Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 19

Entonces éramos cuatro chicos adolescentes con coronas de princesas pegadas a la cabeza, una cabra vestida de Harry Potter, una chica lesionada siendo llevada en estado zombie en la espalda de una jirafa rubia en dirección a un hospital, una viejita pervertida y miles de productos extraños pasando por la huincha de la caja, haciendo que la pobre chica que nos atendía nos viera demasiado, demasiado extraño, como si nos tratáramos de algunos locos salidos del manicomio ilegalmente.

¿Qué teníamos de anormal? ¡Por favor! ¡Absolutamente nada! ¡Todo era tan normal!

A la próxima que me preguntaran diría que no les conocía.

Se podría decir que había pasado bastante en el supermercado Target desde la última y educada conversación que entablamos Mike y yo (JURO POR EL PERRO QUE JAMÁS TUVE QUE YO NO ERA FLUJO ABUNDANTE). En primer lugar, la vieja pervertida tenía una explicación muy lógica (al menos... lógica en lo que cabía en nuestra vida). Todo había empezado con unas simples y bonitas palabras...

—Quita, pendeja.

El que dijo que las ancianas eran tiernas estaba más que equivocado. La vieja me estaba golpeando con su carro de supermercado en el trasero.

—Señora— me reí nerviosamente haciéndome un lado para dejarla pasar. Me miró con sus ojos chinos (vale, no era china, pero parecía no ver absolutamente nada), y dobló las ruedas del carro de forma que me volvió a golpear en el trasero.

Tenía que ser una maldita broma de cámara indiscreta. Algo como "bromas de pasas de cien mil años" o una cosa por el estilo. No podía ser verdad que la señora me estuviera golpeando a conciencia tantas veces en el trasero que no tenía.

—Quita, Hobbit.

No muchas personas me querían, de acuerdo, lo aceptaba. Pero llamarme Hobbit, pues no. Así no juego.

—Señora, use sus lentes— le recomendé.

—¡No me digas qué hacer!— chilló. Estaba peor que yo con el periodo, carambolas—. Tú mejor quítate y deja de gritar tanto acerca de las toallas higiénicas. Al pobre de tu novio lo dejarás sordo, niña idiota.

¿Había escuchado la conversación de las toallas higiénicas? Esto de volvía vergonzoso. Un momento, ¡me había llamado idiota! Podía ser tonta, sí, pero no era una idiota. ¿Cómo se atrevía la muy hija de sus ancestros? ¡Esperaba que los dinosaurios disculparan las palabras de su cruel hija! Esa señora psicópata no conseguiría lugar en el cielo.

Puta pasa andante.

—¡Quita!— chilló la vieja.

—¡Señora, me ha seguido con su carro como por tres pasillos!— le chillé de regreso. ¿Cómo deshacerse de esta anciana? Ya habían pasado tres pasillos, miles de tarros de conserva, una niña me había visto raro por tener a una vieja que me perseguía y mi dolor de trasero aumentaba por cada paso que daba porque la anciana no hacía más que golpearme en mi espalda baja.

Dios, socorro, HELP. ¿Dónde estaba Superman cuando lo necesitas?

Cuántas ganas tenía de irme ya al departamento pero Ashton seguía bailando con la Cola y la Pepsi y ahora se había sumado la Sprite y, mierda, ese chico terminaría haciendo una orgía con las bebidas, qué horror. Procuraría hacer una página porno de Ashton y las bebidas, tampoco era que la idea estuviera tan mal.

Sentí otro golpe en mi trasero no-trasero y fruncí el ceño al recordar a la vieja asesina que me seguía de allá para acá con su carro.

La mataría, lo juro.

—¡Señora! ¿Puede calmarse!— exclamé volteando a verla.

La vi. Sus ojos achinándose un poco más, viéndome más enfadada, pareciendo querer matarme con su mirada.

Pero no, no me quería atravesar el corazón con sus ojos, sino con su bastón.

PERO. QUÉ. BONITO. QUÉ BONITO ¿EH?

No volvía al Target, apostaba que ni salía con vida.

—¡MALDICIÓN, SOCORRO!— grité arrastrándome por el piso tratando de escapar de la vieja.

—REGRESA AQUÍ, NIÑATA INGRATA. EN MIS TIEMPOS LOS ADULTOS MAYORES ERAN DE RESPETAR.

En mis tiempos los adultos mayores eran tiernos y adorables y no trataban de aniquilar a chicas menores con sus espadas láser de Star Wars alias bastones. ¿Cuál era su excusa?

—Sé que estás ahí. Puedo olerte— mencionó la anciana cuando me escondí debajo del estante de los cereales.

Fruncí el ceño levantando mi brazo y oliendo mi axila.

