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BECKY

—¿Puedes explicarme qué es lo que acaba de pasar?

No fui capaz de mirar a mi madre. Seguía pensando en Freen. Había tratado de detenerla, pero Paige me detuvo y me convenció de que no era el momento. Me aseguró de que se encargaría de dejarla en casa.

—Becky.— Mamá volvió a hablar.

—Carol, no creo que sea el momento...— Papá intentó intervenir, pero mi madre no se lo permitió.

—No, Robert. Quiero saber por qué Freen estaba llorando y por qué se ha ido de esa manera.— Exigió.

Bien, supongo que ese momento iba a llegar tarde o temprano, así que lo mejor era empezar a hablar y dar las explicaciones correspondientes.

—No hay compromiso.— Dije alzando la mirada hacia mis padres.

Mamá me vio sin entender y la expresión en el rostro de mi padre confirmó mis sospechas. Él lo sabía, siempre lo supo. Me dio una mirada de '¿por qué?' y no fui capaz de seguir viéndolo a los ojos así que preferí volver a enfrentar la consternada mirada de mi madre.

—¿Qué quieres decir? ¿Que lo de ustedes se terminó? .— Preguntó.

Tragué con fuerza antes de hablar.

—Lo que quiero decir es que jamás hubo un compromiso.— Me vio confundida— Fue una mentira. Freen y yo no nos conocemos desde hace años.— Hice una pausa— Nos conocimos en una cita a ciegas que Charlotte y Engfa organizaron para nosotras.

Mi madre parpadeó repetidas veces y puedo jurar que estaba esperando el momento en el que yo dijera que se trataba de una broma de mal gusto, pero eso no iba a pasar. En ese instante, me odié a mí misma por haberles mentido a todos.

—¿Qué hay de su embarazo? .— Fue mi padre quién rompió el tensó silencio.

—Antes de que nos conociéramos.— Comencé a explicar— Freen había terminado una relación de años y creyó que se le estaba acabando el tiempo así que decidió optar por convertirse en madre por su cuenta.

—¿Hablas de...?

—Inseminación artificial.

El color desapareció del rostro de mi madre y retrocedió un par de pasos. Papá le ayudó a tomar asiento en uno de los sillones de la sala mientras ella procesaba todo lo que yo acababa de confesar.

—Entonces, ¿Nunca hubo algo entre ustedes?

—Sí.— Asentí frotando mis manos— Estábamos intentando tener un noviazgo. Luego ustedes se presentaron y yo simplemente...mentí y convencí a Freen de seguirme la corriente.

—Pero...¿Por qué?

El desconcierto en la voz de mi madre junto a la mirada en sus ojos hicieron que se me oprimiera el pecho.

—Porque...

Me tomé el tiempo para pensar bien en por qué lo había hecho realmente. En ese momento mis razones parecían ser bien claras, pero la verdad es que ya no lo eran.

—Sentí que les estaba fallando.— Dije— Sé lo mucho que querían que siguiera los pasos de Richie, que encontrará a la mujer ideal con la cual construir algo real y duradero, que formara una familia, un hogar.— Me encogí de hombros— Supongo que no quería que vieran con sus propios ojos una vez que no lo había conseguido aun así que decidí fingir que sí.

—Oh, Becky.

Mamá se acercó a mí y me abrazó con fuerza. Tuve que resistir las ganas de echarme a llorar entre sus brazos como una niña pequeña. Me sentía una estúpida. Por haberlos engañado, por haber arrastrado a Freen conmigo en aquella farsa y por no haber tenido la suficiente valentía para aclarar las cosas entre nosotras desde hace mucho tiempo. Lo había arruinado todo.

—Cariño, nunca nos has fallado y nunca lo harás.— Dijo mamá tomando mi rostro entre sus manos y obligándome a mirarla— Estamos muy orgullosos de ti y en la persona en la que te has convertido.

—Lamento mucho que hayas creído que no era así.— Dijo papá.

—Y si fuimos tan insistentes fue porque...— Hizo una pausa— Eres una mujer increíble que merece ser feliz y entregar todo ese amor que tienes guardado. Mereces enamorarte, Becky.

Desvié la mirada de la suya y me encontré con la de mi padre. Él me sonrió. Siempre había tenido la capacidad de entenderme sin que yo tuviera que decir algo.

—Creo que ya está enamorada.

