—Déjame ver si entendí. Darth Vader murió cuando el caballo volador chocó contra el arco iris mágico y se volcó por la montaña de la felicidad, haciendo que yo terminara sin mi tarjeta de memoria y fuera adoptada por un dinosaurio y un ogro, al instante en que el águila mayor abandonó tierra— solté de golpe, sentada en el sillón y viendo a Jodie y a Max. Jodie abrió la boca y la cerró, frunciendo el ceño confundida y pensando en lo que yo acababa de decir. Sacudió la cabeza.
—Necesito un diccionario.
—¿Porque no me entiendes?
—Porque planeo golpearte en la cabeza.
—Hay una sartén por allá.
Llevábamos toda la mañana en esto, y yo trataba de asimilarlo con mis ojeras enormes y mis bostezos que nos interrumpían cada dos minutos. No había logrado dormir nada, y Jodie y Max no lograban hacerme entender lo que había pasado en el accidente automovilístico de hacía años atrás. Yo hacía mis esfuerzos para comprenderlo, claro, pero... era difícil. Aún más con mi grado de concentración.
—¿Cómo las moscas se pueden sostener con esas patitas tan pequeñas?— susurré viendo a un par de moscas pegadas a la ventana—. ¿Y qué planean limpiándose las patas? Es como bañarse antes de ir a jugar al lodo. Y van a morir de todos modos, eso no tiene sentido.
—¿Por qué te bañas entonces si vas a morir?— bromeó Jodie poniendo los ojos en blanco.
—Exacto. Es el punto que he tratado de señalar toda mi vida pero aún así cuando no me lavo por una semana todos me ven mal. Además tú siempre me regañaste porque no me gustaba bañarme.
—Eras como un gato— suspiró ella sentándose a mi lado—. Vale, hay que hacer esto rápido. Yo debo ir a trabajar y Max tiene planes. ¿Qué dudas tienes?— abrí la boca—. Con respecto a todo lo ocurrido en el accidente. No aclararé preguntas acerca de moscas— concluyó, haciéndome suspirar.
—Bueno, no lo sé... Lo único que logro recordar bien es que, iba con mi padre de regreso a casa escuchando un partido de fútbol en la radio, y el automóvil chocó, se volcó... ¿Se supone que chocamos contra un auto?— dije alzando la mirada. Jodie asintió—. Y luego desperté en la clínica, con mi madre a mi lado tomándome la mano y con... vendas alrededor de casi todo el cuerpo. La recuperación no fue larga ni difícil, dijeron que no fue nada grave, y lo primero que me dijo mi mamá cuando ya estaba lúcida fue que papá murió. Nada más... ¿Por qué no me dijo acerca de mi perdida de memoria?
—Nos fuimos dando cuenta luego, Dylan. Recordabas ciertas cosas, olvidaste ciertas personas y acontecimientos. Tu madre dijo que te lo diría cuando fueras mayor. Podías sufrir un ataque ¿sabes? La manera en que reaccionaste ayer fue mil veces mejor de cómo pudiste haber reaccionado en ese instante. Tu padre muerto, tu madre enferma, ¿y después qué? No podía decirte que tenías amnesia selectiva, habíamos hecho la decisión de que te lo diríamos cuando fueras mayor.
—Nadie contaba con el hecho de que ella moriría antes de tiempo— resoplé abrumada.
—Lo hacíamos. ¿Por qué crees que tu madre y tú vinieron a vivir con nosotros?— dijo acariciándome la espalda—. Elizabeth sabía que no iba a durar para siempre, y te trajo hasta aquí para que durante todos estos años, lográramos hacernos más unidos y tener mas confianza. Lo logramos. Te dejé ir con Andy hace un tiempo para que no me odiaras. Puedo ser la mujer que te adoptó cuando el águila mayor abandonó tierra— se refería a mamá—, pero siempre he sido tu tía, y como tía me gusta que seas más libre e independiente. ¿La manera en que terminaste en el departamento de esos chicos? No tengo ni la menor idea. Nunca me dieron buena espina, tu madre era la única que hablaba con ellos acerca de cómo estabas tú, pero...— tomó una bocanada de aire—. Tu madre murió, y yo me he mantenido en contacto con ellos.
—Tiene que ser una broma— solté, haciendo que ella frunciera el ceño—. Es decir... No entiendo. Vivo con ellos, no necesitan que los informes acerca de mí, no...
—Eran tus mejores amigos— me cortó, haciendo una seña indicándome que la dejara hablar—. Puede que yo no estuviera ahí, pero tu madre siempre lo estuvo y me contó cada detalle para que si ella no tenía la oportunidad de decirte esto, yo la tuviera. Y esos cuatro chicos, eran los mejores amigos que tenías en la escuela. Cuando tenías doce, te escapabas de casa para verte con uno de ellos. ¿Cuál era su nombre? ¿Lucas? Y cuando tenías trece, tu madre ya estaba enterada de que te ibas por la ventana de tu cuarto. Te obligó a que trajeras a los chicos a casa y, bueno, siendo tu madre un rayo de sol que derrochaba alegría, hicieron buenas migas. El departamento en el que vives con ellos ahora, era el departamento de uno de los padres de los chicos. Finalmente esos cuatro se quedaron con él, y tú también por supuesto— hizo una pausa, queriendo que la mirara a los ojos. No lo hice—. Ellos te quieren. Cuando perdiste la memoria, tu madre se contactaba con ellos para hablarles de ti y mantenerlos al día. Mike... Michael, creo, siempre preguntaba si ya los habías recordado. Y cuando ella murió, cuando Eli murió, yo los llamé para decirles. Y los mantuve al día sobre ti. «¿Cómo está? ¿Recordó algo? ¿Podríamos verla? ¿Ha llorado por su madre? ¿No tiene ningún desorden alimenticio?». Vivías con Andy, pero yo sabía acerca de ti, y no pasó tanto, cuando ellos me llamaron para decirme que te habían encontrado, que estabas con ellos. Desde ese momento ellos me hablan acerca de ti. Ellos me mantienen al día para saber que estás bien. Sí, vives con una cabra y un gato, pero está bien. Siempre quisiste una mascota, sólo que... imaginaba un perro— bromeó, sacándome una pequeña risa. La miré a los ojos—. Deberías ir a verlos hoy, o mañana, pero pronto. Deben estar muriéndose. Calum me envió un mensaje hoy, que me preguntaba si te sentías mal, si tenías algún desorden alimenticio, si era necesario que fueras a un psicólogo... Ese chico siempre anda con esas preguntas acerca de tu salud— resopló, levantándose y cogiendo su cartera—. Y ni hablar de Ashton, el pobre está tan enamorado de ti, debe estar sufriendo un ataque de pánico ahora mismo. Anda, ve a verlos. Te va a hacer bien.
—Jodie— la llamé, con un hilo de voz. Ella volteó a verme—. Por alguna razón, ¿existe la posibilidad... de que haya estado interesada en alguno de ellos? Ya sabes, como... Antes del accidente, ¿me gustaba alguno de los cuatro?
—Deberías preguntarles a ellos— sonrió—. Te conocen mejor que nadie... Bueno, ya te di todo un discurso que debería ser suficiente por ahora. ¿Más dudas? Mande un mensaje al 666 y pregúntele a Satán, porque yo estaré hasta el tope de trabajo esta semana. Cuídate, hay comida en la nevera, y el número de la pizzería pegado al tablero de la cocina. Te quiero.
—Yo también te quiero— contesté, sonriéndole a penas. Jodie tomó a Max de la oreja y lo arrastró hasta afuera, gruñendo y diciéndole que iba a llegar tarde al trabajo. Suspiré.
Demasiada información entre aquel día y el anterior a ese.
Alcé la mirada, fijándola en la ventana.
¿Por qué esa mosca estaba encima de la otra? Esperen un momento, ¿estaban...?
ESTABAN JUGANDO AL CABALLITO.
Vale, no, esas moscas estaban teniendo sexo, ugh, qué asco, necesitaría a un psiquiatra luego de todo esto.
Caminé a la cocina y vi el número de la pizzería. ¿Por qué no me sorprendía el que fuera de la que me habían despedido? Ya había tratado de llamar antes pero cada vez que reconocían que era mi voz, me colgaban con miedo. Ni siquiera era tan agresiva. Sólo golpeé a mi jefa dos veces.
Bueno, ahora además de un psiquiatra necesitaría una clase para el control de la ira. ¿Qué estaba haciendo con mi futuro? Se suponía que iría a la cárcel, no a un lugar para ser mejor persona y curar mi demencia.
Saqué la comida de la nevera, notando que estaba verde y con manchas negras.
¿Por qué dejábamos que Jodie cocinara?
Finalmente decidí ir a comer afuera, pero luego de una hora regresé a casa hecha un desastre. ¡No podía ni siquiera dar dos pasos sin acordarme de los chicos...! Y todavía tenía hambre.
Primero, salía a buscar un restaurante... y era de comida china.
Encontraba un puesto de tacos, y el chico que atendía sonreía todo el tiempo marcando sus estúpidos hoyuelos.
Me dirigía al parque y había una maldita niña de dos años con un peluche de jirafa.
Pasaba al lado del parque de atracciones y había algodón de azúcar.
Entraba a una librería para escapar del mundo exterior y de los recuerdos de los chicos, y BUM "Mil y una formas de entrenar a tu cabra".
Podía ser verdad que Calum no fuera chino. Podía ser verdad que miles de otras personas tuvieran hoyuelos además de Ashton. Podía ser verdad que Luke no fuera una jirafa en sí. Podía ser verdad que Mike ya se había teñido el cabello a rojo. Y podía ser verdad que lo de las cabras, sólo fuera un libro.
Pero cada simple me recordaba a los chicos, y eso sólo aumentaba mis ganas de ir a verlos.
«Y ni hablar de Ashton, el pobre está tan enamorado de ti».
Tenía unas inmensas ganas de matar a Jodie con una sartén en ese instante. Lo único que había provocado con todas sus palabras, con su largo discurso, con su enorme explicación, había sido que me entraran mil y un ideas a la cabeza, y quizá la mitad de ellas estaban mal. ¿Y si Ashton no estaba ni siquiera interesado en mí? Tampoco me importaba, después de todo, Ashton no me gustaba, creo, supongo, espero. ¿Y si Ashton me gustaba? ¿Era muy malo? Me había besado con Luke. ¿Luke me gustaba? Prácticamente me había pedido que no le contara a los chicos acerca del beso. Me sentía humillada, y Ashton fue el que estuvo ahí para consolarme, para abrazarme, para animarme, para decirme que me quería, para sacarme una sonrisa a pesar de todo.
Suspiré. ¿Dónde estaba el cloro?
El teléfono de la casa sonó tomándome desprevenida. Me levanté del sillón y contesté, tomando una bocanada de aire. Tal vez fue una mala idea responder después de todo, me sentía tan desanimada para siquiera ver a alguien en ese instante. Abrí la boca dispuesta a decir algo, hasta que la voz del otro lado me interrumpió a hacerlo.
—¿Cómo está Claire?
Sentí mi alma caerme a los pies. Era la voz de Michael.
—¿Está comiendo bien? Sigue siendo tan delgada. Pudiste al menos responder mi mensaje, Jodie. ¿Se siente muy mal? ¿Va a ir a ver un psicólogo? ¿Cómo reaccionó? Sé que le dijiste la verdad. ¿Lloró? Porque si no lo hizo es porque algo anda mal. Según el...
—Ya, ya, Calum, ya le explicaste todo acerca de las reacciones y sentimientos y traumas hace meses atrás en un largo mensaje, la mente de Jodie va a estallar— lo cortó Luke—. ¿Y qué tal está Dylan, Jodie? Se fue corriendo de acá, no supimos qué decirle. Tratamos de ser delicados con ella pero creo que sólo lo empeoramos más. Todo es culpa de Michael.
—¡No es cierto!— se quejó Mike.
—Que sí— respondió Luke, suspirando—. ¿Durmió algo? Siempre tiene problemas para dormir, aunque eso es culpa mía. No debí acostumbrarla. ¿Tomó alguna pastilla? No debe tomar más de una, lo sabes. Si se tomó dos dale más agua o algo de comer. Dos pastillas para dormir siempre le sientan mal.
—¿No está enojada con nosotros, cierto?— cerré mis ojos al escuchar la voz preocupada de Ashton. ¿Todavía no se daban cuenta de que era yo?—. No quiero que se enfade. ¿Está triste? No quiero que esté triste. Espera, ¿entró en pánico? Dime que no entró en pánico. ¿Gritó? ¿Qué dijo? ¿Cómo reaccionó? Sabemos que le dijiste toda la verdad, pero dime que mi princesa está bien, no soportaría escuchar otra cosa.
Solté un sollozo sin darme cuenta. No podía. Sentí mi garganta arder.
—Chicos, lo siento tanto— dije largándome a llorar. Se mantuvieron en silencio y yo me sequé los ojos con la manga de mi chaqueta—. No quería irme, pero estaba tan asustada y ustedes me lo dijeron tan... tan de repente. Me sentí tan culpable y no quería dejarlos y fui tan tonta porque no les creí y ustedes jamás me han dado una razón para no creerles. Perdónenme.
—Vamos para allá.
Luego de las palabras de Mike, la llamada se cortó.
Me hice una bolita en el sofá y cerré los ojos deseando desaparecer. Me sentía como cuando era pequeña, y mamá apagaba la luz para que me fuera a dormir. Me asustaba la oscuridad, y me hacía más pequeña, llevándome las rodillas al pecho y escondiendo mi rostro, cantando una canción en voz baja para no despertar a nadie ni llamar la atención de los monstruos que habitaban abajo de mi cama. Pensaba que iba a venir una luz a rescatarme, pensaba que iba a haber alguien entre toda aquella oscuridad que me iba a sentir como si todo fuera luz.
Mis ojos se abrieron al instante en que escuché que alguien tocaba la puerta. Me desperecé y me levanté del sofá caminando a la entrada, girando la perilla de la puerta y encontrándome a los cuatro chicos tras el otro lado del marco. Me llevé una mano a la cara.
—Lo siento— murmuré, quedándome en mi lugar y siendo rodeada por todos los brazos de los chicos al segundo más tarde—. Fui tan estúpida, no debí haberme ido.
—Perdónanos a nosotros, Claire— rogó Mike, besándome la cabeza y arrugando la nariz. Suspiré—. ¿Desde hace cuántos años no te lavas el pelo? Huele a vagabundo.
—Yo también te quiero, menstruación andante, si no fuera por ti no recordaría cuándo me llega el periodo— me burlé, poniendo los ojos en blanco y separándome de los cuatro. Mordí mi labio inferior nerviosa—. ¿Puedo regresar?
—Siempre— sonrió inmediatamente Luke—. Además, ¿qué sería de nosotros sin ti? Probablemente estaríamos en la cárcel.
—Con o sin mí terminarían en la cárcel, no me jodas, Lucas— dije riéndome levemente. Me empujó el hombro.
—Pero no sería lo mismo sin ti.
Nos sentamos en los sillones de la sala de estar y puse mis rodillas contra el pecho, pensando qué decir. ¿Por dónde podía empezar? Tenía tantas preguntas, pero no quería echarlo a perder. Sabía que si preguntaba algo incorrecto, podía volver el ambiente pesado. Al fin había logrado que los chicos estuvieran a mi lado sin ninguna mentira entre nosotros. ¿Qué debía decir?
—¿Saben cómo las moscas se pueden colgar de las paredes con esas patitas tan pequeñas?— pregunté. Mike frunció el ceño, sentándose igual que yo.
—Creo que es por los poderes que les dieron los extraterrestres. Dominarán el mundo en un par de décadas.
—Lo harán las cabras— contradijo Calum.
—Llámame cuando una cabra pueda pararse en una pared en contra de la gravedad.
—¿No tienes alguna duda con respecto a tu pasado?— dijo Luke, mirándome—. ¿Cómo empezó todo? ¿Cómo terminó todo? ¿Algo? ¿Nada?
Todo.
—¿Cómo los conocí? No entiendo cómo los olvidé completamente. No hay ningún recuerdo de ustedes, no hay nada en mi memoria que indique que los conocí antes. Están borrados totalmente— mascullé, jugando con las puntas de mi cabello.
—Tenías diez años— respondió Luke, encogiéndose de hombros—. Te gustaba lanzar aviones de papel, y usar chaquetas que te quedaban tallas más grandes, y tener el cabello largo hasta la cintura. Te conocí por eso. Era horario de clases. La profesora me había sacado del salón porque había dicho una tontería y terminé sentándome a un lado del pasillo. Y luego pasaste tú, con el cabello despeinado y una chaqueta enorme y tirando aviones de papel. Llevabas unos cinco. Traté de ignorarte porque hacías mucho ruido, pero me preguntaste por qué estaba afuera del pasillo y pues, me vi obligado a responder. Luego dijiste que te llamabas Dylan, que te habías saltado clases porque creías que tu profesora de historia era una manipuladora, y me regalaste un avión de papel.
—Era extraña— dije pensativa, mirando el techo—. Me gustaba pensar que si te daba un avión de papel, te estaba otorgando el poder de volar. Y por eso me gustaba tener muchos, además eran fáciles de hacer y cada vez que tiraba uno caía en el ojo de alguna profesora. Era imposible no divertirme con esas cosas. Creo que mi profesora de historia terminó en el hospital.
—En primer lugar, sí, tu profesora terminó en el hospital por eso. En segundo lugar... quedaste castigada. Y en tercer lugar, conociste a los demás chicos en el almuerzo— explicó Luke—. Yo estaba almorzando con ellos y tú te acercaste a hablarme. Me dijiste que mi pelo se veía ridículo y que necesitabas tu avión de papel de vuelta.
—Recuerdo que ese día me golpeaste— comentó Ashton—. Me golpeaste porque te dije que eras una rara que llevaba aviones de papel— concluyó. Le di un puñetazo en el brazo derecho. Hizo una mueca—. Nada ha cambiado.
—A mí me dijiste asiático y también me regalaste un avión de papel— me sonrió Calum.
Todos volteamos a ver a Mike.
—Yo te dije que tu cabello era horrendo y tú me deseaste la muerte.
—¿Por qué no me sorprende?
—También me pediste una sartén. No sé por qué esperabas que yo tuviera una sartén.
—Tenías cara de tener una sartén.
—Tenías el cabello horrendo.
—Debiste haber muerto.
—Debiste quedarte calva.
—Todavía no entiendo cómo se convirtieron en los mejores amigos— suspiró Luke agachando la cabeza. Me reí—. Pero siempre te llevaste mejor con Michael, eh. Te gustaba jugar con su cabello y él te llamaba maniática.
Mike y yo nos volteamos a ver.
—Derrochábamos amor— dije con sarcasmo.
—Te habría pedido matrimonio.
—Te habría rechazado.
—Te habría golpeado.
—Te habría robado la sartén.
—Te habría asesinado.
—Te habría perseguido en mi forma de fantasma y haberte obligado a ver vídeos de partos de bebés.
—¿Otra duda, flujo abundante?— dijo volcando los ojos. Sonreí.
—¿Por qué "gaviota"?— pregunté, recordando que hacía un tiempo atrás uno de los chicos me había llamado así por accidente. Luke tiró un mechón de mi cabello.
—No te gustaban los pájaros, pero te encantaba la idea de volar. Un día te llamé pájaro y te enojaste conmigo. Te propuse flamenco, gorrión, paloma, pelicano, pingüino... Dijiste que yo era el pingüino. Y que tú serías la gaviota.
—¿Por qué carambolas dije gaviota? Me odio de por vida— bromeé, fingiendo dramatismo—. ¿Y qué hay de lo demás de nuestra historia como grupo? ¿Violamos a alguien? ¿Matamos a alguien? ¿Robamos a alguien? ¿Qué hacíamos para divertirnos? ¿Tirar aviones de papel? ¿Matar a profesoras de historia? ¿Recurrir al sado?
—Tú no deberías seguir leyendo acerca de Christian Grey— dijo Calum negando con la cabeza. Hice un puchero—. No te hagas la inocente. Y no hacíamos nada interesante. Sólo joder por ahí. Te gustaba cortarle el cabello a las niñas creídas de tu clase y molestar a tu profesora y robar nuestras chaquetas. ¿Por qué siempre robabas nuestras chaquetas? Aveces tenía frío y te quedabas con la mía.
—Siempre ha sido una ladrona— bromeó Luke volteando a verme. Sonreí—. ¿Regresarás al departamento hoy?
Mi sonrisa se esfumó de a poco y mordí mi labio inferior, pensándolo. Suspiré profundamente.
—Estaré de vuelta mañana.
Si esperaban esa respuesta de mi parte, no parecían satisfechos con ella. Asintieron como si comprendieran, a pesar de que ni siquiera les había dado una razón, y Luke se levantó.
—Te estaremos esperando con los brazos abiertos— dijo, sonriendo a fuerzas. Los chicos se levantaron de los sillones también dispuestos a irse y yo los acompañé hasta la puerta.
—No creí que se quedarían tan poco— susurré mientras se despedían de mí.
—Nos veremos mañana. Necesitábamos verte y saber cómo estabas. Además tenemos que sacar a Lina de un pozo y encontrar el chimpancé de Mireia— dijo Luke. Fruncí el ceño y él sacudió la cabeza—. No preguntes.
—Si tienes otra duda te la diremos mañana y así podemos olvidar todo este tema de tu amnesia selectiva— suspiró Michael, pasándose una mano por el cabello—. No me van los dramas, psicópata de los aviones de papel.
—A mí tampoco, psicópata de los tintes para cabello.
—Mejores amigos mis zapatos de tacón. Te lanzaría por un acantilado ahora— espetó haciéndome reír.
—Te veremos mañana— afirmó Calum. Asentí—. Come algo. Sé que todavía no lo haces. Ordena tacos o algo así. Terminarás desnutrida.
—Amargado— bufé sacando mi labio inferior. Se encogió de hombros.
—Y duerme— indicó Luke. Sonreí culpable y una de sus comisuras se elevó—. Avísanos. Te vendremos a buscar mañana.
Y los tres empezaron a andar, dejándome con Ashton, un silencioso Ashton. Suspiré.
—No has hablado casi nada. ¿Estás molesto conmigo?— pregunté cuando los demás chicos ya estaban lejos.
—No... No es eso.
—¿Estás bien?
—Fue un día difícil ayer. Te fuiste tan rápido. Me sentí culpable. No quería que nos odiaras, o te sintieras triste.
—No hice ninguna de las dos.
—Lloraste hoy por teléfono. Me sentí morir.
—Eres un exagerado ¿sabes?— sonreí, tratando de animar el ambiente—. Sólo necesitaba tiempo, venir aquí. Jodie es la hermana de mi mamá, la única persona cercana que tengo ahora, y ella trató de explicarme todo. Sabía que lo que me diría sería verdad, era la manera en la que yo no dudaría. Regresaré mañana. No ha pasado nada, Ashton, cada simple cosa sigue igual.
Amenos que alguna de mis estúpidas dudas arruinara todo de repente. Necesitaría tener cuidado si no quería armar la cuarta guerra mundial. Esperen, ¿cuántas guerras mundiales habían sido hasta ahora? Bufé mentalmente. Ya empezaba a recordar por qué me caía tan mal mi profesora de historia.
—Te extrañaremos— admitió Ashton captando mi atención por completo—. Siempre has sido la que nos anima en cualquier momento.
—¿Con qué? ¿Con mis aviones de papel?— dije sarcástica.
—Aveces me hacen falta tus aviones de papel.
—Nos volveremos a ver mañana. Y el día siguiente a ese. Y el próximo a ese. Siempre. No seas llorón, Fletcher, no me estás perdiendo ahora, no me perderás nunca.
Asintió, más convencido y animado que antes, creyendo en cada una de mis palabras. Sonrió mostrándome sus queridos hoyuelos.
Y se inclinó, poniendo sus labios sobre los míos por unos segundos, antes de irse por el mismo camino.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro