Sinopsis
Cas observa como sus hermanos caen, pero Dean esta ahí para abrazarlo.

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Dean salía con Sam de la iglesia. No pudieron terminar la última prueba para cerrar el infierno pero ven que algo extraño pasa en el cielo. Parecen millones de cometas creyendo a la tierra, solo que no son cometas.

Son ángeles, cayendo del cielo.

Dean deja a su hermano herido sentado a un lado del impala y ambos pueden notar como los ángeles comienzan a caer. Están envueltos en llamas y parece que estabas sufriendo. Entonces una pregunta entra en su mente. ¿Dónde está Cass? ¿Esta cayendo junto con los demás,  esta herido? ¡¿Dónde está?!

—Cas — susurra su nombre con miedo.

Siente las lagrimas querer salir y Sam nota la preocupación de su hermano. Él sabe que Dean ama a ese ángel más que a un amigo y por lo tanto sabe que esta a punto de enloquecer al ver lo que esta pasando. Tal vez Cas se pudo salvar, pero lo mas probable es que este cayendo justo como sus hermanos.

Dean aguanta la respiración y por un momento se pone a pensar en como la gente no nota eso. Voltea la vista a Sam y este le da una mirada de compasión. Ambos observan el espectáculo en el cielo hasta que un ruido los hace bajar la vista. Hay un cuerpo tirado frente a ellos.

Es Castiel.

El ángel esta medio levantado y observando el cielo con miedo y desesperación. Las lagrimas se acumulan en sus ojos y siente el peso de la culpa en sus hombros. Eso era su culpa.

—Ve, Dean—

Dean ve un momento a su hermano y le agradece con la mirada antes de correr al cuerpo del ángel. Lo toma en sus brazos y lo aprisiona fuerte, tratando de hacer que olvide su alrededor.

—Dean —solloza su nombre mientras se sujeta con desesperación a sus brazos.

El cazador lo sostiene mientras ambos observan juntos como los últimos ángeles caen. Castiel llora en sus brazos, jamás lo ha visto así de débil. Él veía a Castiel como un soldado, un guerrero, alguien fuerte y que jamás se rompía. Pero era como él, se mantenía fuerte mientras por dentro no sabía que hacer. Ahora estaban igual de rotos.

—No debí confiar en él. Jamás confío en la gente correcta, todos me usan para su beneficio —lloró en sus brazos.

—Tranquilo Cas, todo estará bien. Nos tienes a nosotros, me tienes a mi y jamás te usaré. Somos familia y la familia no se abandona —tomó su rostro entre sus manos y limpio sus lagrimas —Estaré para ti en todos los momentos si tu prometas estar en los míos. Esto no es tu culpa y lo solucionaremos, juntos—

Castiel lo miró directo a los ojos y suspiró. Ese humano significaba tanto para él como no tenía idea. Ambos se miraron a los ojos y acortaron la distancia poco a poco hasta que sus labios se unieron muy lento. Fue casi como un roce y una leve presión, pero para ellos fue como el mejor beso de todos, en especial para Castiel que era su primero y ahora como humano.

El beso duró solo unos segundos y cuando se separaron se miraron un largo rato hasta que Sam soltó un quejido de dolor.

—Tengo que llevar a Sam al hospital—
Castiel asintió y todos subieron rápido al impala con dirrecion al hospital.

Dean tenía varias cosas en la cabeza en ese momento; su hermano muriendo, los ángeles cayendo y el beso con Cas. Castiel por otro lado estaba igual, se sentía débil y adolorido. Su gracia no estaba mas y era completamente humano, todo era su culpa, y ahora Dean lo besaba causando millones de sentimientos nuevos.

Ambos necesitaban tiempo para arreglar y entender todo, pero lo lograrían. Porque estaban juntos y solo eso importaba.

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Ah el amor, a que son bonitos ¿no?