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BECKY
—¿Estás bien? .— Chrissy sentada junto a mí me miró fijamente.
—Aja.— Asentí tratando de sonreír.
—Es solo que...has estado actuando raro desde hace un rato.— Comentó en un susurro.
¿Y cómo no hacerlo? Freen y su hermana estaban unas cuantas filas más abajo en la misma sala de cine en la que yo estaba con mi cita. La segunda cita a ciegas que tenía en toda mi vida y de antemano sabía que terminaría mal. Las manos me sudaban y me sentía incómoda sentada en aquella butaca mientras me esforzaba con todas mis fuerzas por poner atención a la película que mi cita había elegido ver.
No podía dejar de pensar en si Freen había notado mi presencia allí antes de entrar en la sala. Una gran parte de mí, aproximadamente el 99.9 %, estaba rezando internamente porque no me hubiera visto, mucho menos junto a la chica que ahora reía a carcajadas a mi lado al igual que gran parte de los espectadores dentro de aquella sala cine.
Todas mis esperanzas de no haber sido notada por las hermanas Chankimha se vinieron abajo cuando Dao miró sobre su hombro directamente hacia mí y luego susurro algo a su hermana mayor quien no se movió y siguió mirando la pantalla grande. Me hundí un poco más en mi butaca cuando Dao y yo hicimos contacto visual durante unos segundos. Noté cómo sonreía divertida antes de apartar la mirada y mi nerviosismo e incomodidad crecieron.
En mi cabeza una voz repetía una y otra vez 'Te dije que era una mala idea'. Esa era la voz de Heng, y odié notar que mi compañero de trabajo estaba en lo correcto por segunda vez consecutiva.
Creo que tengo que dejar de hablar de mi vida sentimental en el trabajo.
—Entonces...¿Quieres que vayamos a cenar o...?
La película había terminado, después de lo que parecieron dos interminables horas para mí, y caminábamos hacia la salida del cine entre la multitud. Chrissy seguía hablando mientras caminaba tomada de mi brazo, pero yo no estaba prestando ni el más mínimo de atención. Me encontraba demasiado ocupada buscando a Freen entre todas esas personas. Por alguna razón tenía la desesperada necesidad de explicarle por qué estaba allí con una cita.
No estaba segura de que eso tuviera sentido, pero no podía evitarlo.
—...o podemos ir a mi departamento y pedir algo de comer.— La voz de Chrissy volvió a ser captada por mis oídos— ¿Becky?
Mis ojos por fin dieron con la pelinegra que llevaba minutos buscando. Freen estaba saliendo del cine junto a Dao cuando nuestras miradas se cruzaron momentáneamente. Ella desvió la mirada demasiado rápido y siguió su camino sin mirar atrás.
—¿Becky? — la chica frente a mí llamó mi atención.
Seguramente me sentiría como una verdadera mierda más tarde por lo que estaba a punto de hacer con esa bonita y simpática chica.
—Escucha Chrissy.— Ella alzó las cejas— Esto fue divertido, pero tengo que irme.
—Oh...
Ver la decepción en su rostro fue como recibir una patada en el estómago.
—Lo siento.— Me disculpé.
—No importa, quizás podamos repetirlo algún otro día.— Sugirió esperanzada.
—Sí.— Asentí.
Ok, eso fue una mentira, pero no quería hacerla sentir mal.
—Tengo que irme. Fue un placer conocerte.— Besé rápidamente su mejilla y corrí fuera del cine.
Una vez afuera miré en ambas direcciones, pero ya no había rastro de Freen. Cerré los ojos y masajeé el puente de mi nariz mientras me preguntaba qué demonios estaba haciendo exactamente. Plantar a mi cita luego de la película solo por miedo a lo que Freen pudiera pensar, era una de las cosas que claramente no debía hacer.
—¿La dejaste sola en el cine? .— Engfa preguntó a través de la línea.
—Sí.— Respondí dejándome caer en mi sofá.
Bonbon subió y se echó junto a mí apoyando su cabeza en mis piernas.
—Genial, eso es simplemente genial.— Noté que estaba molesta— ¡Es mi jodida compañera de trabajo, Becky! .— Exclamó— ¿Cómo se supone que vaya a trabajar el lunes sin tener que excusarme en tú nombre unas mil veces al día?
—Lo siento, ¿Sí? .— Me disculpé— Es solo que...Freen estaba allí y yo...entré en pánico.
—¿Has ido tras ella?
—No, pero desearía haberlo hecho.— Confesé.
—Becky.— Hizo una pausa— Creía que la idea de esta cita a ciegas era para distanciarse y olvidar a Freen.— Murmuró a través de la línea.
—Y así era, pero...
—¿Pero...? .— Suspiré.
—Me di cuenta de que no quiero salir con nadie más. No puedo hacerlo.— Dije con sinceridad— Al menos no mientras me importe lo que Freen piense al respecto.
—Quieres decir, no mientras estés absolutamente colada por Freen.— Comentó.
—Sí.— Admití por fin— Eso es exactamente lo que quise decir.
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—¿Qué tenemos Becky? .— La doctora Watson se acercó a mí en cuanto crucé las puertas de la sala de urgencias.
—Rudy West, 72 años, cayó de una escalera en casa. Sus signos vitales están estables, no hay heridas visibles, pero parece tratarse de una fractura de cadera.— Informé mientras movíamos a la paciente hacia un box.
—Hola Rudy, soy la Dra. Watson, ¿Quieres decirme lo que estabas haciendo sobre una escalera?
—Estaba tratando de cambiar una bombilla. Llevo días sin luz en la sala.— La mujer explicó— Pero resbale. No es una tarea fácil.— Rio por lo bajo.
—Bien, al menos tu buen humor sigue intacto.— Comenté— ¿Listo? .— Pregunté a Heng cuando nos detuvimos junto a la camilla del box.
—Uno...dos...¡tres!
Movimos a Rudy de una camilla a otra y la doctora Watson junto al equipo de enfermeros no tardaron en hacerse cargo de ella. Regresamos afuera y devolvimos la camilla a su lugar en la parte trasera de la ambulancia. Cerré las puertas con pesar y me recargué contra el vehículo de emergencias. Busqué mi teléfono, abrí la lista de contactos y me detuve en el de Freen.
Llevaba días queriendo llamar, pero me había contenido. Ella tampoco me había buscado y la verdad es que al principio eso hirió un poco mi ego y mis sentimientos, pero no podía culparla. Yo tampoco hubiera tenido ganas de llamar luego de haberla visto en una cita con otra persona.
—Si tantas ganas tienes de verla ¿Por qué no la llamas y ya? .— Heng preguntó.
—Se supone que no debo hacerlo.
—¿Por qué?
—No está dentro del plan que implica tomar distancia.— Expliqué.
—Eso es una estupidez y lo sabes.— Dijo— Te gusta la chica, tú le gustas, voto porque se dejen de tonterías, se prometan amor eterno y vayan a otra clase de Lamaze juntas.— Bromeó.
—No es gracioso, Heng.— Me quejé cerrando los ojos.
—Lo siento.— Se disculpó parándose junto a mí— De seguro ya sabrás qué hacer.— Dijo palmeando mi hombro.
En ese momento desee que Heng tuviera razón otra vez. Pero desgraciadamente no fue así.
Esa misma tarde recibí una llamada de Engfa gritando de felicidad por su nuevo ascenso en el trabajo. Casi sin darme cuenta, me contagié con su alegría y acepté de inmediato su invitación para salir y celebrar. Quedamos en reunirnos para cenar en uno de nuestros restaurantes favoritos cuando yo saliera del trabajo. Lo que no me esperaba era encontrarme con Freen sentada en aquella mesa que Engfa había reservado.
La pelinegra conversaba distraídamente con Charlotte y Nam, pero pude notar cómo se tensó en cuanto notó que me acercaba a ellas.
—Lo lograste.
Engfa se giró justo a tiempo y se puso de pie para saludarme con un abrazo.
—Gracias por decirme que ella estaría aquí.— Susurré cerca de su oído.
—No lo sabía, Charlotte no me lo dijo.— Respondió en el mismo tono antes de separarnos.
Saludé con una sonrisa a las otras tres mujeres en la mesa y a Phil, el marido de Nam, quien las acompañaba. Para mi desgracia, la única silla libre era la que estaba entre Nam y Freen. Tratando de no mirar demasiado a la mujer de intensos ojos marrones, rodeé la mesa para tomar mi lugar. Fui consciente de las miradas que el resto nos lanzó, pero me esforcé por ignorarlas.
—Bien, ¿Listos para ordenar? .— Charlotte fue la encargada de romper el silencio.
Luego de ordenar nuestra comida, el inicio de la velada transcurrió entre sonrisas incómodas y conversaciones banales. Estoy bastante segura de que compartí un par de palabras con todos en la mesa excepto con la mujer que tenía sentada justo a mi izquierda.
—Oh no. No habrá vino para mí.— La escuché decir deteniendo al camarero que se disponía a verter el oscuro líquido en su copa.
El chico solo sonrió y se apartó dispuesto a servir vino en mi copa esta vez.
—Estoy bien, gracias.— También lo detuve antes de que pudiera cumplir con su tarea.
—No tienes que dejar de beber por ella, Becca.— Charlotte bromeó.
—Oh no, sólo estoy tratando de mantener mi alcoholismo bajo control.— Respondí.
La risa genuina que Freen dejó escapar luego de escuchar mi pequeña broma hizo que no pudiera resistirme y me giré para mirarla. Ella me sonrió antes de volver a prestar atención a lo que Engfa había comenzado a decir.
No podía negarlo. Aquella insignificante interacción terminó por erizar mi piel y provocó que mi estómago diera un vuelco. Traté de ignorar aquella sensación, pero por más que lo intenté no se fue.
La velada llegó a su fin y todo el mundo volvió a casa después de hablar de lo increíble y agradable que había sido aquella reunión y de que deberíamos repetirlo pronto. Estaba por abandonar el estacionamiento del restaurante cuando noté que el auto de Freen seguía aparcado en uno de los pocos espacios que quedaban ocupados.
Me detuve junto al vehículo y me acerqué. Freen estaba sentada detrás del volante con su móvil entre manos y una expresión de preocupación en el rostro. Toqué la ventanilla con mis nudillos y la observé sobresaltarse en su lugar cuando mi llamado la tomó por sorpresa.
—¿Estás bien? .— Pregunté cuando bajó la ventanilla para hablar.
—Sí, todo está bien.— Asintió.
Alcé una ceja sin dejar de mirarla.
—No enciende.— Explicó refiriéndose a su coche.
—Bueno, no soy mecánico, pero puedo llevarte a casa. Llamaremos a una grúa para que lo recoja.
—Oh, eso no es necesario. Llamaré a un taxi.— Dijo.
—Freenky, no tienes que llamar a un taxi cuando estoy justo aquí.— Dije lo obvio— Vamos, te llevaré a tu piso. Puedes llamar a una grúa de camino a casa.
Nos miramos fijamente mientras ella parecía analizar si era una buena idea o no aceptar mi propuesta hasta que terminó por asentir. Mientras conducía la escuché hablar por teléfono con el servicio de grúas durante gran parte del trayecto. Eso ayudó a evitar el incómodo silencio que seguramente se hubiera formado entre nosotras. Bueno, al menos sólo hasta que aparqué frente a su edificio deteniendo el motor del coche.
—Gracias por traerme.— Murmuró sonriendo de medio lado.
—No es nada.— Me encogí de hombros.
Vi como su mano alcanzaba la manija de la puerta y me animé a hablar antes de que bajara del auto.
—Escucha, respecto al otro día en el cine...
—Oh no, no. No tienes que darme explicaciones.— Dijo de inmediato.
—Lo sé, pero yo...— Ella negó con la cabeza.
—Está bien, Becky. Tienes derecho a tener citas, después de todo, tú y yo sólo somos amigas.
—No quiero salir con nadie más.— Dije de manera abrupta e inesperada.
Sus ojos marrones se abrieron como platos al oír mis palabras. Tragué con fuerza sin apartar mi mirada mientras pensaba rápidamente en lo que diría a continuación.
—Me di cuenta ese mismo día. Ni siquiera llegué al final de esa tonta cita porque me di cuenta luego de verte que no tenía sentido.— Confesé— La verdad es que me gustas demasiado como para siquiera pensar en salir con alguien más, y aunque traté de ignorarlo siguiendo con lo mío no dio resultados.— Me reí por lo bajo.
Ella seguía viéndome totalmente sorprendida.
—No tenemos que pensar ahora mismo en todo lo que esto significa, pero quiero que sepas que quiero ser más que tú amiga y espero que tú quieras lo mismo porque de lo contrario tendré que mudarme a otro país luego de haber dicho todo esto.
Guardé silencio esperando pacientemente a que ella reaccionara y dijera algo, lo que fuera, pero no pasó. Lo que hizo en su lugar fue darme las gracias otra vez junto a las buenas noches antes de bajar del auto y caminar hasta la entrada del edificio sin mirar atrás.
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