◾부분 만◾
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—Hasta pronto, Myeongie —Su mejor amiga se despedía agarrada del brazo de su novio para ir a una cita, como casi todos los días al finalizar las clases.
Por su parte, ella les quedó mirando. ¿Cómo es que se sentiría tener un novio? A sus diecisiete, casi dieciocho años, nunca había tenido una pareja, por lo que ignoraba todo lo que era ir de citas con un enamorado. No es que no le interesara, simplemente nunca se le había dado la oportunidad y mejor optaba por no darle mucha importancia a ese tema.
Se dio la vuelta para seguir ordenando las cosas en su casillero. Ya era hora de ir a casa y no había casi ninguna alma por ese pasillo. Hasta que lo vio a él, Min Yoongi.
Aquel chico que parecía estar hecho de hielo, pues su rostro nunca había visto una gran sonrisa, ni siquiera cuando estaba junto a la compañía de sus amigos. ¿Sería que alguna vez sonreiría?
Cerró la puerta de su casillero y se dirigió a la entrada, ahí se lo encontró otra vez parado en la puerta principal mirando quién sabe qué. Su pálida piel era iluminada por una suave luz. Era muy atractivo, lo tenía que admitir, pero no era su tipo o al menos eso pensaba ella. ¿Debía existir un tipo siquiera? ¿No se supone que si te gusta alguien esa persona es única para ti?
En serio no comprendía muy bien de qué trataba todo eso del amor. A veces se veía tan simple, pero ciertamente era más complicado de lo que pensaba.
Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se percató de cuando Yoongi se marchó, tan solo lo supo cuando volvió a mirar en su dirección y ya ni siquiera estaba su silueta . ¿A qué lugar iría ese chico?
Vivían bastante cerca, o al menos eso había deducido ya que la mayoría del tiempo pasaban por el mismo recorrido. Aunque... ya hace un tiempo que no lo había visto tomar el mismo camino. Tenía curiosidad de saber en qué gastaba su tiempo luego de las clases, ese chico realmente le llamaba la atención, pues no se parecía al resto. Era... ¿Cómo decirlo? Un tanto diferente ante sus ojos.
Salió del edificio rápidamente y lo buscó con su vista por los alrededores pensando que tal vez todavía estaría por ahí, pero lamentablemente no lo vio por ningún lado. Ya se había marchado, y si nada más que hacer, se fue para su casa.
De camino se encontraba una amable señora que en su tienda vendía dulces, se pasó por ahí y compró unos cuantos. Definitivamente sus hermanitos estarían felices por el pequeño obsequio que les llevaba.
⏰
—¡Ya llegué! —alegremente habló entrando a su casa— ¿Papá? ¿Mamá? ¿Chicos..?
Nadie le respondió. ¿Qué estarían haciendo? Fue a su cuarto a dejar su bolso y en el trayecto no se había encontró con ningún integrante de su familia. Tampoco estaban en la sala de estar o en la cocina, en el patio, pensó. Esa era su última opción, pues si no estaban ahí, seguramente se habían ido sin siquiera avisarle.
Corrió la puerta de vidrio para salir al patio, y efectivamente, ahí se encontraban todos alrededor de un ¿cachorro?
—¡Oigan! —llamó la atención de todos por unos segundos, unos pocos segundos en los que la miraron para luego regresar sus ojos al pequeño animal— Vaya, yo también los quiero quiero mucho familia, también me alegra que ya estén en casa... —se dijo a sí misma en un susurro.
Se acercó para ver al animalito, tenía que admitir que el pequeño animal era demasiado encantador. Su pelaje ondulado de un color achocolatado más esas pequeñas patitas que le hacían caminar con un poco de dificultad, lograban hacer que observarlo fuera casi hipnótico.
—Así que por esta pequeña bolita de pelo no fueron a saludar a su hermana —se dirigió a sus hermanos—. Ay, y yo que les traía un pequeño obsequio. Que lástima, me los tendré que comer sola —dramatizó exageradamente.
Los pequeños posaron su mirada en ella con un pequeño brillo en sus ojos. ¿Había dicho "comer"? Si era así, habían cometido un gran error al no haberle prestado atención a su hermana.
Un "no" al unísono no se hizo esperar.
—Perdónanos, Myeong —habló el más pequeño de ellos—. No era nuestra intención no hacerte caso, pero es que... el cachorrito es más tierno que tú.
Sus padres miraban con burla a su hija mayor, pues su cara se había transformado al escuchar las palabras de su hermanito. Sólo asintió lentamente completamente ofendida.
—Calla, calla —su otro hermanito reprochó al más pequeño, haría que su hermana no les entregara el obsequio por su falta de respeto hacia ella.
—Pero si es verdad... —hizo un puchero.
Myeong se enterneció al ver a su hermanito más pequeño, realmente esos dos pequeños eran su mayor debilidad y más cuando hacían algún gesto tierno. Estaba segura de que iban a seguir siendo tiernos incluso aunque crecieran, pues sus ojos de hermana mayor siempre los veían como si fueran unos bebés.
—Bueno... —titubeó— Creo que podría compartir estos dulces. ¿Ustedes qué creen? ¿Me ayudarían comiendo algunos? —les extendió la bolsa que contenía los dulces a sus hermanos.
—¡Sí! ¡Muchas gracias! —se acercaron gustosos hacia su hermana para darle un abrazo y un sonoro beso en cada una de sus mejillas.
—No coman muchos —les advirtió con una sonrisa en su rostro.
—Ay, hija. No deberías malcriar tanto a tus hermanos —habló su madre dándole una sonrisa, para posteriormente adentrarse a su casa.
—No le hagas caso. Mejor anda a ver al cachorro, estoy seguro de que te gustará, a tus hermanitos les fascinó —su padre se acercó a ella para acariciar su cabeza y luego irse tras su esposa.
Mientras tanto, sus hermanos tomaron la bolsa con dulces y se fueron a ver televisión, dejándola sola con el animalito. Se agachó para estar más a la altura del pequeño, quien al final fue su única compañía después de que todos se fueran.
—Ven, pequeñín —le llamó, el can se acercó los más rápido que pudo, buscando las caricias de la chica—. ¿Sabes? —le habló nuevamente— Yo quería un cachorro cuando pequeña, pero nunca lo tuve, ahora estoy envidiando un poco a mis hermanos, ellos te tendrán a ti.
Y así estuvo un rato, dando suaves caricias, intentando desconectarse del mundo.
—Bueno, ya me debo ir —susurró al percatarse que el animal se encontraba dormido.
Se dirigió a su habitación para leer un poco, conectó sus auriculares a su celular y puso en aleatorio la lista de su artista favorito, cualquier canción que sonara estaría bien.
Leyó pacíficamente, de vez en cuando tarareando alguna de las canciones que sonaba, así se la pasó el resto de la tarde hasta que su estómago le avisó que tenía hambre. Dejó su celular junto a su libro sobre el escritorio y salió de su habitación.
Fue a la cocina en busca de algo que comer, tal vez unas galletas o algún que otro alimento.
Con un paquete de galletas en sus manos (de limón porque eran sus favoritas), se dirigió a la sala de estar, donde aún se encontraban sus hermanitos viendo televisión. Aprovechó que se encontraban sentados en la alfombra para sentarse en el gran sofá.
—¿Quieren? —les ofreció galletas, mientas se llevaba una a su boca.
Negaron rápidamente.
—No nos gusta su sabor —el más grande habló, y en seguida se giró posando su mirada en la pantalla de la televisión.
—Okey, más para mí —se llevó otra a su boca—. Por cierto, ¿dónde están mamá y papá?
—Salieron hace rato —el mayor de los chicos volvió a hablar, sentándose al lado de su hermana.
—¿Sabes dónde? —preguntó extrañada.
—No lo sé, dijeron que volverían tarde, ¿sabes qué significa eso?
—Humm... no lo creo, ¿Qué significa?
—¡Significa que tú nos vas a tener que alimentar!
—Ooh, ya veo... ¿Qué quieren de comer? —no era como si fuera la mejor cocinando, pero se le daba bastante bien. Además haber preguntado a sus hermanos que querían de comer no estaba mal ¿o si?
Los pequeños se dieron miradas cómplices.
—¡Pizza! —Gritaron, sorprendiendo a Myeong, aunque en verdad no era muy difícil de preparar.
—Está bien, pero voy a necesitar su ayuda para hacerla.
—¡Sí! —celebraron poniéndose a saltar— Eres la mejor hermana de tooodo el mundo.
