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— ¡Sunoo! — gritó con toda la fuerza de sus pulmones, llevaba una hora buscándolo, hacia unos cuarenta minutos que comenzó a nevar, ya había recorrido varias calles alrededor de la universidad, con la esperanza de que estuviera cerca, una parte de sí ya estaba paranoica y le decía que estaba hacia el otro lado, que estaba lejos, que no lo encontraría— ¡Sunwoo! ¡Ddeonu~!
Quizás alguno de los demás le respondería.
Se sentía como un idiota, tendría que haber quemado ese cuaderno, pero allí guardaba algunas cosas que quería conservar, tenía las primeras memorias que habían compartido, los primeros encuentros con los Alters, le parecían valiosos, bonitos, algo que leería dentro de unos años y recordaría con una sonrisa.
No lo guardaba como evidencia para su trabajo, ya lo había dejado hacia mucho tiempo, ya había empezado otro.
Ahora todo se había arruinado, y lo había perdido, en muchas formas.
Sintió las lágrimas en sus ojos, y las borró sin cuidado.
Volvió a tomar su teléfono y volvió a llamarlo, debía ser la número veinte, mínimo, y no tenía más esperanzas de que respondiera.
Para su sorpresa, a los tres tonos, respondió.
— ¿Sunghoon?
— ¡Sunoo! ¿Donde estas? Dime dónde estás— sintió ganas de correr, hacia cualquier lado, hacia él.
— No soy Sunoo... — murmuró, su tono sonaba cansado y hasta doloroso—. Sunghoon, tú eres mí amigo, ¿Por qué estoy sólo?
— Sun... — sintió esas enormes ganas de protegerlo, de abrazarlo y no soltarlo nunca, porque el pequeño era muy especial, no sabía lo que iba a hacer—. Sun, dime lo que ves, dime dónde estás.
— Sunghoon, hace frío y... Está todo lleno de blanco... Es un parque muy blanco.
— Bien, un parque, si, tu continúa hablando, dime qué más hay— buscó con el celular el parque y fue hacia él más cercano corriendo, no se podría haber ido tan lejos—. Voy para allá, dime, ¿Ves unos juegos? — posiblemente era el parque al que había llevado a Ddeonu una vez.
— Sí... — con eso confirmaba que era el mismo parque de siempre—. Están lejos, Sunghoon... Hace frío, Sunghoon, ¿Por qué hace frío?
— Porque es invierno, pequeño, y no tienes el abrigo adecuado... Pero estoy yendo y estarás calentito muy pronto, ¿Sí? Tú sigue hablando conmigo.
— Mmmh...
— ¿Donde estás?
— Estoy acostado... En un banco... Ví una foto de Sunghoon en el celular y estabas ahí.
— Estoy aquí, si, estoy cerca.
Sunghoon sonrió con ternura, sintió unas lágrimas caer, vió el parque al otro lado de la calle y dejó de correr para ver a su alrededor, buscando algún banco donde hubiera alguien, los juegos estaban cerca así que se alejó de ellos, yendo hacia el otro lado del parque.
— Sunghoon, te veo.
— ¿Me ves? — giró a su alrededor, hasta que lo encontró, hecho un bolita en un banco de madera, una ligera capa de nueve cubría de a partes su cuerpo, y se abrazaba al cuaderno que había encontrado, tenía el celular a un lado.
Corrió hacia el, sus labios estaban azules y estaba muy pálido, aún así Sun le sonrió.
— Aquí estoy, pequeño— quería llorar, le quitó la nieve de encima y lo ayudó a enderezarse, estaba muy frío.
Sunghoon comenzó a quitarse sus propios abrigos, para cubrirlo, le colocó su largo saco marrón, y sus guantes, también el gorro que llevaba puesto, guardó las pertenencias del menor en sus bolsillos, pero no era suficiente, tenía que llevarlo a un lugar con calefacción de inmediato, darle un baño caliente, cambiarse de ropa a una que no estuviera húmeda por la fría nieve.
— Sun, ven, yo te llevo — le dió la espalda para que él castaño se suba a ella, y Sunghoon rogó que todos sus años en el gimnasio aún funcionaran.
Estaban a unos minutos de la Universidad.
El menor pasó sus brazos sobre sus hombros y Sunghoon sintió un escalofrío, estaba helado.
— Sunghoon, tengo sueño...
— No te duermas, Sun, tengo chocolates para ti, pero no te duermas.
— Mmmh— murmuró como respuesta.
Sunghoon casi corrió con el castaño sobre su espalda de regreso al cuarto, al llegar a aquel lugar, con calefacción, escuchó a Sun suspirar con alivio.
Lo dejó sobre la cama, sentía sus piernas agotadas.
— Sun, hay que cambiarnos de ropa— dijo el mayor, y se sentía mal de invadir sus espacio personal, pero la ropa húmeda sólo lo enfermaría.
Comenzó a quitarle su abrigo, el pequeño sólo podía verlo sin entender nada.
— Sunghoon, ¿Qué pasó?
— Yo... Hice algo que estuvo muy mal, y Sunoo se dió cuenta, Sunwoo también, y los lastime y se enojaron mucho... Se alejaron de mí— dijo, su tono de voz era bajo, el castaño seguía mirándolo sin entender muy bien—. Levanta los brazos.
El menor obedeció, de sentía algo incómodo, con Sunghoon quitando su remera y su buzo a la vez, para luego bajar sus pantalones, dejó su ropa interior puesta, malos recuerdos lo invadieron y de inmediato sus uñas se clavaron en sus brazos, intentado cubrir sus cuerpo.
— Hey, hey, mírame— Sunghoon tomó sus mejillas, Sun mordía sus labios con fuerza, intentando no llorar—. No te haré nada, no es lo que estás pensando... Soy tu amigo, nunca te haría daño— se sintió mal por lo último, porque también era amigo de Sunoo, e igual le había hecho daño.
Sun asintió pero igual se sentía incómodo, tenía frío, su piel estaba muy blanca, de a poco empezaba a tomar más color por la temperatura del cuarto, allí donde sus uñas lo lastimaban dolía mucho más de lo normal.
— Te daré un baño, ven— Sunghoon tomó sus manos y lo llevó hasta el baño, dejando que entrara en la ducha, era apenas un cubículo en un rincón, con puertas de vidrio, donde se debía estar de pié, pero prefirió sentarse en el suelo porque sentía sus piernas muy débiles, el mayor abrió el agua y la reguló, para que no estuviera tan caliente, al menos no en un principio, podría hacerle mal darle demasiado calor de golpe.
Sin importar mojarse, se sentó a su lado, no entraban ambos en el cubículo, así que permaneció fuera, junto a la ducha, con la puerta abierta de esta, para sentir que estaban más cerca, y no fue sino hasta ese momento que se permitió llorar.
Había soltado un par de lágrimas en el camino, pero ahora que estaba todo asegurado, ahora que estaba a salvo y ya había pasado, dejó surgir todo ese llanto que acumulaba, todo el miedo que había crecido en pecho.
Sun lo vió llorar y comenzó a llorar también, no le gustaba ver a sus amigos llorar.
Sus uñas se apretaron a sus brazos, provocando dolor, quería lastimarse para así no concentrarse en la fea sensación en su pecho.
Se obligó a contenerse, en vez de clavar sus uñas en su piel apretó la capa de grasa de sus brazos, respirando profundo, como Sunghoon le había enseñado.
Ya no debía lastimarse, si se sentía mal podía llorar y ya, podría apretarse un poco los brazos, o abrazándose a si mismo con fuerza, pero nada iba a herirlo, ni siquiera él mismo.
Pasó así un rato, bastante largo, quizás unos veinte minutos, Sunghoon abrazaba sus piernas y escondía su rostro en sus rodillas.
Sunoo reaccionó en ese momento, sin recordar nada de lo que había pasado luego de desmayarse en el parque, sin saber cómo había llegado allí.
De un momento a otro había pasado de estar congelandose a estar sentado en el baño tomando una ducha caliente y en boxers.
Se preocupó al ver a su novio llorar.
Estiró una mano hacia él, tomando su brazo.
El mayor alzó el rostro y limpió sus lágrimas sólo, al verlo, el mayor sólo se inclinó frente a él, apoyando su frente en el suelo del baño, en una reverencia que le rogaba el perdón.
— Lo siento muchísimo— murmuró.
— Sunghoon, no... — se acercó a él, y tomó sus mejillas para alzar su rostro, quedando a la misma altura—. Yo lo siento, fui... Impulsivo y cruel contigo, muy malo, y te juzgue aún sabiendo que eras una persona maravillosa... No eres horrible, ni malo, y lo siento mucho....
— No, Sunoo, no tienes que disculparte— Sunghoon negó, sorbiendo su nariz para aguantar su llanto —. Sí, yo arreglé con el Señor Choi para hacer un trabajo sobre tu vida, y la de los demás también... Él hizo que yo quedara como tu compañero de cuarto a propósito y tienes todo el derecho de enfadarte conmigo porque sólo estaba aquí para ver cómo vivías con el TID...
>> Pero eso cambió cuando te conocí bien... Te amo, estoy completamente enamorado de ti, y vivir contigo es una de las mejores cosas que me han pasado en la vida... Me encantas tú tanto como los demás y son muy importantes para mí, son muy especiales... Y eso no es falso, no es falso todo lo que siento por ti, y las veces que hemos salido, lo hacía porque te amo.
>> Y tampoco he mentido al ser bueno contigo, como compañeros de cuarto, o amigos o novios... Yo no soy malo con nadie, soy así... Sólo me aproveché de eso, me aproveché de tu confianza y la de los demás... y tienes razón, y lo siento.
Sunoo negó, no quería disculpas.
— Lo sé, Sunghoon... Lo leí en el cuaderno, te juzgue sólo por unas palabras de cuando apenas me conocías... Y se nota cómo has cambiado, en cada página, y en cada párrafo.... Te juzgue muy pronto y lo siento.
>> Y-yo... Estoy tan acostumbrado al rechazo que... Siempre creí que era todo mentira y con esto... Sólo pensé lo peor, no dejé que me lo explicarás o... Al menos no esperé a leerlo todo... Sólo te alejo porque es lo que creo que harás, que al final me abandonas igual que todos y estaré solo, de nuevo... Y n-no quiero estar sólo...
— Sunoo, yo no quiero dejarte, ni abandonarte, ni alejarme de ti... — Sunghoon buscó algo de contacto y tomó su mano, el castaño entrelazó sus dedos— Tampoco quiero que tú lo hagas, no quiero que te apartes, porque quiero que entiendas que mereces estar con alguien, mereces tener a alguien en quién contar y para eso estoy yo, y nunca volverás a estar sólo porque quiero estar a tu lado...
>> Quiero quedarme a tu lado... A pesar de todo lo que hice mal, y lo siento.
Sunoo asintió, lloraba un poco.
— Sé que sigo creyendo que eres muy bueno para ser real, muy bueno para durar... Pero creo mucho en ti, confío más en ti que en mí mismo...
>> Aunque sé, no puedo evitar pensar en que en algún momento te irás, pero una parte de mí sabe que no es cierto... Porque tú no eres así... Me fuiste a buscar en plena tormenta de nieve...
>> Así que creo que... Debería empezar a creer que estarás conmigo bastante tiempo— sonrió, Sunghoon secó sus lágrimas—. Me daré una oportunidad de creer que esto sea para siempre.
— Es lo que la primera nevada nos dijo, ¿No? — preguntó Sunghoon, y el menor asintió.
Sunoo no tenía palabras para responder y sólo fue a abrazarlo, no le importó mojar su ropa, ya estaba empapada de todas formas.
— Tenía tanto miedo de no encontrarte — murmuró Sunghoon sobre su oído.
— Y-yo tenía miedo de perderte... De que te alejes porque te dije cosas horribles...
— No puedo dejarte ir tan fácil, Sunnie.
El castaño no respondió, se dejó consolar por el abrazo, por el cálido aroma de Sunghoon, y por el calor del agua la ducha, que golpeaba su espalda.
Luego de un rato en silencio, se apartó para tomar el rostro del mayor, y juntar sus labios, en un toque suave y lleno de dudas, Hoonie correspondió en seguida, y se sintió un poco mejor, continuó en los labios de su pareja hasta que ya no estaba ese nudo en su estómago, hasta que se sintió seguro.
Salió de la ducha un poco después, Sunghoon lo envolvió en una toalla y lo ayudó a secarse, su mirada estaba muy triste.
El baño estaba completamente empapado por dejar la puerta de la ducha abierta, Sunghoon dejó que Sunoo se cambiara, se pusiera ropa seca y esperara en el cuarto a que terminara de secar el lugar.
Vió la ropa que estaba tirada en el suelo del cuarto, empapada y fría, al juntarla sintió sus dedos congelarse un poco, lo metió todo en una bolsa, luego lo llevaría a algún lavadero.
Encontró el cuaderno, guardado en uno de los amplios bolsillos internos del saco de Sunghoon, lo dejó sobre la cajonera del otro.
Se quedó sentado en la cama, esperando al mayor.
Luego de media hora, el mayor apareció, le sonrió bonito y fue a su lado, se sentó junto a él y tomó su mano, entrelazando sus dedos.
— Creo que me salvaste la vida— dijo el menor—. Estaba tan enojado que no sentí el frío hasta mucho después.
— La próxima vez, prefiero que me grites y me golpees antes que salgas en plena nevada sin abrigo.
Sunoo asintió, sintiéndose avergonzado, Sunghoon dejó mimos en sus manos.
— Si me enfermo... Recuérdame que me lo merezco.
Sunghoon dejó un beso sobre su nariz.
— Si te enfermas te voy a cuidar hasta que estés bien— dijo en un tono de voz suave y tranquilo que hizo al menor sonreír.
— Eres muy bueno— murmuró.
— Uno suele ser bueno con las personas que quiere — respondió simplemente, se encogió de hombro — ¿Qué tal si pedimos una pizza?
— Es buena idea — dijo el castaño, asintiendo.
Eran pasadas las once de la noche, la pizza tardó un largo rato en llegar, tenían bastante hambre.
Pasadas las doce, volvieron a la cama, donde Sunoo se dejó abrazar por Sunghoon, habían estado muy callados en todo el rato.
— Sunghoon.
— Sunnie.
— ¿Estamos bien?
— Por mí, claro que sí, estamos bien ¿Tú?
— También— dijo.
Aún quería disculparse, sentía que no lo había hecho lo suficiente.
Sentía que podía pedir perdón por el resto de su vida.
— Sunnie — hizo un sonido afirmativo, Sunghoon acarició su espalda con ternura—. Igual te amo.
Sunoo sonrió un poco con eso, fue el mayor consuelo que su corazón podía pedir.
— Yo también te amo.
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