Capítulo 13
Luego de tener su primera vez, tomaron sus turnos para darse un baño, Lisa fue primero y Rosé después, se quedó viendo su celular mientras la menor estaba en el baño, al salir le sonrió a su novia muy feliz, Rosé dejó un beso sobre su frente y le recordó que estaba muy orgullosa de ella.
Mientras la rubia estaba en la ducha, Lisa comenzó a ordenar el cuarto, guardando la vaselina en su cajón en cajonera de Rosé, uno cajón estaba abierto.
Frunció el ceño al ver un cuaderno, tenía escrito "Park Roseanne" en una etiqueta pegada a la tapa.
"¿Será su diario íntimo?", pensó, sintió a Lalisa cerca.
"¿Una tipa de veintitrés con un diario íntimo? Algo ridículo".
"Cállate, es mi ridícula".
La curiosidad pudo más que ella, y espió la primera hoja de aquel cuaderno, creía que sería una agenda, o algo así, pero le parecía raro que nunca había visto a Rosé usar ese cuaderno.
Sus ojos se abrieron con sorpresa y su corazón comenzó a latir más rápido.
—Descubriendo Trastorno de Identidad Disociativo... Proyecto "Lisa Manoban" —murmuró, sintió como todo su cuerpo comenzó a temblar—. ¿Se puede vivir con TID?
"Que maldita...", dijo Lalisa, enojada. "Es igual a todos los demás".
Lisa estaba confundida, quería encontrar alguna otra explicación, algo que no fuera lo que estaba pensando.
"¿Nos usó para un puto proyecto?", se preguntó Lisa.
"Estudia psicología, qué esperas de ella".
Comenzó a negar, sus ojitos se llenaron de lágrimas.
Tomó el cuaderno y siguió pasando las páginas.
—Mi nombre es Park Roseanne y fui designada como compañera de cuarto de Lisa Manoban... Gracias al señor Choi por arreglar nuestra convivencia... E-Estoy aquí para estudiar al sujeto con Trastorno... —sollozó, limpió su rostro y continuó—... De Identidad Disociativo... Y presentar mis observaciones en el trabajo final del año... Frente a t-toda la clase...
Negaba y limpiaba sus lágrimas, sintió su corazón doler como nunca antes.
—¿M-Me usó para su tarea? —preguntó en voz alta, aunque quería hablarle a Lalisa—. ¿Todo fue... Para eso?
Necesitaba más respuestas, así que continuó pasando páginas y páginas, vio que había fotos de ella, un dibujo de una mano cuando Lili las había lastimado tiempo atrás, y hasta una copia de la ficha de identidad que guardaba la escuela, allí donde estaban sus datos personales y más información muy específica, desde la dirección de sus padres, o de su casa, hasta su diagnóstico y el contando de su psicólogo y de su médico de cabecera.
—El Señor Choi insiste en ganarme la confianza de Lisa Manoban... Y-Y de las demás para poder indagar más profundo en su TID...
"No es igual que las demás, es peor", bufó Lalisa.
Se adelantó casi al final.
—Lisa me ha revelado su pasado, y el por qué de la existencia de Lili... Lisnie, Liz... L-Lalisa, ella...
Tuvo que cerrar el cuaderno y llorar para intentar quitarse esa sensación en su pecho, ese corazón roto.
Pensó en lo linda y la atenta que siempre había sido Rosé, en como se había enamorado de ella, y de su actitud tan buena, siempre había sido demasiado buena como para ser real.
Y se sintió como una tonta, como una completa idiota.
"¿Quién es su sano juicio te amaría de la forma que crees que Rosé te ama?", pensó, había sido muy ingenua.
"Lisa, debes irte", dijo Lalisa, sentía su cuerpo mareando, sabía que su protectora iba a cambiar de lugares, e iba a tomar el control.
Pero debía decirle a Rosé lo que pensaba, ella podía defenderse sola.
Se levantó algo tambaleante, al llegar a la puerta del dormitorio, en ese preciso momento, la puerta del baño se abrió y allí estaba Rosé, con su cabello mojado y una toalla sobre sus hombros, vestida con su pijama, sonriendo tan linda como siempre.
