Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 12

Pasaron unos cuantos días, seguían con los mismos abrazos y mimos, Lisa pasaba más tiempo de lo normal en ese estado de transe, Rosé sabía que en realidad estaba concentrada en su mundo interno, posiblemente arreglando algunas cosas, hablando con las demás.

Apenas reaccionaba a lo que ocurría en la realidad, por eso se quedaban en el cuarto, en un lugar seguro, donde podían tener todo controlado.

Evitaban salir de la habitación, incluso ir a la cafetería de la universidad sería peligroso, porque Lisa no tenía registro de las cosas que pasaban, y sus acciones eran una especie de "modo automático".

En esos momentos, Rosé se quedaba a su lado, dejaba leves caricias en su cabello, Lisa sabía que ella estaba a su lado por más que pareciera que no la veía, a veces la espera se hacía más larga, podía durar horas, y terminaba usando su celular mientras la pelinegra seguía en lo suyo.

Luego de un rato reaccionaba y se reía porque Rosé usaba su pecho para apoyar el celular y ver videos más cómodamente.

—Deja de aprovecharte de mí, tonta.

—Yo no me aprovecho, sólo saco lo mejor de cada situación —dijo, con una risa, sólo para molestarla.

Llegó el sábado, luego de unos cuantos días de aquellas profundas charlas internas, que Rosé
desconocía y ni siquiera preguntó al respecto, finalmente Lisa volvía a sentirse lista para intentarlo de nuevo, y se lo pidió a Rosé con toda seguridad.

Decidió volver a intentar todo como si fuera la primera vez, para de alguna forma "borrar" todos los intentos fallidos y comenzar de nuevo.

De nuevo, estaban en la cama, y de nuevo, se sentó sobre sus caderas, como si fuera su primer intento, y comenzaran todo otra vez.

—¿Lo haremos? —preguntó, hasta el momento, Lisa no le había dicho nada al respecto, y creía que era otra sesiones de besos un poco más calientes.

—Ajá —la menor asintió, sonriendo—, hablé con Lalisa y con Liz, les dije que me dieran más espacio estando contigo, ellas confían bien en ti, y sabemos que no harás nada que nos lastime, o que nos haga mal, por más que yo esté nerviosa.

—Que es muy común en la primera vez, linda.

—Exacto, por eso les dije que dejaran las cosas seguir y sólo si se ponía bien feo intervengan. También decidimos que deberíamos desnudarnos juntas, a la par... Verás si sólo yo soy la que está sin ropa y tú estás vestida, me sentiré más expuesta y débil por... Ya sabes, cosas del pasado, y eso sería un desencadenante para Liz.

—Entiendo. Sabes que lo haré, no hay problema —Rose tomó su mano y entrelazó sus dedos—. Estamos juntas en esto, bebé.

Lisa asintió, ruborizada y sintiéndose cálida y bonita.

—Entonces creo que podemos empezar, cuando quieras —dijo, aunque se refería empezar en ese mismo momento, en la privacidad de su cuarto.

Comenzaron de nuevo con los besos humedos, con los chupetones, y las caricias, sus prendas comenzaron a caer al suelo, mientras se abrían paso a más contacto.

Cambiaron de posiciones, quedando Lisa debajo, y dándole paso a Rosé a hacer todo lo que quería con ella, la dejó acomodarse entre sus piernas.

Rosé volvió a besar sus pezones, su torso, dejó chupetones en su cuello y clavículas, mientras Lisa seguía pidiendo más.

Se fueron desnudando a la par, como Lisa había pedido, así cada una se quitaría primero su remera, luego sus pantalones, quedando ambas en ropa interior.

—¿Lista? —preguntó, para estar segura, y Lisa asintió con una sonrisa, su rostro estaba rojo, convidando perfectamente con las marcas en su cuello.

Rosé volvió a acariciar su clitoris por sobre la tela de las bragas, escuchando sus gemidos, luego de un momento donde le permitió acomodarse a esa sensación, descendió con su boca hacia el interior de sus muslos, besándolos mientras se acercaba a su sensible zona.

—R-Rosé... —gimió su nombre con necesidad—. Por favor...

—¿Estás apurada, mi cielo?

Lisa masculló un "Ajá" que se mezcló con sus gemidos.

Decidida a avanzar de una vez, Rosé bajó sus bragas.

Acordando su trato, se quitó las suyas también, ahora con ambas desnudas en el calor del cuarto.

Rosé volvió a acercarse a ella, y pasó su lengua por todo el largo, escuchado a Lisa soltar un gemido más pesado que los anteriores.

—¿Lista, Lis? —Rosé alcanzó su mano y entrelazó sus dedos—. Si te sientes mal, sólo dime, ya sabes.

—Lo sé —asintió—. Continúa, por favor... Te necesito.

Rosé sonrió por aquel tono de voz, tan sensible y desesperado, sin un momento de duda, acercó su boca hacia los labios exteriores de la chica, pasando su lengua entre estos mientras descendía, y luego rodeó su clitoris con calidez.

Succionó y bajó por esta con lentitud, manejando su lengua por cada rincón de la vagina, perdiéndose en los gemidos cada vez más erráticos de su novia, y en el apretón que mantenía en sus manos unidas.

Aceleró el movimiento, succionó con más fuerza, casi enterrando su rostro entre la entrepierna de Lisa.

—R-Rosé... E-estoy cerca —murmuró, entre gemidos desordenados, apretaba la mano de la rubia con fuerza.

La mayor se incorporó un poco, acomodó los muslos de Lisa tomando algo de aire, antes de, repentinamente, volver a la sensible zona de golpe, jugando ahora con sus dedos dentro de la chica, y ésta sólo pudo gemir más alto por la sensación, repitió aquello unas cuantas veces, haciendo vulgares sonidos hasta que sintió un chorro en su mano, deteniéndose para saborear de sus dedos toda la esencia de la menor, mientras la pelinegra acababa entre gemidos cada vez más suaves.

Se apartó en cuanto terminó, para recuperar el aire, sonrió, conforme y orgullosa de que su linda novia hubiera permanecido con ella.

—¿Sigues ahí, Lisa?

—Estuvo genial —dijo, entre suspiros, sonreía ampliamente.

—Estoy muy orgullosa de ti —dejó un beso sobre su mejilla, sus brillantes y grandes ojitos, tan redondos y expresivos le llenaban el alma de alegría.

—Ahora... Seguimos, ¿no? —preguntó, más que bien.

—¿Qué quieres hacer? —las manos de Rosé fueron a acariciar el vientre de su pareja, dejando mimos.

—Ya sabes... Quiero estar lo más pegada a ti —dijo en voz baja, su sonrisa era tan inocente que contrastaba mucho con sus palabras.

—Todo lo que quieras, pequeña —susurró, dejando un pico en sus labios—. Pero primero hay que prepararte bien, Lis. ¿Sabes cómo se hace?

—Con una correcta lubricación, nada de saliva, Lalisa no me deja.

Rosé rió, asintiendo.

—Tiene razón.

—Hay vaselina liquida en mi cajón, el de arriba, a un costado... También me estuve preparando para esto —indicó la más baja, y Rosé fue a buscarlo, Lisa se quedó viendo el estilizado cuerpo de Park, un trasero grande y bien formado, y un par de senos en un buen tamaño.

Se mordió su labio con fuerza, imaginándose aquel par dentro de su boca, escondió el gemido en su garganta.

—¿Teniendo pensamientos impuros, Lis? —preguntó Rosé, ya con el pote de vaselina en sus manos.

Hundió estos en el pote para lubricarlos.

—Lo que estamos haciendo es impuro, qué importan mis pensamientos —rodó sus ojitos.

—Siempre tienes razón, linda —se acomodó entre sus piernas, haciendo que las flexionara para tener acceso a su entrada, la miró para preguntar si estaba lista, y la tailandesa asintió con seguridad.

Rosé llevó sus dedos hacia la abertura entre sus labios bajos, frotándolos con suavidad.

Su otra mano comenzó a tocar uno de de los pechos de Lisa, para que el placer la distrajera.

Introdujo el primer dedo, que se deslizó con facilidad, y provocó un gemido algo molesto de parte de la chica, lo movió en pequeños círculos y luego en penetraciones, así continuó hasta que no sintió más dolor, hasta que se acostumbró a la sensación.

Continuó con un segundo dedo, la menor se derretía por cada avance de los dedos, y los fluidos vaginales la delataban.

—M-Más —gimió.

Park estaba siendo suave y cuidadosa con ella, no quería lastimarla, ni causar que cambiara a Liz por tocar algún punto sensible.

Continuó con un tercer dedo, esta vez fue más brusco y lo metió de golpe, Lisa arqueó su espalda de placer, soltando un gemido agudo.

Continuó penetrandola con sus dedos hasta que estuvo segura de que la preparó lo suficiente.

—¿Lista, Lis? —preguntó.

—Sí, totalmente —dijo, entre suspiros.

Rosé sacó sus dedos, consiguiendo una queja, más la ignoró, y se acomodó entre sus piernas, rozando ambas intimidades (que por cierto, sentía la propia hasta palpitar por la falta de atención).

Comenzó a moverse en ligeros círculos, siendo suave en los primeros movimientos, avanzando centímetro a centímetro al frotar ambos clitoris, mientras Lisa se aferraba a las sábanas, y gemía por el nuevo placer.

La mayor intentaba dejar de lado un momento el placer que le provocaba, se fijó en sus expresiones faciales, asegurandose que no sintiera ningun dolor, viendo que no se sintiera mal; Lisa era lo más importante.

Comenzó a moverse más rápido, comenzando a dar pequeñas embestidas.

Le siguieron más y más, mientras la pelinegra se deshacía en gemidos desordenados, y su espalda se arqueaba por los chapoteos que Rosé daba sobre su clitoris, el sonido le encantaba, y los gemidos bajos que la otra soltaba combinaban tan perfectamente con los suyos.

La neozelandesa tomó sus piernas y las llevó sobre sus caderas, Lisa la rodeó con estas, y la rubia fue más rápido (si es que fuese posible) con sus embestidas.

Sus manos se acomodaron a los lados de la cabeza de Manoban; teniendo a la mayor frente a ella, la atrajo hacia sí, uniendo sus labios de forma bruta mientras continuaban con sus movimientos.

—L-Lis... Y-ya casi... —habló como pudo, la contraria asintió.

—Y-yo también, R-Rosé~ —sentía aquella hermosa presión en su bajo vientre—. M-más, más...

Aceleró el movimiento de sus caderas todo lo que puedo, fueron un par de segundos más, y Lisa terminó bajo la intimidad de la mayor, y ésta apenas un poco después.

Se recostó sobre el pecho de la de ojitos grandes, escuchando sus acelerados latidos, sonrió completamente enamorada de aquel palpitar, de la calidez de aquel hermoso cuerpo, de aquella persona que brillaba tanto en su corazón.

Recuperaron el aire a grandes suspiros.

—Rosé —llamó, haciendo que volviera hacia ella, y se acercará a su rostro, Lisa le sonrió embobada, en sus ojitos brillaban lágrimas y en sus rojas mejillas había algunas, todas de placer y felicidad—. Quizás... Es muy pronto, pero, te amo.

Park le sonrió totalmente encantada.

—Yo también te amo, Lis —dijo, y fue hacia sus labios para besarla con bastante suavidad, más por la falta de aire que por otra cosa, siendo correspondida con gusto.

¡Volvió esta historia! ♡

Gracias a imrosesbf por permitirme adaptar su versión de este capítulo. :3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro