
🧃 The act of eating˚₊‧ೃ
La historia comienza en una tarde llena de ajetreo. Puede sonar pesado para iniciar un día, pero era ciertamente magnífico para el dueño del restaurante y tal vez para sus trabajadores. Los sonidos de las campanillas fueron la orden más requerida, la sonrisa del jefe no podía ser más satisfactoria. Las ganancias le harían sentir verdaderamente soberbio.
En su cabeza la duda rondó hasta el momento que aceptó que el muchacho de ojos exorbitantes y piel blancuzca; fuera el reemplazo de su mejor mesero. Después de todo, el chico traía la contextura tan delgada que parecía estar haciendo competencia con aquellos palitos que se usaban para incrustar pequeños pedazos de carne y que finalmente, terminaban cociéndose en la parrilla.
Pero se encontraba agradecido. Estaba tan agradecido con el raro bicho que picó a su cocinero principal que podría besarle cada una de sus feas patas. Y es que aún la piel de su frente se hallaba tensada de tanta extrañeza, no recordaba cuántas veces tuvo al hombre de su cocina tratando de persuadirlo para que la oportunidad de quedarse con el trabajo fuese de ese escuálido muchacho. En un principio había sospechado que quizás era un familiar o conocido suyo, sin embargo, otra vez fruncía el entrecejo al saber que no eran nada de eso.
En la prueba, esperaba escuchar el estridente crujido de sus platos cayendo dolorosamente al suelo; el quejar de la clientela y el volar de su dinero. Las situaciones que cualquier novato debía de cometer o pasar en su primer día. Por eso no le gustaba considerar a principiantes sin ningún tipo de experiencia. No obstante, fue todo lo contrario. Jeon Jungkook era un amuleto de la buena suerte; un atrayente de billetes verdes. Su restaurante nunca había sido tan concurrido hasta que su presencia habilidosa hizo de las suyas en su preciado terreno.
Tal parece que el dueño no ha sido el único en quedar atraído por el nuevo empleado. Aunque esta vez, las razones no involucran ninguna relación monetaria. De hecho, la curiosidad reinaba. Desde su área, el cocinero que imparable servía y preparaba los platillos más deliciosos del menú, se halló envuelto por el sentimiento escondido que habitaban en esos particulares ojos verdes.
El joven era bonito, se permitía pensarlo. Su rostro sutilmente infantil es enmarcado con gracia por ligeros rizos azabaches cortos. La piel cremosa no la tenía más que para resaltar la simetría semiperfecta de su bello semblante. ¿Por qué no llega a la perfección? Le gustaba cuestionarse, y es que simplemente todo se trataba de un caparazón mal armado, o así de exagerado lo presentía. Podrá mentirles a los clientes, a los demás trabajadores y hasta a cada persona que tiene la dicha de verlo; a excepción de él. De Kim Taehyung. Se necesitaba más que una cara bien hecha para ignorar la triste soledad que emiten esas dos canicas verdosas.
En el primer instante que lo observó cayó redondo por su presencia, la que pedía hacerse con el puesto. Hasta que dio con el enfermizo cuerpo que portaba, la claridad de su piel -que maldita resplandecía aún entre la palidez insana- siendo causada por su anímico estado. Nadie les prestaba atención a esas características; debido a que no podían separar la vista de la decoración del plato y atreverse a descubrir su verdadero sabor agridulce.
—Realmente, ¿siquiera come? —parpadeó sorprendido al darse cuenta que sus pensamientos escaparon en palabras dichas a la realidad. Fue irremediable, estaba consciente del resonar de sus pasos que avisaban su acercamiento con una reciente orden.
Jungkook se encontraba concentrado recordando el orden de los pedidos, no llegando a escuchar lo musitado por el cocinero. Levantó la vista hacia el castaño, al chico mayor que a veces sin razón lograba ponerlo nervioso; sentía que intentaba revelar su pasado.
Eso más que disgustarlo, logra asustarlo al punto de dificultar su respiración—. Lo siento, estaba memorizando los pedidos. ¿Podrías repetir lo que dijiste?
—En instantes la comida de la mesa tres estará lista —articuló la mentira con éxito.
—Oh, bien. Ahm... —Mordiéndose el labio, hizo un torpe asentimiento con su cabeza—, entonces, yo seguiré con otra orden...
Taehyung soltó un suspiro amargo al ver su cuerpo alto irse. El tiempo ha pasado rápido, Jungkook hizo suyo el puesto desde hace casi un mes; tiempo suficiente que Taehyung lograba siquiera irse de fiesta con los nuevos como símbolo de bienvenida. Por el contrario, el menor trataba de socializar con sus compañeros de trabajo lo menos posible, apenas mantenía una conversación con un tema fuera del restaurante.
Nadie le exigía tampoco, todos comprendía que el chico estaba cansado; a comparación de los demás, él era el más joven del comedor y probablemente tendría otros pendientes que atender. Solo que el castaño si intentaba invitarlo a salir, de tope se detenía al verlo huir tan mal disimulado. Siempre estaba ese muro de hierro gélido protegiéndolo, evitando el contacto ajeno.
—Si sigues mirándolo tanto vas a hacerle un agujero y es el único mesero que tenemos —profirió Jimin, su ayudante de cocina—. Deja de holgazanear y alcánzame esa olla.
Taehyung sacudió su mano indignado, sin creer el regaño que se ha ganado.
—¿Cómo quieres que deje de mirarlo? ¡Haz visto lo flaco que está! Soy un cocinero, Chim —trataba de justificarse mientras bajaba el utensilio pedido—. Me dan ganas de sentarlo en una mesa, prepararle cinco de mis mejores recetas y no dejarlo ir hasta que haya comido el último grano de arroz.
El bajo negó impacientemente, quitándole la olla de inmediato—. No es asunto tuyo. —Alzó la palma abierta para indicarle que se callara, pues al parecer su amigo había tomado de mala forma su comentario. Hondamente respiró y prosiguió a explicarse—: El señor Seokjin puede que sea un tacaño de primera; todos lo sabemos, pero sabes que es justo a la hora de pagarles a sus empleados el sueldo que se merecen. Jeon hace bien el trabajo de dos meseros; a pesar de ser el nuevo sigue y pasa el ritmo de todos los demás. Su paga es más que suficiente para comer por dos semanas consecutivas las mejores exigencias de nuestra carta. Además, puede ser el menor, pero no es ningún niño, puede muy fácilmente costearse su propia cena —señaló finalmente, mientras lavaba las verduras que irían en la ensalada y dejar las estufas trabajando—. Ahora, quien se va a quedar ni para poder comprarse un grano de arroz vas a ser tú, si le sigues restando importancia a tu guiso apunto de quemarse.
Taehyung bufó hacia él, más no aportó otra palabra y se resignó a cumplir la recomendación de su efectivo ayudante. Por otra parte, entiende el punto de Jimin; por esa misma razón se experimenta inquieto. Había algo que esa piel falta de nutrientes quería expresar, en el verde seco de sus orbes y en esa sonrisa tan forzada que se cargaba. No sabía qué, pero deseaba saberlo. Intentaría alguna forma de acercarse al pelinegro, solo esperaba que este no lo empujara lejos.
───🧃 ˚₊‧ೃ ───
Unas cuantas semanas después, el dueño Kim SeokJin decidió que había aprobado totalmente a Jungkook como un mesero de su restaurante, y no uno temporal o en prueba. Jungkook era un experto en desenvolverse con la clientela y sus encantadores ojos acompañados de su buena habla; dejaban a cualquiera satisfecho del servicio profesional. Por lo que, oficialmente, el pelinegro estaba en su cena de bienvenida.
En un principio se quiso negar; sin embargo, todos se veían emocionados de tenerlo como compañero de trabajo que, por más que no desea involucrarse mucho con ellos, de una u otra forma fue amenazado y obligado a quedarse. Empezaba a conocer a su jefe, estaba seguro que el hombre siempre conseguía lo que quería, más temprano que tarde.
Ya cerrado el restaurante, los preparativos fueron rápidos, las mesas juntas, los cubiertos a los costados de los tapetes de papel, y los platos brillantes esperando servir su función.
Por su parte, el pelinegro se removía de una forma nerviosa, siendo nuevo para él, aquel ambiente amigable.
—Bien, Jungkook te presento a nuestro administrador económico y el que da las propuestas para las ofertas del menú, Kim Namjoon —con una mano junta señaló a un hombre en traje formal. Las hebras rebeldes tintadas gracias a un suave baño naranja que contrasta con el tono bronceado de su piel.
Por su presencia intimidante, el menor se cohíbe ligeramente, pero exitosamente logra disimularlo al tener una sonrisa sincera del administrador. Silencioso reverenció y rápidamente centró su atención a su insufrible jefe.
—El chico que está apoyado en la puerta de la cocina es el diseñador de la propaganda, tarjetas, menú, tapetes, etcétera. Su nombre es Min Yoongi —mencionó y el nombrado alzó la mano desinteresado.
Inclinándose nuevamente murmuró un—: Mucho gusto, soy Jungkook.
Taehyung y Jimin estaban cocinando la cena conmemorativa. Los platillos están divididos entre ellos. Con la comida ya servida en los platos respectivos, el jefe levanta su vaso de soju siendo seguidos por los demás. Después de unas gratas palabras de su parte, el líquido aviva las gargantas y empiezan a comer. Todos excepto Jungkook, que según su perspectiva el plato se movía, producía un doble y era confuso. El estómago se le revuelve, como ya es costumbre en esas situaciones.
—¿Estás haciendo una clase de dieta? —preguntó en son de broma Jimin, que estaba sentado al lado de Yoongi. Taehyung convenientemente a su otro costado.
El cocinero sin demora le raspó las costillas con su codo izquierdo. Sintiendo demás su desubicado comentario.
—N-no, no hago dietas, solo... ahora me siento un poco mal —se excusó nervioso.
Sus ojos verdosos viajaron a una escena que lo incomodó aún más. El administrador intentó darle a probar de su propio tenedor una papa con la famosa salsa del comedor. Sin más se levantó disparado al lugar más cercano; dando con la cocina y tratando de devolver su desayuno.
El señor SeokJin preocupado iniciaba a pararse para ir a ver cómo estaba su único mesero, no obstante, Taehyung ya estaba moviéndose en su búsqueda.
—Yo iré a ayudarlo, sigan disfrutando ustedes —dijo para después desaparecer.
Confundida la mesa se cuestionaba cómo podían seguir disfrutando sin el motivo de la reunión.
Pero ello no le importaba nada a Taehyung.
Cuando ingresó el chico estaba escupiendo el agua que al parecer usó para enjuagarse, sus mejillas sutilmente coloreadas probablemente por el esfuerzo de su cuerpo. La preocupación descendió a grados mayores, cuestionando si siempre era así para el bello chico. Analiza fijamente otra vez su apariencia, el color blanquecino de su piel y cómo todavía podía conservar tal belleza. Se acercó hacia él, logrando que girara en su dirección y sus ojos conecten.
Inmediatamente rompió el contacto visual muy apenado. Manteniendo la cabeza gacha anhelaba evaporarse en el aire—. Yo me siento mal, lamento mucho mi reacción —carraspeó un poco al final. El pecho le bajaba, un poco agitado y aprensivo—. Creo que lo mejor será que me vaya —murmuró esbozando una cortés sonrisa que no llegó ni a la mitad de la despreocupación que intentó irradiar, pero solo arrastraba tristeza y delgadez.
El cocinero no quería dejarlo, totalmente curioso del ojiverde. Deseaba conocerlo y saber la razón del conflicto encendido en la superficie de sus ojos. Sin darse cuenta, lo retuvo del brazo—. Te... Te prepararé un jugo, es ligero, seguro no tienes problemas esta vez —le propuso, poniéndose tímido al último segundo.
La extrañeza decoró su cansado semblante—. No gracias, no me gustaría molestarte.
Boqueó desconcertado, sus ideas corriendo veloces por su mente. Y siendo terco como es él, jala suavemente a Jungkook, sin rendirse.
—No molestas. Siéntate en el taburete Espérame un momento, les diré a los demás que continúen sin nosotros. —Trató que su sonrisa de alguna forma lo calmara y no causara que huyera. Quería ayudarlo, a pesar de no ser tan delicado, parecía que el chico se rompería en cualquier instante. Aunque su mirada, fría como demuestra, da el brillo latente de tener cuidado.
De todas maneras, el cocinero le dio la espalda al salir de vuelta al comedor.
Soltando una exhalación de rendición, se dispone a tomar lugar en el sitio asignado. Oyendo más no entendiendo la conversación de afuera. Viendo como solo transcurrían las cosas. Se envolvió en un solo punto fijo mientras reflexionaba y se lamentaba, tan sumido que al escuchar una voz gruesa y armoniosa que le cuestionaba, despertó de su ensoñación en un leve salto.
—¿Cuál es tu fruta favorita? —preguntó por segunda vez, en esta ocasión seguro de recibir una respuesta. Quiso reír ante el rostro confundido del contrario.
Jungkook movió la cabeza a los lados, cerrando fuertemente los párpados dijo lo primero que se le ocurrió—: Ehm... ¿fresa?
De repente el ambiente se le hace menos pesado, sin tanta gente y la comida invadiéndolo. Podía respirar.
Usualmente, trabajar es lo único que logra mantener su mente ocupada. Mientras no sea el centro de atención podría estar bien, esto ocasiona que socializar, sea una tarea demasiado dificultosa. Las personas y las comidas le resultaban nauseabundas.
—Buena elección —Taehyung concedió—. Las fresas ahora están en temporada y ya hemos recibido las cajas.
Mientras movía las manos cortando las hojas de las fresas, su elocuente y variante voz derretía de a poco la intranquilidad que invadía a Jungkook. No lo dejaba de lado, tampoco permitía silencios largos y al igual que un buen presentador de talentos, lo amarraba a la expectativa. Curioso en averiguar qué otra cosa podría anunciar.
Cuando ríe, debido a las relatadas ocurrencias de los hermanos menores del castaño, cae en cuenta de la comodidad que siente. Como si sentarse y conversar con un compañero de trabajo fuese la cosa más natural del mundo... Y por un momento, se le escapa un suspiro irónico; fastidiado por los pensamientos que iban y venían en compases turbulentos. Ya que, por supuesto que era normal.
Desapareciendo maravillosamente el sentir de pena por la acción de su estómago.
—Me hubiera gustado tener hermanos —declara, juntando sus manos y mirando la preparación de su licuado de fresa—. Cuando mi madre se volvió a casar, esa persona tenía un carácter demasiado difícil, algo fuerte y demandante. —Mordisqueó inquieto su labio inferior, no deseando arriesgar la comunicación con sus palabras. Pero sintiéndose más seguro al recibir una sonrisa comprensiva del alegre mayor, de alguna forma quería seguir hablando—. Ah, él... era esa clase de persona, ¿sabes? No toleraba mi orientación anormal. Continuamente me lo hacía saber, en cada momento que podía, sin importar el lugar, demostraba cuánto aborrecía el lado por el que me inclinaba. Mi madre nunca opinó sobre las relaciones entre dos chicos, ni de mi decisión y mucho menos; paró las palabras ofensivas de su marido.
Taehyung sentía lástima por aquellas personas prejuiciosas, que intentaban imponer sus opiniones como si fuesen la verdad que debe seguirse. Entonces, ¿a eso se debía? La tristeza que a veces albergaba a Jungkook.
Empático apretó ligeramente su hombro—. Siento hacerte recordarlo, pero no creo que sea malo que te gusten los hombres. Cada uno puede creer lo que quiera y hacer lo que desea, siempre y cuando no dañe ni involucre a nadie más.
Los rizos negros enmarcaron su rostro cuando alzó su cabeza. Le enseñó los dientes; y le acercó el nutritivo vaso de jugo a sus manos. El aroma dulce de la fruta quedando entre ellos. Apoyó su brazo en la mesa de trabajo, a comparación del menor, él permaneció parado a su costado.
Sorbió y continuó hablando con normalidad, considerando contar una anécdota ligeramente similar a la suya—. Fue un poco difícil para mí también en ese tiempo —recordó—, la preocupación de mi madre dependía más de la tormenta que pasaré cuando quiera hijos. Pero ahora supongo que ya podemos hasta bromear sobre eso.
"¿Es gay?" pensó en sus adentros, sus vocablos mentales resaltaron con genuino impacto. Si el vidrio de un vaso podría expresar emociones, ahora andaría loco gritando asustado por el tambaleo terrorífico que produjo las manos insensibles del mesero—. No pareces serlo... —se cubrió la boca después de su murmuro, reprendiéndose el comentario.
Taehyung a su costado observó lo incómodo que se empezaba a ver Jungkook. A pesar que le pareció extraña su intervención, se lo tomó con diversión y tranquilidad.
—¿A cuál? ¿Al estereotipo? —El menor bajó los ojos ante el nombramiento, y el cocinero prosiguió animado—: Bueno, siendo serios, no sé qué decir sobre ti. A las justas me dirigías una mirada, incluso me evitabas. Creí que me odiabas —comentó en un falso papel de víctima.
Jungkook parpadeó varias veces seguidas, encarándolo para tratar de justificarse—. Eso no es cierto, yo no te odio, solo soy malo tratando con las personas —fundamentando su punto revolotea la palma en negación—, no te estaba evitando. Yo-... ¿dije algo tonto, cierto?
Carcajeó fresco ante su conmoción. Sirvió para sí mismo otra taza del mismo líquido frutal, delante de los grandes ojos verdes ampliados. Como le gustaba aquel color.
—Mi hermana menor aún sigue buscándome algunos prometidos —comentó, recordando los largos cabellos castaños y la personalidad efusiva de la pequeña niña—. Cada que salíamos y había un chico lindo que atraía su atención, ella iba y le pedía que tuviera una cita conmigo o le pedía que sea mi novio. Me metía en problemas desde pequeña. —Divertido con la anécdota las comisuras del pelinegro se alargaron. Al conectar la mirada con el cocinero, este le envió un sutil coqueto guiño. —Si mi hermana te ve, ahora estarías siendo arrastrado a Francia o Luxemburgo para conseguir un apellido de casado.
La imagen que Jungkook tenía de Taehyung se fue aclarando y diseñando. Descifrando que su espontaneidad al igual que su curiosidad, eran características naturales que poseía. No intentaba forzarlas u obligarlas, simplemente, fluían. No sentía ningún rasgo de molestia por su reciente declaración, en cambio, bromeaba y le inducía confianza. Un tipo totalmente extraño que te causa agradecimiento por su buena compañía.
Dulce y más dulce explotó en su paladar. La amabilidad y dulzura de la fresa satisfaciendo a sus papilas gustativas.
No se supone que esa noche tendría que ir más que bien. Ya había hecho el esquema de respuestas al posible cuestionario de su estado. Sabía que no podría compartir el acto de comer delante de otras personas. Que se arrastraría a un lavatorio por gracia de los recuerdos, a regresar los restos. Nunca esperó poder disfrutar del sabor de las fresas, tener una cálida compañía y entretenida conversación. Fue un sueño enterrado que se alegra haber cumplido.
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—Taehyung, deberías ir a revisar lo que sucede afuera —dijo Jimin—. Yo me ocupo en ir guardando las cosas.
El nombrado ya estaba saliendo a la sección de mesas, donde atienden a sus consumidores.
Cuando el castaño escuchó el estridente sonido que produce el choque de una bandeja de plata contra el suelo, junto el chillido sorprendido de una fémina y el griterío de un hombre enojado; salió de inmediato a verificar lo que estaba pasando.
Las calles ya se encontraban siendo iluminadas por pósteres de luz debido al oscurecimiento del cielo, era una noche ciertamente pacífica. El dueño le había dejado encargado el orden y funcionamiento del restaurante; ya que éste tenía que atender asuntos privados.
Por supuesto, su ausencia no iba a ser motivo para cerrar el negocio. Por lo tanto, se lo delegó a su hombre de confianza. A pesar de que ha sido todo tranquilo en el lugar, al parecer ha sucedido algo a pocos minutos de cerrar el local que, además, concierne al mesero. Al misterioso mesero.
—Lo siento... —escuchó su voz baja y sorprendida.
—¿Tú crees que disculpándote vas a solucionar esto? ¡Eres un incompetente!
El cocinero frunció una ceja, con tan solo ver la escena ya se hacía una idea de lo que había pasado. Jungkook se veía ciertamente nervioso por su error, la taza que había llevado de café ha terminado volcado en la vestimenta de una mujer tintada rubia y ahora tal supone quién es su pareja, está más enojado que la persona que ha sufrido los daños. Esto iba a ser problemático.
—Señor, por favor, cálmese —Taehyung intentó tranquilizar.
Aunque, el hombre estaba que se ahogaba en ira—. ¿Calmarme? Quería pasar una velada tranquila y su mesero que ni siquiera puede ser útil para colocar dos tazas de café sin tirarla; me la acaba de malograr.
Miró a Jungkook que había extendido su mano para dar un buen número de servilletas para secar un poco el abrigo empapado. El hombre se las arrancó bruscamente.
—Lo siento mucho, no fue mi intención —se volvió a disculpar, muy avergonzado de su desliz.
La chica negaba con su cabeza mientras se limpiaba—. Solo debías poner los vasos en la mesa, ni que fuera tan difícil. Como dice Sang: Tus disculpas no solucionan nada.
Jungkook apretó los labios.
—Jungkook-ah —llamó. El chico lo miró decaído—, trae una toalla del salón de servicio, por favor.
Él asintió y se fue, manteniendo la mirada en el suelo.
Taehyung solo quería sacarlo fuera, aunque sabía que ese era en gran mayoría su problema, viendo la actitud de esos clientes presentía que no querían soluciones o llegar a un acuerdo; solo deseaban lograr hundir y humillar al chico. Por error que le parezca, ya había sido suficiente a su criterio.
—¿Hay algo que podamos hacer por ustedes? —habló en busca de una conciliación.
—Queremos hablar con el dueño. Deberían botar a ese tonto, no hace bien su trabajo —espetó el tal Sang, parecía al borde de la histeria.
Sonrió cordialmente el castaño—. Yo soy el dueño y, me temo que su despido no podrá ser posible. Lamento los inconvenientes que han tenido que pasar. Si podemos compensarlo de alguna forma, entonces-
—Basta, me enfureces más —hostil le interrumpió, muecas de disgusto se arrugaban en sus caras. Sang agarró del brazo a su acompañante y gruñó—: Espero que se pudran todos aquí. Nunca más vamos a volver a venir a este lugar. Gran pérdida de tiempo —espetaba mientras se dirigía fuera del restaurante, no les tomó mucho tiempo el aporrear la puerta del restaurante al salir.
Situó sus manos a los lados de su cadera y aun teniendo puesto su uniforme, observó el desastre mojado del piso, y los platos vacíos sobre la mesa, estos no habían sido pagados. El cocinero suspiró, estaba aliviado de no haber recurrido a la violencia. Lo que menos debía hacer era volver grande el pequeño conflicto; sería inconveniente dañar la trabajada reputación del restaurante.
Por suerte, ya estaban a punto de cerrar; debido a ello, se encontraban faltantes de clientes, por lo que había menos disculpas las cuales ofrecer. Pero le extrañaba la grieta en la perfecta atención que brinda Jungkook. ¿Estaba distraído?
Bueno, supongo que esto demuestra que él también puede cometer errores.
—Siento esto...
Taehyung volteó, el contrario mantenía su espalda recta en la inclinación que realizó; el rubor en sus orejas no se le pasaron desapercibido.
—En realidad, no tienes que preocuparte tanto. —El cocinero alargó una sonrisa sincera—; solo procura que no vuelva a suceder. Los clientes no suelen ser amables si derramas algo en ellos. Lo acabas de comprobar por ti mismo. —Le apretó suavemente su hombro, en señal de que deje de inclinarse—. Mientras tú limpias esto, yo iré picando nuestras frutas —en son amigable Taehyung palmeó la parte que antes presionó—. Quieres fresas, ¿verdad?
Jungkook presionó con fuerza el palo del recogedor. No tenía ánimo más que para correr a refugiarse en su departamento, pero, ¿cómo podría rechazar su invitación después de cometer un error tan atroz?
—Gracias, Taehyung —terminó por aceptar.
El contrario solo negó con su cabeza—. No es nada. No dejes que te atormente —mencionó tranquilizador. Le tocó con una ligera palmada la cabeza, después pasó de largo para despedirse de Jimin, que ya estaba guardando sus cosas personales.
—Aún me cuesta creer que tengas el permiso de Jin para quedarte a cenar aquí después de cerrar. De hecho, sigo impactado con tu atrevimiento para mencionarlo —parloteaba sin ninguna preocupación, como si no hubiera escuchado la pelea anterior. Más interesado en verse atractivo acomodó sus mechones sueltos con gel—. ¿Debería pedirle un aumento?
—Quizás deberías —apoyó, logrando que su ayudante gire su cuello a una velocidad abismal. ¿Taehyung lo estaba apoyando? —Si estás tan emocionado con la idea de buscar un nuevo empleo, claro.
Ya se lo imaginaba. Dignamente Jimin le volteó los ojos, cargó sus pertenencias y caminó a la salida trasera—. Ojalá te atragantes, Tae. Te veo mañana.
El cocinero podía comprender el asombro de su amigo, después de todo, conseguir el permiso de Kim SeokJin para hacer la reserva de todo su restaurante durante ya sesenta noches, era un récord impresionante; considerando que no creía conseguir ni la primera.
No esperaba que su jefe fuese tan comprensivo. ¿Eran amigos? Por supuesto. ¿Tenían confianza? No había duda. Pero el negocio estaba fuera de las relaciones amicales para Jin. Con la condición de limpiar y cerrar el lugar, ya estaba consiguiendo su autorización.
Le había agradado mucho Jungkook. Desde la celebración de su bienvenida, había querido ser más cercano al muchacho de ojos exorbitantes. Contribuir un poco a la mejora de la palidez de su piel. Simplemente preparaba algún jugo y unos panes; luego, hablaban. Esa fue su rutina por alrededor de dos meses. Existieron aún entre las frescas conversaciones, algunos huecos. Jungkook solía evitar la razón de su ida de Corea a Estados Unidos. En dónde trabajó debido a que no ingresó a la universidad por falta de dinero, y que su padrastro nunca lo apoyó en ningún sentido.
No preguntó más tampoco, respetando la privacidad de Jungkook. Sin embargo, su propia molestia e inquietud fue creciendo en su cabeza, el enigma que provocaba la mirada perdida y seca del pelinegro. Había noches en las cuales Jungkook estaba muy animado, radiante y maravilloso. Luego otras, como ahora, en la que carecía de luz, dejado a la deriva y con rastros tristes.
No obstante, comía, él verdaderamente lo hacía. Nunca volvió a presenciar una decaída de su parte en ese corto tiempo convivido.
A pesar de eso, su desamparo desembarca sus ganas de ayudarlo y, al final, se quedaba con el mal sabor de no poder entrar más allá de la coraza.
—Jungkook-ah.... ¿Quieres acompañarme a un sitio?
Los envolvía la gélida noche, el aire recorriendo fuerte en contra de sus abrigos. El menor traía las mejillas de un pálido rosado pardo producto del frío que hacía. La tierna piel del rostro helado, su expresión siendo una de las más nubladas que ha observado.
Jungkook parpadeó curioso—. ¿A dónde?
Bajo sus pestañas analizó al castaño, él empezó a escoltarlo hasta los taxis que lo llevarían a su casa, esta vez no siendo la excepción. Aunque ahora le pedía ir a otro lugar, fuera del restaurante. No solían ir a otros sitios aparte del restaurante o la avenida cercana al mismo.
Taehyung, como siempre, le dedicó una sonrisa radiante.
—Pasemos por el puente del río.
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Hasta cierto punto, creció despreocupadamente; cada uno de sus pasos fueron apoyados, el amor era un sentimiento con el que estaba familiarizado, la confianza nunca lo abandonó aún después de confesar su orientación sexual. Consiguió un buen trabajo basado en lo que más deseaba y, aunque no estuvo en una relación amorosa de larga duración, nunca se sintió solo en ese aspecto.
Así que, mientras caminaba sobre la decoración hecha de piedra del puente; se daba cuenta que, en definitiva, no podría saber a total cabalidad lo que Jungkook sufrió ante la diaria negativa de la gente de su alrededor y, el desinterés de una madre poco afectiva. El tener sus sueños frustrados y convivir con una persona que le diga recurrentemente cosas tan hirientes como "fuiste un error" o "no vales".
Aun sabiendo la gran mentira detrás de esas palabras, no creía que se pudiera conseguir el no grabarse algunas de esas frases en la mente. Los cuales atacan con rudeza en los momentos más vulnerables de uno.
Simplemente, Taehyung podría imaginarlo vagamente más no sentirlo. Se le estremecía el corazón de pesadumbre con tan solo pensarlo.
Entonces... Jungkook debía de ser increíble, ¿cierto? Por supuesto que sí.
Con ese pensamiento, apoyó los codos en la barandilla; el río recorriendo metros debajo de ellos—. Hay momentos donde los problemas logran atormentar mi mente, han sido muy pocas las veces, pero los he tenido. Para librarme de ellos, vengo aquí y permito que se vayan con el aire. Pienso y me quejo con el agua. Me ayudan a relajarme —le contó.
El ojiverde observó detenidamente el perfil del contrario, su posición imitando a la suya.
Su corazón taladró, volviendo a plantearse el motivo para oscurecer la noche de la persona que le ha compartido momentos tan agradables— Yo... —pero la urgencia por soltarlo le quebrantaba el alma—, hacía algo parecido cuando estaba con mi exnovio o, en los instantes, en que me preguntaba el porqué de ser escondido —su último vocablo fue como un trago amargo restregado en su lengua.
Jungkook miró a Tae que no mostró ningún cambio en su rostro sereno. Acarició sus manos antes de enfocarse al frente y empezar con su historia. De un modo u otro, también ansiaba liberarse.
Llenó sus pulmones al tope, era una historia bastante larga y vergonzosa.
—Te conté que mi padrastro nunca me quiso, por el contrario, me detestaba, así que no se ocupó de ayudarme en ningún momento. Como no pude ir a una universidad, al terminar mi preparatoria tuve que buscar un trabajo. Por la ayuda de un profesor, trabajé como cajero en un restaurante que también era un café... —se relamió los labios, empezando a mostrarse dubitativo sobre si exteriorizar esa parte de su vida.
El castaño se inclinó un poco más a su lado, sin llegar a chocarlo. Fue inesperado para Jungkook, por lo que consiguió sacarlo de su debate interno.
Fue un pensamiento fugaz, pero pensó que la luz de los posters resaltaba la calidez en el rostro del mayor. Sobre todo, sus ojos...
—¿Trabajaste en un restaurante, antes? Ya no me extraña que seas tan bueno atendiendo a los clientes —comentó con franqueza.
Era realmente cierto, nunca lo había escuchado quejarse de su carga laboral o verlo sufrir por algún exceso de trabajo. Mayormente eran dos sus meseros, el restaurante en donde ejercen suele tener las mesas siempre llenas, pero Jungkook siempre estaba multiplicado con eficacia en todas y cada una de ellas, aún con la falta de un ayudante.
Cuando le sugirió a su jefe que le diera la oportunidad, rogaba para que fuese bueno, si no, un buen aprendiz. Ya que fue puro impulso el ser su mano negra, no esperaba que poseyera tal habilidad. Él podría decir orgullosamente que descubrió a Jungkook.
Ante sus palabras, el tenso rostro del mesero se desfiguró en sorpresa. Agitó la muñeca de un lado a otro mientras decía—: Ah, no, no. Ahí lo único que hacía era cobrar y dar vuelto. No hacía nada más. Ahora solo repito lo que veía, tampoco soy tan bueno. Es una suerte que el jefe me contratara oficialmente.
—Eres increíblemente bueno, no fue suerte —volvió a repetirle. En esta ocasión ambos se miraron, Jungkook terminó por girar el rostro un poco abochornado por la afirmación.
—Uhm —emitió en afirmación—. Gracias.
Sus comisuras se alargaron sin querer, y carente de fuerza, se rascó el costado del cuello con un solo dedo.
Taehyung asintió satisfecho, cerró los ojos cuando una fuerte ventisca arrastró sus cabellos detrás de su cabeza, sumergió el mentón entre sus brazos cruzados sobre la barandilla.
—Entonces, ¿nos contarás al río y a mí la continuación de la historia? O también deberías saber que podemos solo disfrutar de la vista y hablarlo en otro momento.
Negó con la cabeza enmarañada, las palabras estaban anudando su garganta, atorando su estómago y asfixiando a sus pulmones. Solo... solo anhelaba un poco de libertad para sacarlo.
—Si no tienes ningún pendiente, ¿podrías hacerme compañía y escucharme? —preguntó antes de arrastrarlo a una plática de la que él sabía que no sería nada amena—. Aunque, seguro toma algo de tiempo y va a ser desagradable. Si no puedes, yo lo comprenderé.
—Jungkook-ah, tengo todo el tiempo que necesites e incluso más.
Necesitando también sostenerse de algún lado, se recostó de espalda, la albardilla siendo su amortiguador.
—El trabajo fue tranquilo por un tiempo, no era lo que quería, pero me sentía útil e independiente. —Almacenó una considerable cantidad de aire en sus pulmones, exhalando lentamente antes de continuar—: Cada tanto, venía el administrador a pedirme los libros de cuenta; ya sabes, asegurarse que los números coincidieran.
El cocinero movió la cabeza en entendimiento, pero Jungkook sabía que no estaba familiarizado con ese sistema—. La primera vez que llegué me pareció extraño que una sola persona se encargue de la parte económica e incluso tenga una oficina personal dentro del restaurante. En donde yo estaba era costumbre ser monitoreado todo el tiempo.
—El jefe y Namjoon son muy buenos amigos, fundaron juntos el restaurante. Jin confía plenamente en él, así que supongo no necesita contratar más ojos para que sus ganancias no desaparezcan en una noche —infería con seguridad. Él mismo había visto la gran amistad que existía entre ellos, y Namjoon era un hombre bastante justo.
—Eso lo comprendo —respondió el delgado chico, seguidamente apoyó el codo sobre el soporte de piedra y madera, ahora colocado de costado a Taehyung—. ¿Recuerdas la vez que me dijiste que creías que te odiaba? —preguntó y esperó que rememorara sus palabras, la primera vez que hablaron de verdad—. Siempre he sido de esa forma, no soy bueno iniciando conversaciones o lidiando con excesiva atención. Prefiero no rodearme de muchas personas. Pero en ese trabajo la atención hacia mis posibles fallas era constante, me sentía nervioso la mayor parte del tiempo. Sin embargo, esta persona que de vez en cuando me pedía los libros de cuentas, tenía por costumbre hablar hasta cansarse y nunca solía hacerlo. Era bastante amable, así que lo empecé a considerar al igual que un amigo.
Introdujo la mano al interior de su chaqueta, verificando que la coletilla de cigarro que le sobró de unas noches anteriores aún siguiera ahí.
—Su nombre era Jackson, o así solían llamarlo todos. Era alrededor de diez años mayor, por lo tanto, cada vez me resultaba más difícil negarme a sus invitaciones. Y no existían razones para seguir rechazándolo, pues ya no era tan incómodo como sí lo era en un inicio. Entonces, se suponía que iríamos a un bar junto a mis demás compañeros de trabajo; celebraríamos, pero ellos nunca llegaron. No fue un gran problema para mí, no me adecuo en las multitudes, así que fue más un alivio que una decepción. Jackson también lo sabía, por lo que terminamos tomando juntos. —Sin resistirlo, terminó sacando el cigarro, jugando con él entre sus dedos, sin prenderlo—. Uhm, hablamos de muchas cosas, no lo recuerdo bien ahora. Aunque lo único resaltante fue que sabía sobre mi orientación, lo escuchó de mis compañeros, después de todo ellos no solían hablarme por lo mismo y les gustaba comentarlo cada que podían. Yo en ese momento, claro que sabía que no estaba mal tener otros gustos, que no le hago daño a nadie y que no debe interesarme los comentarios ofensivos que solo buscaban desanimarme. Lo sabía, pero el que llegara a mi casa y mi padrastro me repitiera el asco que le daba en cada cena y que mi madre nunca alzara su voz en mi defensa, era exasperante. No sé en qué momento sus palabras se filtraron tanto en mí que pensé que algo debía de estar mal conmigo. Si a tantas personas les desagrada mi presencia porque me gustaban los hombres, entonces algo debía de estar haciendo incorrectamente...
Taehyung había notado que seguía retorciendo ansiosamente los dedos sobre el papel y adhesivo del cigarrillo. En algún punto, Jungkook abandonó el contacto visual para enfocarse en el objeto que tocaba, mientras seguía contando la parte profunda y oscura de su vida.
—Él siguió ahí, diciendo que me invitó para conocernos de otra manera, que para él, yo no tenía ningún problema. Que podía contar con su apoyo, porque le gustaba. Yo le gustaba —volvió a repetir, seguido de ello soltó unas cortas risas que demostraban diversión y que ardieron en su garganta—. Estaba demasiado tomado, ilusionado y siendo tonto. De esa noche solo recuerdo tener a Jackson al lado, ah... —cuando titubea Tae estaciona su mano en su hombro, cerca de la piel desnuda de su cuello. Jungkook no explicó más, captando que se sobreentendía lo que pasó—. Yo realmente no supe cómo reaccionar, era la primera vez que estaba con alguien. Y cuando él se despidió de mí en la mañana; estaba tranquilo y con una gran sonrisa. Lloré después de eso. Pensé que significaba un "gracias por el servicio", entonces me pregunté "¿Qué más esperaba? ¿Qué más podría yo conseguir?" Me había hecho un favor, no me hizo ningún comentario despectivo. Creí que estaba siendo codicioso al desear algo más.
Pasó un poco de saliva, carraspeando porque la voz no quiso salir por un corto segundo.
Sin embargo, incapaz de volver a cerrar la puerta que mantuvo encadenada por tantos años, no se permitió desistir. Aunque se sentía demasiado avergonzado—. Me sorprendí demasiado cuando me volvió a invitar a un bar, realmente creía estar en las nubes. ¡Un tipo que no se alejaba por mi orientación! ¡Alguien que realmente me quiere conocer! Alguien que por fin no me va a insultar, excluir y por el contrario, me dará la relación fantasiosa que deseaba tener en ese tiempo. Supongo que la soledad hizo que me aferrara a la primera persona que me endulzó el oído, por ello, tomé otra vez, y a la mañana siguiente sucedió lo mismo. Esa fue nuestra relación durante unos meses.
—No me molesta —mencionó Taehyung, interrumpiendo el relato. Luego explicó cuando Jungkook le dio una mirada confusa—: Si quieres prenderlo, no me molesta.
Los ojos de Jungkook se ampliaron en entendimiento, y sus uñas dejaron de raspar el envoltorio del cigarro.
—Lo dejé —respondió, enfocándose en la coletilla tras las palabras del contrario—. Es solo una manía, no los prendo, pero los retuerzo y destruyo cuando el nerviosismo me invade.
En el campo de visión de Jungkook se asomó la mano acanelada de Taehyung, estirada hacia él.
—¿Quieres tomar mi mano? —preguntó, prefiriendo consultar antes que sencillamente aplicar lo que es normal para él. El cocinero es del tipo que no puede evitar confortar a alguien con algún acercamiento físico, no obstante, ahora ya es un adulto capaz de verificar a quienes les agrada estas acciones y a quienes no.
Para su suerte, Jungkook no tuvo problemas en aceptar su mano extendida. E incluso lo sujetó con la otra, intentando transmitir calor en toda su diestra terriblemente helada. Echando el maltratado cigarrillo de vuelta en su bolsillo—. Estás muy helado, prácticamente congelado —le comentó.
Relamiendo sus labios, trató de no morder las pequeñas gritas que se le formaron por el frío—. Soy algo débil para mantener calor, pero estoy cálido ahora —sonrió al decir y apretó los dedos. De nuevo, su mirada se tornó un poco más seria—. Jungkook, esa persona, ¿te indujo a dietas o intentó cambiar tu físico? La anterior ocasión comentaste que por culpa de unos sucesos tus hábitos alimenticios cambiaron demasiado.
Los labios de Jungkook se separaron con lentitud, batiendo las pestañas de igual forma. Ahora teniendo la mano de Taehyung entre las suyas, solo presionó—. No es así, no he seguido ninguna dieta en mi vida, y él no trató de cambiar mi físico, pero sí fue debido a Jackson que ya no puedo desayunar, almorzar y cenar como antes de conocerlo. —Empezó a trazar líneas y curvas en la palma del cocinero, evitando sus ojos para poder continuar—. Esta es la parte más vergonzosa.
—¿Vergonzoso? —repitió.
Jungkook asintió con la cabeza—. Demasiado. ¿Cómo te sentirías si alguien te regala algo y al final te lo quitan porque nunca fue para ti en realidad? ¿O si piensas que alguien te está saludando en la calle y cuando estás por hacer lo mismo te das cuenta que no te saludaba a ti?
Unos surcos arrugados aparecieron en la frente lisa de Taehyung—. Eso sería... muy penoso —confesó—. Lo del regalo me parece más cruel.
—Lo es, es terriblemente cruel y vergonzoso. —El joven mesero siguió dibujando garabatos imaginarios, escuchando el tranquilo transcurso del río debajo suyo—. Como te mencioné, Jackson era el administrador, por lo tanto, aumentó sus visitas con la excusa de pedir los libros de cuenta. Solía llegar cuando estaban apunto de cerrar el local e inició a ser más distante al hablarme en el trabajo, según para aparentar que no tenía preferencias sobre mí, ya que sería peligroso. En una de esas visitas, vi que tenía en una franela perfumada un recipiente de cristal con comida y en ella una nota pequeña de, "Ten buen día, amor", cuando el me vio con ella, lo abracé y se lo agradecí. Pensé que era su forma de recompensar su trato frívolo, y que en realidad no quería hacerlo, más no teníamos de otra. Dejé de cuestionar si estaba bien mantenernos con ese ritmo.
» —Desde ahí, cada día que nos encontráramos me daba el recipiente y en las noches salíamos a los bares. Un día entré en una pelea con mi padrastro, totalmente harto de los insultos, me fui de esa casa. Él me ayudó a pagar un cuarto, a partir de ahí, dejamos de ir a los bares para ir directamente a mi nueva adquisición. Yo quise formalizar nuestra relación, o lo que sea que llevábamos. Tenía miedo que en algún momento se aburriera de mí y que se fuera con otra persona, una mejor que yo. Él era más práctico, diciendo que no existía ningún problema y que podía llamar a lo nuestro como quisiera. Por supuesto, yo estaba muy feliz... —A ese punto presentía que el ardor en sus ojos se iba a volver más y más fuerte. La calentura en las puntas de sus orejas era irremediable, definitivamente estaba más que incómodo con sus actitudes del pasado.
» —O siempre luchaba por estarlo, nunca me dejó ir a su casa, no quería que conociera a sus padres, que tengamos citas en las tardes, que nos juntáramos en público, que hablara de nuestra relación, que se supiera que nos conocíamos no más que profesionalmente. Siempre estando a escondidas. —Tae colocó su otra palma encima de la de él, la simple acción hizo que le estuviera muy agradecido, pues los movimientos de su índice ya se andaban transformando en un baile angustioso—. Pero él lo hacía para protegerme, para que las demás personas no hablaran mal de ambos. Yo quería ser "egoísta", que sin importar los demás pueda sostener mi mano delante de ellos, pero si al final terminaba forzándolo, iba a terminar conmigo y destruiría todo lo que supuestamente habíamos construido. Pero Jackson me amaba, no me lo dijo, pero en sus notas junto al almuerzo, él lo decía y quizás era tímido para declararlo en voz alta. No me llevaba a su casa, pero ahí me cocinaba y escribía sus notas que yo tanto atesoraba. No conocía a sus padres, pero él hablaba con ellos sobre mí. No teníamos citas por las tardes, pero sí en las noches. No hablábamos de nosotros, pero si nos acostábamos. Mentíamos a los ojos chismosos, pero en nuestra compañía nos queríamos. O eso fue lo que me quise convencer por tres años. Ah, yo realmente estaba desesperado, y al mismo tiempo, muy agradecido en mi pequeña esfera.
» —Hasta que en mi lugar de trabajo entró una niña pequeña; esa tarde la recuerdo demasiado bien, recuerdo la felicidad de esa niña que parecía perdida, me acerqué a ella y le pregunté dónde estaba su mamá, en cambio, me respondió que estaba buscando a su papá. En la entrada una mujer hermosa la llamó y ella fue corriendo hacia... su madre. Me dio un mal presentimiento cuando la vi y, fue peor cuando la observé cargando un recipiente con franelas envueltas, el mismo diseño que solía regalarme Jackson... Maquiné muchas posibilidades tontas e irreales, que no vale la pena decirlas ya —El toque del cocinero perdió fuerza por un instante, atento a las palabras de Jungkook—. No se lo pedí, pero igualmente esa persona se presentó y dijo lo que más temía, que era la esposa de Jackson y que esa niña, era la hija de ambos. Yo estaba en negación total, desconcertado, desconectado y anestesiado abruptamente. Ella sonreía mientras apenada me pedía que le entregara su almuerzo a Jackson, ya que se le olvidó antes de salir al trabajo. Fue extraño recibir las últimas palabras, yo consideraba esas notas y la comida como el hilo de comunicación y afecto de nuestro noviazgo... —La expresión de Taehyung estaba ensombrecida, preguntándose cómo había logrado esconder tanto en su delgado cuerpo. De qué lugar había sacado las fuerzas para estar parado frente a él, resumiendo lo que a sus oídos suena un calvario lleno de inseguridades, el aferramiento de un amor que nunca se le fue dado y el cual lo traicionó.
Lo arrastró a su pecho, envolviéndolo con los brazos fuertemente. Quizás él necesitando más el abrazo que el menor. Las piezas caían y se acomodan perfectamente. Gigantes y pesadas completaban un rompecabezas con una imagen final que realmente no tenía más ganas de ver. Cualquier duda sobre lo misterioso que era Jungkook ya había sido resuelta, por lo que no había más necesidad de excavar en la herida de años pasados. Sin embargo, guardó silencio y escuchó lo que Jungkook tenía por decir:
—Q-quería gritarle, maldecirla y tal vez, tildarla de mentirosa delante de todos. Era una mala broma; me repetía constantemente. La niña mencionó tener cinco años, era ilógico no haberla conocido por tres largos años. ¿Por qué me mantendría tanto tiempo, teniendo una esposa? Me aventuré, no porque quería saber la verdad, sino para descubrir que todo es un engaño. Así de tonto e ingenuo era. —Aceptó el apoyo que le ofrecía el castaño, tomando en puños cerrados partes del abrigo que llevaba puesto. Dejó caer su frente en el hombro contrario—. Nueve años.... casados hace nueve años. Cuando su hija tuvo dos años, se empezó a enfermar constantemente, necesitaba atenciones y cuidados todo el día. Dejó su profesión como doctora para dedicarse a su hija. Así que Jackson, trabajaba para ellas, el esposo y padre dedicado que tenía dos empleos. Durante la tarde y nocturnos. ¿De qué? Ella realmente no lo sabía, pero gracias a sus trabajos pudo pagar las medicinas y, la niña por fin pudo empezar a salir. Solo conocía este lugar por casos de emergencia. Querían darle una sorpresa —emitió una risa nasal mientras detalla. Ya no dolía tanto como antes, pero se arrepentía y se apenaba de lo manipulable que fue—. Su esposa era perfecta, su hija también y él la engañaba conmigo. Ah, para resumirlo, lloré, sufrí, cuando lo vi en la noche le tiré el maldito recipiente, en lo único que se interesó fue si le dije algo a su esposa, no lo negó, no se disculpó. Realmente ni le importó, me dijo que iba a regresar cuando el berrinche se me quite.
Se separó del hombro en que apoyaba y alzó la quijada para ver a Taehyung—. ¿Cuándo el berrinche se me quite? ¡Era un maldito idiota! —exclamó enfadado, su único pendiente plateado saltó colgando de su oreja. Y el cocinero no pudo estar más de acuerdo—. Y yo lo fui aún más, culpándome, planteándome seguir como estaba, pero cuando vi la pequeña nota entre los vidrios y la comida revuelta en el piso, cuando leí el "Te amamos", no pude evitarlo, se me removió absolutamente todo, corrí a devolver todo lo que había comido, deseando que sea cada comida que consumí de ella. Desde ahí, no conseguí retener las comidas en mi estómago, más al almorzar o cenar, las náuseas son terribles. Y el cabrón, incluso ofreció pagarme por acostarse conmigo...
Taehyung no se lo mencionó, pero mentalmente deseaba que no lo hubiera aceptado.
Jungkook sintió que la corta ira emergida desde su interior se empezaba a evaporar, dejando pase a la tristeza hacer un amago de sonrisa—. Me entregó el dinero por adelantado, dejándome pensar en su propuesta por unos días. —Oh, Taehyung evitó que sus cejas se elevaran—. El golpe que recibí de mi padrastro al volver a buscar consuelo en mi madre, me aclaró mi posición, la que me dieron y la que permití que me den. Estaba cansado, agotado, y el último impulso provino de un desconocido. Fue un suceso demasiado extraño, creo que iba a promocionarme un nuevo producto; no lo sé, mi ánimo no era el mejor para recibirlo, aún así, él continuó con su sonrisa grande e irradiante de felicidad. Me dijo que no estuviera triste, las personas a mi alrededor que desean hacerme daño van a estar complacidos de verme así, que le dé una patada en el trasero siendo feliz y triunfando en mi vida. Quizás era el mensaje de la marca que no me ofreció, pero fueron unas buenas palabras para mí. Y así como vino, se fue, animándome. Lo pensé demasiado, y decidí empezar de nuevo en otro lugar, junté todos mis ahorros para viajar a Estados Unidos. Me alegra haber estudiado inglés —acabó con un largo suspiro, finalizando su historia.
Alargó las comisuras para Taehyung, lamentando poner en sus ojos llenos de vida, tal preocupación y quizás lástima. ¿Quién no le tendría lástima por ser tan tonto e ingenuo?
¿Cómo lograba sonreírle? Taehyung lo volvió a envolver, afectado y preocupado de verlo tan calmado cuando antes era un manojo de movimientos ansiosos y nerviosos—. ¿Te sientes mejor ahora?
—Ahora, me valoro más —lo confesó sin timidez, fue una respuesta que le hizo calentar el corazón—. Venir aquí, fue la mejor decisión que he podido tomar —carcajeó, ligero y pesado al mismo tiempo.
Después de un silencio, Jungkook se dejó cubrir por el abrazo del chico, abrazándolo también; captando su calidez y amabilidad. Sus brazos siendo el lugar más confortable que ha estado.
—Aún sigo trabajando, ¿sabes? Lo he superado, sé que nunca lo amé como tal, solo buscaba una forma de sentir que valía en la decisión de otra persona, sin importar cuando me dañara en el proceso. Pero, a pesar de eso, cada vez que me dan o me invitan algún tipo de comida, siento repulsión y mi cuerpo reacciona para hacerme devolverla. Por eso mi delgadez es incontrolable. Solo consumo la comida preparada por mí mismo, pero no me motiva cocinar, así que solo hago cosas muy simples. Antes, había escuchado la conversación de los esos clientes, mencionaron divorcio por infidelidad y sin darme cuenta la taza ya se me había caído. Fue un grave desliz. —Apresó el torso ajeno—, gracias a ti, descubrí que los jugos y panes con algo están perfectos para retenerlos. Gracias por eso, por escucharme hoy y estos últimos meses.
Tae lo sostiene fuertemente, procesando y admirando cuan fuerte puede ser una persona. Especialmente la que inmutable habló de un retorcido cuento. Sin embargo, el temblor ligero en su cuerpo, le dejaba saber el gran pedazo de ser humano que estaba abrazando. Despegó una de sus palmas, la balanceó buscando dónde ponerla, finalmente, acarició el cabello azabache, alisando con placidez—. Lo hiciste bien, perfectamente maravilloso. No te merecías nada de eso, no merecías cargar tanto. A pesar de ello, realmente lo has hecho bien. Tú solo, decisión por decisión, te ha llevado al gran hombre que eres ahora. Lo has hecho bien... —le susurró en el oído, queriendo decir cada sílaba. Sus largos dedos acariciaron entre su cuero cabelludo.
—Lo hice bien, ¿verdad? Realmente, lo hice... —y lloró, todo lo que suprimió, se permitió ir e inundar a Taehyung con sus lágrimas, mientras este, sin decir nada, lo mecía y le daba aquel consuelo que nunca se le había permitido obtener.
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Ellos siguieron con sus cenas y conversaciones un tiempo más. A Jungkook le encantaba lo expresivo que es Taehyung; lo bien que se veía en ropa casual y como no le molestaba caminar a su lado. Como un favor, le cumplió al pequeño niño soñador enterrado en su memoria, el poder caminar al lado de un chico que lo aprecia tomados de la mano, sin importar qué. Amaba ese lugar, amaba el respeto que le daban. Los hermanos revoltosos y graciosos que tenía el curioso cocinero. Su hermana que ya separaba el presupuesto de su boda imaginaria.
Taehyung lo invitó a su casa, era domingo y ellos tenían día libre. Taehyung le propuso a Jungkook que lo ayude a cocinar y probar sus habilidades culinarias. El menor no dejándose llevar por su inseguridad, permitió que le colocaran un delantal. Poniéndose manos a la obra, siguió las indicaciones del experto.
—¿Por qué estoy pelando tanta papa sancochada? —cuestionó, eran solo dos personas y era la séptima que dejaba sin cáscara. Además, quemaba.
—Es para el puré. Es algo suave así que no te preocupes.
—Uh. —Jungkook observó la espalda del castaño, que se flexionaba para colocar la bandeja de pollo bañadas de salsa, en el horno. ¿Realmente tantos preparativos lo incluían a él? Inevitablemente, una sonrisa curvó en sus labios, volteó para seguir haciendo lo mandado.
Jungkook estuvo sentado delante de una mesa que olía exquisito y tenía una presentación peculiar. En cada plato yacía montado un triángulo perfecto de arroz, en una mitad se extendía el espeso puré de papas y, en el otro, pedazos de pollo salidos del horno con una salsa brillante y ligera. Acompañados de una generosa copa de vino dulce. Nervioso miró su comida que hasta el momento no le provocaba más que probarlo.
Alzó la cuchara para aventurarse a comer, la mano de Taehyung sobre la suya le transmitía apoyo. Por su parte, el cocinero esperó y lo contempló masticar. Aún ligeramente tensionado cuando la cucharada fue pasada y el azabache bebió un sorbo del vino. El silencio se instaló hasta que las lágrimas se deslizaron de los hermosos orbes verdes.
Aumentando su sollozo al ser abrazado. Sin sentir ningún malestar, los recuerdos en su mente llenos de él y Taehyung riendo en la creación de la receta, el guía divertido que fue el castaño, su apoyo y comprensión. ¿En qué momento se produjo el cambio? ¿Cuándo fue que dejó de ver a su ex dándole al costado de su familia, aquel recipiente perturbador?
—¿Por qué lloras? Todo está bien, no te preocupes, ¿sí? —En su frente se estacionó la sensación de un beso consolador y en las esquinas de sus ojos, el de pulgares secando sus lágrimas—. ¿Sabe mal?
Ah, las respuestas a sus preguntas estaban claras ahora.
Jungkook sacudió la cabeza a los lados en negación—. Sabe delicioso, estoy seguro que podré terminarlo. En realidad... estoy muy feliz.
Taehyung siempre pensó que los ojos de Jungkook eran hermosos a pesar de lo espinosos que se reflejaban, no obstante, el brillo establecido en ellos era como ver un jardín florecer. El sol poderoso alumbrando encima de las copas de los árboles, la naturaleza siendo abrasadora y fuerte.
Se hincó al costado de la silla del menor, no perdiendo el contacto visual. Deslizó su lengua en la sequedad de sus labios—. Jungkook, yo sinceramente no sé si este sea un momento adecuado, ni tampoco cuando lo será. Siento que debería darte más tiempo para que me conozcas, quizás para que veas si congeniamos bien o si soy lo que necesitas en tu vida. Ah, pero realmente puedo esperar si es lo que decides, sin embargo, ya he tenido demasiados deslices con tu cercanía. Yo no hago tal cosa como tomar tu mano en la calle solo como un favor, ¿sabes? No tienes que agradecerme, porque yo deseo entrelazar nuestros dedos. Soy una persona bastante afectuosa y demostrativa, no sé si eso llegue a molestarte, pero el que te abrace es una acción que no puedo detener junto a mis palabras, algunas veces. Aunque trato —objetó en defensa, alzando una ceja—. Independientemente de lo que me digas ahora; quiero dejarte claro que me encantas como persona, en estos seis meses he aprendido tanto de ti y me he sentido muy a gusto a tu lado. No te veo como un amigo, no lo hice desde la primera vez que te vi, despertaste mi curiosidad y al final, me quedé tan fascinado de tus diferentes facetas conforme pasaron los días, que es imposible no querer estar a tu lado. Sé que hay muchas cosas que aún no sé de ti, ni tú tampoco de mí. Seguro hay cosas que aún quieres superar. —Guía una de sus pálidas manos en la parte de su corazón, quién latía violento—. Amaría ser parte de ese proceso Jungkook. Amaría seguir mostrándote partes de mí, compartir mi vida a tu lado. No me gusta hacer promesas, prefiero decirlas cuando ya las tenga hechas, pero puedo asegurarte algo: Te haré sentir cada día cómo la persona maravillosa que eres. —Los dientes blancos y perfectos fueron mostrados por la ancha sonrisa que le dedicó al caballero pelinegro de ojos nuevamente cristalinos—. ¿Quieres intentarlo? ¿Quieres ser mi novio, Jungkook?
—Y-yo —falló al hablar, nunca había experimentado tanta alegría junta que, no sabía cómo controlarlo. Hasta las gotas de agua se interponen en su camino cuando trató de expresar su sentir—. A-a... —Asintió fuertemente con su cabeza en su lugar, tratando de poner en control sus emociones, el corazón retumbando peligrosamente dentro de su pecho.
A falta de palabras, abrazó a Taehyung lo más significativamente posible, creyendo tener mucho tiempo para decirle cuánto lo apreciaba, cuán importante se había vuelto para él.
Apretó nerviosamente el hombro de su ahora novio, producto del estremecimiento que causó los labios del castaño, que se arrastran dulcemente por su mejilla hasta hacer contacto con su boca. La presión siendo realista, de procedencia cariñosa y no brusca, ni inventada por su mente. El movimiento yendo acorde al burbujeante revoloteo de su estómago, amando la mano que acariciaba su cabello y el calor de la succión sutil de sus belfos. Taehyung simplemente lo inducía a varios tonos distintos en su beso, siendo... completamente especial.
El acto de comer dejaría de ser tan primordial y avanzaría sabiendo que hay alguien a su costado alentándolo y siendo su apoyo. El primer paso que daría a una verdadera nueva vida, sería este.
END
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The act of eating
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