Capítulo 18
Me sequé el agua para salir del baño sintiéndome más calmada. Rhys no estaba en ninguna parte, miré a todos lados pero definitivamente no estaba, me asomé por la ventana y aún así no lo vi por fuera.
-¿Rhys? -murmuré pero no hubo respuesta-. Si estás esperando a que diga que te mostraré un pecho para aparecer... ya te digo que no lo haré.
-Tenía que intentar.
-¡Huh! -me di vuelta rápidamente. Recostado contra mi escritorio estaba él-. No te has ido...
-¿Quieres que lo haga? -caminó hacia mí, haciéndome sentir indefensa, bajé la mirada y tragué con dificultad.
-Sería lo más lógico después de lo que pasó... la otra vez -respondí-. Pero... quiero saber algo. Ese demonio que rompió mi collar... dijo algo sobre que por fin pudo hacerlo porque alguien no estaba... Eras tú, ¿verdad?
Rhys aparta la mirada sin querer responder, pues no podría mentir. Inclinó la cabeza hacia atrás y dejó escapar un suspiro profundo y resignado antes de encogerse de hombros.
-No me dejas ponerte el brazalete y sabía que el collar no evitaría que otros demonios fuertes te poseyeran -respondió.
-Ya veo... -fue lo único que dije.
-Entonces... supongo que si eso era todo... -se dirigió hacia la ventana con claras intenciones de irse.
Aparté la mirada pero entonces un gran impulso incontrolable me hizo sujetar la manga de su chaqueta antes de poder arrepentirme.
-E..Espera...
-¿Qué sucede? -cuestionó dándose la vuelta-. Creí que querías que me fuera.
-Yo... bueno... Es que -fruncí los labios unos segundos-. Lo siento... No debí usar ese collar para mantenerlos lejos sabiendo que pudieron haber muerto por solo estar cerca, no debí amenazarte ni mucho menos humillarte. Así que... lo siento, en serio.
Mi mano temblaba ligeramente, no podía ni siquiera mirarlo al rostro por la vergüenza que sentía de haber actuado tan insufrible. Aunque sean demonios no merecen eso... al menos Mark y Luke no me han dado razones para querer matarlos tan cruelmente. Pero aún así... Rhys me ha ayudado muchas veces, incluso con mis tareas y estudios, y yo fui tan... imbécil.
Rhys se da la vuelta haciéndome soltar su chaqueta pero sostiene mi mano con delicadeza. La acercó hasta sus labios y dejó tiernos besos que me hicieron sonrojarme.
-También debo disculparme... por haberte asustado. Lo siento, angelito.
Negué con la cabeza y le sonreí levemente para indicarle de que estaba bien. Después de todo yo lo había tratado terrible desde el primer momento.
-Pero... -murmuré apartando mi mano de él-. Aún así no quiero que sigas jugando conmigo y menos si luego vas a hacer lo mismo con Kathe.
-Sigues repitiendo eso pero no tengo ni idea de a qué te refieres -soltó frustrado- ¿En qué momento he mostrado interés por esa amiga tuya?
Dudé un segundo pero entonces me separé de él para ir hasta mi mesita de noche y agarrar mi celular. Busqué el número desconocido y le mostré las fotos.
Rhys me arrebata mi celular para observar las imágenes con el ceño fruncido, rueda los ojos y aprieta algo en la pantalla, supuse que lo había llamado porque enseguida puso el celular contra su oreja.
-Inventar cosas sobre mí te va a costar caro, no me importa quien se supone que seas pero no me costará ni un día encontrarte. Y créeme que si lo hago haré que pases por los nueve círculos del infierno, hijo de perra. Vuelve a contactar con este número y ni el cielo logrará salvarte -Rhys cuelga y me lanza mi celular-. Listo, avísame si vuelve a molestar.
Me costó atrapar mi celular por el shock en el que estaba. Miré a Rhys sorprendida pero él se veía molesto.
-Los humanos son patéticos, se cuelgan de cualquier malentendido para lastimar a otros por sus estúpidos deseos egoístas.
-¿Y tú? -pregunté llamando su atención- ¿No tienes tus propios deseos egoístas?
Su sonrisa ladina me hizo erizar la piel y por instinto retrocedí un paso.
-Oh... sí que lo tengo, angelito, pero no te va a gustar.
-¿P..Por qué... lo dices?
Sabía perfectamente porqué lo decía.
En un instante, Rhys me tomó por la cintura y pegó nuestros cuerpos aunque yo lo empujara sin fuerzas con mis manos en su pecho.
-Porque en mi deseo... tú eres la protagonista -su mirada bajó a mis labios-. Tú eres mi anhelo, y tus labios mi deseo. Pero... -de repente me suelta y se aleja frustrado-...por más que lo intente tú no me verás como otra cosa que no sea lo que soy. Pero es verdad, solo soy un demonio maldito.
No. No eres solo eso.
-Debo irme.
No te vayas...
-Adiós, angelito.
Quédate...
Cuando volvió a darte la vuelta y alejarse hacia la ventana, intenté no hacerlo apreté tan fuerte mis manos en puños que mis uñas cortaron mis palmas, pero aún así... antes de que se fuera, corrí hasta él y lo abracé por la espalda, sorprendiéndonos a ambos. No sabía qué decir y él estaba esperando que explicara porqué lo retenía tanto, se supone que lo quiero lejos de mi vida...
-T..Tengo miedo -solté-. No quiero que vuelvan a intentar matarme y... menos si mi padre está aquí.
-¿Y qué quieres que yo haga? -se dio la vuelta y me miró como si sus ojos hablaran, quiere que lo diga directamente. Quiere hacerme sentir vulnerable por mi necesidad de alguien a mi lado.
-Y..Yo... b..bueno... quiero... -bajé la cabeza avergonzada pues no hace mucho le dije que quería morir antes que seguir con esto y con él. Además de que hace ya semanas que lo amenace con mantenerse lejos de mí. No es fácil de decir esto justo ahora.
Hice una mueca frunciendo los labios y el ceño, apreté mis manos pero entonces levanté levemente la vista hasta sus ojos, aunque no los mantuve en ellos; bajé lentamente la mirada a sus labios, recordando vivamente el momento exacto en que me hizo probarlos. En mi mente se esfumaron los pensamientos lógicos y racionales, además del miedo y hasta de lo que debía decirle. Lo único que se mantuvo allí, en letras enormes, en neón y como si Dios lo iluminara (cosa con creo) era la palabra "Bésalo" en mayúsculas.
-D..Deja de usar tus poderes -exigí haciendo que sus labios se curvaran en una media sonrisa.
-No estoy usando ningún poder, angelito. ¿Por qué? ¿Te diste cuenta de que quieres algo que no deberías? No te culpo, lo prohibido es más emocionante y placentero.
-Quizás...
Me di cuenta que nuestros rostros se estaban acercando lentamente sin que yo lo supiera, pero aún así, luego de haberlo notado me paré en puntillas sosteniéndome de su ropa y pegando nuestros labios. Es la primera vez que tomo la iniciativa con él y me sentía como si fuera a morir de los nervios. Él estaba sorprendido de que en verdad lo hiciera por lo que no supo reaccionar enseguida. Fue cuando estuve por separarme que lo hizo, me tomó de la cintura como si tomara posesión de mi cuerpo, nos apegó, agarró mis mejillas con una mano y levantó mi cabeza para besar mis labios de nuevo.
Su beso fue más intenso y profundo que el mío. Su lengua se metió a mi boca sin previo aviso y envolvió la mía con necesidad. Me había dejado sin aire rápidamente, pero eso no parecía tan importante si podía dar bocanadas antes de volver a besarnos. Sus labios realmente cautivan, hipnotizan con su sabor y me hacen desear más.
Como si leyera mis deseos en un libro abierto, Rhys me hace caminar sin soltar mis labios hasta sentarse en mi cama y yo sobre él, con mis rodillas a sus lados. Apoyé mis manos en sus mejillas y continué el beso aunque él me soltara para quitarse la chaqueta.
-Rhys... -jadeé contra sus labios intentando recuperar la cordura, pero sus besos bajando por mi cuello me lo estaban complicando-. E..Esto... está mal...
-Y por eso es emocionante.
-¡Mhmg! -me estremecí pegando mi pecho contra él cuando su mano acarició una de mis alas y la agarró haciéndome sentir como si una descarga placentera recorriera mi cuerpo.
-¿No sabes que las alas son lo más sensible que tenemos? -cuestionó con una sonrisa. Negué con la cabeza y él ríe un poco-. Que pena que no te lo hayan dicho antes.
Me tomó por el ala mientras encontraba mis labios de nuevo. Sus manos se deslizan hasta sujetar mi cintura y entonces me levantó y me dejó acostada en la cama para colocarse sobre mí. Escondí mis alas, pues molestaban, aunque él hizo una mueca mientras me acusaba.
-Molestan, no las sacaré -respondí riendo leve.
-Como sea. Está bien... -vuelve a acercarse y besa mi cuello.
Pero por más sorprendente que parezca... no había ocurrido nada más que besos, pues yo estaba agotada con todo lo que había pasado. Empezaba a sentirme adormilada cuando Rhys se dio cuenta, se levantó pero yo inconscientemente lo tomé por el borde de la remera y finalmente solté lo que quería decir.
-No te vayas...
Rhys no dice nada y tampoco se mueve por unos segundos. Tomó mi mano y la acomodó sobre la cama al igual que a mí, para cubrirme con las mantas.
-No pienso hacerlo, angelito.
Suspiré profundo, ya no tuve fuerzas para mantenerme despierta, así que solo me dejé llevar por el sueño, olvidando completamente que Rhys estaba aquí.
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