—Aww, gracias. Aunque vamos a tener que ir a comprar algunas cosas para la pizza, vayan a por unos abrigos para ir.
Los pequeños se levantaron velozmente en busca de unos abrigos. Últimamente comenzaba a hacer frío y lo último que quería era que sus hermanitos se enfermaran por algún descuido de ella.
También se levantó para ir a buscar un abrigo y de paso al cachorrito en el patio trasero para dejarlo en el calor del hogar y no afuera con todo el frío. Al regresar a la sala de estar vio que sus hermanos ya estaban listos.
—Antes que salgamos recuerden no soltarse de mi mano, hacerme caso en todo lo que les diga y por ningún motivo vayan a irse con algún extraño. Si no cumplen eso mamá me va a matar.
—Sí, oficial —respondieron divertidos y juguetones, soltando pequeñas risitas
—Hablo en serio, chicos... —intentó sonar autoritaria, aunque realmente ese papel no le quedaba del todo.
Si hasta sus hermanos lo notaban.
—Oki, hermana. ¡Ahora vamos antes que se haga más tarde! —el más pequeño estaba impaciente por comer pizza.
Y vaya que tenía razón, al salir de casa se dio cuenta de que el sol ya estaba por esconderse. No es que tuviera miedo a salir a la calle sola cuando los rayos del sol eran reemplazados por luces artificiales, pero se sentía un poco nerviosa al salir y, de alguna forma, quedar tan vulnerable junto a sus hermanitos.
Tal vez hubiera sido mejor opción pedir algo, pero tan sólo eran unas cuántas cuadras hasta llegar a la tienda, lo peor que podía pasar era que alguno de sus hermanitos se tropezara y raspara alguna parte de su cuerpo. Fuera de no había ningún otro peligro, ¿o si?
Realmente hacía frío y aún caminando no lograba quitarse de su sistema. Miró a sus hermanitos, cada uno a un costado de ella, ninguno de los dos parecía tener frío, al menos eso era bueno. Ir hasta la tienda con un berrinche infantil no era la cosa más divertida.
—Hermana, un señor nos está siguiendo —le dio un escalofrío al escuchar a su hermanito. ¿Acaso era cierto o era alguna clase de broma pesada?
Miró de reojo hacia atrás y notó una figura masculina a unos cuantos metros de ella y sus hermanos. Por impulso apretó las manos de sus hermanos y apresuró un poco el paso. Sabía que no debía juzgar siempre por lo que se veía, pero no podía evitar estar intranquila.
—No nos está siguiendo, de seguro sólo va por el mismo recorrido —dijo dándoles una pequeña sonrisa, aunque por dentro el miedo le invadía.
Ya estaban a una cuadra de la tienda, sólo debían doblar a la izquierda y listo. El hombre aún seguía detrás de ellos, no había hecho algo raro, pero el miedo latente seguía presente en ella.
Por fin dentro de la tienda suspiró sonoramente, ya se sentía segura junto a esos pequeños. Se dirigieron al pasillo en donde se encontraban las masas prepizzas. No pudo evitar quedar mirando el pasillo de alimento para mascotas, especialmente el sector de la comida para perro, pues una silueta conocida pasó por su campo de visión. ¿Ese era Min Yoongi? No, claro que no, él no tenía un perro o al menos las veces que había pasado frente a su casa nunca había visto que tuviera alguno.
Lo más probable era que había visto mal, sí, eso debía ser. Así que siguió en su búsqueda de los ingredientes con ayuda de sus hermanitos.
⏰
Ya con todos los ingredientes comprados y pagados, salió de la tienda con las bolsas colgando de sus manos. No pudo evitar parar al ver al hombre de hace un rato todavía en la calle de enfrente. Quiso sacar su celular para revisar la hora, pero se percató que lo había dejado en casa.
Rayos.
Escuchó las suaves quejas de sus hermanitos reclamándole por no avanzar.
—Perdón, perdón, estaba viendo si faltaba algo —acarició sus cabezas—. Pero como veo que no, ya nos vamos a casa.
Comenzó a caminar otra vez con sus hermanito, ¿el hombre aún seguía parado en la calle de enfrente? Miró en esa dirección y no lo vio, en su lugar estaba por la misma calle por la cual iban caminando.
