s e i s (iii)
Llevaban más de diez partidas y Olivia todavía no había conseguido ganar ni una sola vez. Jungkook había ayudado a Olivia a sentarse en la cama para estar algo más cómoda; llevaba todo el día sobre la dura silla de ruedas. Lo que Jungkook no sabía es que Olivia también era competitiva, casi igual o más que él, y, por primera vez en semanas, había encontrado algo que le entretenía. Y ese algo era alcanzar la victoria en un videojuego de disparos.
Aun así no iba a dejar ganar a Olivia, por mucho que se quejara la chica. Ella empezaba a perder la paciencia a pasos agigantados. De todas formas, no era una chica con demasiada paciencia cuando se trataba de juegos y competiciones. Recordó cuando todavía era pequeña y patinaba sobre hielo cuando eran las vacaciones de Navidad. Su hermano siempre intentaba ganarla en las carreras sobre hielo, pero Olivia siempre se las arreglaba para alcanzar la victoria.
Pulsaba los botones de mando con frenesí, como Jungkook. Él era incapaz de desviar la mirada de la televisión desde que Olivia sumó un par de puntos a su marcador y empezó a llevar la delantera. Cesaron las carcajadas de Jungkook y los bufidos de Olivia. Sólo escuchaban el sonido de ellos mismos pulsando los botones de sus respectivos mandos y los disparos del videojuego, nada más. Ambos se lo estaban tomando demasiado en serio.
Tan en serio que, cuando Jungkook vio que había perdido la partida, dejó caer el mando al suelo de la habitación y apretó los dientes con rabia, entre enfadado y frustrado. A pesar de ser la primera vez de doce, se preguntó varias veces cómo había sido capaz de perder si, en comparación con la chica, él tenía muchísima más experiencia como jugador. Olivia dejó el mando sobre el colchón, con cuidado, y se acercó poco a poco a la silla de ruedas, arrastrándose por el borde de la cama. Se sentía satisfecha, como si su único cometido ya hubiera finalizado. Debían de ser más de la uña de la mañana, así que supuso que era la hora idónea para volver a su habitación e intentar dormir a pesar de tener miedo a soñar de nuevo con aquellas pesadillas que tanto le atemorizaban.
Jungkook suspiró con hastío y se levantó para ayudar a Olivia. Ella se había sentado tantas veces en aquella silla sin ayuda que tener a Jungkook para alzarla le resultaba extraño. Siempre se sonrojaba cada vez que él pasaba el brazo por su fina cintura, o simplemente cuando le sentía cerca. Aquella noche Jungkook se quedó mirando a Olivia un par de milésimas de segundo. Volvió a suspirar, incrédulo, sin llegar a creer como ella había sido capaz de ganar una partida. Agachó la cabeza cuando su mirada se cruzó con la de Olivia, verde a la par que triste y oscura. Jungkook agitó la cabeza y removió su flequillo.
— Enhorabuena. — dijo él, con recelo. Dio un empujón a Olivia, no demasiado fuerte.
Ella, que a pesar de llevar aún la escayola, se había mantenido en pie al encontrar apoyo en Jungkook, pero perdió el equilibrio cuando él la empujó. No fue lo suficientemente rápida como para agarrarse bien a los hombros del chico, así que cayó de espaldas en el colchón. De no ser por la enorme cama, Olivia hubiera caído de una forma estrepitosa al suelo. El colchón y las sábanas amortiguaron el golpe, gracias al cielo, y su cuello aún dolorido, su columna y su cabeza no sufrieron casi daño.
Jungkook se sorprendió al verla caer en la cama. Abrió los ojos como platos. Tampoco había empujado a Olivia con tanta fuerza... o quizá sí. — ¿E-e-estás bien? Lo s-siento. — se disculpó rápidamente y se apresuró a levantarla de la cama, con cuidado, pasando un brazo por detrás de su cuerpo y levantándola sin ningún tipo de complicación. La señora Hudson tenía razón: Olivia apenas pesaba.
Dejó que ella misma se sentara en la silla. Olivia se sentía algo abrumada. Siempre le ocurría cada vez que tenía a Jungkook cerca, y siempre tenía que repetirse una y otra vez que él no era suyo. Que no le pertenecía. Que sólo era un chico que estaba en la mansión por obligación.
— ¿Te... vas?
— Sí. — respondió ella con la frialdad que tanto desconcertaba a Jungkook. Por lo que había oído de las criadas, Olivia nunca había sido una chica tan cortante. Decían que era amable, servicial y risueña. Parecía haberlo perdido todo con la muerte de sus padres y de su hermano, y en el fondo, así era. Ella ya no tenía motivos suficientes para sonreír como lo hacía antes.
Giró levemente la cabeza para ver por última vez a Jungkook antes de irse a su habitación. Frunció el ceño al ver cómo él masticaba algo. Tenía los carrillos inflados de comida. Olivia vio cierta semejanza entre Jungkook y un adorable conejito de ojos grandes y mejillas esponjosas. Después vio una enorme caja de pizza sobre el colchón. Jungkook reparó en Olivia, que le miraba con perplejidad. Dejó de masticar un par de segundos, mirando hacia todos los lados de la habitación, sin entender por qué la chica le miraba así. ¿Había hecho algo malo? Luego notó que los ojos de Olivia estaban clavados en el trozo de pizza mordisqueado que tenía en la mano. Dudó antes de ofrecerle el mismo trozo que él estaba comiendo.
Ella negó con la cabeza, pero entonces Jungkook tuvo una idea brillante. — ¿Hacemos una apuesta para ver quien come más rápido?
Supuso que la única forma de que Olivia comiera era captando su interés, y como había resultado ser más competitiva de lo que aparentaba, Jungkook supuso también que retar a Olivia era una buena forma de que empezara a comer con mas continuidad. A lo mejor una pizza grasienta del día anterior no era lo más adecuado para retomar la alimentación, pero aún así le ofreció uno de los trozos de la caja. Ella lo tomó con algo de suspicacia.
ㅡ Mmmh... Es la una de la mañana, no tengo hamb-
ㅡ Solo come. ㅡ Jungkook hizo un gesto apático con la mano y se dejó caer a los pies de la cama. Se sentó en el suelo. Solía hacer aquello con su hermana. Hablaban durante toda la noche, o hasta que su madre llegaba para decirles a gritos que se fueran de una vez a dormir. Jungkook miró hacia arriba para observar a Olivia y dejó de masticar con tanta ansia. ㅡ ¿No te gusta...? No me digas que no te gusta la pizza.
ㅡ Sí, pero... no tengo hambre.
ㅡ Yo ya voy por el segundo trozo, así que te voy ganando...
Algo se encendió en el interior de Olivia, algo como el sentido de la victoria. Para ella, ganar siempre había sido algo importante, hasta en las cosas más estúpidas -como terminarse un trozo de pizza-. Jungkook sonrió al verla masticar con ganas. Se sintió realizado al verla, pero luego se sintió ofendido cuando Olivia dejó intactos los bordes de la pizza. Eso era un crimen.
ㅡ Dámelos. ㅡ Jungkook extendió el brazo para que Olivia dejara los bordes de masa crujiente sobre su mano. Ella obedeció al instante. ㅡ ¿¡Cómo no te pueden gustar los bordes!? ㅡ dijo casi para sí mismo.
ㅡ No sé. ¿Porque no me gustan?
ㅡ ¿Y también le quitas la cebolla?
ㅡ N-nunca me ha gustado la cebolla.
Jungkook gruñó. ㅡ Es como si le quitaras el arroz al kimbap.
ㅡ ¿Eh? ㅡ Olivia pestañeó varias veces. No entendía nada.
ㅡ El-el... Kim... Como si le quitaras el pan a una hamburguesa. ㅡ dijo, asintiendo convencido de que la comparación era lo suficientemente buena y entendible.
ㅡ Ah, vale...
ㅡ ¿Y te gusta la piña en la pizza?
ㅡ Sí.
Maldijo en coreano sin pensárselo dos veces. ㅡ Joder.
ㅡ ¿Qu-qué has dicho?
ㅡ Nada. Eh... Yo... ㅡ frunció los labios, buscando algo que decir. ㅡ ¿Quieres otro trozo...?
Olivia aceptó. Tenía demasiada hambre. Era la primera vez que comía pizza a la una de la mañana y la primera vez que tenía una conversación relativamente fluida con Jungkook. Con el paso del tiempo, ambos dejaron de tartamudear, y consiguieron hablar como dos adolescentes normales, sin timidez.
Y sí, hablaron sobre pizzas.
*****
Tuvo un momento de crisis. Jungkook no supo qué hacer cuando, pasadas las dos de la madrugada, Olivia se quedó dormida en el suelo de su habitación. La señora Hudson vino a recordar a la muchacha que debía tomarse una pastilla, y casi al instante, después de ingerir la pequeña píldora, Olivia cayó de lleno en los brazos de Morfeo.
¿Debía despertarla? La habitación de Olivia no estaba demasiado lejos, pero teniendo en cuenta de que se había comido media pizza tamaño gigante y de que apenas tenía fuerzas, Jungkook se lo pensó dos veces antes de cogerla en brazos. Se aseguró de que ella estaba en una posición cómoda. No quería hacerle más daño.
Jungkook echó un vistazo a la habitación y a la puerta entrecerrada. Frunció los labios, pensativo. Olivia seguía dormida entre sus brazos, como si no pasara nada. Al final, el tiempo se le hizo eterno y Jungkook empezó a ponerse nervioso, como si en vez de tener a una inofensiva chica en brazos tuviera una bomba a punto de explotar.
No se le ocurrió otra cosa que lanzar a Oliva a la cama. Literalmente. El delgado y pequeño cuerpo de la chica rebotó en el colchón, pero ella ni se inmutó. La pastilla para dormir era muy eficiente. Jungkook, algo asustado, creyendo que acababa de lesionar el cuello de Olivia, se acercó despacio a ella, intentando hacer el menor ruido posible.
Colocó su mano en la nuca de Olivia y colocó su cabeza sobre la almohada de la cama, con delicadeza. No se atrevió a colocar los mechones de pelo que talaban su cara o su camisón blanco, cuya falda se había subido más de lo debido. A pesar de ser pleno verano, Jungkook tapó el cuerpecillo de Olivia con una de las sábanas. Era fina, así que no le daría demasiado calor.
Se alejó de la cama caminando hacia atrás, hasta que se golpeó con la televisión. Se quedó admirando a Olivia desde lejos unos cuantos segundos, puede que minutos. Se preguntó cómo sería si su melena castaña brillara, si no estuviera tan pálida y si sonriera más. Jungkook podría apostarse la vida a que Olivia sería preciosa, y estaba seguro de que no perdería.
Algo avergonzado, sacudió la cabeza y revolvió su flequillo oscuro. Miró hacia otro lado. Fue entonces cuando se dio cuenta de que Olivia estaba durmiendo en su cama. Jungkook había dormido con algunas chicas, pero todas eran más de cuatro años mayores que él, y dormir con Olivia sería demasiado... distinto.
Su única solución fue apagar la luz de la habitación y salir de allí, dejándola sola.
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