Capítulo 5
Como supuse que pasaría luego de haber estado desaparecida todo un día, ya que ese fue el tiempo que estuve inconsciente en la casa de Rhys, mi padre me hizo un millar de preguntas sobre en dónde estuve, quién era él, por qué me estaba acompañando a casa, por qué no le avisé donde estaba y por poco me dio "La Charla" tuve que jurarle y perjurarle de que no había pasado nada sexual con Rhys; aunque he de admitir, y no estoy orgullosa de eso, de que le he mentido sobre dónde estaba y cómo nos conocimos.
No le diría de que le persiguieron e intentaron violarme y él tuvo que salvarme. Le preocuparía más, mejor le dije que fui a lo de Kathe y él es un amigo suyo que se ofreció a llevarme a casa.
Conseguí hacer que me crea, solo que ahora estaba castigada por no haberle dicho que estaría en lo de Kathe. Ahora no podía salir y tenía que limpiar y hacer las tareas de la casa todos los días desde primera hora hasta que se acabe mi suspensión de la escuela, que por cierto, terminaba mañana.
-Has estado más distraída en estos días, ¿qué ocurre? -preguntó papá mientras yo estaba jugando un poco con la comida.
-¿Distraída? No, no lo he estado -respondí intentando librarme metiéndome un bocado de la comida a la boca.
-¿Es por ese chico del otro día....?
Escupí lo que había metido a la boca y empecé a toser, cubrí mi boca y bebí agua para calmarme.
-Lo siento, lo siento... Por supuesto que no tiene nada que ver con él.
Es un idiota.
Papá no dice nada más pero intentó disimular lo gracioso que le había sido mi reacción. Acabamos la cena y yo me encargué de lavar las cosas antes de irme a mi habitación y darme una ducha relajante, las tareas de la casa me dejaron agotada. Cerré el paso del agua y me envolví en mi toalla para salir a buscar mi ropa. Pero entonces un silbido llama mi atención, levanté la vista rápidamente y me sorprendí de que Rhys estuviera sentado en mi sillón.
-¡¿Pero qué mierda...?! -chillé luego de soltar un grito.
-¿Qué ocurre? ¿Loren?
Antes de poder saber qué hacer papá entra a la habitación, me mira esperando a que le diga que pasaba y porqué había gritado mientras que Rhys solo sonríe. ¿No podía verlo?
-¿Qué pasó? -preguntó preocupado.
Rhys se levanta y camina hacia mi padre, pasa su mano frente a sus ojos haciéndome tensarme por un momento, pero papá no podía verlo de verdad... Rhys sonríe.
-Oh, nada... es que vi una cucaracha, de esas que vuelan -Rhys se lleva la mano al pecho, fingiendo estar ofendido-. Pero está bien, ya se fue.
-Bueno, me alegro que solo sea eso. Procura no darme esos sustos de nuevo -pide saliendo de la habitación.
-Sí, papá.
Él se va, escuchamos sus pasos alejarse y cuando se encerró en su habitación yo me acerqué a Rhys a paso enfadado.
-¿Qué mierda haces aquí? -chasqueé la lengua-. Yo lo sabía, mentiste, querías saber donde vivo para molestarme. Quizás mentiste en todo lo demás.
-Relájate, no he mentido en nada, te he dicho que no puedo -respondió.
-Entonces, ¿cómo me explicas que estés aquí? Y... ¿por qué mi padre no podía verte?
-Simple, preciosa, los humanos no pueden verme si yo no quiero que lo hagan -se encogió de hombros-. Y la idea de venir hasta aquí para molestar me la diste tú, yo no lo tenía pensado hasta que lo dijiste. Y que bueno que lo dijiste...
Él bajó la mirada hacia mi cuerpo que seguía cubierto solo por una toalla. Me espanté y salí corriendo hacia el baño pero estando a punto de abrir la puerta él se apresura a acorralarme.
-Suéltame, o te golpearé otra vez.
-Inténtalo...
Lo hice, lancé un golpe pero esta vez él atrapó mi muñeca, intenté golpearle con la otra pero también la agarró y las sujetó ambas con una mano sobre mi cabeza.
-Mala idea... -sonrió y con un dedo amenazó con quitarme la toalla.
-Basta -pedí pero mi desesperación crece cuando empezó a jalarla-. Por favor, detente.
Cerré los ojos apartando igualmente la mirada. No ocurrió nada más, en cambio, Rhys me soltó.
-Solo me estoy divirtiendo contigo -ríe levemente pero me toma por las mejillas-. La expresión de angelito que tienes es más adorable cuando te sientes indefensa.
Abofeteé su mano pero entonces me di cuenta de algo en mi muñeca, fruncí el ceño confundida de ver como si fuera una marca de un leve tono rojizo envolviendo mi muñeca.
-¿Qué es...? -miré al frente pero Rhys ya había desaparecido.
Suspiré profundo y volví a mirar mi muñeca, la marca que parecía más un tatuaje se desvaneció hasta apenas ser visible. De verdad, uno tendría que buscarla para poder verla. Decidí dejar de darle tanta importancia y finalmente busqué mi ropa para cambiarme... en el baño. No confiaba de que se hubiera ido de verdad, ¿y si solo se hizo invisible como hizo con mi padre?
-Am... si estás aquí todavía mejor muéstrate -exigí mirando a todos lados, aún no confiaba en que se haya ido-. Pf... si lo haces te mostraré un pecho.
Nada.
Bien, definitivamente se ha ido.
Suspiré aliviada y me acosté en mi cama, me cubrí con mis mantas y preferí quedarme dormida de una vez.
Pero apenas lo hice desperté en aquel bosque tan hermoso en donde conocí a mi madre. Me levanté de la punta del árbol viendo la brillante luz de ella a lo lejos. Miré sobre mi hombro descubriendo las hermosas alas que tenía... y que eran aquel peso en mi espalda. Bajé volando hacia el lugar donde la vi, allí estaba de nuevo. Me recibió con un gran abraza al que me aferré.
-Mamá...
-Así que ya lo sabes todo, eh -asentí-. No sabes la alegría que me da escucharte decirme así.
Nos separamos para vernos al rostro, ella me sonríe y acaricia mi mejilla a la vez que colocaba un mechón de mi cabello tras mi espalda. Mamá me hace caminar a su lado, rodeando un hermoso lago.
-Sé que... no quieres ir a conocer a los nuestros -mencionó-. Te escuché decirlo a tu padre.
-Es verdad, no quiero -respondí bajando la mirada-. Pero entiendo que... debo hacerlo.
-Cariño... -ella se detiene y apoya su mano en mi hombro-. No quiero que te sientas obligada a hacerlo, debes entender que aquellos que votaron por mi destierro, hoy en día ya no son parte del gran consejo. Ahora solo quedan los que me consideraron su compañera y aliada.
Hice una mueca dudosa volviendo a apartar la mirada, pero me llamó la atención escucharla reír suavemente.
-Pero me alegra saber que te enfadas por mí -ambas sonreímos y volvimos a caminar-. También... he visto lo que pasó con aquel demonio, Rhys.
-¿A..Ah sí? -cerré los ojos con pena- ¿Lo viste todo?
-Bueno, no todo. Solo lo importante. Darte poder y ver lo que tú consume energía y si se me acaba ya no podré verte y aún hay cosas de las que quiero hablar contigo.
Eso me hacia sentir un poco más aliviada, creo. Recordé a Rhys y negué con la cabeza.
-Es un idiota.
-Lo es, sí. Pero en ningún momento te ha mentido -la miré sorprendida-. Tiene razón, los demonios son criaturas incapaces de mentir, es por eso que se los odia tanto en ciertas situaciones. Porque ellos solo hablan con la verdad y a veces... la verdad es dolorosa o desagradable.
Asentí dándole a entender de que había comprendido su punto y que... entendía que hasta ahora, Rhys no me ha mentido ni una vez. Eso quiere decir de que en serio no me ha hecho nada... eso sí me tranquiliza.
-Loren, tienes que cuidarte. Yo más que nadie sabe lo peligrosos que pueden ser los demonios, es verdad que no veo el aura macabra en Rhys pero... me preocupa que llegue a lastimarte. Pero... agradezco que estuviera en ese momento para ayudarte con esos hombres, no me gustaron sus métodos pero no hay mucho que yo pueda decir. Solo estoy agradecida.
-Yo... también lo estoy. Pero a ese tipo le encanta molestar, siento que no debería estar agradecida y que solo debo golpearlo hasta romperle la nariz de nuevo.
Mamá deja escapar una risa que me distrajo y me hizo sonreír. Entendía muy bien porqué a mi padre le gustó mamá, ella es hermosa y gentil.
-Así son los demonios, seres llenos de perversidad y lujuria, aunque los peores en eso son los llamados Súcubos e Íncubos. Ten cuidado con ellos, ¿quieres? -asentí frenética-. Pero sí, aman jugar con quienes creen interesantes, especialmente Rhys contigo... porque sabe que eres un ángel y nosotros siempre hemos sido la tentación para ellos una que jamás pudieron tener.
-Ya veo. Entonces era cierto eso que dijo que quería tener... eso... con ángeles. Que asco.
-Loren... no le digas nunca de quien eres hija. Sabe que eres un ángel pero no que eres hija de una Serafín, no se lo digas a nadie, eso llamará más la atención de los demonios y querrán tu poder.
-¿Cómo... obtienen el poder? -cuestioné. Su expresión no me agradó demasiado.
-De diferentes formas una peor que la otra. Los hacen con aparatos especiales o... ellos mismos. Créeme, no te gustará saberlo.
Asentí. Bajé la mirada pero entonces vi mi muñeca y la levanté para preguntarle, pero apenas iba a hacerlo todo comenzó a desvanecerse.
-Es hora de ir a la escuela. Nos vemos, cariño.
Sentí un último beso en mi frente antes de finalmente abrir los ojos y encontrarme en mi habitación.
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