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Capítulo 3

Kate despertó a mitad de la noche, sobresaltada.

Odiaba cambiar de lugar con otras Alters porque nunca sabría cuándo iba a volver a tener el control de su vida, había muchas veces en los cuales días enteros había perdido, o su peor momento: cuando despertó para saber que habían pasado tres semanas de su último recuerdo.

Al ver el reloj en su celular vió que eran las tres y siete de la madrugada, del día siguiente.

Suspiró con algo de alivio, no había pasado mucho.

Se volteó y vio a Yelena durmiendo, en su cama, a un metro de la suya.

Recordó lo tierna que había sido la chica, atenta, incluso cuando le había rogado que se alejara, Yelena sólo quería hacerle bien y lo sabía, y por más que odiaba cambiar de lugar, se había sentido tan bien abrazarla mientras el mundo real se alejaba de su percepción.

Sonrió de forma honesta.

Se levantó de la cama sin hacer mucho ruido, tenía algo de hambre, y fue hacia la cocina, encontró una nota sobre la mesa.

<< Hola, Kate, o Kath, estoy segura que será alguna de ustedes dos quien lea esto.

Elizabeth no quiso cenar mucho, esto es por si despiertas con hambre.

Espero que te sientas mejor ♡>>

Sonrió como una tonta, sus mejillas se colorearon de rojo, miró la caja de pizza, y el pequeño chocolate junto a esta.

—Voy a tener que agradecerle por esto.

Prendió el microondas y metió la pizza con cuidado, al rato estaba comiendo mientras revisaba su celular.

Se le ocurrió revisar sus notas, lugar que solían usar sus Alters para dejarle mensajes.

"La rubia está afuera, que se quede afuera" - Kath.

Kate rodó los ojos con fastidio, Kath se había enojado porque tenía que lidiar con Katherine.

"Es agradable" - Elizabeth.

Sonrió, Elizabeth era de muy pocas palabras, a demás de serlo literalmente, casi nunca escribía porque no era de comunicarse mucho.

Normalmente, Elizabeth sólo se quedaba medio cerca, viendo lo que hacía de vez en cuando, pero no hacia nada más, cuando tomaba el control era cuando la situación estaba tensa o muy incómoda, más que nada cuando se trataba del contacto físico.

Era una protectora sexual, pero su labor se extendía a otras situaciones a parte del sexo, siempre que alguien tuviera un poco de más contacto con ella, como cuando la abrazaban pero no se sentía segura, llegaba incluso a aparecer cuando el médico tenía que tocar su cuerpo para ver su estado físico, era un poco exagerada.

Terminó la pizza y tiró la caja a la basura, fue a comer el chocolate y tomó una botella de agua del refrigerador.

Se sintió tonta, porque seguía pensando en Yelena Belova, en verdad pensó mucho rato en ella, incluso cuando se recostó de nuevo, y volvió a dormirse.

Por la mañana se despertó bastante después que Yelena, y la mayor se encontraba en el comedor leyendo un par de fotocopias y resaltando lo más importante, su cabello estaba húmedo por un baño reciente.

—Buenos días. —murmuró, con una pequeña sonrisa.

—Buenos días, Katie, ¿dormiste bien?

—Sí —dijo, y comenzó a hacerce un té—. Gracias por la comida.

—Oh, no es nada —dijo Yelena, sonreía de forma encantadora—. En verdad, Elizabeth come muy poco, creo que habrán sido cinco cucharadas de arroz y no quiso comer más.

—Si, digamos... Que Elizabeth cree que tiene el estómago muy pequeño. —dijo.

—¿Qué no tienen todas el mismo estómago?

—Sí, pero no tenemos el mismo apetito —dijo—. Elizabeth es un conejo, y come poco porque los conejos comen poco.

—Oh, entiendo. —Yelena asintió.

—También dijo que eres agradable, debiste tratarla muy bien.

