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FREEN
—¡No dijiste nada!
Eso fue lo que Charlotte exclamó justo en mi cara apenas abrí la puerta de mi piso para dejarla entrar.
—Solo para aclarar ¿Es así como nos saludaremos de ahora en adelante? — Pregunté con ironía.
Ella solo rodó los ojos antes de entrar como un torbellino. Cerré la puerta a mis espaldas y la seguí hasta la sala en donde comenzó a dar vueltas de un lado a otro completamente histérica.
—¿Quieres calmarte? — Bufé sintiendo náuseas debido a sus movimientos.
—No me pidas algo como eso.— Dijo viéndome con total seriedad— ¡No dijiste nada! — Exclamó otra vez— ¡Becky prácticamente se declaró y tú no dijiste nada!
—¿Qué se suponía que debía decir? ¿Gracias?
—¡Por supuesto que no!
Si no bajaba su tono de voz en instantes tendría una intensa jaqueca.
—¿Muchas gracias? — Pregunté divertida.
La mirada casi asesina que mi mejor amiga me lanzó me hizo saber que no le había agradado para nada mi pequeña broma así que, inmediatamente, me tragué todo el resto de inocentes bromas que vinieron a mi mente en ese preciso momento. Charlotte seguía mirándome mientras esperaba una explicación de mi parte. Me esforcé por evitar su insistente mirada, pero fallé y terminé bufando al tiempo en que me dejaba caer perezosamente en mi sofá.
—Entonces— Tomó asiento junto a mí— ¿Por qué no dijiste nada?
Esta vez su tono de voz se normalizó y pude notar que estaba mucho más relajada.
—No sé.
No estaba mintiendo. En realidad no lo sabía. Aquella noche mientras escuchaba a Becky decir todas aquellas cosas, en mi cabeza, una voz insistente me gritaba que huyera antes de que todo se volviera más complicado mientras mi corazón se derretía dentro de mi pecho al oírla. Por supuesto, mis neuronas terminaron por seguir el consejo de aquella voz que ahora constantemente me recriminaba el no haber dicho nada.
Contradictorio, lo sé, pero hace mucho había dejado de esforzarme por entender todas las cosas que pasaban en mi cabeza.
—Tienes que arreglar este desastre antes de que sea demasiado tarde.
—¿A qué te refieres con demasiado tarde? .— Hice comillas con mis dedos.
—Antes de que ella decida que está lista para pasar página y comience a buscar maneras de olvidar que la has rechazado— Explicó moviendo de un lado a otro sus brazos.
Al menos ya no estaba gritando con total histeria.
—Creo que estás siendo dramática.
—¿Lo estoy? .— Arqueó una ceja y se cruzó de brazos— Si recuerdas que hasta hace muy poco, Becky estaba en el cine con una rubia colgada de su brazo ¿Verdad?
Con tan sólo recordar el momento en el que Dao y yo nos encontramos con Becky y su cita, se me revolvió el estómago y sentí náuseas otra vez.
—Está en su derecho.
—¡Agh! — Charlotte exclamó con frustración— ¡Saro!
—No, por favor, no más gritos.— Supliqué mientras cubría mi rostro con un cojín.
La escuché suspirar y después sentí como el espacio junto a mí se hundía bajo su peso.
—Saro.— Esta vez su voz se suavizó— ¿Por qué tienes tanto miedo de admitir lo que sientes? — Preguntó.
—¿Por qué? — Pregunté incrédula— Veamos.— Hice una pausa apartando el cojín de mi cara— Cuando creía que mi vida era perfecta, mi novio con quien tuve casi 7 años de relación me engañó con una de sus compañeras de trabajo, y en tan solo días mi relación y mis planes maritales se desmoronaron.
Charlotte se me quedó viendo con un tanto de lástima durante algunos segundos antes de tomarme de las manos lista para volver a hablar.
—Cariño.— Murmuró con ternura— Becky no es Paul.
—Lo sé.— Asentí.
—Entonces, ¿Por qué no te dejas llevar y lo intentas?
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Apenas crucé las puertas de entrada el ritmo del entorno pareció cambiar. Todos se movían en diferentes direcciones de forma acelerada y muchos traían expresiones enfermas o miradas preocupadas en sus rostros. Intenté hablar con dos personas a mi paso, pero ninguna de ellas tuvo la más mínima intención de escucharme así que me dirigí a la estación de enfermería al otro lado de la ajetreada sala.
—Lo siento, hola.— Dije llamando la atención de una de las enfermeras.
—Hola querida, ¿Necesitas ayuda? ¿Estás herida?
Negué de inmediato a sus preguntas y aclaré mi garganta antes de volver a hablar.
—De hecho, estoy buscando a alguien.
—¿Eres familiar de alguno de nuestros pacientes? .— Preguntó mientras buscaba rápidamente algo en la computadora que tenía enfrente.
—No, no.— Negué otra vez y ella me vio confundida— Estoy buscando a Becky Armstrong.
—Oh.— Al escuchar su nombre sonrió— Su turno acabó hace unos minutos.
—Oh.— Imité su expresión, pero con algo de lamento.
La enfermera me vio fijamente durante algunos segundos sin dejar de sonreír y luego dejó su lugar en la estación para acercarse a mí.
—Sígueme, si tienes suerte puede que siga por aquí.— Comentó antes de comenzar a caminar.
Me tomó un momento procesar lo que ella acababa de decir, pero terminé siguiéndola a través de los pasillos del hospital fuera de la sala de urgencias. Nos detuvimos frente a una puerta etiquetada como residencia y golpeó dos veces antes de abrir. A pesar de que no conseguí ver hacia el interior de aquella habitación, de inmediato fui capaz de identificar la risa de Becky emanando hacia el exterior.
—Becky, cielo, hay alguien que está buscándote.— La enfermera le informó.
—¿Quién? — Preguntó con desconcierto.
Fue entonces cuando la mujer de traje clínico azul se apartó y terminó de abrir la puerta para que Becky pudiera ver de quién se trataba. Noté como su expresión fue del desconcierto a la sorpresa y me cuestioné si había sido una buena idea ir hasta allí.
—Freenky.— Murmuró confundida— ¿Qué...?
—Hola.— Saludé sonriendo apenas debido al nerviosismo que comenzó a apoderarse de mí.
Un hombre alto de mirada cálida que vestía el mismo uniforme que la mayor llevaba puesto apareció en mi campo de visión y me sonrió antes de darle a Becky una mirada que no supe cómo interpretar.
—¿Freen? — Preguntó sin dejar de sonreír y yo solo asentí— Adelante, pasa.— Me animó.
—No sé si debería estar aquí.— Dije.
—No es problema querida, puedes pasar.— La enfermera me sonrió con amabilidad— Yo debo volver a mi lugar de trabajo.— Anunció.
—Muchas gracias.
—No hay problema.— Me sonrió una última vez antes de regresar a la sala de emergencias.
Me quedé de pie en el corredor con Becky y su compañero viéndome fijamente mientras él sostenía la puerta para mí. Con un gesto me animó a entrar en la sala y lo hice.
—Mi nombre es Heng, soy el compañero de Becky.— Dijo estrechando mi mano— El mejor que ha tenido jamás.— Añadió dándome un guiño.
—Freen.
—Es un placer por fin conocerte en persona Freen.— Dijo observando de manera divertida a Becky por sobre mi hombro— Becky no deja de hablar sobre ti.
—Heng.— Rebecca murmuró con tono de advertencia y él solo rio.
—Calma.— Levantó las manos con inocencia— Las dejaré para que puedan conversar.— Dijo— Nos vemos Armstrong, un gusto conocerte Freen.
Fue todo lo que dijo antes de tomar sus cosas y salir de la sala dejándonos a solas. Cambié el peso de mi cuerpo de un pie al otro unas cuantas veces sin animarme a hablar. Había practicado lo que diría de camino hasta allí, pero en ese momento mi mente estaba en blanco y tenía la boca seca.
—¿Estás bien? .— Becky preguntó de pronto preocupada.
—Sí.— Asentí repetidas veces— Yo solo...
Ella alzó las cejas esperando pacientemente a que continuara con lo que estaba a punto de decir.
—Lamento haberme ido sin decir nada— Dije de golpe.
—No tienes que disculparte.— Respondió pasando una mano por su cuello un poco incómoda— Esta bien, yo...
—Déjame hablar ¿Sí? .— Pedí y ella solo asintió metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de uniforme— Esa noche cuando te escuché decir todo aquello, mi corazón latía de manera frenética mientras mi subconsciente me gritaba por alguna razón que huyera.— Me lamí los labios tratando de humectarlos— Tu palabras hicieron que un montón de pensamientos se me vinieran a la cabeza mientras miles de sensaciones se apoderaban de mi cuerpo.
Tragué con fuerza y me obligué a sostenerle la mirada mientras hablaba a pesar de lo pequeña que me sentía bajo sus ojos atentos ojos.
—Quería decir tantas cosas, pero entre pánico y decidí huir.— Confesé— Sigo creyendo que todo esto entre nosotras sería muy complicado, pero no puedo seguir fingiendo que solo siento atracción por ti cuando desde hace un tiempo atrás siento mucho más que eso.
Lo dije, lo admití.
Dios, Charlotte estaría brincando de un lado a otro si me hubiera escuchado decir todo eso.
Becky parpadeó un par de veces y abrió cerró la boca a la vez. Ahora era ella la que se había quedado sin palabras y yo estaba a punto de salir corriendo otra vez cuando de pronto, con dos grandes zancadas, acortó la distancia entre nosotras y me besó. Sus labios se sentían suaves y firmes mientras se fundían de manera gentil con los míos en un beso dulce y exquisito. Sus manos sostenían mis mejillas y las mías se aferraron a sus muñecas mientras me dejaba llevar por el íntimo gesto.
Fue ahí cuando me di cuenta lo mucho que había extrañado sus besos y su tacto en mi piel. El aire comenzó a faltarnos y a regañadientes se alejó de mí. Sentí su frente reposar sobre la mía mientras mantenía mis ojos cerrados disfrutando de la burbuja que el beso había creado a nuestro alrededor. Quise hablar, pero volvió a besarme castamente antes de que pudiera pronunciar alguna palabra.
—Déjame disfrutar esto y no digas nada más ¿Sí? — Casi suplicó— No tenemos que definir nada ahora. Lo resolveremos, Freenky.— Dijo con total seguridad— ¿Confías en mí?
Sus ojos se clavaron en los míos esperando una respuesta de mi parte.
—Sí— Asentí— Completamente.
—Bien.— Sonrió.
—Y ahora...— Murmuré dudosa después de unos segundos de silencio.
—Ahora tendremos una cita.— Dijo alejándose para buscar sus cosas.
La observé sin entender.
—Hablas de...¿Ahora, ahora? .— Ella asintió— No estoy vestida para la ocasión.— Murmuré mientras me estudiaba.
—Así estás perfecta— Le restó importancia— No quiero perder más tiempo y no voy a arriesgarme a que cambies de opinión y vuelvas a desaparecer, así que vámonos.
Caminó hasta la puerta y la mantuvo abierta para mí. Me quedé viéndola durante algunos segundos mientras ella esperaba a que la siguiera.
—Estas loca.— Dije sin evitar reír caminando hacia ella.
—Sí— Asintió— Por ti.
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