.
- ¿Y qué quieres desayunar? – pregunté, abriendo el frigorífico, observando lo que había en su interior – hay tortitas, fruta, mantequilla y crema de caca-
- A ti – susurró, mordiéndose el labio, divertida, mientras yo intentaba calmarme. Quizás había escuchado mal. Tenía el oído muy fino, ella ni siquiera parecía haberse dado cuenta de que le había escuchado – las tortitas están bien – saqué el plato de tortitas y lo puse a su alcance, sobre la mesa de la cocina, para luego mirar hacia ella, antes de que hubiese cogido una.
- Quizás deberías comer algo más light – le dije, apartando el palto de ella, arrastrándolo por la mesa, hasta colocarlo fuera de su alcance, haciéndola reír – algo de fruta estaría bien – añadí, para luego guiñarle un ojo. ¿Por qué cojones estaba flirteando con ella? Ella se mordió el labio, divertida, para luego alargar la mano un poco más, acercándose tanto a mí, que creí que iba a besarme o algo, pero ella se detuvo tan pronto como alcanzó una tortita, atrayéndola a su boca, para luego morderla. ¡Joder! Me estaba provocando. Pero ... ¿por qué?
- Soy una gorda – admitió, haciéndome reír – lo digo en serio. Adoro el chocolate y los dulces – añadió – la única vez que como fruta es cuando las acompaño con nata o chocolate.
- Es afrodisíaco – añadí, ella no entendió lo que quería decir – dicen que comer fresas con chocolate aumenta el apetito sexual, ¿no? – bajé la mirada, divertido, mientras ella perdía la sonrisa de golpe.
- Creo que me iré por ahí un rato – aseguró, para luego darse la vuelta y caminar hacia el pasillo, mientras yo me daba cuenta de que el pijama que llevaba le hacía un culo tremendamente sexy, y a medida que lo movía, iba botando.
¡Joder! ¿Pero en qué demonios estaba pensando?
Guardé el plato con las tortitas en la nevera y me marché a correr. Me llevé como una hora por ahí, y cuando volví a casa ella estaba tonteando con un tipo en la puerta de casa. Aquello me hizo darme cuenta que lo de esa mañana, aquel tonteo entre nosotros, no había sido nada. Ella solía hacer aquello con cualquiera.
Entré por la puerta, sin tan siquiera saludarla, mientras el chico me observaba con interés.
- ¿Quién es? – preguntó, mientras ella miraba hacia mí, divertida.
- Es mi novio – respondió, haciendo que el tipo la mirase con incredulidad – pero... no te preocupes, a él no le importa si nos acostamos – me di la vuelta antes de haber llegado muy lejos, para luego detenerme junto a ella, agarrarla de la mano haciendo que el otro tipo se sorprendiese con ello.
- En realidad, si que me importa – la contradije - ¿por qué no te pierdes? – le dije al tipo, para luego cerrarle la puerta en las narices, mientras ella me miraba sin comprender, y me perseguía a la cocina – no quiero que te traigas a tus ligues a mi casa – me quejé, haciendo que ella comprendiese que por eso estaba enfadado, aunque no era sólo por eso, ¿no es cierto?
- Lo siento – se disculpó, asintiendo después – no volveré a hacerlo – moví la cabeza, de arriba abajo, para luego coger el jarro de agua y beber a chorro, mientras ella me observaba – Charlotte tiene razón – añadió, mientras yo dejaba el jarro sobre la mesa y me limpiaba la boca, con el puño – eres sexy – sonreí. Tragué saliva, algo incómodo, mientras ella reía – sólo bromeaba – añadía, pero yo sabía que no era cierto. Caminó hacia mí, apoyando su mano en mi hombro, para luego coger el jarro y beber a buche, mientras un poco de agua caía por la comisura de sus labios, recorriendo su mejilla, bajando por su cuello.
Por un momento me imaginé a mí mismo lamiendo esa agua, directamente de su cuello, por lo que tuve que lamer mis labios, intentando recuperarme de aquello.
Dejó el jarro vacío sobre la mesa, mientras yo apretaba mi labio inferior, hasta hacerme daño. ¡Joder! Me moría por besarla. ¿Qué cojones estaba mal en mí?
- Iré a pasar el día en casa de Charlotte – me dijo, limpiando su boca con sus manos, haciéndome despertar de mi hipnotismo. Asentí, bajando la vista, un momento – estoy un poco ... agitada – aseguró, apoyando el codo en la mesa, mirándome desde ese punto, hasta que hube levantando la vista para mirarla – necesito desfogarme, volveré como nueva, ya lo verás – aseguró, sonriéndome.
- ¿Iras a casa de Charlotte o a la de algún idiota? – pregunté, para luego sonreír, como si estuviese bromeando, haciendo que ella se relajase.
- Me has pillado – añadió, tocándose el pecho, divertida – prometo que me portaré bien después.
- No creo que te estés portando mal ahora – le dije, haciendo que ella sonriese, molesta – Cris...
- Eres un buen tío, Micke – aseguró, apoyando su mano sobre la mía, esa que estaba en la encimera. Miré hacia ese punto, incapaz de mirar hacia cualquier otro lugar – no quiero estropearlo contigo.
- ¿por qué ibas a estropearlo? – pregunté, ella sonrió, agradecida de tenerme como amigo.
- Me gusta que seamos amigos – admitió, y yo lo comprendí entonces. Ella no quería que fuésemos nada más que eso, por eso tenía que marcharse a tener sexo con otro tío, volver como nueva, sin tensión sexual entre ambos. Asentí, en señal de que lo entendía, porque lo hacía, lo entendía, a pesar de que una parte de mí quería romper las reglas y aferrarme a ella de otra manera. Pero no podía, ¿no es cierto? Ella estaba enferma y debía aceptarla de aquella manera.
- Yo igual voy a casa de Pete a jugar al Fornite – le dije – es un videojuego.
- Se perfectamente lo que es el Fornite.
Sonreí y la dejé ir, yo me marché un rato después, incapaz de concentrarme en nada. Pero en casa de Pete las cosas no mejoraron, y terminó dándome una paliza a los video juegos.
- Pero ¿qué demonios te pasa hoy? Estás como ido – se quejó, me encogí de hombros y dejé el mando sobre la mesa, para luego echarme hacia atrás, cerrando los ojos, molesto.
- Oye, Pete – le llamé, haciendo que dejase de recoger la video consola y mirase hacia mí - ¿cómo supiste que te gustaba Charlotte? – pregunté, porque para él su amor platónico era ella, siempre lo fue.
- ¿Te gusta una chica? – preguntó, con incredulidad – Es Issy Scott, ¿a qué sí?
- No, no es ella – me quejé.
- ¿Cómo que no? – instó él, mientras yo me tocaba la coronilla, cansado.
- Que te digo que no – insistí, para luego ponerme en pie y dirigirle hacia la salida – al final no me quedo a comer – y me marché sin más.
Mi teléfono sonó como tres veces, así que a la tercera lo miré, tenía algunos mensajes de Pete.
Pete:
"Vamos no te enfades, se que es Issy, aunque digas que no. No tienes que asustarte, soy yo, el que guardó tu secreto durante años, se que ella te gusta desde hace mucho"
Yo:
"Si, ella me gustaba"
Contesté, porque era cierto, desde que perdí la virginidad con ella cuando estábamos en el colegio, me gustó, incluso antes, pero en aquel momento ya ni siquiera sabía lo que sentía por ella.
Pete:
"Estuve hablando con ella en su fiesta, la semana pasada, y creo que ella aún siente cosas por ti tío"
¡Venga ya! ¿En serio?
Sabía que mi amigo la había liado, lo había estropeado todo, pero para estar completamente seguros necesitaba hablar con ella.
Busqué su número en mi agenda, aún lo tenía, de cuando estudiábamos juntos en el colegio. Seguramente lo habría cambiado, ya no sería el de ella, ¿no es cierto? Pero aun así escribí.
Yo:
"Hola, soy Micke. Siento molestarte, pero Pete acaba de decirme que habló contigo el otro día, en la fiesta. A veces cuando se emborracha dice idioteces, así que no le creas nada"
Issy:
"Entonces lo que me dijo de que aún te gusto ... ¿no es cierto?"
Yo:
"Sólo éramos unos niños Issy. Por eso no volví a insistir cuando te liaste con Donovan"
Issy:
"No sucedieron así las cosas. Pero respeté tu decisión de no volver a hablarme. Tú y yo estábamos empezando algo, y Donovan apareció de pronto, la cagué. Pero eso no quiere decir que lo que sentía por ti no fuese real"
Yo:
"Eso ya forma parte del pasado. De nada vale hablar de toda esa mierda ahora"
Issy:
"Yo creo que sí, que deberíamos hablarlo. Invité a todo el instituto a la fiesta porque quería que vinieras, pero te llevaste toda la noche pasando de mí, incluso te liaste con una de las populares"
Yo:
Estoy cerca de tu casa. Si quieres me paso y lo hablamos.
Issy:
Vale.
Me di la vuelta y caminé en dirección contraria. ¿Qué iba a decirle? Ya había pasado mucho tiempo, yo ni siquiera sabía si sentía algo por ella, no en aquel momento, no cuando Cristi...
¿En serio? ¿Cristi? ¿Aún no te ha quedado claro, Micke? Ella se ha ido a tirarse a otro tío, ¿y tu estás preocupado por Cristi?
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