Prólogo
Corrí tratando de no tropezar con mis propios pies. Tener dos pies izquierdos apestaba y más cuando trataba de llegar a un lugar en tiempo récord, si debía agregar el hecho de que los tacones aguja me hacían resbalar cada dos segundos en el suelo de cerámica y con mi torpeza debía lucir como bebé Bambi patinando en hielo.
Yup, ¡era la torpeza personificada!
Presioné el botón del ascensor del edificio y mi mirada viajó hasta la pantalla donde se mostraba en qué piso iba.
Piso 7. Piso 7. Y piso 7.
Sí, y presentía que no iba a bajar a la primera planta en un muy, muy largo rato.
Ugh.
Subí por las escaleras rogando a los cielos que con los tacones aguja no me cayera y terminara en la posta, siendo reconocida como la chica que se cayó de las escaleras en el peor día de su vida. Apresuré el paso cuando vi la hora en mi reloj de muñeca. ¡Me quedaban dos minutos para llegar puntual!
De hecho, puntual y arreglada. Ugh, ¿cómo debía estar a esa hora del día? Me había peinado en la mañana para esto, pero en el trabajo había prácticamente sudado más que un cerdo y hasta yo podía ver el desastre que era mi fleco castaño pegado a mi frente.
Demonios. Necesitaba un espejo, un cepillo, agua y en definitiva que el tiempo se detuviera para no llegar retrasada a la mini-entrevista que me darían. Gruñí. ¿Podía irme peor? ¡Y no! ¡No necesitaba que lloviera dentro del edificio para demostrarme que tenía más mala suerte, gracias! Créanme que era lo último que necesitaba: que fuera peor. Mi día ya había empezado mal y transcurría igual. Solamente esperaba que al llegar a la entrevista, no me fuera mal también.
No hay mal que por bien no venga.
¿Por favor?
Vi en el piso que iba y noté que era el tercero. Yup, piso correcto. Dejé de subir escaleras y me dirigí desesperadamente al departamento que tenía anotado en la pequeña hoja de papel que todavía llevaba en mano. Departamento 305. Maldita sea, ¿dónde carambolas estaba?
Di una vuelta en mi lugar sintiéndome perdida y noté el número del departamento al final del pasillo. ¡Genial! Corrí hasta él quedándome apenas un minuto para llegar puntualmente y ni siquiera medí las consecuencias de mis actos apresurados, ya que cuando ya había tocado el timbre, me di cuenta de que todavía me faltaba arreglar por lo menos un poco mi atuendo.
Es decir, estaba completamente desaliñada y ni siquiera me había visto en un espejo. ¿Qué tan horrible debía ser mi aspecto desde un punto de vista más objetivo? Ugh, no quería saber, suficiente tenía con yo ya saberlo.
La puerta se abrió de repente y el silencio que no había escuchado desde hacía una hora debido a los golpeteos constantes de mis tacones se presentó nuevamente de una manera un tanto incómoda y extraña. Era un chico de cabello negro con un mechón teñido de rosa oscuro y me miraba de una manera que me intimidaba inevitablemente.
Por favor, di algo.
—Hola— murmuré sonriendo torcidamente. Ni siquiera mi sonrisa era linda, ¿qué le iba a hacer?—. Vine por el aviso— expliqué echando mi cabello hacia atrás disimuladamente, pero al notar que no hacía caso llevando ambas manos a mi cabello y cepillándolo exageradamente.
El chico formó una mueca con su boca, como si quisiera decir algo pero no sabía qué.
Probablemente que yo era un desastre. Bueno, sí, ya lo sabía.
—¿Dylan?— preguntó incrédulo.
Me encogí de hombros nerviosamente y sonreí apenada.
—Es...— fruncí el ceño, resoplando—. Mis padres querían un niño.
¿Podía existir algo más penoso que eso? Me pusieron nombre de chico porque creyeron que resultaría ser uno, y cuando se enteraron de que era una chica, ni siquiera se dignaron a cambiarlo.
Cada vez que alguien decía mi nombre creían que era un hombre.
Y, um, no.
—Ya veo— murmuró. Vaciló un segundo y sacudió su cabeza—. Disculpa. Em... pasa, adelante— dijo haciéndose a un lado.
—Gracias— dije sonriente. Entré al departamento tratando no tropezar y cuando ya me vi dentro sana y salva sin rasguño alguno, volví a sonreír nerviosamente. Señalé el lugar—. Es lindo.
—Gracias— dijo él pasando al lado mío—. Me llamo Michael, por cierto— estreché su mano como saludo—. ¿Quieres algo de beber?
SÍ. SÍ. SÍ. MALDITA SEA, ME ESTOY MURIENDO DE SED.
—No, gracias— suspiré sin quitar la sonrisa de mi rostro—. Eres muy amable.
—No es nada. Um...— señaló hacia un lado con su pulgar—. Ya vuelvo ¿sí? Toma asiento. No tardaré.
—Vale— murmuré viendo cómo se iba a una de las habitaciones del fondo. Me incliné levemente para no pederlo de vista, pero cuando ya se había adentrado a uno de los cuartos estaba completamente fuera de mi mirada. Suspiré.
Era un lindo departamento.
Me senté en el sillón negro que había frente a mí y aproveché de recuperarme. ¿Qué? No era buena en los deportes, detestaba usar tacones y más los de aguja, y haber corrido desde mi trabajo en la pizzería por no tener un auto y subir tres pisos en escaleras, no fue nada sencillo.
Ugh, ¿por qué no acepté un poco agua?
Saqué mi abanico de mi cartera y me di un poco de aire con él. Tenía demasiado calor. Esperen, ¿hacía calor o solamente era yo? Eh, eh, ¿lo captan? ¿Alguien? Hay que admitir que fue verdaderamente chistoso.
El sonido de unos pasos entrando a la habitación me distrajo de mis pensamientos ridículos, que aveces terminaban pareciéndome hasta humillantes, y al alzar la mirada, cuatro pares de ojos me hicieron sentir como una niña pequeña que se había acabado de meter en unos muy grandes problemas.
Ay dios.
—Bueno, chicos, ella es Dylan— me presentó al que reconocía como Michael. Saludé con la mano a los demás sonriendo nerviosamente—. Estos serían Luke, Calum y Ashton.
—Un gusto— asentí—. Yo...
—Vienes por el aviso— continuó adivinando Ashton—. Lo sabemos. Y no queremos ser descorteses, pero creíamos que eras...
—Un chico— me reí, esta vez concluyendo yo—. Lo sé, mi nombre es de chico, lamento si di otra impresión y con esto ya no quieren escogerme a mí para la habitación libre, pero de verdad, de verdad que necesito donde quedarme.
Los chicos se sentaron en los sillones que habían frente a mí, lanzándose miradas entre ellos.
Calum se encogió de hombros.
—Podríamos tener una chica— opinó él—. No es una mala idea.
—Sí— le apoyó Michael—. Solamente si pasa la prueba— me señaló.
—Entonces, ¿empezamos con la entrevista?— me preguntó... Ashton. Sí, Ashton, creo que era Ashton.
¿Qué? Eran cuatro chicos, se me hacía un tanto difícil aprenderme los nombres tan rápidamente.
Suspiré nerviosamente y mordí mi labio inferior. Vamos, Dylan, tú puedes hacer esto. Es sólo una entrevista, y bueno, necesitaba urgentemente un departamento, no tenía otra opción.
Asentí con la cabeza.
—De acuerdo— respondí—. Empecemos— agregué, sintiendo que esta entrevista, no iba a ser para nada cotidiana.
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Esta fanfic la subí hace tantos años y ahora ver cómo mis bebés crecieron me hace querer llorAR O SEA ERAN TODOS UNOS FETOS EN LA PORTADA Y AHORA MIRENLOSJSND snaccs uwu
Iré resubiendo ggg Los primeros 15 capítulos los tengo bien guardaditos pero los otros están esparcidos por ahí, así que debo buscarlos TT gracias por leer! En realidad se siente muy extraño subir algo que escribí hace 4 años pero bueno, ggg. Lxs amo. Bye!
honey.
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