¿Sabían que ir caminando por la calle, con cuatro chicos que llevan coronas en la cabeza, siendo llevada como una muerta en la espalda de uno, mientras que el otro acaricia una cabra Potterhead, otro escapa de una vieja que lleva un vibrador en la mano, y el último admira un adorable vestido color rosa, es tomado como sospechoso?

A mí jamás se me hubiera cruzado por la cabeza.

Nos hallábamos en la celda de la oficina policial más cercana que había desde el supermercado. Llevábamos cinco minutos encerrados ahí y la verdad a mí ya me empezaba a dar hambre. Mi estómago rugiría en cualquier momento y no estaba de ánimos para que los habitantes de Japón lo supieran. Suspiré y volteé mi cabeza para observar lo que los demás chicos hacían.

Vi cómo Luke tocaba tristemente la armónica, Ashton escribía otra línea más en la pared con una piedra completando las trescientas rayas, Calum estaba sentado en el suelo junto a Mortimer moviendo de un lado a otro una taza vacía de café y la viejita del supermercado acariciaba sin pudor el brazo de Michael en plan violación. Fruncí el ceño.

Cinco minutos y lo hacían ver como que lleváramos ahí más de diez años.

Dios.

Lo único que les faltaba eran los tatuajes y, bueno, que no tuvieran coronas de princesas.

Lo peor de todo es que nos encontrábamos ahí en parte por mi culpa. Aunque por otra parte, algún día terminaría ahí de todas formas, así que ¿por qué mejor no adelantar y echarle un vistazo a mi futuro? No me haría daño después de todo, solamente teníamos que esperar a que alguien viniera a verificar nuestra identidad y luego seríamos felices como lombrices.

Por desgracia mía, mi tutor tendría que venir.

Adiós, mundo cruel.

Los padres de Ashton no podían venir a rescatarnos, al igual que los de Calum y los de Michael. Luke dijo que su mamá le daba mucho miedo como para llamarla (macho de pecho peludo ante todo, lo sé) y se podría decir que los padres de los otros dos sujetos estaba algo difícil que llegaran a salvarnos.

Amenos que los padres cabras de Mortimer vinieran a ayudarnos con una identificación de su hijo.

O que los ancestros de la viejita psicópata revivieran de entre las tinieblas... o que salieran de las tumbas al estilo Thriller de ‪Michael Jackson‬.

Estaba difícil, ya dije yo.

Y lo peor de todo era que Jodie se iba a enfadar cuando supiera en los líos que me había metido.

"Me voy a ir a vivir sola con una amiga. No se preocupen por mí, estaré bien"

¿Qué cara pondría cuando viera en lo que ese plan había terminado?

—Jodie Greenfield— escuché la familiar voz de ella. Hice una mueca de horror—. Vengo por Dylan Summers.

Debía esconderme debajo de una roca.

—Dylan, ya te vi. Esconderte ahí no te va a servir de nada— volví a oír su voz regañona luego de sus pasos. Gruñí y dejé la pequeña piedra de regreso en el suelo.

Debía aprender a esconderme más seguido.

—Hola, Jodie— mascullé cuando abrieron la celda para dejarnos salir.

—¿Qué estabas pensando, Claire?— me regañó haciéndose a un lado para que yo saliera. Me reí nerviosamente, intentando pasar todo el desastre desapercibido, aunque en el fondo... sabía que no iba a funcionar.

Desgraciadamente sólo Max era el estúpido.

—La verdad, es una historia bastante divertida— dije sin dejar de soltar risitas. Jodie me miró seriamente antes de que yo me callara bruscamente—. Le pegué una patada en los huevos al policía.

—¡Dylan!

—¡Jodie!

—¡Burro!— exclamó Michael. Jodie y yo lo volteamos a ver en silencio—. Oh, perdón, ya saben, Shrek— murmuró encogiéndose de hombros al verme fruncir el ceño. Jodie sacudió su cabellera rubia exasperada y volteó a verme de nuevo.

—¿Por qué hiciste eso?— gruñó.

—¿Gritar Jodie?— pregunté extrañada.

—¡No, maldita sea! ¡Golpear en los huevos al policía!— chilló—. ¡Se quedará estéril, Dylan! No puedes andar por ahí, golpeando a la gente en sus partes íntimas cuando se te plazca. ¿Y si el policía quiere tener sexo?

—Disculpe, señora— interrumpió el policía en nuestra conversación. Se dirigió a Jodie—. La verdad es que creo que a los gritos no se soluciona nada y...

—¡No me diga cómo hablar!— gritó la rubia golpeando en los huevos al policía. El hombre se retorció en el piso cayendo lentamente como en película de drama y Jodie volvió a verme de frente—. Como te decía, ¿y si el policía quiere tener sexo?

—¡Fue un accidente!— me defendí, y la verdad, no era del todo una mentira, aunque sabía que lo había hecho a propósito.

Después de todo, no tienes la oportunidad de golpear a un policía en su entrepierna todos los días.

Todo resultaba bastante gracioso si lo veías desde otro punto de vista, en el cual no fueras llevado a la cárcel o golpeado en los huevos por una pelirroja no natural.

Y todo se resumía a que el policía nos había encontrado cuando íbamos camino al departamento, pensó que nuestro estado era sospechoso (yo habría enviado a los chicos a un manicomio, no a una cárcel, pero bueno...), y finalmente nos quedábamos con tres pequeñas acciones que nos llevaron a tal lugar:

1) el policía intentó alejar a Mortimer de Calum porque dijo que llevar cabras por ahí sin permiso como si fueran una mascota era ilegal.

2) el policía trató de registrar a Michael porque se veía como un violador y quería saber si tenía una pistola encima. Y...

3) el policía trató de verificar si yo estaba muerta o no, porque la verdad estaba tan inconsciente que creo que se me había olvidado respirar.

Y luego de esas tres acciones cometidas... habían consecuencias (inserte innecesaria música dramática). Entre ellas, que había golpeado al policía en los huevos por tratar de tocarme para revisar si todavía tenía pulso.

Y las otras dos consecuencias... bueno, Mortimer le quitó los pantalones al policía por tratar de alejarlo de Cal, y la viejita lo golpeó en la cabeza con su bastón por querer tocar a su "hombre".

El poder del amor, la zoofilia y la pedofilia.

Qué hermoso.

El pobre policía terminaría en el psiquiatra por nuestra culpa, pero nosotros terminamos en la cárcel por culpa de él.

Bendito sea el karma.

Por otro lado, seguía tratando de no reírme por la ropa interior que llevaba puesta.

Bóxers de My Little Poni.

Me reí como por media hora.

—¿Estás viviendo con estos locos?— espetó Jodie cuando los vio.

—No están locos— objeté volteando a verlos. Noté las coronas de princesas, la cabra Potterhead y la vieja violadora portadora de un vibrador. Vi nuevamente a Jodie—. Te juro que no es lo que parece.

—Te irás con nosotros, ahora— demandó.

—¡No!— chillé como suplica lanzándome al suelo de inmediato en estilo berrinche. Ella volcó los ojos ante mi gran y notable madurez—. No quiero volver. Por favor. Esto sólo fue un percance.

Ella no tenía que enterarse de todo lo demás.

—Dylan— suspiró—. Andy se fue a Canadá. Te habíamos dejado con ella, hicimos una excepción. Te dejamos irte a otro departamento, otra excepción. Pero esto ya es demasiado. ¿La cárcel, Dylan?

—Sólo hemos estado aquí durante unos cinco minutos— respondí. Vi cómo la vena que portaba en su frente cuando se enojaba, se empezaba a ocultar.

HABÍA DOMADO A LA BESTIA.

Me sentía demasiado torera en ese instante.

—Si vuelvo a oír otra noticia de que estás en la cárcel o algo por el estilo, te prometo, que vendré por ti, Dylan— me señaló enfadada. Asentí reiteradas veces como estos muñecos de autos que tienen tantos resortes en el cuello que pareciera que jamás van a parar.

Jodie tuvo que golpearme en la cabeza para que dejara de molestar.

—Los llevaré a su departamento en la camioneta— dijo resignada. Volví a asentir—. Vamos. La cabra se va en la parte de atrás.

Nos subimos a su camioneta negra que compartía con Max y nos llevó hasta el departamento. Y todo el camino hubiera sido silencio y la música de la radio, si no hubiera sido por aquella pequeña canción que de repente salió al aire...

—I'M A BARBIE GIRL, IN A BARBIE WORLD— cantaron los chicos al unísono.

Golpeé mi cabeza contra la ventana. Empezaba a extrañar mi estancia en esa celda.