¿Acaso ese hombre los había estado esperado? Nadie estaba tan loco para hacer eso, y menos con todo el frío que hacía...
—Hey, chica —...O tal vez sí.
El hombre le había hablado, era un hecho. Frente a ella no había nadie y dudaba que detrás lo hubiera. ¿Acaso no podía tener un poco de respeto al ver que iba con dos niños pequeños? Ignoró al hombre haciendo como que no había escuchado. Incluso si hubiese estado sola esperaba que no pasara algo así.
—Vamos, preciosa, no seas tan tímida, vamos a divertirnos un rato —sin duda ese tipo era un completo descarado. ¡Ni siquiera era una hora donde se suponía que aparecían los tipos de su clase... tan desvergonzados!
Dio vuelta a la esquina esperando a que el hombre se aburriera de ir tras ella y se marchara de una vez, ¿pero y si la seguía hasta su casa? El pánico le invadió, sus hermanitos se veían con mucho miedo, incluso más que ella.
—Tranquilos, chicos, el hombre sólo está molestando, no le hagan caso.
Y en verdad eso quería, porque el hombre no los dejaba de seguir y sentía que cada vez apuraba más su paso para estar más cerca de ellos.
—¡Señor, deje a mi hermana tranquila! —el hermano de en medio se soltó de su agarre para encarar al hombre— ¡No ve que ella no quiere jugar con usted!
—Ay, estos mocosos, ¿tu mami no te ha enseñado a no meterte en los asuntos de los grandes?
El pequeño apretó sus puños, ese señor era muy desagradable. Desagradable y muy feo.
—Para su información, mi mamá sí me ha enseñado, pero las personas desagradables como usted no merecen ese trato.
El hombre se acercó al pequeño y elevó una de sus manos. Myeong se puso alerta enseguida y colocó a sus hermanos detrás ella. Ninguno tenía que llegar con un golpe, pero prefería recibirlo ella antes que le pasara a uno de sus hermanos.
—No se le ocurra hacerle algo. Deje de molestarnos y vaya en busca de hacer algo más productivo que seguir a una estudiante. Y agregando otra cosa, ¿querer golpear a un niño pequeño? Eso realmente es muy patético —soltó, sacando valentía de quién sabe dónde.
El hombre le observó incrédulo. Siguiéndola se había visto tan inocente y callada, y de un momento a otro simplemente había sacado las garras.
Y claro, lo que el hombre no sabía era que esos dos pequeños que acompañaban a la chica eran lo que más le importaban en el mundo, por eso, aunque estuviera aterrada, si alguien se metía con alguno de ellos iba a ser una de las peores cosas que le podían hacer.
—Deberías cuidar tu boquita si no quieres tener problemas —amenazó acercándose hasta llegar a ella. Acarició su mejilla sin cuidado, claramente con la intención de darle alguna clase de advertencia.
—No me toque —apartó su mano de un manotazo.
La valentía se estaba escapando más rápido de lo que esperaba que perdurara y los nervios se estaban escabullendo hasta sus huesos.
—Oye, ¿quién te crees para poder golpearme? —le agarró la muñeca en la que tenía la bolsa de las compras— Eres una chica maleducada, al menos dame esa bolsa que tienes y te dejaré en paz...
—No —soltó sin pensar.
Y es que tal vez estaba siendo muy tacaña, pero las cosas que contenían esa bolsa eran para sus hermanitos, no para un completo extraño, especialmente para alguien como ese hombre.
—No seas boba, es un buen trato, me das la bolsa y te dejo ir tranquila con esos mocosos.
Myeong se lo pensó un poco, cosa que al parecer para el hombre fue mucho tiempo, se impacientó tanto que con fuerza la tiró hacia él.
—O-oiga —chilló asustada intentando zafarse de su agarre.
La bolsa que sostenía cayó al piso sin previo aviso al suelo.
Los pequeños comenzaron a sollozar por el miedo, ese hombre tenía aprisionada a su hermana. El más pequeño salió corriendo desesperado en busca de ayuda para su hermana y el otro hermanito, un par de años mayor, le siguió.
Myeong entró en desesperación, sus preciados hermanos acababan de salir corriendo quién sabe hacia donde, les podía pasar algo malo si ella no estaba junto a ellos...
—¡Suélteme! —tiró con fuerza, forcejeando para quedar libre— ¡Déjeme ir, por favor! —sus hermanos... ella quería ir tras ellos para asegurarse de que no les pasara nada.
—Deja de lloriquear, niña, llamarás la atención —le cubrió la boca con su otra mano e incluso se atrevió a intentar a arrastrar a la chica, pero Myeong no se lo permitiría, no podía dejarse llevar por ese tipo.
—Ya basta —una voz desconocida hasta el momento se hizo presente en la escena—. Hay personas que queremos descansar y con tanto ruido no se puede.
Era Yoongi.
Myeong se sorprendió al ver al chico a unos cuantos metros de donde estaba ella, quería que le ayudara a zafarse, el tacto de ese hombre la asqueaba en demasía.
—No molestes, muchacho —habló el hombre, acercando a la chica más hacia él. Si tan sólo le hubiera entregado la bolsa tal vez se hubiera podido ir, pero ¿realmente algo le aseguraba que la hubiera dejado ir sin más?
—El único que está molestando aquí eres tú —Yoongi sonaba molesto—. Suéltala y ve en busca de algo que esté a tu misma altura —cada vez se acercaba más hacia ellos.
Realmente Yoongi no tenía un cuerpo que asustara, era normal y su musculatura incluso no era mucha, pero su mirada era tan penetrante y fría, el hombre se sintió cohibido. Sintió como si con la mirada le estuviera agarrando con sus propias manos.
Cada vez Yoongi estaba más cerca, y el hombre comenzó a disminuir la fuerza de agarre,. Empujó a Myeong con fuerza provocando que cayera al suelo para aprovechar y escapar de ahí, no quería más problemas y por lo mismo marcharse de una buena vez era la solución perfecta.
—¡Ni siquiera estabas tan buena para jugar un rato, estúpida niña! —fue lo último que dijo antes de desaparecer.
Myeong subió la mirada encontrándose directamente con esa mirada gélida tan característica de Yoongi.
—G-gracias —le dijo apenas, intentando recuperar su respiración normal luego del forcejeo y el susto que había pasado.
—No es nada, sólo quiero descansar en paz y tus gritos no me dejaban. Me sorprende que nadie haya venido en tu ayuda —la examinó completamente—. ¿Te puedes poner de pie?
—S-sí —respondió poniéndose de pie, limpiando sus manos. Una fuerte punzada se hizo presente en su tobillo izquierdo y una mueca de dolor se formó en su rostro, pero lo que le importaba era ir en busca de sus hermanos a toda costa.
—Tus hermanos están en mi casa —comentó Yoongi, como si le hubiera leído la mente—. Mi madre se quedó con ellos, vamos a buscarlos para que luego te acompañe hasta tu casa.
Sólo asintió avergonzada, comenzando a caminar en dirección a la casa del chico. Se sentía asustada por lo que le acababa de suceder y, aunque Yoongi fuera frío, realmente junto a él se sintió un poco cálido.
⌛
Ya habían pasado dos semanas de lo sucedido con ese hombre. El día posterior al incidente Myeong había tenido que ir al doctor porque el dolor en su tobillo había aumentado mucho, resultando ser un esguince. Nada muy grave, pero esguince al fin y al cabo.
Por la noche de ese mismo día, no pudo haber estado más feliz cuando vio a sus hermanitos sanos y a salvo en la casa de los Min. Quiénes al verla habían corrido a hasta ella para asfixiarla con abrazos y besos.
Por otro lado, las clases estaban un poco aburridas, pero ya pronto sería la hora de salida y se podría ir a descansar a su casa. Los últimos días había visto a Yoongi sin siquiera proponérselo, de un momento a otro lo lograba identificar aun cuando se encontraban en una multitud de estudiantes o a una gran distancia.
Ese chico simplemente había acaparado su atención completamente, no entendía cómo, pero lo había logrado.
Sonó el timbre indicando la hora salida, por lo que ordenó sus cosas que estaban sobre el escritorio y se dirigió a su casillero para ir en busca de su bolso. Ya con este colgando de unos de sus hombros, se dirigió a la salida, y para su sorpresa, nuevamente allí se encontraba Yoongi apoyado en la pared.
Se quería acercar a él para hablarle, pero se sentía apenada. ¿Qué le diría? ¿Cómo sacaba un tema de conversación?
"Hey, sabes... hace un tiempo te quiero hablar sin razón alguna, o bueno, me pareces un chico muy interesante".
Claro que no podía empezar diciendo eso. Era una enorme vergüenza asegurada, por lo que mejor se dispuso a hacer como que ordenaba su bolso para observarlo de vez en cuando. Sí, observarlo desde lejos era más que suficiente.
Y otra vez, como hace tiempo atrás, esa figura apoyada en la pared desapareció a través de las puertas que indicaban la salida. Y como siempre, ella se iría a su casa sin hacer nada al respecto, aunque cuando se dio cuenta, ya lo estaba siguiendo. Definitivamente no era una buena idea, pero ya no había forma de echarse para atrás.
¿A dónde iba? No tenía ni la menor idea, pero en serio quería saberlo. Tan solo quería descubrir en qué gastaba su tiempo alguien que parecía no tener mucho que hacer. Le seguiría solo por esa vez para saciar su impulso de saber un poco más sobre él y luego dejaría su pequeña su indagación.
El clima estaba hermoso y tal y como ella amaba; un perfecto nublado. No tenía nada contra los días soleados, pero mientras a la mayoría se le hacían felices los días con un gran sol, a ella le hacían feliz los días en los que el cielo estaba completamente lleno de nubes. Era una sensación de nostalgia bonita, como una felicidad pacifica.
Siguió caminando detrás de Yoongi a una distancia prudente, pues no quería ser descubierta. Le siguió y le siguió hasta que llegaron a un callejón, el callejón detrás de la escuela. Había escuchado rumores sobre ese lugar, aunque realmente nunca había estado allí, por lo que ignoraba su existencia.
Se tensó al pensar en qué haría Yoongi en ese callejón. ¿Acaso se iba a encontrar con alguien? Si era así, tal vez no había sido una buena idea seguirlo. Los encuentros en ese tipo de espacios no eran precisamente de amigos que jugaban algún juego inocente... o al menos eso había escuchado.
Se quedó esperando a que el chico desapareciera por ese solitario lugar para apegarse a una de las paredes más cercanas a escuchar que sucedía allí adentro. Su respiración se cortó cuando empezó a escuchar unos murmullos.
Estaba con alguien... Oh, rayos. Se intentó alejar, pero torpemente sus pies chocaron haciendo un sonido que se logró escuchar gracias al gran silencio. Tapó su boca al instante por reflejo, y se sintió la persona más tonta del mundo por ser tan torpe, pero es que sus pies se habían enredado de la nada, no lo había hecho a propósito.
—Ya sé que estás ahí—habló Yoongi en un tono no muy amigable.
Y sin nada más que se le ocurriera para escapar de la situación, simplemente salió de su pequeño escondite arrepentida y esperando encontrarse con alguna escena, de alguna manera, desagradable para sus ojos.
Pero en cambio, Yoongi se encontraba agachado en ese solitario callejón con su mirada posada en algo. ¿Qué escondía?
—Y-yo lamento haberte seguido —dijo arrepentida mientras se introducía en el callejón.
—Humm... ¿Realmente lo lamentas? —no la estaba viendo, pero su voz tan indescriptiblemente profunda casi le hizo temblar.
—S-sí, o bueno, en verdad... no me arrepiento.
Si iba a ser la única vez que le hablaría, no quedaría como una debilucha, no otra vez. Además, sólo estaba hablando con un chico, no tenía que ser tan diferente a cuando hablaba con sus hermanos, ellos eran pequeños por supuesto, pero al fin y al cabo también eran chicos.
—Así que "no", realmente eres una chica un poco traviesa. Y pensar que te tomaba como alguien más tranquila.
—Lo soy, sólo te seguí por curiosidad, nada más.
—He de suponer que el hombre de esa noche también te seguía por curiosidad. Voy a tener que resguardarme, quién sabe, tal vez me vayas a atacar.
—No haré eso, ya te he dicho que solo te seguí por curiosidad... Quería saber qué hacías
Mientras más hablaba, más sentía que decía solo boberías. Eso no le había sonado muy bien luego de darle un par de vueltas y se sintió mal por eso. Yoongi se levantó, tomando la mochila que llevaba con él para ponerla a un costado suyo, dejando a la vista un pequeño cachorro parecido al que tenían en casa.
