s i e t e
Olivia se despertó algo sobresaltada, entre sábanas que no eran suyas. Las pastillas para dormir le hacían despertarse desorientada, pero tenía claro que esa no era su habitación. La suya era más grande pero acogedora. La luz del día hizo daño a sus ojos verdes. Pestañeó con fuerza mientras se reincorporaba, despacio, y después utilizó su mano para protegerse de la luz. Cuando se acostumbró a la claridad, buscó con la mirada la silla de ruedas.
Aunque no recordaba haber tenido pesadillas, se sentía pegajosa por culpa del sudor y se encontraba de un notable mal humor. No le hizo demasiada gracia tener que arrastrase por toda la cama hasta la silla de ruedas, que estaba bastante lejos. Alargó el brazo para alcanzar la silla y acercarla a su pequeño cuerpo. Le costó bastante sentarse. La escayola de su pierna le molestaba más, y su pelo cada vez más largo y lacio también lo hacía. Ella molestaba. Sentía que era una carga, y por eso volvió en silencio a su habitación, sin pedir la ayuda de nadie. Odiaba levantarse con esa sensación de vacío. Pero, sin embargo, prefería apartarse. Prefería encerrarse en su habitación, a oscuras, y llorar la muerte de sus padres y hermanos sin moverse de la cama. No era consciente de la necesidad que tenía de hablar con alguien, aunque fuera del buen tiempo que hacía en el exterior.
Sin embargo, Olivia se quedó al borde de su cama y observó a través del enorme ventanal de la habitación el jardín. Las ventanas estaban abiertas y era una de las primeras veces que la luz del día iluminaba por completo la estancia. Podía ver el cielo azul, el gigantesco campo verde que se extendía hacia un altísimo arbusto que podía ver al horizonte, o la piscina aún sucia. Sí, debía hacer mucho calor fuera. El verano no era la estación preferida de Olivia, pero ver tanta luz le hizo sentir algo mejor. Pensó que, a lo mejor, seguir llorando no era una buena opción. Infló su pecho y expulsó el aire en un largo suspiro.
Escuchó cómo llamaban a la puerta minutos después. Seguramente sería la señora Hudson, preguntándole si quería desayunar. No se equivocó. — Buenos días, mi niña. ¿Qué tal has dormido hoy? — dijo, con el mismo tono amable de siempre. Olivia se limitó a fruncir los labios. — ¿Estabas más cómoda en la cama de Jungkook?
— Llévame abajo. — ordenó. Se dio cuenta de lo cortante que había sonado, así que añadió un ''por favor'' que la señora Hudson apenas escuchó. Olivia había escuchado cómo los criados se quejaban de su frialdad. Ella nunca había sido así, pero no podía evitarlo. Todo le hacía sentir mal consigo misma.
En cuestión de segundos, la señora Hudson se posicionó detrás de la silla de ruedas para tirar de esta. Olivia y la mujer recorrieron los pasillos de la planta superior en silencio hasta llegar a unas escaleras bastante anchas. Con ayuda de otro de los criados, bajaron a Olivia en la silla, como si fuera una reina. No le quedaba otro remedio que tratarla así, como si fuera una princesita. Ella era la heredera, era de quien dependía su trabajo. Si Olivia así lo deseaba, ninguno de los criados se llevaría parte de la herencia. Ella era quien tenía todo el poder de la familia Dolan, que siempre se había mantenido reducida y muy unida.
Entraron en la cocina. Seguía preparando platos y platos, disponiéndolos sobre la enorme mesa de madera del comedor. Huevos revueltos, beicon, ensalada de frutas, croissants, un buffet entero para una única persona que apenas comía nada. Como todas las mañanas, la señora Hudson dejó a Olivia cerca del borde de la mesa junto a un plato y una taza vacía. Normalmente se quedaba así durante minutos, puede que horas, con las pastillas antidepresivas destacando sobre la madera oscura de la mesa. Su plato estaba lleno rara vez, pero últimamente Olivia tenía algo más de apetito. Todo por él.
Veía a Jungkook dar vueltas alrededor de la mesa con un plato en la mano, mirando las múltiples opciones que tenía para el desayuno. Siempre llevaba un plato vacío entre las manos esperando a llenarlo. Jugueteaba con el tenedor, dejándolo entre sus labios, moviéndolo con la boca. Oliva siempre le observaba. Sí, cada vez le parecía más hipnótico. Y más atractivo.
En cuanto sus miradas se cruzaban, ambos agachaban la cabeza. Al principio, Jungkook apretaba los dientes y maldecía en bajo -en su idioma natal, por supuesto- porque aquellos ojos verdes le intimidaban demasiado. Pero, pasadas unas cuentas semanas, se acostumbró a la mirada de Olivia. Más o menos. Seguía sin poder mirarla a los ojos, aunque ya no se sonrojaba o maldecía. Sólo agachaba la cabeza y seguía a lo suyo, buscando qué desayunar.
Tampoco le pedía permiso para sentarse a la mesa. Simplemente lo hacía, aunque al otro extremo, frente a Olivia. ㅡ ¿No...? ㅡ Jungkook carraspeó. ㅡ ¿No vas a comer nada...?
ㅡ No tengo mucha hambre. ㅡ mintió.
Jungkook señaló una manzana roja y brillante que ella había elegido, pero que no había tocado aún. ㅡ ¿Entonces me puedes dar tu manzana?
Se miraron. Jungkook tuvo que agachar la cabeza, avergonzado. Había muchas más manzanas en la mesa, pero quería comprobar si era cierto lo que su madre le había dicho de Olivia. "Ella es muy posesiva con todo lo que es suyo; utilízalo". Olivia observó a Jungkook, reticente.
ㅡ Hay... más manzanas en la mesa. ㅡ murmuró.
ㅡ Ya, pero... La tuya es más roja. ㅡ fue la única excusa que se le ocurrió.
Oliva estiró el brazo para alcanzar la manzana lentamente. Su ceño esta fruncido y su nariz levementr arrugada, adoptando la expresión de una niña de no más de cinco años. ㅡ Voy a comerla ahora.
ㅡ ¿Ah, si?
Asintió. Olivia acercó la manzana roja a sus labios y la mordió, despacio. Hacía meses que no comía una manzana. Era su fruta favorita después de la piña, así que prácticamente la devoró.
Aquella mañana, Olivia tomó un desayuno completo. Y Jungkook se sintió un uno por ciento más realizado.
*****
Era de noche, pasadas las diez. La señorita Dolan no había aparecido para cenar porque estaba demasiado ocupada leyendo en la biblioteca. Jungkook le llevó su cena, pero una vez más, no supo que hacer. Al principio se sentó a su lado, esperando que Olivia masticara algo del plato principal de la cena, pero no lo hizo. Él terminó marchándose a la cocina. Prefería hablar con alguien. Necesitaba socializar.
Después de una cena con los criados, Jungkook decidió volver a su habitación. La señora Hudson le acompañaba, tan servicial como siempre. Aprovechando que pasaban por el hall de entrada, Jungkook miró hacia la izquierda de la enorme escalinata de la mansión. Después se dirigió a la señora Hudson.
ㅡ ¿Qué hay allí...? ㅡ preguntó, curioso, antes de pisar los primeros escalones.
ㅡ Nada, cielo. ㅡ contestó la mujer con una sonrisa. ㅡ Sólo habitaciones y baños. Nada más. La señorita tiene su habitación en el ala derecha, así que aquella está deshabitada, oscura y muy sucia. ㅡ rio. ㅡ Ve a la cama, Jungkook. ¡O visita a la señorita! Ya sabes, necesita hablar...
El tono juguetón de la mujer incomodaba a Jungkook, que se mordió el labio inferior. Asintió, curvó los labios en una mueca que podía pasar por sonrisa y se despidió de la señora Hudson con la mano. Esperó a que doblara la esquina para subir las escaleras de dos en dos y girar hacia la izquierda. Aún era bastante pronto para él, y la curiosidad le estaba comiendo por dentro. Se aburría allí, encerrado, y Olivia no iba a querer investigar el ala con el, así que fue solo.
Los pasillos oscuros no le asustaron. Continuó hacia delante, mirando hacia atrás, creyendo que alguno de los criados le seguía. Sólo encontró lo que la señora Hudson le dijo: habitaciones y baños. Pero eran habitaciones distintas. Una sala de juegos, un pequeño cine, una enorme habitación con pinta de suite presidencial. Era lo más lujoso que Jugkook había visto en su vida. Siguió abriendo puertas, matando su curiosidad, hasta que una de ellas emitió un chirrido atronador. Miró rapidamente hacia el pasillo iluminado. Suspiró con alivio al ver que el ruido no había llamado la atención de alguno de los criados.
Se sorprendió al encontrarse en la habitación de una chica. Estaba decorada con muebles blancos y sobrios, pero tenía un toque femenino. Fotos colgadas de las paredes, pósters, una cama con doseles de tul rosa y unas flores marchitas. Eran rosas. Jugkook supuso que aquella habitación era la de Olivia. Era completamente diferente a la que habitaba. Era más juvenil, menos sobria, y mucho menos apagada. Jungkook decidió volver hacia atrás. Por alguna razón, ver la antigua habitación de Olivia le apenó, como si la tristeza contenida allí se le pegara.
De vuelta al ala derecha, Jungkook encontró una mina de oro en la sala de cine. Era la barra de un bar, casi igual de grande que el de uno de verdad. Frunció los labios. Hacía tiempo que no bebía, y una parte de él no quería hacerlo. Se había propuesto cambiar desde que su hermana también lo hizo, pero recordó que ella estaba viva y que él echaba de menos a sus amigos. Echaba de menos las fiestas, las apuestas, a las universitarias, el alcohol. Se agachó para pasar por debajo de la barra del bar, observó las estanterías llenas de botellas de cristal y escogió una casi al azar. Le serviría.
La escondió debajo de su camiseta blanca. Era una táctica algo absurda, porque cualquiera iba a notar que escondía una botella bajo la camiseta, pero lo hizo igualmente. Jungkook intentó pasar desapercibido, que nadie le viera. Lo consiguió. Llegó a su habitación creyendo que estaba dentro de uno de sus videojuegos de soldados. Cerró la puerta de su habitación despacio, y cuando oyó el "clac", se apoyó contra la madera y resopló. Para cerebrarlo, abrió la botella y dio un buen trago.
Su gesto se arrugó por unas milésimas de segundo. ㅡ ¿Qué mierda es esta...? ㅡ bufó, mirando el etiquetado de la botella. ㅡ Oh, bien. Whiskey. Joder...
Se sentó en el suelo. Apoyó la cabeza contra la puerta. Estaba solo, recluido en una mansión en un país que no era suyo, en pleno verano, con criados siniestros, cuidando teóricamente de una paciente de su madre meses después de enterarse de que su hermana estaba viva. Sólo le apetecía emborracharse. Entre suspiros, Jungkook bebió media botella.
No se dio cuenta de que estaba borracho hasta que se tambaleó al levantarse. La botella se cayó en la moqueta de la habitación. No se rompió, pero el líquido manchó la alfombra. Maldijo entre dientes, abrió la puerta de su habitación y salió al pasillo canturreando una canción que quizá ni siquiera existía. Todo estaba oscuro, en silencio; todos debían estar durmiendo. A Jungkook no le importó demasiado. Nunca había bebido solo, siempre lo había hecho en compañía, y lo único que se le ocurrió fue ir en busca de Olivia. Ella podía ser su amiga. La llevaría al otro ala, pondrían algo de música y tendrían una fiesta para ellos solos. En la mente de un Jungkook borracho, aquello sonaba bien.
Pero a Olivia no le hizo mucha gracia. Continuaba leyendo en la biblioteca cuando Jungkook apareció, con su camiseta blanca y una inusual sonrisa juguetona en los labios. La chica le observó, intentando entender que pasaba. No apartó el libro de su regazo, pero lo cerró y se dispuso a utilizarlo como un arma cuando Jungkook enarcó las cejas.
Ella pensó que nunca le iba a ver así. Tan atrayente. Era como una persona distinta, más mayor y más deshinibida. Olivia se encogió un poco sobre sí misma en cuanto Jungkook se acercó, paseando como si fuera un modelo, como si tratara de seducirla.
ㅡ Hola. ㅡ saludó él. Hasta su tono de voz era diferente. ¿Qué clase de magia hacía el alcohol con él?
ㅡ ¿Qué pasa?
ㅡ Estás sola. Estoy solo. ㅡ dijo. ㅡ Y... estoy borracho. Pero eso no importa, nena.
ㅡ ¿Q-qué? ㅡ exclamó Olivia, entre horrorizada y sorprendida. No sabía si le gustaba o le repugnaba aquel Jungkook. ㅡ Dios mío, estás-
ㅡ ¿Por qué no vienes conmigo, eh? ㅡ le interrumpió. Sonrió. No sabía lo que estaba haciendo; imaginaba que Olivia esta dispuesta a irse con él.
ㅡ N-no, vete. ㅡ ella hizo un gesto inservible con la mano.
Inservible porque, al ver que Olivia no se movía, Jungkook se agachó para poder llevarla en brazos. Rodeó el cuerpo de la chica y se lo echó al hombro sin esfuerzo, como si llevara a la espalda un saco de dormir. Jungkook era incapaz de medir sus acciones.
Aunque ella pataleaba, gritaba y le golpeaba, Jungkook salió de la biblioteca sin complicaciones. ㅡ Shh, shh, shh. ¡Cállate! ㅡ le pidió a la chica.
ㅡ ¡Suéltam-
El alcohol -porque él nunca lo haría- hizo que Jungkook golpeara a Olivia de forma juguetona. En el trasero. Un azote. A él le hizo gracia, a ella no tanto. Olivia volvió a gritar a los dos segundos, histérica, sin llegar a entender qué estaba pasando por la mente de Jungkook para hacer aquello. Él bajó la escalinata de la entrada corriendo, dispuesto a marcharse de la mansión para irse de fiesta por los alrededores, como cuando estaba con sus amigos en Seúl.
Pero las luces del hall se encendieron de golpe y varios criados, incluida la señora Hudson, llegaron para rescatar a Olivia.
Ella se sintió segura en los brazos de la señora Hudson. Miró con rabia a Jungkook.
ㅡ Vete de aquí.
ㅡ Oye-
ㅡ ¡He dicho que te vayas! ㅡ fue ella quien gritó, sobresaltando a todos los criados.
Jungkook hizo una mueca. ㅡ Pues vale, niñata. ¡Hasta luego!
A Olivia le dolía que se marchara. Pero, si Jungkook supiera lo que el alcohol le había robado a la chica, lo entendería.
**********
remember when jk pegó un azote a jimin en el bts run lolololo
see ya💕
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