➥06
BECKY
Lancé mi bolso en la maleta del auto y la cerré con las dos manos mientras reconsideraba si era una buena idea o no hacer ese viaje. Podía fácilmente dar la vuelta y volver a mi piso, pero sabía perfectamente bien que mi madre me mataría si no asistía a la reunión familiar. Mi padre estaba cumpliendo 57 años y mamá había organizado una celebración familiar en su honor.
Estuvo llamándome durante toda la semana para asegurarse de que iría. Abrí la puerta trasera del auto para que Bonbon subiera. Mi teléfono comenzó a sonar justo cuando tomaba mi lugar tras el volante. Rodé los ojos al ver que se trataba de mi madre otra vez.
—¿Ya estás de camino? .— Preguntó apenas atendí.
—Buenos días, mamá.— Dije con ironía.
—No estás hablando mientras conduces, ¿Verdad? .— De pronto se alarmó— ¿Aún no sales de casa? Becky no creas ni por un segundo que vas a librarte de esto. Iré a buscarte allá mismo de ser necesario.
—Mamá, ¿Quieres calmarte? .— Pedí cansada— Estaba a punto de salir. Me has llamado antes de que pudiera arrancar el auto.— Explique y pude percibir su suspiro cargado de alivio.
—Estupendo. Nos vemos aquí, cariño.— Ahora se escuchaba muchísimo más animada— Conduce con cuidado y por favor deja el móvil a un lado ¿Sí?
—Lo haré.— Asentí— Te veré luego, te quiero.— Dije antes de colgar.
Arroje el teléfono al asiento del copiloto y deje escapar el aire contenido en mis pulmones aferrándome al volante. Mire a Bonbon a través del retrovisor, quien parecía estar impaciente porque nos marcháramos.
—¿Listo? — Pregunté obteniendo un ladrido como respuesta— Aquí vamos.
La última vez que había estado en casa las cosas no habían terminado nada bien. Richie y yo no dejamos de tener pequeñas y absurdas discusiones durante todo el tiempo en que estuvimos juntos hasta que todo estalló en una gran pelea que terminó arruinando acción de gracias para todos. Eso, por supuesto, alteró a mi madre y enojó muchísimo a papá.
Desde entonces yo había mantenido la distancia y me había excusado con tener que trabajar cada vez que mi madre insistía en que debía visitarlos. Esta vez me había amenizado en varias ocasiones con presentarse ella en mi piso si me negaba a asistir al cumpleaños de mi padre, así que aquí estaba, conduciendo hacia la casa en la que crecí.
El viajar me tomó menos tiempo de lo que recordaba y luego de dos horas ya estaba entrando en el vecindario de mis padres. Todo estaba igual a la última vez. Estacioné el auto frente a las casa de mis padres justo tras el BMW de Richie. Genial, él ya estaba aquí. Y media hora antes de lo acordado, lo que por supuesto me haría ver impuntual.
—Increíble.— Murmuré quitando las llaves del contacto y saliendo del auto.
Abrí la puerta trasera y Bonbon salió de un salto estirando sus patas y moviendo la cola de un lado a otro. Abrí la maleta y tomé mi bolso antes de caminar hacia la entrada. Antes de que siquiera pudiera tocar la puerta mi madre ya la había abierto de golpe.
—¡Mi niña está aquí! .— Chilló emocionada lanzándose sobre mí.
—Hola mamá.— Susurré cerca de su oído abrazándola con fuerza.
La verdad es que sí la había extrañado un montón, pero no lo había notado hasta ese momento. Ella se separó de mí y tomó mi rostro entre sus manos examinándome, como si quisiera asegurarse de que estaba en perfectas condiciones. Hacia eso cada que nos veía a mi hermano y a mi desde que nos habíamos ido de casa.
—Entra vamos. ¡Bonbon! .— Tiró de mi mano hacia el interior de la casa.
La calidez del hogar me invadió de inmediato. La decoración a mi alrededor me trajo un montón de recuerdos y no tarde en escuchar voces que se me resultaban familiares. Mamá me guió a través de la casa hacia el jardín trasero en donde mi padre estaba junto al asador con tenazas en las manos y un delantal que decía 'el rey de la barbacoa'. Richie estaba de pie junto a él sosteniendo una cerveza.
Mis abuelos también me estaban allí. Mi abuela conversaba con Taylor, la esposa de mi hermano mientras mi abuelo y Hannah, mi sobrina de siete años, veían con detenimiento las flores perfectamente bien cuidadas que mi madre tenía en el jardín. Bonbon dejó escapar un ladrido atrayendo la atención hacia nosotros.
Me sentí un poco incómoda con tantas miradas sobre mí, pero aun así me obligué a sonreír dejando la incomodidad de lado.
—¡Miren quien está aquí! .— Mamá exclamó.
—Hola familia.— Saludé levantando mi mano.
—¡Tía Becky! .— Hannah corrió hacia mí y yo la atrapé justo a tiempo.
—Hey, banana.— Le sonreí— Pero mira que grande estás.— Dejé un beso en su mejilla antes de bajarla sobre el césped otra vez y verla correr tras mi mascota.
Mi padre rio y abrió los brazos para recibirme cuando me acerqué.
—Feliz cumpleaños, papá.
—Gracias cariño.— Respondió contento— Ahora sí que es un buen cumpleaños.— Sonrió.
Richie se me quedó viendo durante unos segundos y me quedé quieta esperando a ver qué diría o haría.
—Becky.— Murmuró dándome una palmada en el hombro— ¿Qué tal? .— Preguntó con un movimiento de cabeza.
—Todo bien.— Asentí— ¿Tú?
—De maravilla.— Sonrió.
—¿Una cerveza? .— Papá me tendió una fría botella de vidrio y la tomé de inmediato.
Si iba a sobrevivir a ese fin de semana lo haría con alcohol en mi sistema. No había otra forma. Saludé a mis abuelos y a Taylor antes de unirme a papá y a Richie junto a la parrilla.
—¿Cómo va el trabajo? .— Preguntó papá mientras removía la carne.
—Excelente.— Respondí.
—¿Muchas vidas que salvar?
El tono de voz que mi hermano usó para hacer esa pregunta no me agradó para nada, pero apenas si había llegado. Era muy pronto para armar una pelea.
—Es un trabajo duro.— Me encogí de hombros— ¿Qué hay de ti? ¿Mucho papel apilado en la oficina?
Noté cómo apretaba la mandíbula frente a mi comentario y disfruté la victoria internamente. Así era nuestra relación como hermanos desde que éramos unos adolescentes. No dejábamos de competir y fastidiarnos mutuamente hasta que uno de los dos cruzaba los límites. Al principio era divertido, ahora era un dolor de cabeza.
Él era el mellizo perfecto, tenía un importante puesto en una firma de abogados, era exitoso y había conseguido formar una familia. En cambio, yo era la hija rebelde que se había mudado a 2 horas de casa sin un plan y que se había negado a seguir el legado familiar hacia el mundo de las leyes y el derecho para convertirse en paramédica. Y por si fuera poco, a mis 31 años nunca había estado siquiera cerca de sentar cabeza como mi madre tanto deseaba.
—Richie ¿Por qué no le hablas a tu hermana del viaje que tienes planeado hacer con tu padre? .— Dijo mamá cuando todos estábamos en la mesa.
—No creo que Becky esté interesada, mamá.— Él rio.
—¿Por qué no? .— Pregunté frunciendo el ceño.
—Siempre tienes mucho trabajo ¿No?
—Quizás podría hacer el tiempo para unirme al plan.— Insistí.
Podía sentir los ojos del resto de los presentes sobre nosotros dos, pero estábamos más ocupados teniendo nuestro propio juego de miradas como para prestar atención a los demás. Escuché como papá carraspeaba antes de hablar.
—Sería increíble si pudieras acompañarnos, hija.— Aseguró.
—¡Por supuesto que sería increíble! .— Exclamó mamá— ¿Richie?
El castaño suspiró y durante unos segundos pareció considerar sus opciones antes de hablar.
—Bueno, para nadie es un secreto que papá es un amante del buen vino.— Mi padre sonrió orgulloso y alzó su copa— Así que se me ocurrió que sería agradable pasar unos días en Napa Valley.
¿Un viñedo? ¿En serio? Había un montón de otros destinos y actividades que serían buenas opciones para ayudar a mi padre a sentirse jovial otra vez y Richie elegía llevarlo a un aburrido viñedo. Era cierto que la cata de vinos siempre había sido una de las grandes aficiones de mi padre, pero podía hacer eso en cualquier otro momento.
—Eso suena...divertido.— Murmuré sin nada de entusiasmo.
—A mí me parece una increíble manera para pasar tiempo padre e hijo.— Dijo Taylor apoyando la idea de su marido.
—Hijos.— Mamá le corrigió con una sonrisa cordial— ¿Qué dices cariño? .— Me preguntó.
—El plan suena excelente, pero no sería más divertido, no sé...— Me encogí de hombros— Un viaje a Las Vegas o algo por el estilo.— Sugerí.
Pude sentir la potente mirada de mi hermano sobre mí, pero no le di importancia. Sabía perfectamente que estaba tocándole la nariz al meterme con sus planes, pero no me importó.
—El viaje ya está planeado.— Dijo entre dientes tratando de mantenerse tranquilo.
—Las Vegas.— Escuchamos a papá decir casi como si estuviera imaginándose allí— Sería divertido.
—Papá...
Richie estaba listo para persuadirlo y yo estaba preparándome para seguir contraatacando sus ideas con las mías. Pero entonces mi madre intervino antes de que se desatara una discusión de las clásicas.
—¿Por qué no hacen ambos viajes? .— Propuso.
—Es una buena idea.— Taylor se unió al positivismo.
—No necesito ir a Las Vegas. Ya no tengo veinte años.— Mi hermano rodó los ojos.
—Bueno, me temo que yo tengo cosas mucho más interesantes para hacer que ir a un viñedo.— Murmuré— Apreció la invitación, pero pasaré.
—Becky.— Dijo mamá.
—Está bien, mamá.— Richie la detuvo— Te dije que no estaría interesada. No tiene la madurez suficiente para hacer algo que no involucre ligar e irse de fiesta.— Me acusó.
Apreté los puños sobre la mesa clavando mis uñas en la palma de mis manos. Estaba tratando de no hacer una escena justo en el cumpleaños de papá, pero Richie me lo ponía difícil.
—Siempre has creído que eres mejor que yo, ¿Verdad? .— Fruncí el ceño.
—Por favor. No intentes culparme de tus malas decisiones.
—¿Malas decisiones? .— La tensión crecía cada vez más— Podré no trabajar en una lujosa oficina, ni vestir impecable todos los días o tener la familia perfecta, pero al menos me dedico a ayudar a salvar vidas sin preocuparme por cuánto dinero tengo en mi cuenta bancaria. Porque yo sí sé ver más allá de mi propia nariz, Richie.
Con eso, me puse de pie arrastrando la silla de madera sobre el lustroso piso y arrojando mi servilleta sobre la mesa. Escuché a mi madre decir algo a mi hermano, luego la voz de Taylor y a mi padre llamándome para que regresara, pero seguí mi camino y salí al jardín en busca aire fresco.
Esto es exactamente por lo que no quería venir aquí.
Mamá siempre estaba presionándome y atosigándome respecto a mis relaciones amorosas y el rumbo que estaba dándole a mi vida. Luego estaba mi padre, quien siempre prefería guardar silencio en lugar de intervenir aunque sabía que en el fondo me apoyaba. Y por último estaba Richie. El hijo perfecto, el ilustre abogado y padre de familia, quien tenía su vida resuelta en comparación conmigo.
Estaba harta de sentirme como la gran decepción de la familia.
Mi móvil comenzó a sonar trayéndome de regreso a la realidad. Lo busque para ver de quién se trataba y me quede sin aliento cuando vi que era Freen quien llamaba. Me tomé unos segundos antes de responder.
—¿Hola?
—Hey, ¿Cómo estás? .— Saludó animada sacándome una sonrisa.
—He estado mejor.— Murmuré— ¿Qué hay de ti? ¿Todo bien?
—Sí.— Parecía estar moviéndose— Estuve con Engfa.— Comentó— Dijo que estabas fuera de la ciudad.
Cierto. Olvide decírselo. Aunque no debía, ¿O sí?
—Sí, estoy...— Miré sobre mi hombro hacia la puerta de entrada asegurándome de que no hubiera nadie cerca— En casa de mis padres. Estaré aquí todo el fin de semana, olvidé comentártelo. Lo siento.
—Está bien. No tenías que hacerlo.— Le restó importancia— Límites, ¿Recuerdas?
Claro que los recordaba. Incluso estaba segura de que aquella llamada cruzaba los límites, pero no dije nada.
—¿Necesitabas algo o...? .— Volví a hablar después de unos segundos de silencio.
—No.— Respondió rápidamente— Solo quería saludar.
—De acuerdo.— Murmuré.
La respiración de Freen podía escucharse con total claridad a través de la línea. Cerré los ojos y disfruté del acompasado sonido deseando estar con ella en su departamento y no en casa de mis padres. De seguro me hubiera divertido muchísimo más que en casa de mis padres.
—Bien, creo que voy a colgar.— Dijo después de unos minutos.
—¿Nos vemos cuando regrese? .— Pregunté.
—Claro. Sabes dónde encontrarme.— Bromeó haciéndome reír.
—Adiós, Freenky.
—Nos vemos, Becky.
Alejé el móvil de mi oreja y lo sostuve en mi mano jugueteando con él. Sentí el sonido de una tabla del porche crujir a mis espaldas y me giré para ver de quien se trataba. Papá estaba de pie con las manos en los bolsillos de sus pantalones mirándome. Pude notar que estaba reprimiendo una sonrisa mientras me veía de reojo.
—¿Qué? .— Pregunté confundida.
—Freenky, ¿Eh?
—No empieces.— Me quejé volteando hacia adelante otra vez.
Él no dijo nada más. Tan solo se acercó y tomó asiento a mi lado sobre las escaleras. Pero el silencio no duró demasiado.
—Fue un buen almuerzo ¿No crees?
—Papá, lo siento.— Me disculpé de inmediato arrepentida de mi comportamiento.
—No, no, está bien.— Negó restándole importancia— ¿Qué sería de una reunión familiar sin los dramas? .— Bromeó, pero estuvo lejos de hacerme gracia— Relájate, aún tenemos la fiesta.
—¿Fiesta?
—Ya conoces a tu madre.— Se rio— No creíste que íbamos a celebrar mi cumpleaños con un simple almuerzo y ya ¿O sí?
Me encogí de hombros y él rio otra vez.
—Organizó una pequeña reunión con algunos de los vecinos y amigos cercanos.— Explicó.
—Genial.— Murmuré con evidente sarcasmo.
—Entonces, ¿Quién es la chica? .— Me dio un codazo juguetón.
—No hay ninguna chica.
—Vamos, no le mientas a tu padre.— Insistió— ¿Quién es?
—Una amiga.— Respondí.
—Una amiga.— Repitió.
Podía sentir su mirada sobre mí, pero me mantuve viendo al frente. Sabía que si lo miraba no podría evitar sonreír por sus expresiones y él aprovecharía aquello para seguir fastidiándome tratando de obtener más información. Información que más tarde de seguro llegaría a oídos de mi madre. No necesitaba eso.
—¿Cómo la conociste? .— Preguntó interesado.
—Es amiga de Charlotte, la esposa de Engfa ¿La recuerdas? .— él asintió— Engfa me convenció de aceptar tener una cita a ciegas con la mejor amiga de Charlotte y entonces apareció Freen.
Decidí omitir la parte en donde Freen y yo ya habíamos tenido un encuentro previo a la cita a ciegas. Papá no necesitaba tantos detalles.
—¿Te gusta?
—No es nada serio.— Lo frené de inmediato— Solo nos...acompañamos de vez en cuando. Es todo.
—Te gusta.— Afirmó de pronto.
Esta vez sí me giré a verlo. Él estaba sonriendo ampliamente y yo me mantuve en silencio. No podía negarlo. Freen si me gustaba, y mucho.
—No tenemos una relación así que no te hagas ilusiones.— Fue todo lo que dije— Y por lo que más quieras, no le digas a mamá.— Pedí.
—Sabesque no hay necesidad de que le diga. Tú madre siempre se entera de todo
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