¿Qué si estaba enamorada de Freen? La respuesta era sí, desde hace mucho. Y ahora estaba lamentando no habérselo dicho cuando tuve oportunidad.

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Abrí la puerta del apartamento y de inmediato me quité los zapatos. Había tenido un duro turno en el trabajo y lo único que quería era comer, tomar una ducha y desplomarme en mi cama. Desde que todo explotó y había regresado a casa, comencé a tomar turnos extra en el hospital tratando de mantenerme ocupada para no pensar en Freen. No la había visto desde que se marchó de la casa en el lago, y de eso ya había pasado una semana. Llamaron a mi puerta y fruncí el ceño porque no estaba esperando a nadie. En cuanto abrí, Harper y Trent entraron en el apartamento y comenzaron a dar vueltas como si no hubieran corrido nunca en su vida.

Miré a Charlotte con una ceja alzada, pero no dijo nada y solo pasó junto a mí.

—Hola para ustedes también pequeños monstruos.— Dije con ironía cerrando la puerta tras de mí.

—Los llevé por un helado antes de venir aquí así que no esperes a que dejen de correr, gritar o brincar.

Caminó hasta la cocina y dejó su bolsa sobre la barra. Lo siguiente que hizo fue cruzarse de brazos y obsérvame fijamente con los ojos ligeramente entrecerrados.

—¿Qué? — Pregunté— ¿Por qué me ves así?

—Estoy tratando de entender.— Respondió sin cambiar su expresión.

—¿Entender qué?

Estaba confundida con su actitud y sorprendida por su inesperada visita.

—Por qué aún no has buscado a Freen para solucionar las cosas.

No dije nada al respecto. Los niños comenzaron a pelear por el mando de la televisión, así que tomé la oportunidad para escapar y decidí intervenir. Después de una dura negociación regrese a la cocina en donde Charlotte seguía esperando una respuesta a su pregunta.

—¿Engfa sabe que has venido hasta aquí para hacer una emboscada?

La castaña rodó los ojos con fastidio.

—Becky, estoy hablando en serio.— Me señaló a modo de advertencia— Y no, no lo sabe. Puede enterarse más tarde cuando logrado convencerte de solucionar todo este problema.

—Escucha todo salió mal gracias a mi mentira. Traté de detenerla, pero no quiso quedarse. Creo que es justo darle algo de espacio.

—¿Espacio? .— Preguntó— Freen no necesita que le des espacio. Necesita saber que quieres comprometerte con ella.

—¡Se lo dije! .— Me defendí— Yo quería seguir adelante con la boda e ignorar que todo había comenzado como una farsa.

—Ese es el problema, Armstrong.— Bufó y yo fruncí el ceño sin entender a qué se refería— Querer hacer las cosas de esa manera se malinterpretó. Freen debió creer que solo lo hacías para no ser descubierta y no porque realmente lo quieres.

Oh.

Charlotte no puede tener razón, ¿O sí?

¿A quién quiero engañar? Si que tiene razón. Tiene muchísima razón.

—Lo que tienes que hacer es ser clara y directa. Decirle que la amas y que quieres formar parte de su vida y la de ese bebé porque también lo amas.— Dijo— Lo que tienes que hacer es conseguir un anillo y pedirle que se case contigo porque así lo deseas y no porque estás tratando de impresionar a tus padres.— Suspiró— Solo así Freen notará que tus intenciones y tu amor por ella son ciertos.

Me quedé observándola durante algunos segundos mientras procesaba todo lo que acababa de decir. Claro que eso es lo que debo hacer ¿Por qué no me di cuenta antes?

—Maldita seas Charlotte, ¿Por qué siempre terminas teniendo la razón? .— Me quejé al tiempo en que me acercaba a ella y la abrazaba con fuerza.

Ella correspondió mi abrazo llenándome de su calidez y agradecí el poder tenerla como amiga.

—Es un don.— Murmuró y yo rodé los ojos— Ahora, será mejor que te pongas manos a la obra y hagas todo lo que te he dicho.

Asentí repetidas veces antes de correr para volver a calzarme mis zapatos y salir del apartamento a la velocidad de la luz. Lo primero que debía hacer era conseguí un anillo. Luego tendría que pensar en un buen discurso que lograra hacer que Freen me escuchara. Después, debía armarme de valor para conseguir presentarme en su apartamento, y por último, debía rogar porque no fuera demasiado tarde y ella decidiera darnos una oportunidad.