Aunque la sonrisa de la mayor se borró al ver las lágrimas en sus mejillas y el cuaderno en sus mano.
—Creí que eras diferente —dijo Lisa, su voz sonaba razposa y dolida—. Creí que me amabas en serio... Pero sólo soy un proyecto para tu clase, ¿no? Sólo soy una tarea... Todo este tiempo lo fui.
—Lisa, no es-
—Pero yo soy la tonta. ¿Lo sabes? Yo soy la tonta por confiar en ti y por enamorarme de ti, soy una completa imbécil, pero tú, Rosé... Eres una persona horrible.
—No, Lisa, déjame explicarte —quiso tomar su rostro, pero recibió un empujón que la apartó.
—No vuelvas a acercarte a nosotras, nunca jamás —su voz grave, su rostro serio a pesar de las lágrimas.
—Lalisa, yo no estoy haciendo ese trabajo, lo abandoné, porque no quiero aprovecharme de ustedes.
—Pero igual lo hiciste, sí te aprovechaste de nosotras —dijo, enojada—. Y te aprovechaste de Lisa aún más, te tomaste todo el trabajo de enamorarla y de ser buena con ella, todo era mentira.
—¡Yo también estoy enamorada de Lisa!
—¿Cómo voy a saberlo? ¿Cómo podemos confirmar en ti después de esto? —alzó el cuaderno, luego negó y allí estaba Lisa mirando con dolor en sus ojos—. E-Es muy cruel de tu parte, Rosé... Todo lo que has hecho.
La menor se dio media vuelta, tomó un buzo y una bufanda, y se los colocó rápidamente para salir del cuarto.
—¿A dónde vas? —tomó su mano pero la pelinegra la empujó una segunda vez, lejos de ella.
—A cualquier lado donde no estés tú —dijo, aún llevaba el cuaderno bajo su brazo—. No voy a permitir que nos lastimes más de lo que ya nos han lastimado —añadió, con su voz rota, al salir de allí le dejó el mando a Lalisa de nuevo, para que la llevara lejos.
Se fue y cerró la puerta con fuerza.
Rosé sentía ganas de llorar, debió haber lanzado ese cuaderno a la basura en cuanto decidió no seguir con aquel horrible proyecto.
Se colocó unas botas de invierno, se abrigó y salió del cuarto, tenía las llaves para regresar y su celular, de inmediato llamó el número de la tailandesa, y esperó varios tonos, pero nunca atendió.
Volvió a insistir, salió del edificio de departamentos de la universidad, bajando los pocos pisos de escaleras que tenían hasta llegar al exterior.
—Contesta, por favor... —murmuró, como si eso fuera a cambiar algo.
Sintió el frío aire del invierno y sólo pudo pensar que Lisa no llevaba suficiente abrigo, la había visto salir con un simple buzo y bufanda, y las oscuras nubes en el cielo indicaban que iba a volver a nevar pronto.
Estaban a mitad del invierno, y el frío era muy pesado.
—Siempre tan estúpidamente impulsiva —continuó buscándola, pensando a dónde podría haber ido.
***
Lalisa estaba muy enojada, y se alejó de la universidad lo más que pudo, llevándolas lejos.
—No trajiste abrigo suficiente, nos vamos a enfermar —masculló.
"No volveré allí...", dijo Lisa, "Ni siquiera a buscar un abrigo más, no pienso volver a verla".
Sintió a Lisa llorar, su tristeza continuaba invadiendo el cuerpo, dándole una sensación de vacío en su pecho.
Les costaba controlar los cambios cuando alguno de las Alters tenía una emoción muy fuerte, simplemente querían sacar sus sentimientos al exterior, y para eso necesitaban el cuerpo.
Se esforzó por llevarlas a un lugar que considerara seguro, pero se le hacía difícil controlar la sensación del cambio de mando, comenzaba a marearse, no pudo ir muy lejos, llegaron a un parque algo familiar, ya habían estado allí antes, era la tarde y comenzaba a oscurecer de a poco, no había mucha gente, y Lalisa se sentó en un banco para poder llorar en paz, sintiendo el mundo dar vueltas, y estando completamente solas.
Lisa volvió a tener el control, y lloró un rato largo.
Cuando pudo calmarse un rato más, volvió a tomar el cuaderno de Rosé, y volvió a abrirlo, pasando por las páginas.
Encontró que Rosé había escrito cada encuentro que había tenido con las otras Alters, descubrió que el peluche de conejo no era un regalo, sino que era intencional para que Lisnie apareciera.
Eso hizo enfurecer aún más a Lalisa, porque ella era la cuidadora de todas, y especialmente de la
pequeña.
Todo parecía revelar una traición tras otra.
Intentó aguantar el llanto mientras seguía descubriendo, página por página, todo lo que necesitaba saber, necesitaba ver por sí misma que todo el cariño, toda la relación que había tenido con Rosé, era una mentira.
—Lisa es muy linda —leyó, estaba al final de una de las páginas, como una nota extra, buscó del otro lado a ver si aquello seguía, pero era sólo eso.
Era lo que siempre le decía, que era linda, que era hermosa.
Vio como Park comenzó a escribir sus encuentros en forma de anécdota, como si de verdad, fuera un diario.
—A-A Lili le gusta mucho el chocolate, compré unos cuantos para ella... Es muy tierna.
Otra nota, otra nota bonita, sin más, sin continuación, se quedaba sentada allí, temblando del frío helado del invierno, viendo unas palabras bonitas escritas en una letra bonita.
Llegó de nuevo a la página donde Rosé contaba lo que le había confesado, su máximo secreto, sus traumas y dolencias de una infancia destruida.
—Lisa me ha revelado su pasado, y el por qué de la existencia de Lisnie, Lili, Liz, Lalisa y ella... Todas nacieron por una injusticia, y no tienen la culpa de vivir algo como e-eso.
Al voltear la página, vio todo tachado, con rayas hechas con la lapicera negra que había usado para escribir todo el cuaderno, tanto que no se podía distinguir nada de lo ponía.
Al final, había una nota.
—Su pasado no les incumbe a nadie... Ni siquiera a m-mí... La confianza se quedará conmigo, y esa historia también... No importa lo que el s-señor Choi insista con esto... Dejen a Lisa y a las demás en paz...
Sintió las lágrimas en sus mejillas, estas dolían porque el frío hacia que todo doliera un poco más, temblaba de forma furiosa.
Se limpió el rostro de nuevo, para ver a la nota, que continuaba.
—L-Las amo... Más que a n-nada en el mundo... —su voz se fue apagado confirme el llanto volvía a surgir.
Rosé no había hecho nada, había cambiado tanto desde el comienzo hasta el final, se notaba en todo lo que escribía, en sus palabras.
"Pero eso no quita que haya empezado a llevarse con nosotras por un trabajo de investigación, quería estudiarnos igual".
Lisa negó, no podía ser.
En la siguiente página tuvo la respuesta que tanto necesitaba.
—E-El señor Choi insistió tanto en mí para hacer esto... Que no pude pensar claro en qué me estaba metiendo, sabía que estaba mal desde el principio... No quiero seguir este proyecto, cambie mucho de opinión... Y-Y voy a abandonar este cuaderno...
Sonrió un poco, su corazón se sintió algo mejor, se sintió algo mareada, ya no sentía frío, pero sólo sabía que Rosé no había hecho algo malo.
Ella había sido mala.
Recordaba cómo no la había dejado explicarse, le había dicho que era una persona horrible, que se alejara, que no las molestara nunca más...
Había sido cruel, lo había arruinado todo.
—E-Es la única persona que no se aleja de mí... Que no me rechaza porque sí y y-yo... Yo la alejo —murmuró, sintiendo la culpa en su interior, tenía náuseas, la presión en su pecho no la dejaba respirar, vio al mundo oscurecerse, preguntándose cuándo se había hecho de noche, o cuando había comenzado a nevar.
Sentía frío, mucho frío.
De pronto sólo pudo pensar en regresar con Rosé y rogarle, que la perdonara, y disculparse, pero no pudo siquiera ponerse de pie.
Sus párpados se hicieron pesados y sintió a cuerpo caer sobre la banca, aún con su última mirada del mundo estaba sola y perdida, y su último pensamiento fue que Rosé no la buscaría.
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