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Introducción

El Capitán Jinseo miraba a través del amplio ventanal de su dormitorio las dos lunas. Estaban en su etapa menguante, aun así, se veían imponentes en el cielo limpio de Rowen, la ciudad más grande del planeta. Él debería estar durmiendo, pero algo en su mente lo tenía inquieto. No era una sensación agradable. Como habitante del planeta no debería tener esa clase de pensamientos o "sensaciones" Menos él, un entrenado astronauta, que sabía manejar a la perfección cada una de su emociones. Tenía un control perfecto de ellas. Siempre agradecía eso de su planeta. En otros sistemas, las pasiones y emociones habían llevados a muchos a la destrucción. Solaris en cambio era un planeta pacifico, sólo enfocado en el bienestar de sus habitantes, el desarrollo de su tecnología y el uso controlado de los recursos naturales de los diferentes planetas.

Precisamente ahora, debía ir a una misión de exploración minera al sector cuatro,  luego que las fuerzas de paz de su planeta habían controlado una pequeña invasión de piratas rebeldes que lo único que querían era explotar esos recursos a su favor.

Jinseo sin embargo, no podía evitar aquella incomodidad. Tal vez debería decírselo al General Jung, aunque temía que si lo hacía, no lo consideraría en la misión. Llevaba dos meses atascado en el planeta y si bien había muchas cosas para hacer y estudiar, añoraba el espacio exterior.

Luego de tomar un té de origen terrano, volvió a mirar las lunas. Suspiró y se resignó a ir a dormir. Estaba seguro de que esa extraña incomodidad desaparecería una vez tuviera su traje puesto y estuviera a bordo de su nave.

A miles de millones de kilómetros de distancia, alguien más no dormía. Jeon Jungkook, miraba por su telescopio el cielo infinito. Era su pasión. Estaba en el último año de su carrera de astronomía en el KAIST* y todo el misterio del universo era lo que llenaba su vida. Enfocó su telescopio hacia Venus. Sabía que había muchos más mundos por descubrir más allá de lo que ahora podía ver. Estaba seguro de que había vida inteligente en alguna otra parte de universo. Aun cuando su amigo y vecino Jung Hoseok le dijera que estaba demasiado influenciado por las películas que había visto a lo largo de su vida.

Su padre, un profesor de Busan aficionado a la astronomía, no sólo le había comprado su primer telescopio a los siete años, sino que lo había hecho ver un millar de películas y documentales relacionadas con el espacio.

Jungkook siempre pensaba que en algún momento de sus observaciones encontrarían algo distinto. Algo que pudiera contribuir al conocimiento del universo. Estaba ilusionado con terminar su carrera e ir a trabajar al KARI- (Korean Aerospace Research Institute) con Kim Namjoon, un científico y astrónomo que dirigía el área de investigación espacial, y a quien había conocido como su profesor el primer año de universidad. A lo largo de los años, establecieron una amistad que terminó de formar su pequeño círculo social, conformado por Hoseok su vecino y la pareja de éste, Jimin.

No había sido fácil para él dejar solo a su padre en Busan (su madre había fallecido cuando tenía tres años, luego de una larga enfermedad) e ir a vivir a Daejeon. Sin embargo, ahora consideraba la ciudad su segundo hogar y amaba el entorno donde vivía. Era un pequeño condado, alejado de la gran ciudad, rodeado de algunas pequeñas montañas, que le daban un aspecto especial. La Universidad quedaba un poco alejada, pero valía la pena. Especialmente por el lugar donde se encontraba ahora, un campo que pertenecía a la familia de Hoseok y que le permitía hacer sus observaciones de mejor manera.

Apuntó su telescopio ahora hacia la luna. Siempre tan fascinante y solitaria. ¿Habría alguien más mirando una luna en otro planeta? ¿En otra galaxia?

*Instituto avanzado de Ciencia y Tecnología de Corea

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