Subí los escalones de dos en dos mientras practicaba entre murmullos lo que diría cuando Freen atendiese la puerta. Estaba muy nerviosa, una gran parte de mí temía que me mandase a volar sin querer saber absolutamente nada más de mí. Aminoré el paso cuando comencé a acercarme a su piso y tomé grandes bocanadas de aire intentando relajarme antes de llamar a la puerta con suaves golpes.

Pasaron un par de segundos hasta que la puerta se abrió de golpe dejándome ver a Freen en pantalones de yoga grises y un suéter de lana blanco ancho y suelto que caía de uno de sus hombros.

—Becky.— Dijo con la voz un tanto acelerada y soltó un profundo suspiro.

Bien, es ahora o nunca Armstrong.

—Hola.— Murmuré sonriendo apenas— Escucha sé que la última vez que nos vimos no fue de lo mejor. Ambas dijimos muchas cosas y no salió nada bien.— Hice una pausa sin dejar de mirar sus ojos— Lamento mucho todo lo qué pasó ¿De acuerdo? .— Ella asintió repetidas veces y parecía estar a punto de echarse a llorar— La verdad es que estoy enamorada de ti y nada va a cambiar eso. Haré lo que sea necesario para que esto funcione, en serio, solo dame una oportunidad.

—Becky, este no es el....— Comenzó a decir, pero la interrumpí antes de que pudiese continuar.

—Por favor, solo...

Fue entonces cuando reparé en la expresión afligida en su rostro, la fina capa de sudor cubriendo su frente y su respiración agitada. La examiné una vez más de pies a cabeza deteniéndome en la mano que sostenía la parte baja vientre y la mueca de dolor que hizo que su cara se contrajera. Trague con fuerza antes de volver a verla a los ojos.

—¿Es la hora, no es así? — Pregunté temerosa.

Ella solo asintió aferrándose con su mano libre a la puerta.

—Oh por Dios, tenemos que llevarte al hospital, ahora.— Dije cruzando el umbral y ayudándola a caminar hasta el sofá— ¿Cómo te sientes?

—¿Recuerdas cuando decía que no había manera en que las contracciones fueran tan dolorosas? — Me preguntó con la voz aguda apretando los ojos y asentí— Bueno, estaba terriblemente equivocada.

Reí por lo bajo y dejé un beso en su frente antes de correr a su habitación y tomar un par de zapatillas de deporte para ella, y luego correr al cuarto del bebé para tomar la bolsa que llevaba preparada días sobre la cómoda de madera pintada de un suave amarillo. Me colgué el bolso de bebé al hombro y corrí de regreso a la sala para ayudarla a calzarse las zapatillas.

—Las llaves, no olvides las llaves.— Dijo entre dientes cuando caminábamos de nuevo a la puerta principal.

—Las tengo.— Murmure tomándolas de la barra de la cocina.

—Creo que cambié de idea respecto a lo de tener un parto natural.— Murmuró entre dientes cuando estaba ayudándola a entrar en mi auto.

Me reí mientras abrochaba su cinturón de seguridad.

—No te preocupes por eso. De seguro hay un montón de drogas en el hospital esperando por ti.— Dejé un beso en su frente sudorosa y rodeé el coche para tomar mi lugar.

—Necesito una hamburguesa.— Dijo de pronto.

—¿Qué? — Pregunté confundida mientras conducía.

—Necesito una hamburguesa.— Repitió respirando profundo.

—Freenky, entraste en labor. Estamos a 10 minutos del hospital, no creo que tengamos tiempo de...

—Becky.— Dijo aferrándose al asiento— Estoy sufriendo de muchísimo dolor en este momento.— Apretó los dientes y supuse que otra contracción comenzaba— La comida me calma, y realmente necesito una hamburguesa doble con mucho queso justo ahora.

No sé si fue porque me sentí amenazada con su voz o si fue porque Freen siempre había tenido un gran poder de convencimiento sobre mí, pero terminé dirigiéndome al primer local de comida rápida que encontré para conseguir lo que ella quería. Quejándose de dolor con la hamburguesa en una mano y un batido en la otra, la ayudé a subir a la silla de ruedas que conseguí en cuanto aparcamos en el hospital. Con rapidez me dirigí hasta la entrada de urgencia y me acerque a la estación de enfermería.

—Hola, buenas tardes, mi nombre es Becky Armstrong.— La enfermera tras el mostrador apenas me dirigió la mirada por sobre sus gafas— Ella es Freen Chankimha, mi prometida. Acaba de comenzar el trabajo de parto hace casi una hora atrás.

—¿Cada cuánto son las contracciones? — Preguntó la mujer sin siquiera mirarnos.

—Cada dos minutos.— Dijimos las dos al unísono.

—De acuerdo, voy a necesitar que llenen estos papeles.

Me tendió un montón de documentos y un bolígrafo y yo la miré como si se hubiera vuelto loca.

—Escuche...— Leí el nombre en su uniforme— Darcy.— Dije— Lo que yo necesito es que le atiendan lo más pronto posible. Soy paramédico, trabajo aquí, puedo encargarme de llenar todo el papeleo más tarde.

¿Cómo era posible que aun trabajando en aquel hospital justo me cruzara con la única enfermera a la que no conocía de nada?

La mujer me observó por sobre sus gafas durante algunos segundos sin ninguna emoción en su rostro. Estaba comenzando a impacientarme.

—Nos encargaremos de ella, pero usted tendrá que llenar los papeles ahora.

—Pero...

—Está bien.— Freen intervino mientras trataba de regular su respiración— Estaré bien. Darcy te llevará conmigo cuando acabes ¿No es cierto?

Se dirigió a la enfermera mientras apretaba los dientes debido al comienzo de lo que parecía ser una nueva contracción sin soltar la hamburguesa ni el batido. Darcy asintió frente a sus palabras, y yo a mi pesar terminé cediendo y dejé que se la llevaran mientras me encargaba de rellenar el montón de formularios. Apenas termine no perdí el tiempo y busqué a alguien que pudiera llevarme con Freen.

Antes de entrar en la habitación en la que la castaña se encontraba, envié un mensaje rápido a Charlotte para ponerla a tanto de lo que estaba pasando.

—Tengo que decírselo a mis padres.— Dijo Freen.

Estaba completamente agotada debido al dolor.

—Se lo dije Charlotte, ella se encargará de contactarlos. No te preocupes.

Ella asintió apenas removiéndose en la cama. Había un monitor puesto en su vientre que al parecer contaba las contracciones y además nos permitía oír los latidos del bebé. No podía creer que aquello estaba sucediendo. Definitivamente no estaba en mis planes que pasara justo cuando planeaba arreglar las cosas.

—¿Cómo te sientes? — Pregunté apartando algunos mechones de cabello de su cara sudorosa.

—Como si estuviera tratando de expulsar una sandía.— Respondió haciéndome reír.

—Al menos tú sentido del humor sigue intacto.

—Ayuda a distraerme para no concentrarme en el dolor.

—Es una buena técnica.— Admití.

Ella cerró los ojos y yo me mantuve en silencio observándola. Quería decir algo, pero no sabía si era el momento adecuado para continuar con el discurso que quedó a medio camino cuando me presenté en su apartamento más temprano. Con suavidad, tomé de sus manos entre las mías logrando así que abriera los ojos y me mirara.

—Freenky, lo que dije antes en tu apartamento, es cierto.— Murmuré— Quiero que nos demos una oportunidad, esta vez muy en serio. Quiero el paquete completo.— Le aseguré— Es por eso que estuve pensando y...

Cuando estuve a punto de sacar el anillo que llevaba horas guardado en el bolsillo de mi pantalón, la puerta de la habitación se abrió de golpe y un montón de personas entraron. Las dos desviamos la mirada para ver de quién se trataba y el pequeño momento de intimidad se esfumó. Eran los padres de Freen, Dao, Charlotte, Engfa, sus hijos y Nam.

—¿Cómo te sientes, cielo? .— Drea se acercó enseguida a su hija estudiándola de pies a cabeza asegurándose de que todo estuviera en orden con ella.

—Estoy bien ¿Cómo consiguieron entrar todos a la vez? — Los vio frunciendo el ceño.

—Ignoramos por completo las instrucciones de la enfermera así que no debe tardar en venir para corrernos.— Comentó Dao con gracia.

Y no se equivocó. Darcy apareció segundos después y se abrió en paso entre todos para que Freen y yo pudiéramos verla. Me dio una mirada severa y yo me encogí de hombros.

—Ahora que todos tuvieron la oportunidad de saludar a las futuras madres, voy a necesitar que vuelvan a la sala de espera, por favor.

Los demás presentes bufaron y entre quejas comenzaron a abandonar la habitación no sin antes darle ánimos a Freen. Miré a Freen y noté que aún sostenía mi mano. Drea fue la última en el cuarto y observó a su hija como si estuviera esperando una señal de su parte para salir.

—¿Quieres que me quede, o quieres que lo haga ella? — Pregunté.

—No, creo que deberías hacerlo tú, querida.— Drea intervino antes de que su hija pudiera hablar— Lo harás increíble, cariño. Estaremos esperando afuera.— Fue lo que le dijo a su hija antes de salir.

—Bien, ahora les volveré a dar privacidad. El doctor debería estar aquí muy pronto para revisar cómo va todo.— Informó la enfermera— Si algo más surge, no duden en presionar el timbre y una de nosotras vendrá enseguida ¿De acuerdo?

—Gracias.

Darcy solo asintió y cerró la puerta tras ella.

Internamente agradecí que Drea me haya dado la oportunidad de quedarme y que la castaña no se hubiera negado, porque realmente quería estar ahí con ella.

—Antes estabas diciendo algo.— Freen comentó.

—No es importante ahora. Puedo decirlo más tarde.

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12 horas. Ese era el tiempo que Freen llevaba en trabajo de parto. Dejé la habitación para poder tomar un café y mantenerme despierta. Drea tomó mi lugar.

—¿Se lo preguntaste?

Di un brinco cuando escuché la voz de Charlotte a mis espaldas derramando un poco de mi café sobre mi mano.

—¡Jesús, Charlotte! — Me quejé sintiendo mi piel arder.

—No seas una bebé.— Rodó los ojos— ¿Y?

—Iba a hacerlo, pero todos ustedes decidieron hacer una entrada.

—¡¿Lo arruinamos?!

—Sí.— Asentí— Tendré que esperar el momento adecuado.— Me encogí de hombros.

—Uno en el que ella no esté delirando de dolor por dar a luz a un niño, de preferencia.— Dijo Charlotte— ¿Cómo te sientes?

—Bien.

Charlotte no dejó de mirarme esperando a que yo dijera algo más.

—¿Qué?.— Pregunté.

Ella estaba a punto de hablar cuando escuchamos a Darcy llamarme con un grito. Me giré tan rápido que me mareé un poco al darme vuelta, pero lo ignoré y me acerqué a ella.

—¿Qué pasa?

Ella sonrió con emoción.

—Es hora.— Murmuró y tomó mi mano dándole un ligero apretón— Quiere que tú estés allí si eso es lo que también quieres.

Asentí frenéticamente.

—Claro que quiero.

—Date prisa, cariño.— Dijo quitándome el café de las manos y animándome a regresar a la habitación.

En cuanto entré en el cuarto, la enfermera me ayudó con la vestimenta quirúrgica y cuando estuve lista me ubiqué junto a una quejumbrosa Freen mientras sostenía su mano. Todo pasó muy rápido, y la única palabra que lograba describir aquel momento era mágico. Apenas oímos el llanto del bebé, Freen se desplomó en la cama completamente exhausta. Besé su frente repetidas veces mientras no dejaba de felicitarla por haber hecho un buen trabajo.

—Felicidades, es un niño.— El médico anunció.

Freen rompió en llanto cuando una de las enfermeras puso al bebé sobre su pecho envuelto en una sabanita. Lo observé con detenimiento y me sorprendió lo mucho que se parecía a la pelinegra que lo sostenía.

—Hola cariño.— Freen susurró con ternura arrullándolo en sus brazos mientras él seguía llorando.

—Es...hermoso.— Susurré sonriendo.

—Lo es.— Ella estuvo de acuerdo.

Bien, Becky es ahora o nunca.

—Cásate conmigo.— Solté de golpe sin siquiera pensarlo. Freen apartó la mirada del niño hacia mí— Te amo, a los dos de hecho.— Me entraron ganas de llorar— Lamento no haber hecho las cosas bien antes, pero quiero esto. Lo quiero de verdad y no solo como una mentira para impresionar a mis padres.

Las lágrimas que caían de sus ojos aumentaron mientras sostenía mi mirada conmocionada.

—Esto no es algo que debas decirle a una mujer cuando está sometida a un cóctel de hormonas.— Se quejó y me reí— Pero sí.— Asintió— Sí.— Repitió.

Entonces la besé, y el resto es historia.

FIN

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