Um, sí. Me debí bañar.

—¡De mí no te me escapas, niña! ¡Ya te encontraré y cobraré mi venganza por quitarme a mi hombre!— chilló. Y estuve a punto de hacerme pipí del miedo cuando me di cuenta de lo que me había dicho.

Su hombre.

Yo le había quitado a su hombre.

¿PERDÓN?

¿Desde cuándo salía con hombres/pasas después del trabajo? Estaba segura de que había algún error.

—Disculpe, señora— dije saliendo de mi guarida—. Yo jamás le he quitado a su hombre.

—¿Y tu novio?— preguntó molesta mirándome como una perra enojada, como una perra... rabiosa (OH POR DIOS, LA ANCIANA ERA ‪SHAKIRA‬).

Me lo pensé mientras rascaba Sherlocksosamente mi barbilla cuando recordé que la vieja psicópata pensaba que mi novio era Michael Gordito Clifford. Pero claro, ahora toda su agresividad tenía sentido. No me podía enojar con ella por haberme querido quitar lo que tenía de trasero. Solamente quería proteger a su hombre. ¿Cómo criticar a una pobre viejita nacida en el mil setecientos antes de Cristo por ser una señora con fama de pedofilia que solamente quería follar con mi compañero de departamento?

Creo que era la cosa más extraña que había dicho en toda mi pobre vida.

—No es mi novio— respondí—. Es mi amigo.

Su rostro cambió de "voy a asesinarte, enterrarte mi bastón en tus entrañas y a abandonarte en el río" a un amistoso "voy a asesinarte, con amor, enterrarte mi bastón en tus entrañas, con amor, y a abandonarte en el río, con amor".

La verdad es que sus arrugas y su sonrisa de pervertida no ayudaban mucho con su expresión, pero que ya no se viera tan enojada al menos le daba el estilo de que todo era... con amor.

—¡Oh, perfecto!— chilló emocionada ella—. ¿No podrías decirle cosas bonitas acerca de mí para que saliera conmigo?

Estaba un noventa y nueve por ciento pollo segura de que Michael no saldría con ella. Empezando por el hecho de que no tenía en mente nada bonito que decirle excepto el "me quitó lo poco que tenía de trasero y de dignidad" y terminando con el hecho de que, bueno, la vieja daba miedo.

¿Alguien se dio cuenta de que dije pollo?

—No creo que mi amigo salga con usted, señora— respondí mientras rascaba incómodamente mi nuca.

—¿Por qué no? ¿Es por mi cara? Es que hoy día se me olvidó el maquillaje.

No estaba muy segura tampoco de que el maquillaje le ayudara con... eso. Pero no se lo iba a decir, porque probablemente lo único que provocaría sería que quisiera asesinarme de nuevo o que después de haber acabado con lo poco que tenía de trasero quisiera borrar el poco volumen de tetas que tenía en mi zona delantera, lo que me haría ver como un fósforo encendido. Ya saben, un palo con fuego en la cabeza, recordemos que yo era pelirroja y aunque no fuera natural, seguía teniendo ese color.

Así que solamente asentí con la cabeza dándole la razón.

—Pues mañana será— declaró. Mis ojos se abrieron con miedo—. Iré a su departamento para tener una cita. Ahora, le iré a hablar para invitarlo. Tú le hablarás de cosas bonitas acerca de mí, ¿de acuerdo?

Asentí con miedo de nuevo.

—Así me gusta— me sonrió dándome golpecitos en la cabeza. Tragué saliva.

Me estaba dando miedo.

Escapé de ella rápidamente para ir a ver a alguno de los chicos. Sabía que seguían en el supermercado. Mi gran duda era, ¿DÓNDE? Revisé en el pasillo de bebidas y lo único que encontré fue a un niño de tres años abrazando una Pepsi.

El hijo perdido de Ashton. OH EME GE.

Seguí caminando por los pasillos tratando de encontrar a esos chicos, pero nada, absolutamente nada. Fue cuando de repente me encontré en el pasillo de juguetería un montón de niñas pequeñas amontonadas buscando cosas de... pues de niñas. Me hice paso entre ellas y todavía no me podía creer lo que mis ojos acababan de ver.

Y no. No me refería a la niña de cinco años que llevaba un celular miles de veces mejor que el mío a pesar de ser una pendeja irresponsable mientras que yo... era una enana irresponsable y tenía un ladrillo. Pero qué cosas. Lo que había visto habían sido a cuatro chicos, con tutús y coronas en la cabeza.

Princesos.

O también reconocidos, como Luke, Ashton, Mike y Calum.

—¿Qué hacen aquí?— dije negando con la cabeza mientras los ayudaba a levantarse del piso. Ashton se quedó en el suelo jugando con un labial. Fruncí el ceño golpeando su mano para que lo soltara y lo miré enojada—. Déjalo y vámonos.

Me sentía como la madre de cuatro idiotas.

—Solamente queríamos ver por qué había tanto escándalo por este pasillo— explicó Luke mientras se quitaba el tutú de sus caderas—. Las niñas se emocionaron y nos raptaron para convertirnos en princesas.

—Luke, lamento decirte esto pero... no eres una princesa— le dije apoyando mi mano en su hombro.

—Cállate, soy perfecta.

—Eh, chicos, no me puedo quitar la corona de la cabeza— dijo Mike interrumpiéndonos. Volteé a verlo y noté que Ashton también trataba de sacársela sin éxito. Me miró con un puchero.

Oh, no, por favor. No. ¿Por qué a mí? ¿POR QUÉ, DIOS? ¿POR QUÉ?

—Ya veía que algo así pasaría— dijo Calum—. No nos salvamos de nada.

—¿Qué hay de Mortimer?— le preguntó Mike de repente. Los ojos del chico canela pasión se abrieron con horror y miró a su alrededor con miedo.

—¡POR LAS FRESAS, NO!— exclamó antes de echarse a correr en dirección al pasillo de la limpieza.

—¿Fresas?— pregunté extrañada. Ashton me mostró sus uñas de color rosa.

—Color fresa. Las niñas nos pintaron— respondió.

Esto no podía ser verdad. Un psicólogo. Por favor. Un psiquiatra o algo. El número de un manicomio.

—Hey— el pequeño susurro de una voz familiar hizo que volteara a ver.

Era la vieja. Escondida debajo de los estantes.

—¿Qué ocurre?— pregunté acercándome de ella.

—¿Qué haces con mi novio, perra desgraciada?— soltó.

Debía ser familiar de Lina o algo.

—Es mío. Tú eres fea. Jamás estarán juntos

Tal vez la abuela.

—Disculpe, señora, no quería decirle, pero yo creo que él no se fijará en usted por la edad— decidí decir siendo lo más sincera que podía. Ella me miró frunciendo el ceño y su boca se abrió indignada.

—¡Me lo quieres robar, puta!

Así no se podía ser amable con los ancianos.

—¡Auxilio!— chillé escapando de la vieja que me perseguía con un bastón.

—¡Vuelve aquí!— exclamó golpeándome varias veces con él en la cabeza, en las piernas, en la espalda, en los brazos y, prácticamente, en todas partes.

Me tiré al piso con dolor y noté (a pesar de mi estado mitad muerta mitad viva) que Mike se había acercado a la anciana y le había hablado lo más amablemente que pudo, preguntándole qué pasó.

Y la vieja le contó todo.

A su propia manera de salir beneficiada claro.

—Es que esta chica me dijo que estaba saliendo contigo, después me tiró las cosas de mi lindo e inocente carro, y yo sólo soy una débil anciana que quiere pagar sus compras y no pudo— dijo cambiando su voz a la de una niña tierna haciendo que se viera un tanto terrorífica.

Hice una mueca. Esta vieja pervertida daba miedo.

—Nosotros le compráremos sus cosas como una muestra de perdón— dijo sonriéndole de inmediato—. Vamos, Dylan, ¿puedes levantarte?

—Uhh... Aaaeh...

—Ya la oíste, Luke. Está como un Teletubbie. Levántala— demandó.

—Voy— dijo Luke tomándome en brazos inmediatamente y dejándome en su espalda.

Cinco segundos después vi a Mortimer vestido de Harry Potter y a Calum más emocionado que un niño pequeño en Navidad cuando recibía regalos y no un carbón.

Yo debí ser una chica mala porque jamás recibía regalos de Santa y sólo carbón.

Pero qué bonita infancia.

—Encontré productos de "Cabritas Bonitas A La Moda". ¿Pueden creerlo?— chilló emocionado el moreno.

¿Cuántas putas tiendas de cabras existían? Enserio.

—Habían de Harry Potter y... y de Superman.

Que alguien lo calle.

—Aah... Eii...

—Ya pronto llegaremos a casa, Dyl, tranquila— dijo Luke regalándome una sonrisa.

Dios, no podía ni hablar. Maldita vieja asesina.

Dejé un suspiro salir cuando nos entrábamos en la caja saliendo del supermercado, pagando los productos mientras que la chica de la registradora nos veía con horror y la mercadería no hacía nada más que pasar y pasar dejando a la vista cosas verdaderamente extrañas que ni siquiera sabía que existían en el Target... o en cualquier otro lugar.

Sería la hermosa historia de cómo llegamos a tal situación.

Y pronto les relataré cómo acabamos en la cárcel después.

Yolo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro