Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 42

—¡MALDITA SEA, LINA, DEJA DE MORDER MI PIE!— chillé arrastrándome por el piso y tratando de golpear a la rubia psicópata. Me mordió la pierna—. HIJA DE... ASLAN— gruñí refiriéndome al león de Narnia. Se rió como maniática otra vez y me volvió a morder, para después agarrarme de los tobillos y arrastrarme por el piso haciendo que me alejara de la puerta del departamento 305.

Porque no podía regresar al edificio sin primero ser atacada por alguien, no, eso habría sido demasiado normal. Esto se volvería una tradición.

—No dejaré que vuelvas a pisar ese departamento. El día que no estuviste aquí fue magnífico— soltó. Dejé de aferrarme al piso y me dejé llevar por ella por la pereza que me producía hacer fuerza—. Hacía siglos que no era lo mismo. Tú solamente traes problemas a este edificio, es detestable compartir el mismo aire que tú.

—Tú ni siquiera vives aquí.

—Oh, cállate— dijo, dejándome al lado de las escaleras por las que ella siempre terminaba siendo tirada. Me miró satánicamente... ya saben, como siempre—. Bueno, tú serás la que caiga hoy.

De acuerdo, que haber leído "mil trescientas maneras de evitar que la rubia psicópata que acosa a tu compañero de departamento te tire por las escaleras y salir con vida en el intento" haya servido de algo, además de golpear a alguien en la cabeza para que no se robe la peluca de un anciano... Fue un raro día ¿saben?

—Creí que al fin teníamos algo, ya sabes, el odio que le tuvimos alguna vez a Aleisha nos unió— dramaticé. Lina puso los ojos en blanco.

—Aleisha me agrada más que tú.

Adivinen quién terminó siendo tirada por las escaleras por vigésima vez en la semana.

Aveces me preguntaba si Lina tenía algún hueso roto... o algún hueso... Tal vez era 10% carne, 40% psicópata y 50% alma oscura, eso le daría sentido a toda mi bendita vida.

Vi cómo seguía rodando hasta la recepción gritando que se vengaría de mí, que acababa de comerse una araña que había en el piso y que se le había caído una extensión del cabello. Suspiré pensando ayudarla pero... que su amiguita Aleisha la fuera a rescatar.

Desgraciado perro femenino que no podía nombrar correctamente porque había hecho un voto de no decir o pensar groserías durante un mes. Maldita sea, esto sería complicado si tan sólo llegaba al edificio y ya habían personas deseando mi muerte. ¿Las personas comunes y corrientes tenían que vivir con una Lina también?

Suspiré sacando todos los pensamientos negativos de mi cabeza (Lina, Aleisha, casi rodar por las escaleras, no poder decir groserías, la muerte, no poder ser un unicornio, ya saben, lo normal), y decidí enfocarme en los pensamientos positivos (Lina rodando por las escaleras, Aleisha calva, yo cabalgando un unicornio...). Hice una mueca ante lo que estaba pasando por mi cabeza. ¿Me había caído de la cuna de bebé o Jodie era una mala psicóloga? Todavía no podía decidirme.

Tal vez yo no estaba tan loca y tan sólo me gustaba pensar así para alejar los malos recuerdos de mi pasado...

Nah.

Toqué el timbre del departamento de los chicos y me los imaginé escuchándolo, los cuatro viéndose entre ellos con miradas asesinas al instante y decididos a no ser el que abriera la puerta, tomando posiciones y jugando a "piedra, papel o tijera" haciendo que uno de ellos perdiera, para que después el perdedor se levantara del sillón a abrirle de mala gana a la persona que había interrumpido lo que hacían.

Y a cambio, la puerta se abrió un segundo más tarde, dejándome ver a los cuatro chicos algo alterados dirigiendo sus miradas hacia mí. Sonreí nerviosa dispuesta a saludar cuando sentí que se tiraban encima mío. Y no, no en un abrazo todo tierno y normal y... No. Ellos literalmente se tiraron encima mío, me botaron al suelo y no podía respirar, porque tenía a una menstruación andante, una jirafa, un asiático y un arbusto con patas aplastándome mis no existentes tetas, haciéndome sentir como una alfombra.

—Te extrañamos— dijo Mike sin moverse de su lugar. Le di unas palmaditas en la espalda.

—Yo extraño sentir mis tetas.

—Pero tú no tienes tetas.

¿Por qué era su mejor amiga? Alguien dígame.

—Por un instante pensamos que no volverías— dijo Luke, levantándose junto a los otros chicos y tendiéndome una mano para ayudarme. Sonreí en agradecimiento.

—Y luego recordamos que pff, siempre vuelven— dijo Mike volcando los ojos y haciendo un gesto de diva doblando su muñeca. Arqueé una ceja.

Su modestia absorbía mi alma y llenaba mi corazón dándole sentido a mi vida, wow.

—Además se te quedó el vestido de cabaret— añadió Calum.

—Y tu sartén— puntualizó Luke.

—Y tus tacones.

—Y tu ropa interior— concluyó la lista Ashton, sacando lo mencionado de su bolsillo provocando que todos lo volteáramos a ver. Fruncí el ceño y él la volvió a guardar—. Pero eso tú no lo sabes y yo tampoco, já.

—¿Qué tal fue la vida sin nosotros por un par de días?— preguntó Calum entrando al departamento. Los seguí.

—Bueno, diría que fue aburrido pero, prácticamente golpeé a alguien en la cabeza con un libro de setecientas páginas, le robé la peluca a un anciano, filmé a dos moscas teniendo sexo, tiré rollos de papel higiénico por mi ventana, le compré un perro a Jodie, rasuré a Max, escapé de un policía y rompí la televisión— respondí, sorprendiéndome a mí misma por todo lo que había hecho. Los chicos asintieron.

—¿Y de qué era el libro?— preguntó Luke, al mismo tiempo que Mike preguntaba dónde estaba el video de las moscas, Calum decía que nada de lo que yo había hecho se comparaba con Mortimer y Ashton me decía que no lo rasurara a él mientras durmiera.

Poco a poco volviendo a la normalidad... en otras palabras, a la anormalidad. Sinceramente lo más normal de nosotros era que teníamos una cabra y tomando en cuenta que sabía jugar a las cartas, hacer twerk y había sido violada por un gato... no estaba muy segura de que estuviera categorizado como algo normal.

¿Dónde estaba Mortimer?

—Está en el salón de belleza— respondió Calum cuando le pregunté. Alcé ambas cejas incrédula—. ¿Qué? ¿Crees que queda así tan sólo comiendo y haciendo ejercicio? Vamos, Dylan, como si no hubieras leído el libro para entrenar a tu propia cabra volumen dos.

—Como si no supieras que me da tanta flojera leer que no habría llegado ni siquiera al final del volumen uno— bufé. El chinegro abrió la boca y la cerró, señalándome un segundo después con una sonrisa.

—Sushi.

Y después quería que no le dijéramos asiático. ¿Dónde dejé mi sartén?

—Pensábamos en ir a comer a la pizzería de siempre— dijo Luke. Asentí—. O nos podemos quedar aquí y ordenar pizza a domicilio, ya que si cocinamos algo incendiaríamos la cocina... otra vez. No lo sé, tú elige.

—Podríamos salir, ir sola a comer afuera no es lo mismo— respondí, recordando que básicamente había llegado al restorán el día anterior y la mesera preguntó cuántos serían para la mesa y yo dije uno y se rió como media hora en mi cara. La golpeé, sí; terminó en el hospital, sí. Pero... se rió como una media hora en mi cara.

—De acuerdo, salimos en cinco, tengo que hacer una pequeña llamada— dijo Luke viendo su teléfono y saliendo del departamento. Esperen. ¿Salíamos en cinco minutos o... cinco segundos del verano? Eh, eh. Dios mío, tenía que parar de hacer estas bromas o hasta mi propia conciencia me iba a abandonar.

—Y yo tengo que hablar contigo— me señaló Ashton de repente, tomándome de la mano y haciendo que me levantara del sofá. Volteé a ver a los chicos antes de irme, notando cómo Calum alzaba y bajaba sus cejas mientras ponía sus manos en su pecho, y Mike solamente se limitaba a hacer gestos obscenos.

Recuérdenme por qué había regresado a este departamento.

—¿Qué sucede?— pregunté finalmente cuando Ashton y yo entramos a su habitación para hablar en privado. Se rascó el cuello nervioso—. ¿Vas a morir? ¿Te van a raptar los extraterrestres? ¿Asesinaste a alguien? Oh por el gato, estás embarazado.

—Te besé— dijo, yendo directo al grano. Bueno, por una razón rompí la televisión ¿no?—. Pero... no quiero que lo tomes de la manera incorrecta.

Estaba recordando cuando Luke me había dicho que los chicos no podían saber de nuestro beso o de nada de lo que había sucedido aquel día y sinceramente tenía que admitir que me dolía un poco... bastante... mucho... lechuga. Tal vez estaba destinada a besarme con alguien y luego olvidarlo.

¿No iba a poder casarme o tener hijos, verdad? Bueno, no hay mal que por bien no venga. Tal vez de mayor terminaría siendo tan mala esposa que probablemente mi pareja moriría antes de siquiera poder pedirme el divorcio... o escapar... o suicidarse.

La persona (o cabra, me daba igual) que se casara conmigo, me tendría que tener demasiada paciencia... y con demasiada, me refería a bastante. Sí, iba a morir sola, ya que ni siquiera mis ocho gatos me iban a soportar y lo que diría en mi lápida sería "Dylan Summers, al fin muerta", si es que alguien recordaba mi nombre claro.

—No quiero que pienses que te besé sin ninguna razón— habló Ashton después de unos segundos de silencio. Sentí como si mi corazón se detuviera—. Pasé tanto tiempo esperando el momento correcto, pero jamás llegó y... Sé que quizá no fue el mejor momento para hacerlo, es decir, te acabas de enterar de tu amnesia, obviamente no fue la mejor decisión besarte en ese instante, pero no quería seguir y seguir esperando por algo que...

—Tranquilo— dije finalmente, al notar que empezaba a enredarse con su propias palabras. Suspiró aliviado y apoyó sus manos en mi cintura al mismo tiempo que dejaba caer su frente en mi hombro.

—¿No estás molesta conmigo?— preguntó en voz baja.

¿Debía decirle que había estado tan emocionada luego de eso que había roto la televisión o debía decirle que no estaba molesta manteniendo mi supuesta cordura?

—Jamás podría estar molesta contigo, Ashton— respondí, jugando un poco con su cabello. Mordió mi hombro—. ¿Por qué siempre andas preocupado por si me he enojado contigo?

—Porque puede pasar, y yo no te quiero dar razones para que tengas un mal rato, además no soportaría saber que te hice enfadar— contestó, volviendo a morderme. Tomé una bocanada de aire y él se incorporó, otra vez observándome de frente—. Dylan, yo te...

—Ashton, no lo digas— lo detuve antes de que continuara. Abrió un poco más sus ojos, sorprendido y... herido. Oh Dios—. No quiero que... digas algo de lo que te puedes arrepentir luego y yo... yo no sé...

—Déjame decirlo— me pidió susurrando de nuevo—. Me lo he aguantado por tantos años, princesa. He tratado de no decírtelo cada vez que me miras con esos hermosos ojitos azules... No quiero que respondas, no quiero que creas que todo está arruinado por lo que yo dije, sólo quiero que me escuches un instante... ¿Puedo?

Mordí mi labio inferior y asentí cabizbaja, sintiendo cómo besaba mi frente luego para hacerme verlo a los ojos.

—Te amo— dijo en susurros—. Te conozco desde siempre, con tus aviones de papel y tus chaquetas tallas más grande que la tuya, con tus ceños fruncidos cuando no entendías algo y las sonrisas que eran tan complicadas de sacarte. Sé que es extraño. Tú me recuerdas de... menos de un año, pero yo te vi por primera vez hace tanto tiempo. Eres mi princesa, y no sé qué sería de mí sin ti.

—¿Por qué ahora?— le pregunté tratando de aguantar las lágrimas. Eso había sido probablemente lo más dulce y tierno que alguien llegaría a decirme en mi entera existencia, y yo lo único que podía hacer era preguntarle el por qué. Alguien que me golpeara con una sartén o algo, por favor.

—Porque ahora puedo— respondió. Fruncí el ceño confundida ante aquello—. Y luego no podré.

—¿Por qué no podrías...?— dije sin lograr entenderlo y siendo interrumpida al instante en que alguien abrió la puerta de la habitación. Ambos volteamos a ver.

—Ya nos vamos. ¿Vienen o se quedan aquí arriesgándose a quemar la cocina?— preguntó Luke arqueando ambas cejas. Asentí y salí dirigiéndome a la sala de estar—. Bueno, ¿qué estamos esperando?

—Mike se fue a cambiar los zapatos— dijo Calum jugando un videojuego de... ¿cabras invadiendo una ciudad?—. Dijo que sin los tacones no se sentía divina.

—GORDON— exclamó Luke. La menstruación andante apareció usando mis zapatos—. No vas a ir con tacones a la pizzería, con suerte puedes caminar sin ellos.

—Pero me quedan bien y son cómodos y me hacen sentir más alto y son geniales. ¿Verdad, Dylan?— dijo Mike buscando apoyo en mí. Carraspeé.

—Yo no he visto a este hombre nunca antes en mi vida.

—Sólo estás celosa de que me quedan mejor que a ti.

—Tu talón literalmente queda afuera del zapato.

—Envidiosa.

—Traeré sus zapatos— suspiró Ashton yendo a su habitación.

—Me rehuso a usar otra cosa que no sean estos hermosos y sensuales tacones.

Fue en ese momento cuando Luke se le tiró encima como gata en celo.

—NO SALDRÁS CON ESAS COSAS PUESTAS EN TUS PIES, GORDON.

—CREÍ QUE TE GUSTABAN, LUCAS.

—SÁCATELOS DE UNA VEZ— exclamó el rubio, logrando sacarle uno a Mike. La menstruación andante le puso su pie en la cara haciendo que Luke se cayera del sillón—. Oh por Dios, he olido queso podrido y las alcantarillas en menos de un segundo. Jesús, hazme olvidar. Oh Santa Claus.

—Hay que llevarlo al hospital— dramatizó Calum mientras seguía jugando... eso. Se rió—. La cabra hembra me está haciendo un baile privado. Soy un ganador.

¿Desde cuándo ganador se definía como que una cabra te bailara virtualmente en el caño?

—Vamos a ver— dijo Ashton alzando los pies de Michael y poniéndole sus zapatos—. Listo.

—Gracias, daddy.

—Uh, de acuerdo, eso es traumatizante— se quejó Ash haciendo una mueca de asco.

—Pero no lo sería si fuera una chica y estuviéramos en tu cama. Pervertido. Traeré el agua bendita y te bañarás en ella durante el resto del año.

—Tu deberías bañarte cada día de lo que resta del año— le dijo Luke a Mike, desde el suelo. Abrazó sus rodillas—. Ha sido lo más horrible que he olido en toda mi sagrada vida.

—No exageres, Lucas. Y ya vámonos, me estoy muriendo de hambre— dije llevándome una mano al estomago y caminando a la puerta.

—Déjame llegar al próximo nivel, estoy a punto de ganar— sonrió Calum emocionado. Miré hacia el cielo.

—Hemos creado un monstruo.

—¡LISTO!— exclamó levantándose del sillón—. Soy cabra veterana. La envidia, cabras básicas, la envidia.

—El hambre, chino canela pasión, el hambre— repetí tirándole su billetera que estaba en el sillón. La alcanzó en el aire y rió levemente—. Vámonos ya, antes de que Lina reaparezca del más allá y nos impida ir a comer por querer violar a Luke.

Y salimos del departamento en dirección al restorán de la pizza. Una persona normal habría ido caminando o habría tomado el autobús, pero no, nosotros... llamábamos a la viejita psicópata que seguía obsesionada con Mike.

—¿Y cómo está su nieta?— preguntó Calum mientras trataba de aferrarse a su asiento para no salir volando.

—Bien, bien, la voy a visitar siempre que puedo a la prisión, ya saben— respondió ella poniéndose sus dientes postizos. Abrí los ojos con espanto. ¿Por qué ma había venido como copiloto?—. ¿Y tú cómo estás, Dylan? La última vez que te vi tratabas de de cumplir tu sueño para ver a Camarón Bayas.

—Cameron Dallas.

—La misma vieja mierda pero un día diferente— canturreó. Me encogí de hombros.

—Eh, señora, no quiero ser descortés, pero... ¿cuándo vence su licencia de conducir?— le preguntó Luke. La viejita sacó su mirada del camino y volteó a ver al rubio.

—¿Qué es una licencia de conducir?

Necesitaba un lápiz y un papel para dejar mi testamento.

—Es un... plástico con su nombre y sus datos... ¿No tiene el plástico?

Mi vestido de cabaret se lo dejaba a Calum para sus noches salvajes con Mortimer y mis tacones eran de Michael.

—Exacto, pequeña Lucrecia— dijo la señora—. Es sólo un plástico. No sirve para nada.

Mi colección de Star Wars era para Andy y mi ropa interior se la dejaba toda a Ashton. Por Anakin, íbamos a morir.

—Listo. Sanos y salvos en la pizzería— dijo alegremente la viejita. Mike se bajó del vehículo rápidamente y se tiró al piso a llorar melodramáticamente—. Tan sólo mírenlo, ese chico no puede vivir sin mí. Nos casaremos algún día.

Podía imaginarme a Mike atado en la iglesia y a la viejita frente a él, en silla de ruedas, mientras un cura ilegal los unía en sagrado alias maldito matrimonio, al mismo tiempo que yo me reía de su desgracia y lo filmaba para seguir burlándome de él en un futuro cercano. Se valía soñar.

—No puedo creer que hayamos salido con vida de eso de nuevo— suspiró Luke cuando ya estábamos sentados a una mesa en la pizzería. Frunció el ceño bajando la cabeza—. Mike, deja de besar el piso.

—¿Y qué pizza ordenaremos?— pregunté viendo el menú. Noté cómo Mike seguía arrastrándose por ahí. Bufé, golpeándolo en el trasero y haciendo que me mirara—. Levántate, hombre, terminarás con más gérmenes de los que ya tienes.

—Díganme de nuevo por qué dejamos que una anciana ciega nos haya traído hasta aquí— balbuceó sentándose a mi lado.

—Me agrada— respondió Calum—. Además nos trae hasta aquí gratuitamente.

—Pudimos haber caminado— dijo Luke. Lo volteamos a ver los cuatro al mismo tiempo.

—Ew.

—Soy alérgica al deporte— añadí mientras seguía viendo el menú—. Con suerte puedo caminar sin morir en el intento.

—Es cierto— me apoyó Mike rodeando mis hombros. Lo empujé—. ¿Y has sabido algo de Andy?

—Nop. La voy a asesinar cuando la vea. Le he enviado miles de mensajes y nunca me contesta, ni siquiera sé si la voy a volver a ver— respondí. Mike bajó la mirada y yo sonreí traviesa—. Pero tú sabes de ella. ¡Te tengo! ¿Han vuelto a hablar por Skype? Oh, apuesto que sí. ¿Qué te dijo? ¿De qué hablaron? ¿Todavía no te menciona acerca de la muñeca inflable?

—¿La muñeca qué?— soltó. Negó con la cabeza—. Es sólo que... antes me hablaba. ¿Le habrá pasado algo?

—Tal vez se consiguió novio— tarareé. Mike resopló—. Celoso.

—No estoy celoso.

—Y yo no te pregunté, ya sé que estás celoso. Pero no, tú has sido la única persona que le ha gustado a Andy desde su último novio. Fue un idiota con ella, la hizo pensar que el amor era una basura que solamente servía para poner excusas tiernas para tener sexo, y desde entonces el hombre es su amigo... y hasta ahí. Sólo amigo. Bienvenido a la Friendzone.

—No sé cómo debería sentirme al respecto— murmuró Mike. Lo golpeé en la cabeza—. ¡Auch!

—Ni siquiera estás poniendo atención. Acabo de decirte que eres el único que ha tenido oportunidad con Andy desde su último novio. Eres un lento.

—Eres una agresiva.

—No tendría que ser agresiva si tú no fueras un lento.

—No te habría llamado agresiva si no me dijeras que soy un lento.

—Lo que dijiste no tiene sentido.

—¡Lo que tú dices no tiene sentido!— respondió apuntándome. Le mordí el dedo—. ¡ERES UNA...!

—Modales, Gordito.

—Creo que voy a perder la mano— dramatizó.

—Claro que no— negué mientras llamaba al mesero para que pidiera nuestra orden—. Sólo tu brazo. ¿Jamás te he dicho que soy un zombie?

Michael se mantuvo alejado de mí durante una semana.

—Y una pizza napolitana también, por favor— dije, concluyendo el pedido. El mesero asintió anotándolo en su libreta.

—¿Algo más?— preguntó. Negamos—. De acuerdo, se los traeré enseguida.

—Y yo de inmediato vuelvo— habló Calum levantándose de su asiento con el teléfono en mano—. Están llamando de "cabritas más adorables", deben haber terminado con la atención a Mortimer.

No estaba bromeando: ¿desde cuándo habían tantas cosas para las cabras? Yo con suerte encontraba una tienda donde vendían comida para gatos.

—Aquí está— dijo el mesero cuando ya había vuelto. Dejó un pastel frente a mí—. Un regalo. Invita la casa.

—Muchas gracias— dije notando que era mi favorito—. ¿Por qué...?

—Por los viejos tiempos— respondió. Fruncí el ceño y chasqueé mis dedos al recordarlo.

—Nicholas.

—Sí, creí que me habías olvidado— sonrió animadamente sentándose a mi lado.

—Yo... Vinimos nosotros hace un tiempo con una amiga mía, la verdad no creí que te iba a recordar— me reí llevándome una mano a la boca—. Tú mencionaste el accidente— susurré.

—¡MALDITA SEA, JAY, DEJA DE COQUETEAR CON LOS CLIENTES! ¡ES LA DÉCIMA VEZ ESTA SEMANA!— gritó una señora desde adentro. Nicholas se rió por lo bajo.

—Debo irme— dijo tomando su bandeja—. Pero... te llamo o no lo sé.

—Claro— respondí, volteando a ver a los chicos que me miraban fijamente—. ¿Qué?

—Pero te llamó o no lo sé— se rió afeminadamente Calum burlándose de Jay. Volqué los ojos—. Estoy seguro de que ese chico es gay. Hasta rima con su apellido.

—No confío en él— suspiró Luke comiéndose un pedazo de pizza.

—Yo apoyo a Calum— murmuró Ash.

—¿Algo que comentar acerca del mesero, Mike?— pregunté, volteando a ver al único de ellos que no se había ido en contra de él. Carraspeó.

—Si lo infectas y lo conviertes en zombie, iré por ti, y lo vengaré.

—¿Alguien podría explicarme qué hice yo para ser maldecida con tu amistad?— exclamé viendo al cielo.

—Hey, yo no lo quería tampoco y no me voy quejando por ahí por haber terminado siendo tu mejor amigo.

—Claro que lo haces.

—Pero no frente a la pizza— murmuró poniendo una mano al lado de su boca. Golpeé mi frente con la mesa—. Tiene sentimientos.

Y no sabía cómo, pero de una forma u otra terminamos peleándonos acerca de que la ganadora de Americans Top Model no merecía ganar. Hablábamos cosas extrañas el 99% del tiempo.

—Gracias por traernos de regreso— le dije a la viejita psicópata cuando llegamos de regreso al edificio por la noche. Prácticamente nos quedamos toda la tarde en el restorán, aunque nos comimos como tres pizzas y eso era lo mejor del mundo—. Perdón si interrumpimos su siesta.

—¿Siesta? ¡Yo no tomo siestas! Ahora mismo me voy al club para juntarme con mis amigas y bailar el caño. ¿Quieren venir?— propuso animadamente la anciana, mientras Michael besaba el suelo, Calum trataba de no vomitar, Luke se murmuraba a sí mismo que estaba con vida y Ashton se tocaba el rostro verificando que seguía ahí. La volteé a ver con una mueca.

—Creo que nos iremos a dormir por hoy.

Subimos al departamento por las escaleras, ya que el ascensor estaba con problemas técnicos y nos despedimos para irnos a dormir. Me fui a mi cuarto acompañada de Luke. Era algo tonto. Se suponía que debía evitar pasar tiempo con él desde el problema del beso, pero por otro lado, sin él yo literalmente no pegaba ojo en toda la noche. Era algo extraño, pero al menos los dos estábamos acostumbrados.

—Las pizzas estaban deliciosas— comentó recostado en la cama. Sonreí y me acosté a su lado—. Te extrañamos cuando no estuviste aquí. Mike casi se pone a llorar ayer cuando regresamos.

—Es una nena— bromeé cerrando los ojos. Él se rió, apagando la luz y acurrucándose quedando apegado a mí—. Buenas noches.

—Buenas noches, Dyl.

Y eran las tres de la madrugada, cuando me levanté.

Luke no había notado mi ausencia en la cama, aunque si él hubiera hecho lo mismo probablemente yo no la notaría tampoco, sólo nos hacíamos falta en el momento en que necesitábamos dormir. Así que saqué una hoja de mi bolso, le hice un par de dobleces, y salí de la habitación, cruzando el pasillo, abriendo la puerta del cuarto de Ashton y encendiendo su lámpara.

Abrió sus ojos cuando me senté a su lado.

—¿Dylan?— susurró confundido. Asentí sonriéndole un poco—. ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es?

—Dijiste que aveces te hacían falta mis aviones de papel— respondí, alzando el papel hecho un avión. Sonrió tomándolo entre las manos—. Y yo quise hacerte uno especial.

—Gracias— dijo sin mirarme.

—Nada de gracias, sólo quédatelo y estaré bien— dije tomando un mechón de su cabello entre mis dedos. Suspiré—. No puedo decirte que yo también te amo, Ashton, y lo lamento pero, no recuerdo nada de mi pasado y siento que desde que llegué a este departamento el tiempo ha sido tan poco, que yo...

—Está bien— murmuró acariciando mi mejilla—. Sé que no recuerdas nada, no tienes que decirme que también me amas, sólo quería decírtelo ahora porque había pasado años soportándolo— asentí—. Mientras no te molestes cuando te llame princesa, supongo que estaré bien. Sólo... quiero tratarte así por un tiempo, porque no pude cuando éramos pequeños y... antes de que ya no tenga la oportunidad de tratarte como una princesa nunca más.

—¿Por qué dices eso, Ashton? Suena como si... te fueras a ir y...

—No, no llores— dijo rápidamente sentándose en la cama y tomando mi rostro entre las manos.

—No iba a llorar— respondí evitando mirarlo a los ojos.

—Sólo te digo esto porque... sé que va a pasar lo mismo que pasó hace unos cinco años atrás.

—¿Qué cosa?— cuestioné curiosa. Él sonrió, besando la punta de mi nariz.

—Lo sabrás luego, así que hasta que ese día llegue, déjame tratarte como una princesa, sin que te enfades o algo.

—Seré tu consentida hasta entonces— bromeé.

Sonrió, mirándome directamente a los ojos. Mordió su labio inferior.

—Quiero besarte— susurró manteniéndose cerca de mí. Tragué saliva.

—Entonces hazlo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro