Especial: Yoongi's dream
- Argggggh, juro que si la señora Choi no deja de enviarme trabajos especiales para hacer me voy a morir.
- ¿Porqué no pruebas no dormirte en sus clases? - pregunta Jimin, riendo. - Quizás si la escucharas no tendrías que escribir un ensayo de diez páginas sobre Romeo y Julieta. Pero no, Min Yoongi usa las horas de Literatura para dormir.
Ambos se sientan en el sillón doble de la sala del mayor.
- Tal vez si no soñara contigo no tendría tantas ganas de dormir. - coquetea el guitarrista.
- Yah~ - simula estar avergonzado y le pega suavemente en el hombro. Pronto cambia su expresión a una interesada. - ¿Y se puede saber qué sueñas?
- Que vamos juntos al baile y bailamos pegaditos toda la noche frente a Jeon. - sonríe socarronamente.
- ¡Hyung! - lo reprende.
- ¿Qué? Es la verdad, Jiminnie. - busca en su bolsillo las entradas al baile y las ubica frente a los ojos de Jimin. - Es más, ¿te gustaría hacerlo realidad?
No era de esta forma cómo quería pedírselo, pero estaban pasando un momento tan hermoso riendo y bromeando juntos que, siendo francos, ¿alguna vez existiría una ocasión mejor?
- ¡Claro que si!- le sonríe mientras se aproxima a abrazarlo, ubicando su nariz en el cuello ajeno. - Pero sólo la parte de bailar pegaditos... No quiero ser cruel con él a pesar de todo, cuanto menos pensemos en su existencia mejor.
Suspira y acaricia la espalda del menor. A veces no entendía como tanta bondad y paciencia podían entrar en una persona tan pequeña.
- Aguafiestas...
Sus teléfonos celulares empiezan a sonar al mismo tiempo pero con diferentes sonidos. Demasiado extraño, pero no le dieron importancia.
Toman los dispositivos viendo por separado quién los estaba llamando para luego atender.
[Los siguientes diálogos sucederán a la vez]
- Mejor que sea importante, estaba con Minnie... - dice Yoongi. - ¿Ahora? ¿Justo ahora se le ocurrió hacer esto? - hace una pausa para escuchar a la misteriosa persona del otro lado de la llamada. - Bien, bi... ¡Bien, okay! ¡Iré pronto!
- ¿Perdiste las llaves otra vez? - cuestiona Jimin. - ¿Qué...? No espero nada de ustedes y aún así me decepcionan... - pausa. - Si, si. En unos minutos estoy allí.
Ambos cortan la llamada al mismo tiempo y se miran apenados.
- Lo siento, debo irme... - dicen al unísono. Se miran extraño.
Dos minutos después, la joven pareja abandona la casa del mayor dirigiéndose (sin saber) al mismo lugar.
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