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FREEN

—Saro, ¿Te importaría decirme por qué no dejas de mirar tu teléfono cada cinco segundos?

Desvié la mirada de mi móvil hacia mi hermana quien me veía interrogante desde el otro lado del sofá. Lancé el aparato a un lado entre los cojines y volví a mirar la película que habíamos comenzado hace una media hora. No tenía idea de qué se trataba porque claramente no había estado prestando atención esperando su llamada. En la nota que dejó para mí la mañana anterior decía que lo haría después de salir del trabajo, pero no lo hizo.

¿Por qué me molestaba tanto que aún no llamara?

—Nada.

Dao no dejó de verme fijamente. Entrecerró sus ojos y se acercó a mí moviéndose sobre el sofá.

—¿Estás esperando una llamada? .— Preguntó con curiosidad.

—No.

—Saro.— Se quejó— Ya dímelo.

Justo entonces mi móvil vibró entre los cojines llamando la atención de ambas. Mi hermana y yo compartimos una mirada rápida, y antes de que yo pudiera llegar al aparato, ella fue más ágil y lo tomó poniéndose de pie y alejándose de mí. Imité su acción y la señalé a modo de advertencia.

—Dao, no estoy jugando dámelo.— Dije mirándola fijamente.

—Solo quiero saber qué es lo que tanto esperabas.— Se encogió de hombro sonriendo con inocencia antes de proceder a espiar mis mensajes.

Ni siquiera sabía con certeza si se trataba de Becky, pero algo me decía que así era. Comprobé mi teoría en cuanto Dao comenzó a leer en voz alta.

—Siento no haber llamado cómo dije que haría ¿Nos vemos mañana? .— Me vio alzando una ceja— Becky.

—¿Puedo tener mi teléfono ahora? .— Pregunté ignorando el tono de voz que usó para decir su nombre.

—¿Sigues viéndola?

—Solo nos hemos visto tres veces.— Le resté importancia acercándome y quitándole el móvil de las manos.

Su boca se abrió con indignación y me siguió muy de cerca hasta la cocina en donde yo di vueltas sin un propósito tratando de pensar en algo que sirviera para desviar el tema de conversación.

—¡¿La has visto tres veces?! — Exclamó.

—Felicidades Dao, creo que ahora todo el edificio sabe que he visto a Becky tres veces.— Sonreí con ironía y ella se disculpó con la mirada.

—Lo siento, pero no puedes culparme por estar sorprendida. Yo me quedé en lo de la cita a ciegas.— Dijo siguiéndome de regreso a la sala— Necesito detalles.— Exigió de inmediato dejándose caer en el sofá.

—¿No quieres terminar de ver la película? .— Sugerí y ella negó— Bien.

Bufé tomando el mando de la televisión y pausando la película que continuaba reproduciéndose a pesar de que las dos habíamos dejado de prestarle atención desde hace unos 10 minutos atrás. Dao sonrió emocionada y dio unos aplausos cargados de entusiasmo antes de acomodarse dispuesta a escucharme.

—Recuerdas hace un tiempo el día en que me enteré acerca de Paul y su...amorío.— Mi hermana hizo una mueca de total desagrado, pero asintió— Esa noche Charlotte y Nam insistieron con que necesitaba salir y encontrar a alguien con quien vengarme de Paul y comenzar a sanar mi despecho.

—Recuerdo eso.— Murmuró Dao pensativa— Te liaste con una chica del bar.

—Exacto.— Asentí— Bueno, para mi cita a ciegas cuando abrí la puerta me llevé una gran sorpresa al comprobar que Becky era la chica del bar.— Expliqué yendo al punto.

—¡No me jodas!

Yo solo me dedique a asentir dándole tiempo para lidiar con la impresión y digerir la información.

—Estuvo aquí antes de ayer por la noche.— Confesé y mi hermana me dio una sonrisa pícara— Se fue al día siguiente antes de que yo me despertara y dejó una nota asegurando que me llamaría.

—Pero no lo hizo, y por eso te has pasado la tarde mirando tu teléfono.— Dao dedujo el resto y yo asentí de pronto lamentando mi propia actitud— Creí que sería sólo algo casual.

—Lo es.— Le aseguré.

—Entonces ¿Por qué te importa tanto que no haya llamado cuando dijo que lo haría? .— Preguntó alzando sus cejas.

Esa era una excelente pregunta. ¿Por qué me importaba? Después de todo solo nos habíamos visto tres veces, una de ellas fue por mera casualidad. Se suponía que lo de la cita a ciegas sería algo casual, nada de exclusividad o compromisos.

—No lo hace.— Respondí.

—Saro, mientes fatal.

—Dao, no quiero hablar más del tema ¿De acuerdo? .— Deje en claro— Ahora, ¿Podemos volver a ver la película?

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Dejé a Dao en casa y regresé al departamento. Di vueltas por todo el lugar leyendo una y otra vez en mensaje de Becky sin saber qué responder. No había llamado, pero sí se disculpó y además quería verme otra vez ¿Por qué no simplemente le decía que si?

Pues porque yo también quería verla. Lo deseaba. Eso no era bueno. Era de hecho, una mala idea, una pésima, pésima idea. O al menos eso fue lo que me dije a mí misma una y otra vez luego de haberle enviado un mensaje diciendo que ya tenía planes. No los tenía, esa fue una mentira.

Me pasé todo el día en la editorial fingiendo estar concentrada en el trabajo cuando en lo único en que podía pensar era en si había cometido un error al negarme a la propuesta de Becky.

—¿Le dijiste que no? .— Charlotte me vio como si se me hubiera zafado un tornillo.

—Tenía trabajo que hacer.— Mentí.

—Saro, eres una mentirosa terrible.— Dijo Nam con la delicadeza y amabilidad que la caracterizaban.

—¡Es la segunda vez que me lo dicen! .— Exclamé indignada.

Por supuesto que era capaz de mentir. Tan solo a veces tenía dificultades para elegir la mentira correcta en el momento indicado. Mientras cuestionaba mentalmente mi habilidad para decir mentiras, Charlotte seguía viéndome como siquiera darme un golpe.

—¿Por qué dijiste que no? .— Quiso saber.

—Charlotte.— Nam trató de detenerla, pero las dos sabíamos que mi mejor amiga no desistiría hasta obtener una respuesta válida.

—Solo...— Traté de buscar las palabras correctas— No creí que fuera una buena idea.

—Pero pensé que te lo habías pasado de maravilla con ella.— Charlotte me vio frunciendo el ceño— ¿Cuál es el problema?

—Exactamente ese es el problema.— Dije exasperada— Me lo he pasado demasiado bien con ella. Se suponía que esto de las citas a ciegas solo serían algo casual, ya sabes, una noche y seguiría adelante.— Suspiré— Escucha, Becky es una persona increíble. Es divertida, carismática y muy, pero muy atractiva, pero no tengo tiempo para conocer a alguien en este momento. Mis planes son otros ¿Recuerdan?

Mis amigas compartieron una mirada y terminaron asintiendo frente a mis palabras haciéndome saber que me comprendían.

—Quizás haya una forma en que puedas seguir viéndola sin tener que preocuparte porque se vuelva algo serio.— Dijo Nam luego de unos segundos de silencio.

Charlotte sonrió frente a lo que Nam dijo y se acomodó en la silla de aquel café en el que nos encontrábamos poniendo toda su atención en lo que nuestra amiga tenía para decir. La sugerencia también despertó mi interés así me quedé en silencio esperando a que Nam desarrollará su idea.

—¿Qué tienes en mente?

—Solo pensé que puedes hablar con ella al respecto y establecer límites.— Se encogió de hombros— De esa forma las dos estarían de acuerdo con cómo funcionarían las cosas y no tendrían que estar pensando constantemente hacia dónde podría ir la relación.— Explicó— Solo tendrían que adherirse a las reglas y respetarlas.

—Suena...— Charlotte lo pensó— Como una buena idea para mí.— Asintió— ¿Tú qué dices, Saro? .— Me vio esperanzada.

¿Límites? Podía lidiar con límites. Ahora, ¿Podría Becky aceptar dichos límites? Solo había una manera de saberlo.

—Puedo intentarlo.

—¡Esa es mi chica! .— Charlotte exclamó emocionada y complacida por mi respuesta.

Ahora solo tenía que hablar del tema con Becky y esperar lo mejor.

—¿Y? ¿Cómo fue?

—Todo está bien mamá.— Dije mientras guardaba las compras que había hecho esa tarde en el supermercado— Dijeron que las probabilidades aumentan con el segundo intento así que si la suerte está de mi lado, estaré embarazada en un abrir y cerrar de ojos.

—Seguro que sí, cariño.— Me animó.

Quería mantener mi positivismo y expectativas confiando plenamente en los exitosos resultados documentados respecto a la inseminación artificial, pero la verdad es que en el fondo ya se había instalado el miedo a tener que enfrentar tan pronto una segunda decepción.

Mientras yo seguía ordenando las compras en la alacena, mi madre estaba poniéndome al día acerca de los más recientes chismes de su círculo de amistades. Estaba a mitad de una de las historias cuando dejé de escuchar su voz y oí ruido a través de la línea.

—¿Es Saro? .— Conseguí identificar la voz de mi hermana.

Sí, pero estamos en medio de una conversación y...

—¿La llamaste?

La voz de Dao se escuchó fuerte y claro a través de la línea y supe que le había quitado el teléfono a mamá.

—Hola Dao, ¿Cómo estás? También es un gusto saludarte hermanita.— Ironicé.

Hola, yo estoy excelente y de seguro tú estás de maravilla también.— Dijo hablando rápido— Entonces, ¿La llamaste? ¿Se verán?

—No, aún no.— Respondí.

—¡Saro! .— Se quejó en un chillido que hizo que diera un brinco— ¿Qué estás esperando?

—¿Por qué de pronto todo el mundo está interesado en lo que pasa conmigo y Becky? .— Me quejé.

Charlotte había estado escribiéndome durante todo el día para saber si ya había conseguido hablar con Becky acerca de los límites y ahora Dao también estaba interesada en saber.

Mamá cree que deberías llamarla.

—¡¿Se lo dijiste a mamá?! .— Exclamé escandalizada.

Perfecto, ahora tendría a una persona más que estaría constantemente interesada en lo que pasará entre Becky y yo. Justo lo que necesitaba.

—¡Lo siento! .— Dao se disculpó.

Estaba a punto de seguir regañándole por exponer mi vida privada y amorosa de esa forma, pero el sonido de alguien llamando a la puerta llamó mi atención. Fruncí el ceño y caminé hacia la entrada aun sosteniendo el teléfono cerca de mi oído, Dao seguía disculpándose por ser una bocazas, pero yo ya no estaba escuchando. Eso era extraño, el citófono no había sonado, lo que significaba que yo no había dejado entrar a nadie en el edificio. No esperaba visitas esa noche.

—Dao, me tengo que ir. Alguien está en la puerta.

—Bien, pero en cuanto hables con Becky quiero saberlo todo.— Exigió— Y lamento haberle dicho a mamá.— Se disculpó una última vez.

—Sí, sí. Adiós, las amo.— Dije antes de colgar.

Caminé hasta la puerta aún confundida y me puse de puntillas para observar a través de la mirilla. Becky estaba del otro lado de la puerta esperando pacientemente en el corredor a que yo atendiera.

¿Qué estaba haciendo ella aquí? ¿Acaso la insistencia de Dao la había invocado o algo por el estilo?

Ella volvió a golpear y yo dejé mi trance para abrir la puerta. Sus ojos dieron con los míos de inmediato y me sonrió.

—Becky.— Dime sin poder ocultar mi sorpresa— ¿Qué...? .— Aclare mi garganta— ¿Qué estás haciendo aquí?

—¿Es un mal momento? .— Preguntó alarmada— Soy una idiota, debí llamar o enviarte un mensaje antes de presentarme aquí. Lo siento, yo...

—No, no, no. Está bien.— Le aseguré.

—Entonces, ¿Puedo pasar? .— Preguntó insegura— Traje comida.— Movió sus cejas de arriba a abajo enseñándome la bolsa de papel de un restaurante local.

Me quedé observándola durante algunos segundos mientras pensaba en las ventajas y desventajas de su inesperada visita. Por un lado, ya no tendría que llamarla para quedar con ella a hablar acerca de los 'límites'. Por otra parte, no estaba preparada para tener aquella conversación en ese momento y me asustaba no saber qué decir. A veces no era buena con las palabras.

—Solo por la comida.— Bromeé moviéndome hacia un lado para dejarla pasar.

—Espero te guste la comida tailandesa.— Dijo dejando la bolsa sobre la barra de la cocina y quitándose la chaqueta.

—Soy tailandesa.— Respondí.

—¿Lo eres? .— Preguntó extrañada.

—Sí.— Asentí— Mis padres son tailandeses. Yo nací aquí.— Expliqué.

—Increíble.— Sonrió sin poder creerlo— Nací aquí, pero mi madre es tailandesa y ahora vive aquí.

—Estás bromeando.— Dije sin creerle.

No estoy bromeando.— Respondió en tailandés que me permitió comprobar que estaba diciendo la verdad.

Impresionante.— Admití en el mismo idioma.

Ella solo sonrió y me guiñó uno de sus impresionantes ojos. La combinación de su encantadora sonrisa con el sexy gesto hizo temblar ligeramente mis piernas provocando que tuviese que sostenerme de la barra de la cocina por miedo a caer. Cenamos juntas por segunda vez desde que nos conocíamos y fue igual o mejor que durante nuestra cita a ciegas.

Ella era divertida y coqueta, y yo no podía dejar de reír y sonrojarme. Seguía pareciéndome maravillosamente extraña la forma en la que congeniamos. Estaba segura de que había personas en mi vida a las que conocía desde pequeña con las que aún era incómodo mantener una charla de más de cinco minutos, pero con Becky todo parecía fluir con naturalidad.

—Entonces...— Murmuró— ¿Has tenido alguna otra cita a ciegas?

Algo en su tono de voz me dijo que ella estaba esperando que mi respuesta fuese no.

—No.— Negué limpiando las comisuras de mis labios con una servilleta— Charlotte es la encargada de organizarlas.— Comenté.

—Entiendo.

—¿Qué hay de ti? .— Pregunté con desinterés— Apuesto a que te llueven las citas.

—Estás exagerando.— Rodó los ojos.

—Por favor.— Me reí— No tienes que ser modesta conmigo.

—Recibo propuestas, sí.— Admitió— Pero no he salido con ninguna otra chica desde nuestra noche en el bar.— Confesó.

Eso tenía que ser una mentira, ¿Verdad?. Ella no podía estar hablando en serio, ¿O sí?

—Estás bromeando, ¿Verdad? .— Me reí otra vez, pero esta vez con nerviosismo.

—No.— Dijo totalmente seria— Estoy diciendo la verdad.

Abrí y cerré mi boca un par de veces sin saber que decir. Estaba un poco aturdida por la información. Este sería un muy buen momento para mencionar lo de los límites, Freen. Hazlo. Carraspeé y me removí un tanto incómoda en mi silla sin saber cómo empezar.

—Becky.— Ella se me quedó viendo a la espera de lo que tenía para decir— Yo no...— Hice una pausa— No estoy preparada para una relación en este momento. Quiero decir, me lo estoy pasando de maravilla contigo, pero no tengo tiempo para algo serio.— Ella solo asintió— Lo siento, pero tengo otros planes.

—Está bien. Tampoco estoy buscando una relación.— Admitió— ¿Qué dices si lo mantenemos como algo casual? .— Propuso.

—Suena bien para mí. Pero que antes sería bueno que estableciéramos ciertos...límites.

Ya había perdido la cuenta de cuántas veces había pronunciado o siquiera pensado en la palabra 'límites' desde que Nam la había mencionado. Comenzaba a molestarme.

—Bien.— Asintió— ¿Qué propones?

—Podemos quedar, pero nunca hacer nada romántico. Solo cosas que dos amigas harían.— Sugerí y ella estuvo de acuerdo— Tampoco creo que sea bueno que nos quedemos a dormir en casa de la otra.

—Nada de sentimiento, presentaciones ni formalidades.— Ella añadió— Y podemos ver a otras personas.— Finalizó— ¿Te parece bien?

—Sí.— Asentí repetidas veces— Estoy bien con eso.

—De acuerdo, entonces seremos amigas que se divierten pasando el rato de vez en cuando y tienen sexo.— Resumió mirándome por sobre su copa de vino luego de beber un poco.

Solo me limité a volver a asentir sin decir nada más. El problema había sido solucionado ¿No?

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