—Diría que es... ¿Fácil de complacer? Dice a todo que sí.

—Si, ella acepta todo, es su forma de cuidar a los demás. —se encogió de hombros.

—Debe ser lindo que te cuiden tanto. —comentó Yelena.

—A veces quisiera que me dejaran vivir todas las cosas que trae la vida, buenas y malas. Pero sin ellas probablemente no estuviera viva así que... Sí, estoy muy agradecida de que me cuiden bien.

>> Y a demás, soy ls anfitriona, de todas nosotras soy la que puede vivir más plenamente, y es un honor... Aunque a veces me siento mal por ellas, también tienen derecho a vivir.

>> En fin... Es algo complicado —dijo, arrojó el saco de té a la basura y luego de unas cuantas cucharadas de azúcar a su taza se sentó a desayunar— ¿Qué tal tú, Yels? ¿Estás estudiando?

—Si... Psicología es muy interesante pero tienes que leer mucho y digamos que el texto no es muy claro... Tienes que saber entenderlo.

—¿Cómo es eso?

—Por ejemplo... Este año pasamos a estudiar Trastornos Mentales, y ahora estoy leyendo algo sobre el TEA... Pero en vez de decirlo bien claro como: "El Autismo tiene una base neurológica, sea en la sinapsis entre las neuronas, o en el desarrollo de las mismas." Te empieza a hablar de cómo descubrieron las neuronas, y sus partes y su formación normal para luego decirte que nada de todo eso te sirvió porque no involucra a las personas con TEA.

—Mmm... Suena como a una mierda.

—Lo es, gracias.

—En fotografía lo más pesado que estudiamos es la teoría de la luz, y es una mierda.

>> Básicamente todo lo que ves de un color, por ejemplo una manzana roja, es en realidad de todos los colores menos el rojo, porque es el tipo de onda de luz que refleja debido a su componente químico... Y eso estudiamos por casi todo un semestre.

—Wow, la universidad puede hacer que hasta encender una luz sea complicado.

—Sí, una completa mierda. —concordó Kate.

Estuvieron un rato hablando sobre sus inútiles pero complicados conocimientos, criticando un poco a la universidad y a sus contenidos que eran muy extras, todo para alargar la carrera un par de años y hacerte gastar más dinero.

—Yelena, ¿me ayudas con una tarea? —preguntó Kate, luego de que terminarán de desayunar.

—Claro, ¿de qué es?

—Tengo que retratar mi momento favorito del día, pero debo incluir a la presencia de una figura humana para demostrar cómo ese momento del día me hace sentir.

Yelena pensó aquella consigna un par de segundos.

—Suena interesante —dijo—. ¿Qué tienes pensado hacer?

—Elegí retratar el atardecer —dijo—. Y mi sentimiento es felicidad, o libertad, las dos juntas, especialmente.

—Es muy lindo —dijo—. ¿En qué necesitas ayuda?

—Pensaba en que fueras mi modelo, Yelena. —dijo, y sus mejillas se ruborizaron muchísimo luego de aquello.

Yelena también sintió sus mejillas más calientes de lo normal.

—Oh, ¿no quieres posar tú?

—No le confío mi cámara a nadie, y dejarla con un trípode y en automático es dejarle hacer el trabajo a una máquina, me gusta que mis fotos tengan la sensibilidad de los humanos... Por eso prefiero retratar a alguien más y ser yo quien maneje la cámara.

—Eso suena muy lindo —dijo, rió un poco, su sonrisa era muy amplia—. Nunca fui la modelo de alguien pero puedo intentar.

—Gracias, Yel. —Kate sonrió con emoción, feliz y Yelena la admiró un momento y pensó que no podría decirle que no a esa carita.

Pasaron la tarde separadas porque cada una tenía que ir a cursar distintas materias de distintas carreras, Yelena terminó a eso de las seis de la tarde y Kate tenía lista una mochila con su cámara, y un par de lentes que podría usar, llevaba un pequeño parlante también.

—¿Lista? —preguntó, estaba emocionada.

—¿Ahora?

—Ya va a empezar el atardecer. —murmuró en una voz muy baja.

—Bueno, ¿al menos estoy presentable? —preguntó, llevaba una blusa blanca y unos pantalones oscuros, su cabello estaba despeinado luego de sufrir seis horas de clases.

—Estás perfecta. —respondió Kate con una sonrisa.

Sin mucho más, siguió a la pelinegra hacia donde quería hacer su sesión de fotos, subieron la escalera hasta llegar a la azotea del edificio, fue hacia donde se veía el sol, ocultándose entre las nubes bajas, el cielo se teñia de naranja y amarillos.

—¿Sabes bailar, cierto? —preguntó la más alta, mirando a Yelena, con la cálida luz del sol, sus ojitos tomaban un color verde tan claro y su piel lucía un poco bronceada, en una imagen muy bonita.

—Fui a una academia de danza contemporánea.

—Si, lo supuse —dijo, sonriendo, buscó el parlante en su mochila y conectó su celular a este—. Te paras formando una "V" con tus pies, eso es algo muy de bailarines.

Yelena se sintió algo rara, como si hubiera descubierto su mayor secreto, de inmediato miró a sus pies que estaban tal como Kate describía.

—Hey, quizás no hacía danza contemporánea y solo me paro de esta manera.

—Entonces serías una rarita. —dijo Kate, con una risa.

Colocó música instrumental, de orquesta, en el parlante y buscó su cámara, con el lente ya preparado, la aseguró a su cuello con la correa de seguridad, y se alejó unos pasos para tomar una foto, de prueba.

Corrigió un poco el enfoque y la luz de su cámara con expresión concentrada muy adorable.

—Bien, antes que nada te pido que te quedes de espaldas y te sacaré un par de fotos, quiero que demuestres que estás como cansada o agotada...

Yelena aflojó sus hombros y bajó un poco su cabeza, mientras escuchaba el disparador de la cámara.

—Perfecto, Yelena, eres una gran modelo —dijo Kate—. Ahora, tú solo baila al ritmo de la música, así, libre, yo voy a seguir sacando fotos.

>> Y no dejes de bailar, por favor, el atardecer no dura mucho.

Yelena obedeció y comenzó a seguir la música, en pequeños pasos, en giros, en movimientos delicados, primero con sus brazos, luego con sus piernas, hasta hacerlos con todo su cuerpo, dió un par de saltos y piruetas, se sentía algo agitada porque no había calentado previamente pero eran solo un par de minutos de baile hasta que el sol se ocultó completamente.

Al terminar, respirando de forma cansada, se volteó hacia Kate, quien la admiraba con los ojitos brillando y con una sonrisa en sus labios.

—Eres muy hermosa, Yelena —dijo, y Yelena rió de forma nerviosa, ruborizada—. Tengo muy buenas fotos, gracias... Solo debo elegir dos para presentar, bailas muy lindo, me encantó. —añadió, y sonrió ampliamente.

—Gracias. —murmuró Yelena, sintiendo cosquillas en su estómago.

Kate juntó las cosas con algo de ayuda de Yelena, regresaron al departamento y pasaron un rato cada una en lo suyo, la menor se había puesto a revisar las fotos y a seleccionar a sus favoritas, estuvo un rato, y luego editó en la computadora un par de retoques, finalmente le mostró las dos que había elegido.

Eran realmente hermosas y captaban lo cautivador del atardecer, y también la felicidad y libertad que Kate quería retratar.

Luego de cenar, fueron a la cama, y algo tarde en la noche, cuando Kate dejó de lado su celular y estaba dispuesto a dormir, escuchó a Yelena llamarla, por más que creía que la mayor estaba dormida.

—Katie.

—¿Mmm?

—Tú también eres muy hermosa.

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