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Capítulo 22

Me senté en el suelo mientras veía al clon pequeño de Ashton en la sala de estar acariciando a Mortimer. Algo andaba mal. Los chicos habían desaparecido repentinamente del departamento y me habían dejado con un niño pequeño que cada vez que me veía me llamaba mamá. Yo no era su mamá. Estaba segura de que habría sido capaz de recordar eso. Más aún si con quién había tenido al niño había sido Ashton.

Dios. No sabía qué mierda hacer.

—¿Hola?— la voz del supuesto padre de mi supuesto hijo me contestó. Reprimí mis ganas de gritarle ya que eso solamente habría llevado a la agresión y la agresión no solucionaba nada más que peleas de boxeo y el que Mortimer no te quitara los pantalones. Interesante.

—¿De dónde carambolas salió este niño?— solté sin previo aviso. No quería estar así, pero sinceramente estaba alterada. Era pésima con los niños. Podía matarlo o algo.

Volví a ver al chico en la sala de estar mientras intentaba seguir escondida tras el mesón de la cocina. Tenía miedo.

—Oh, ya conociste a Ashton Junior— se rió ligeramente. Mi ceño se frunció y traté de no desmayarme ahí mismo.

¿Cuándo mierda había tenido sexo con Ashton?

No, esperen, lo más importante:

¿CUÁNDO CARAMBOLAS ESTUVE EMBARAZADA DE ASHTON?

—¿De qué me estoy perdiendo? ¿Cuándo tú y yo tuvimos algo?— pregunté. Escuché su risa contagiosa otra vez, esta vez más fuerte, y yo lo único que quería hacer era golpear mi cabeza contra la pared hasta que quedara inconsciente.

No entendía absolutamente nada. Era como las matemáticas. Te pierdes un segundo la explicación de la profesora, no entiendes nada y terminas vendiendo en Avon o trabajando en una pizzería de mala calidad como la que entrega los volantes. Pero qué bonito es vivir.

—¿Qué? No, Dylan. Tú recordarías eso— dijo suavizando sus carcajadas.

—¿El estar embarazada?— cuestioné alzando ambas cejas.

—El no poder caminar una semana.

—Mira, Ashton, lo único que sé es que hay un chico en el departamento que me está llamando mamá y no sé qué hacer— espeté en un suspiro.

—De acuerdo, de acuerdo. Mira, primer paso, sal de tu escondite tras el mesón de la cocina, no te va a funcionar— respondió.

Fruncí el ceño y me levanté bruscamente del suelo.

—¿Cómo sabías que estaba ahí?— dije chillona.

—Tú no preguntes y hazme caso. ¿Quién es el adulto responsable aquí?— cuestionó.

—No se vale si tú eres el mayor— me quejé.

—Lo sé, pero algún beneficio tenía que sacar de eso. Ahora, Dylan. Te daré una explicación corta. El hermano pequeño de Natalie está en la ciudad y ella hoy tenía cosas que hacer. Me ha dejado a su hermano Sean y los chicos y yo tuvimos que salir también. Necesito que lo cuides.

—¿No pudiste decirme eso antes?— pregunté bruscamente.

—Sí. Pero si lo hacía, no sería chistoso. Estaremos ahí dentro de unos pocos minutos, tú solamente espera, ¿de acuerdo? No puede ser tan malo que te quedes con un niño pequeño e inofensivo durante una media hora. Nada malo te puede pasar.

Se podría decir que diez minutos después de que colgara la llamada el departamento era un desastre, el pequeño Ashton estaba sin pantalones bailando en el sofá con una lata de bebida, Mortimer estaba nuevamente haciendo el twerk junto a un gato que no sabía de dónde mierda había salido y yo estaba tirada en el suelo escuchando música con mi cabello pintado de azul.

«Nada malo te puede pasar» «Niño pequeño e inofensivo»

Le cortaría los huevos a ese hijo de trío tan pronto lo viera.

—Mamá, tengo hambre— me dijo Sean bajándose del sillón y mirándome con unos ojos grandes y tiernos. Me recordaban a los de Ashton. ¿Cómo mierda el hermano de Natalie y Ashton era tan parecidos?

Suspiré con cansancio y me levanté del suelo dirigiéndome a la cocina. Saqué un poco de leche y se la serví en un vaso. También le di galletas. No sabía si estaba bien darle eso a un niño. Tal vez sólo le provocaba ser más hiperactivo, pero no sabía cómo mierda debía tratarlo así que si era diabético o algo así definitivamente todos estaríamos muy mal.

Se acabó todo en dos segundos y volvió a saltar al sofá con su nueva amiga la lata de bebida. Volqué los ojos.

Se me habían quitado las ganas de tener hijos.

Mi móvil sonó con su muy famosa música increíble y actualizada (música de ascensor) y contesté la llamada sin siquiera leer el nombre del contacto.

—¿Aló?— respondí dándole un mordisco a la tostada que se me había caído hacía un rato ya largo.

—Dylan— la voz de Jodie se escuchó del otro lado. Mi tostada se cayó de nuevo.

Mierda.

—¿Sí?— pregunté intentando sonar natural y alejándome rápidamente de la sala de estar antes de que el pequeño Ashton gritara alguna tontería. Me dirigí a mi cuarto en silencio y me quedé helada cuando lo escuché:

—¡Mamá! ¡Dame más de comer!— chilló el niño.

—¿Qué fue eso?— preguntó Jodie confundida. Mis ojos saltaron con nerviosismo y una idea rápidamente se me vino a la cabeza como una pequeña mentira.

—Estoy en un centro de ayuda para los niños con asma.

¿En serio, Dylan? ¿REALLY?

—Oh, pues... qué bueno por ti— dijo extrañada—. Te llamaba por lo de mañana. ¿A qué hora quieres quedar?

—¿Qué tal al medio día?— propuse encogiéndome de hombros.

—Genial. Nos vemos al medio día. Te pasaré a buscar, ¿vale?

—De acuerdo— contesté asintiendo, cuando oí que la puerta de entrada se abría de repente. Los chicos—. Bueno, ahora tengo que cortar...

—Espera, Dylan, necesito hablarte de algo importante. Verás...

—¡Oh, lo siento, no te escucho, estoy pasando por un túnel!— mentí haciendo ruidos desparramados con mi boca.

—¿Qué?

—Se pierde la señal, el túnel es muy largo. ¡Adiós!

—¿Desde cuándo hay túneles en los centros de ayuda para niños con asma?— le oí preguntar antes de que yo cortara rápidamente. Solté mi celular con miedo dejando que este cayera encima de mi cama.

Aveces era demasiado alterada.

Salí a la sala de estar y vi a los chicos, a Mortimer, al clon de Ashton y al gato extraño parados viéndose mutuamente. Ashton me miró llegar y su sonrisa de pervertido violador no se la podía nadie.

—¡Amor!— exclamó dirigiéndose a mí y dándome un abrazo. ¿De qué me había perdido ahora?

Vi a Luke fruncir el ceño pero no decir nada y los demás chicos sólo se rieron como maniáticos mientras que Mortimer volvía a hacer el twerk junto al gato desconocido. Vi al niño pequeño.

—Papá y mamá— dijo señalándonos a Ashton y a mí.

Fruncí el ceño.

Oh, ahora entendía.

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