Prólogo.
En las tierras de Galore existe una leyenda. Cada vez que Galore se encuentre aquejada por la maldad y las guerras, un héroe legendario vendrá sin aviso desde otro mundo, este héroe, que siempre usa el nombre de "Noobly", emanará una fuerza de voluntad superior a todas las demás, una fuerza de voluntad lo suficientemente poderosa para traer de vuelta la paz y la felicidad a Galore.
No obstante, en esta noche fría, aquel héroe legendario se encontraba empapado en su propia sangre, corriendo con pies de plomo y llevando a su mejor amigo sobre su hombro a través del largo pasillo de un oscuro castillo.
- Ryu... Ya basta, no podremos salir de esta -, habló con clara resignación.
Sternheim era el mejor amigo de Noobly, discutían muy a menudo, principalmente debido a la obstinación de su amigo, pero aun así siempre le dio su apoyo en todo. Sin embargo, ahora estaba totalmente resignado, sus esperanzas de salir con vida habían sido totalmente destrozadas.
- No seas pesimista, SÍ vamos a salir -.
Noobly no le hizo caso, como era costumbre, por lo que siguió corriendo hasta llegar al final del pasillo y encontrarse con una larga hilera de escalones, que no dejaba ver su final. Tragó saliva y respiró hondo, estaba dispuesto a bajar, pero justo en ese preciso momento sus piernas no aguantaron más y se desplomaron.
Él y Sternheim cayeron abruptamente, más no cayeron por los escalones, si no que se quedaron justo al borde, de hecho, en la posición en la que estaba, Stern podía ver directamente hacia el otro extremo del pasillo, y entonces aparecieron. Unos orbes rojos llenos de ira aparecieron brillando entre medio de la oscuridad.
- Nos encontró -, un nudo de terror se había formado en la garganta de Sternheim.
Noobly miró hacia el pasillo mientras forzaba a sus piernas a ponerse de pie, y vio esos orbes rojos acercándose a toda velocidad, dejando una estela detrás de ellos.
- ... Vamos a salir -, declaró aquello con una mirada llena de determinación.
Entonces, empleando su inmensa fuerza de voluntad, se levantó con su amigo sobre su hombro y bajó los escalones a paso lento. Miró minuciosamente por cada ventana, y se detuvo a la mitad del trayecto, pues se percató de la presencia de un río que cruzaba bastante cerca del castillo. Con cuidado, dejó a Stern apoyado contra la muralla y se apegó a la ventana para calcular la caída, aparentemente sería una caída directa.
No podía perder más tiempo. Noobly volvió a cargar a Sternheim y abrió la ventana de un empujón, pero Stern lo conocía demasiado bien, había adivinado sin dificultad la intención de su amigo, por lo que al instante empezó a moverse en un intento de forcejeo.
Luego de una breve pelea, ambos se paralizaron al escuchar un estruendo, miraron hacia el comienzo de los escalones y allá aparecieron aquellos orbes rojos. De verdad ya no podían perder más tiempo. Noobly quiso lanzar a Sternheim por la ventana con un solo movimiento de ambos brazos, pero su amigo logró aferrarse a estos con una firmeza casi desesperada.
- No lo hagas -.
Tenía la cabeza gacha y hubo cierto temblor en su voz, las manos también le temblaban, más que nada por el esfuerzo que tenía que hacer para agarrarse con todas sus fuerzas.
- Al menos uno debe que salir... -.
- ¡¿Pero por qué?! ¡¿Por qué yo?! ¡¿Y por qué no tú?! ¡¿Por qué no ambos?! ¡¿Por qué alguien siempre tiene que...?! -, Sternheim se guardó esa última parte con una enorme impotencia oprimiéndole el pecho.
¡Estaba harto! Harto de ver a sus amigos morir y no tener el poder suficiente para evitarlo.
- Lo entretendré mientras que el río te lleva lejos... Seguramente él prefiera tomarte por muerto e ir a curar sus heridas antes que perseguirte -.
Noobly estaba jadeando y brotando hilos de sangre por todas partes, y aun así no se quitó esa sonrisa y mantuvo ese tono tan tranquilo que siempre lo caracterizaron.
- Por favor, despídete y discúlpate con todos por mí... Por qué tú y no yo preguntas... Pues porque serás un líder mucho mejor que yo para todos y porque... Eres mi mejor amigo, Samuel -.
- No... Ryu, no -.
Sternheim no quería aceptarlo, negaba con la cabeza desesperadamente, pero al oír nuevamente un estruendo y las pisadas de aquel monstruo acercándose, aflojó su agarre sin darse cuenta. Entonces, Noobly aprovechó ese momento para empujarlo con ambas manos.
- ¡Ryu! -, Stern llamó desesperado el nombre de su amigo.
Durante su caída parecía que el tiempo se estuviera volviendo cada vez más lento. Alzó sus manos en un intento inútil de volver a agarrarse a él, pero Noobly únicamente sacudía su mano manteniendo esa despreocupada y tranquila sonrisa.
De un momento a otro, Sternheim estaba bajo el agua del río, y desde allí vio estallar la pared de la que había caído. No tardó en salir a flote con una mirada perdida, y luego de unas horas siendo arrastrado por la corriente sintió algo topar con su cabeza. Lentamente, el agua del río a su alrededor se tornó rojiza.
- ... Siempre fuiste un egoísta -.
Inmediatamente, los ojos de Sternheim se cristalizaron, pues no necesitaba mirarlo para saber que era él, no se atrevía a hacerlo. Su mejor amigo había muerto. Y desde el hueco del castillo, una figura oscura sonreía tranquilamente mientras miraba a Sternheim y al cadáver del Noobly alejándose. Aquel héroe legendario, que se suponía que sería el único capaz de derrotar a este tiránico monstruo, había muerto.
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