—Bueno, supongo que ya te has de haber dado cuenta lo que hago. Cuido de un cachorro, se llama Holly.
—Un cachorro... —en serio nunca había pensado que gastaba su tiempo en un cachorro, pero ahora que lo meditaba, tenía sentido. El pequeño animal estaba frente a ella, saltando y corriendo alrededor de Min— Entonces ese día sí eras tú el de la tienda, le estabas comprando comida.
—Sí, exactamente. Le estaba comprando su alimento a esta cosita peluda.
—Wow... Nunca pensé que gastabas tu tiempo en un animalito, siempre te ves tan frío e inexpresivo que es difícil imaginarte cayendo por una criaturita tan bella.
—No todo es lo que piensas, pequeña —se acercó hacia ella, quedando a unos escasos pasos—. Es muy fácil caer rendido por una lindura, ¿no lo crees?
—E-eh, sí. Los animalitos son muy lindos, es difícil no dejarse enternecer por ellos —respondió nerviosa, Min Yoongi estaba a unos escasos centímetros frente a ella, ese chico que se había robado sus miradas—. ¿Por qué no tienes a esa bolita de pelos en tu casa? —cambió rápido de tema.
—Mi mamá no me deja. Es alérgica al pelaje de los perros, según ella, aunque creo que más bien no cree que yo soy capaz de cuidar de algo por mí mismo.
—Ya veo, ¿hace cuánto lo llevas cuidando aquí? —se agachó para llamar la atención del animalito, que alegremente se acercó dando brincos.
—Casi dos meses, pero ya es hora de que consiga un buen hogar, no puedo mantenerlo más de esta forma. Pronto me iré a la universidad y no voy a tener tiempo para cuidarlo como ahora.
—¿Y no le puedes llevar? He escuchado que algunos lugares aceptan mascotas, c-claro si es que te vas a mudar a algún lugar. Puede que también no se pueda...
—Sí lo haré, pero el otro problema que tengo es que soy un chico un poco dormilón, por no decir muy, y los perros necesitan a un dueño activo, no a alguien que al llegar de clases se ponga dormir como si de ello dependiera su vida.
—Tienes razón... pero ahora le has cuidado con mucho cariño, ¿no? Se nota bien de salud y además se le ve alegre, no creo que el que no seas tan energético sea un problema, tu sola compañía lo debe alegrar, ¿cierto? —preguntó al animalito mientras acariciaba suavemente detrás de las orejitas.
—Humm creo que no estaría nada mal llevármelo conmigo, después de todo le he tomado mucho cariño, pero sabes... Llevarte a ti conmigo suena mejor.
Myeong enrojeció a no más poder, ¿Realmente Yoongi había dicho eso? Tal vez en verdad se había caído y todo estaba siendo una ilusión de su cabeza. Pareció algo bastante razonable.
—¿Q-qué dices? —le miró cubriendo su rostro con algunos mechones de su cabello para disimular su sonrojo.
—Digo que me encantaría seguir viéndome contigo, ¿o es que debo ser más directo?
—N-no... es sólo que... apenas nos conocemos —balbuceó, sabiendo que hace tiempo ella había descubierto varias cosas de él.
Yoongi se agachó hasta quedar a su altura, mientras Holly se encontraba jugando entre ellos totalmente ajeno a la situación.
—Soy Yoongi —estiró su mano, él también había visto a Myeong y le parecía linda, pero no se dejaba solo guiar por las apariencias.
Tal vez por eso, ese día cuando la había salvado comprobó que no era simplemente linda, sino que también tenía un muy buen corazón. Y eso definitivamente le había fascinado. Para él no había sido fácil encontrar chicas buenas de corazón y que no sólo les importara el exterior.
—Y yo soy Myeong —respondió para luego estrechar sus manos siguiéndole el juego—. Un gusto.
—El gusto es mío. Ahora dime, ¿te gustaría conocernos más? Por mi parte, me gusta mucho la idea — y una suave sonrisa se coló en su rostro.
En ese momento fue cuando Myeong vio por primera vez una sonrisa tan sincera y hermosa. Quién sabe, tal vez sería la primera vez de muchas.
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◾
Y allí, justo en un callejón no muy bien visto, dos personas intercambiaron varios pensamientos, aunque en verdad sólo había una veracidad.
"Lo superficial no siempre muestra lo real"
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