Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 9

—¿Rosé?

La pelinegra miró al cuarto, no la reconoció en un principio porque habían cambiado el orden de las camas y de los muebles, se asustó y su mano fue hacia la mayor, que dormía a su lado, para despertarla.

Desde la ventana del dormitorio se podía ver una luz fría que venía del exterior, y se concentró en mirarla para no pensar en la oscuridad.

—Rosé, Rosé... —miró al cuerpo que dormía junto a ella, podía reconocer sus rasgos en la penumbra.

Escuchó un murmullo, y la rubia abrazó su cintura entre sueños, Lili sintió unas cosquillas en su estómago, y algo de miedo, no le gustaba mucho el contacto físico, se apartó lentamente.

—¿Lis? —preguntó, medio dormida, entreabrió sus ojos para verla, esta temblaba ligeramente e intentaba salir de la cama sin que la descubran—. Hey, ¿dónde vas?

Rosé se incorporó para estirarse y tomar su mano, notó el temblor que recorrió su cuerpo con el contacto.

—¿Lili?

La contraria asintió, sus ojitos la miraron con un poco menos de miedo que la última vez.

—Tranquila, iré a encender la luz, quédate aquí.

Se levantó, dejándola en la cama, estaba echa una bolita muy cerca del borde.

Cuando la habitación se iluminó, Lili suspiró con tranquilidad y dejó de temblar.

Rosé regresó a la cama y volvió a tomar sus manos, viendo cómo se pellizcaba con fuerza sus brazos, aunque no pareciera que lo hiciera a propósito.

—Ya no debes lastimarte así, Lili, ya nadie te va a hacer daño, no tienes que hacerlo tú —dejó mimos en sus manos—. Soy tu amiga, estaré siempre contigo, no hay por qué lastimarse, ¿si?

Lili asintió, no dijo nada, sus grandes ojitos la miraban llenos de brillos.

—¿Tienes miedo? —volvió a hablar luego de verla más tranquila, Lili negó.

—¿Por qué están las camas juntas? —preguntó, cambiando de tema.

—Porque con Lisa somos muy buenas amigas, y dormimos juntas.

—Yo soy tu amiga... ¿Yo soy Lisa?

—Tú eres Lili —le corrigió—. Y yo soy tu amiga también, no importa quien seas.

Era normal que las alters se hicieran pasar por la anfitriona, pero ya no tenía sentido que fingieran serlo, menos con Rosé, que las conocía.

La más baja asintió, dándole la razón, sonrió un poco.

—¿Qué haces despierta, Lili?

—Yo... Quería ver a mi amiga Rosé.

—Pues aquí estoy —dijo, muriendo de ternura por dentro—. ¿Qué quieres hacer? Podemos jugar con nuestro otro amigo, Conejin, o podríamos comer unos cupcakes de chocolate-

Lili comenzó a asentir, emocionada, Rosé no pudo evitar sonreír.

—Vamos, pequeña Lili.

Sostuvo sus manos para ir a la cocina, la dejó sentada en una de las dos sillas de la pequeña mesa que formaba el comedor, y buscó en la bolsa de la panadería el último cupcake, que había sobrado del día anterior.

Lili lo comió con gusto y una pequeña sonrisa en sus labios, iba por la mitad cuando se dió cuenta que Rosé no tenía ningún cupcake, y sin dudar un segundo le ofreció lo que quedaba.

Rosé estaba más que sorprendida por el gesto, sonrió muriendo un poco de amor, pero negó.

—No, Lili, es un regalo para ti, es todo tuyo.

La chica no respondió y terminó el cupcake en silencio, algo de chocolate de la cobertura quedó sobre sus labios y Rosé la limpió con una servilleta de papel, era una niña y por lo tanto algo desprolija para comer.

—¿Te gustó? —preguntó, y la menor asintió con una sonrisa, notó que estaba apretando sus dedos de forma nerviosa, con bastante fuerza—. Dame tus manos —pidió, y la otra obedeció de inmediato, Rosé las tomó, notando que estaban algo rojos por la fuerza de sus apretones, dejó mimos con sus pulgares, Lili miraba sus manos unidas con gran interés.

—Nuestras manos son muy delgadas —dijo, su tono era curioso e infantil—. Nuestros dedos también.

—Lo son, sí —afirmó, con una sonrisa.

—Y son muy grandes —dijo, y frunció el ceño, parecía disgustada—. ¿Por qué son tan grandes?

—Porque crecimos y nuestras manos también, Lili, son manos de alguien grande.

—¿Ya soy grande? —preguntó de verdad confundida.

—Lili, ¿cuántos años tienes?

—Tengo siete —respondió, sin dudar.

Rosé pensó en lo que Lisa le había contado, a los siete años seguía viviendo en una casa con un padre violento, siendo abusada de mil maneras que desconocía.

—¿Desde hace cuanto tiempo que tienes siete años, Lili?

La pelinegra se lo pensó un rato, sus ojitos iban y venían, mientras recordaba grandes cantidades de tiempo, diferencias a lo largo de su vida que le daban a entender que habían pasado años.

—Mucho tiempo —respondió en una voz muy baja.

Lili estaba atrapada en esa edad tan joven, de cuando la pasaba horrible.

Según lo que había aprendido en psicología, cuando algo así pasaba, cuando una persona se identificaba con una edad que había pasado hacia mucho tiempo, de alguna manera "sin crecer", era porque no podía superar el conflicto que vivía a esa altura de su vida.

—No te preocupes por eso, Lili, algún día crecerás y tus manos grandes serán tan grandes como tú —habló en una voz tranquila, con una sonrisa.

No era tan fácil como decirle "En realidad estás en un cuerpo de una chica de veintiuno", porque posiblemente la haría entrar en conflicto, y se pondría mal, no quería que terminara teníendo un ataque de pánico o cualquier situación de crisis.

De repente sus ojitos se abrieron mucho, con miedo, Lili apretó sus manos con mucha fuerza, al punto que Rosé le dolió bastante, casi por soltar su agarre, pero se contuvo.

Sabía que si la soltaba, Lili iba a lastimarse a sí misma, cosa que lastimaría a Lisa también.

La menor empezó a temblar con fuerza, sus ojitos se llenaron de lágrimas.

—Lili, ¿qué pasa?

—Lalisa está despierta—murmuró—, y-y yo no debo salir... Va a castigarme.

—Hey, ella no te hará nada, sólo volverás a tu cuarto... Dile que está bien, te has portado bien, no hiciste nada malo... Lili, mírame a mí —habló más fuerte al ver sus ojos perdiéndose, alzó la vista hacia ella y de nuevo estaba aquel miedo en sus grandes pupilas—. No hiciste nada malo, has sido buena.

Lili asintió y volvió a murmurar bajo aquella palabra, "Bueno", se relajó un poco y la fuerza de sus manos aflojó el agarre, luego de unos parpadeos rápidos la tailandesa alzó la vista hacia ella.

Lalisa soltó sus manos rápidamente, limpiando las lágrimas en sus ojos.

—La verdad no sé cómo haces y no tengo ni idea por qué te gusta jugar tanto con fuego, Park.

—Yo no la llamé, ella aparece sola. Yo sólo me fijo que no lastime a nadie.

—Fíjate si no te rompió algún hueso de la mano —Lalisa se levantó de la silla y caminó hacia el dormitorio, seguida de Rosé—. Odio que hayan juntado las camas, no puedo tener mi espacio que ocupas tú y tu estúpido culo.

—Lili no me rompió nada, se ha portado excelente —respondió, defendiéndola, ignorando la segunda parte de la conversación.

—Porque la tienes bien vigilada, déjala sola cinco minutos, ve al baño y déjala suelta. ¿Sabes la cantidad de veces que tu Lisa tuvo que esconder los cortes que ella se hizo? ¿O la ocasión en la que casi nos asfixia? ¿Sabes que toda su familia tuvo que mudarse de un edificio a una casa porque ella quiso tirarse? Me tiene miedo por una buena razón, yo fui la que la detuvo y nos salvó a todas. Yo estoy cuidando a todo lo que tú amas y que estás poniendo en peligro con estas cosas.

Rosé se obligó a mantenerse tranquila.

—Lili necesita apoyo, y ayuda, ella no es mala... Solo está asustada y no la estás ayudando tratándola de ese modo —insistió, aunque debía admitir que sus palabras le habían roto un poco el corazón—. Mírala, con darle un par de oportunidades no ha vuelto a hacerse daño.

Lalisa asintió.

—Sí, es verdad... Volvió a su cuarto sola. ¿La nueva luz fue idea tuya también?

—Sólo un idiota pondría a alguien que le tiene miedo a la oscuridad en plena oscuridad.

—Si está oscuro no sabe cómo salir —dijo Lalisa, mirándola con el ceño fruncido—. Si está oscuro sólo se queda en un rincón y no se mueve.

—Y su miedo crece y crece, y cuando sale por cosas de la vida es más peligroso —dijo en tono irónico, asintiendo—. Suena perfecto.

Lalisa la miró bastante molesta.

—Te golpearía pero Lisa no me deja hacerlo.

Apagó la luz del cuarto y decidió ignorar a la rubia, poniéndose de espaldas a ella e intentado volver a dormir.

Rosé rodó los ojos, se quedó un rato fuera del cuarto, tomó agua fría para bajar su humor, y se aseguró que su compañera estaba dormida antes de regresar a la cama.

No quiero seguir este proyecto, cambié mucho de opinión y voy a abandonar este cuaderno.

Lisa, Lalisa, Lisnie, Lili y Liz, no son un objeto de estudio, son personas, no soy nadie para abusar de la confianza que me tienen, contar acerca de sus conflictos, de sus pasados, de sus traumas o de sus roles.

Merecen vivir en paz sin que nadie las moleste.

Cerró el cuaderno y lo volvió a guardar en su cajonera, se sentía un poco mejor luego de escribir aquello.

Tenía más que decidido que iba a cambiar de tema, al que sea, pero sería algo que no incomodara a nadie, ni a ella misma, ni a su nuevo sujeto y mucho menos a Lisa.

***

Lisa estaba muy confundida en la mañana, cuando se despertó y la vio al otro extremo de la cama, lo más alejada posible, y de espaldas, estaba acostumbrada a que Rosé la abrazara y sentía algo de frío.

Así que fue hacia ella y la había abrazó sin dudar.

Rosé murmuró con sueño al sentir los brazos de Lisa apretándola ligeramente.

—Hey... ¿Quién dijo que yo quería ser la cuchara pequeña? —preguntó la mayor aún medio dormida.

—Tú solita te dejaste ser la cuchara pequeña —respondió con una risita.

Rosé se volteó para verla, con sus narices rozando, le sonrió, apartando un par de mechones rebeldes de su cabello de su rostro, y luego dejando un beso suave de buenos días en sus labios.

—¿Pasó algo? —preguntó Lisa.

—En la noche Lili quiso visitarme, y luego de un rato apareció Lalisa y la asustó, después se enojó un poco conmigo.

Lisa frunció sus labios.

—Sí, Lalisa puede ser algo bruta cuando pasa algo que no le gusta —hizo una pequeña mueca—. ¿Y Lili?

—Comió el último cupcake que te habías guardado para el desayuno, lo siento, en la tarde te compro otro, Lis.

Lisa hizo un leve puchero, suspiró y le restó importancia negando con su cabeza.

—Y no hizo nada malo, habló conmigo un rato y después se fue cuando Lalisa se despertó.

—Que bueno —con una sonrisa, se separó del abrazo para levantarse y desayunar juntas, luego se marchó a sus clases, y Rosé tuvo tiempo hasta el mediodía de cerrar su estúpido cuaderno con su ex trabajo de investigación, y comenzar a buscar un caso nuevo.

Después de aquello, se sentía más libre, más correcta.

Podría hacer algo de lo cual estar orgullosa.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro