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Capítulo 31.

El reloj marcaba recién las cinco de la mañana cuando Taehyung finalmente se levantó del sillón. Había pasado la noche despierto, incapaz de encontrar descanso, tuvo que levantarse y salir de la habitación porque sentía que lograba sofocarse si seguía acostado. Los pensamientos sobre ChaeWon y su condición le habían atormentado, una mezcla de culpa, tristeza e impotencia pesando sobre él como una losa. Al mirar a Jiyoung, dormido plácidamente en su cuna, no pudo evitar que las lágrimas se acumularan en sus ojos.

Jungkook, quien había dormido en el sofá para estar cerca de él, se desperezó al escuchar los pasos suaves de Taehyung en la sala. Sin decir una palabra, se levantó y lo siguió hasta la cocina. Taehyung estaba preparando una taza de té, sus manos temblando ligeramente.

—Taehyung.—Dijo el azabache con suavidad, acercándose para rodearlo con sus brazos.—Estás cargando demasiado. No tienes que hacerlo solo. 

Taehyung apoyó la cabeza contra el pecho de Jungkook, dejando escapar un suspiro tembloroso.

—No puedo dejar de pensar en todo lo que ella pasó sola. ¿Cómo no lo vi antes? ¿Cómo no pude darme cuenta?

—Porque ella no quiso que lo hicieras, ella siempre fue de actuar por su cuenta con todo lo que me has contado.—Respondió Jungkook.—ChaeWon tomó sus decisiones, Tae. Y aunque no estuvieran bien, lo hizo porque creyó lo correcto, a su percepción, pero actuó pensando lo que mejor creyó. Ahora está en nuestras manos honrar ese amor y darle a Jiyoung la mejor vida posible.

El pelinegro asintió lentamente, secándose las lágrimas con la manga de su suéter.

—Ella me siguió pidiendo disculpas, y si puedo darle la oportunidad de verlo otra vez.—Dijo, su voz apenas un susurro. —Quiere despedirse de él. 

Jungkook lo miró a los ojos, asintiendo con determinación aunque su corazón titubeara por ver a Taehyung de esa manera. 

—Entonces haremos que suceda. Tendremos que ver la manera de que suceda, llevarlo al hospital es arriesgado por todas las enfermedades que hay, pero lo arreglaremos. 

Taehyung se siguió apoyando contra él, soltando un suspiro de cansancio. Decir que sería una despedida sonaba demasiado grotesco para sus oídos, quería negarse a creer que aquello fuera posible, pero tampoco parecía ser una pesadilla del cual despertar. 

La visita al hospital se organizó rápidamente. Taehyung sintió que su corazón se encogía a cada paso que daba por los pasillos blancos e impersonales. Jiyoung estaba en sus brazos, mirando todo a su alrededor con la curiosidad inocente de un niño. Jungkook caminaba a su lado, ofreciendo un apoyo silencioso pero constante.

Cuando llegaron a la habitación, ChaeWon ya estaba despierta. Aunque su rostro estaba marcado por la enfermedad, sus ojos se iluminaron al verlos entrar. Taehyung se acercó con cuidado, dejando que Jiyoung la mirara desde sus brazos.

—Hola, bebé.—Dijo ChaeWon con una sonrisa débil. Su voz era apenas un murmullo, pero contenía toda la ternura del mundo, una que por primera vez era escuchada por Taehyung. Jiyoung, algo tímido al principio, se escondió en el cuello del pelinegro antes de volver a mirarla con curiosidad. Finalmente, extendió una mano hacia ella, tocando sus dedos con cuidado.

El gesto hizo que las lágrimas brotaran de los ojos de ChaeWon.

—Es perfecto.—Susurró, mirando a Taehyung.—Gracias por cuidarlo tan bien. Sabía que estaría seguro contigo.

Taehyung apretó los labios, intentando contener las emociones que amenazaban con desbordarse.

—Jiyoung merece lo mejor, simplemente tratamos de dárselo. 

ChaeWon asintió, cerrando los ojos por un momento.

—Quiero que crezca rodeado de mucho amor, y siempre supe que sería algo que yo no podría darle aunque quisiera. Me alegra saber que él está en buenas manos, y que tú también lo estás, que no debes de hacerlo solo. 

El tiempo que pasaron juntos fue breve pero significativo. ChaeWon acarició el cabello de Jiyoung una última vez antes de que Taehyung se levantara para despedirse. Al salir de la habitación, se dio la vuelta y vio que ChaeWon le sonreía. Era una sonrisa cargada de paz, como si finalmente hubiera encontrado consuelo.

Esa noche, de regreso en casa, Taehyung y Jungkook se sentaron juntos en el sofá. Jiyoung dormía profundamente en su cuna, ajeno a los eventos del día.

—Estoy orgulloso de ti.—Dijo Jungkook, rompiendo el silencio.—Hoy hiciste algo increíblemente difícil, pero necesario.

Taehyung apoyó su cabeza en el hombro de Jungkook, cerrando los ojos mientras dejaba escapar un suspiro.

—No sé si estoy listo para lo que viene, pero sé que no estoy solo. Eso es lo que me da fuerzas.

El azabache rodeó sus hombros con un brazo, estrechándolo contra él.—No lo estás, Tae. Somos un equipo. Siempre lo seremos.

En ese momento, mientras las luces de la ciudad titilaban en la distancia, ambos encontraron un pequeño rayo de esperanza en medio de la incertidumbre. Sabían que los días por venir serían un desafío, pero también sabían que, mientras estuvieran juntos, podían superarlo todo.

Sin embargo, había una espina en el pecho de Taehyung, recordándole que solo era cuestión de tiempo antes de recibir una noticia que no quería escuchar. 


(...)


Era una madrugada tranquila. El reloj marcaba las tres cuando el sonido insistente del teléfono rompió el silencio. Taehyung, quien apenas había logrado conciliar el sueño, se levantó sobresaltado para contestar. Al otro lado de la línea, la voz del doctor Lee era grave pero contenida.

—Señor Kim... siento informarle que la señorita ChaeWon ha fallecido hace unos momentos. Hicimos todo lo posible para mantenerla cómoda...—Dejó de escuchar, la voz pasando a un segundo plano. 

Taehyung sintió un vacío en el pecho, como si el mundo se detuviera. Agradeció al médico con un hilo de voz y colgó. Jungkook, ya despierto, lo observaba desde la puerta del cuarto, sosteniendo a un Jiyoung somnoliento.

—¿Es ella?—Preguntó, su tono lleno de preocupación.

Taehyung simplemente asintió, incapaz de hablar mientras las lágrimas comenzaban a correr por su rostro. Jungkook se acercó y lo envolvió en un abrazo firme.—Estoy aquí contigo.—Murmuró, depositando un beso sobre su sien mientras trataba de consolarlo, sintiendo la mirada somnolienta de Jiyoung puesta en ellos. 

Verlo solo intensificó su llanto, otro tipo de realidad golpeándolo. ChaeWon se había ido, y nada podría cambiar ello. 

A partir de ese momento, Taehyung sintió como si estuviera funcionando de manera automática. Los rayos del sol parecían más débiles de lo habitual cuando salieron de su departamento hacia el hospital, el camino sintiéndose más largo de lo habitual y sin intención de llegar. En el hospital, el doctor Lee los recibió con un semblante serio pero amable. Explicó que ChaeWon había dejado instrucciones precisas sobre su funeral.

—No quería algo grande, ni ostentoso.—Les dijo.—Solo paz y la presencia de las personas que más significaron para ella. 

Taehyung aceptó las indicaciones con un asentimiento, determinado a respetar la voluntad de su amiga. En la funeraria, mientras elegía un sencillo ataúd blanco, pasó los dedos por la superficie lisa de la madera. Cada detalle parecía una decisión imposible, pero sabía que debía hacerlo.

Jungkook manejó las formalidades, preguntando por los arreglos y asegurándose de que todo se cumpliera según lo planeado. Aunque permanecía fuerte por fuera, su mirada seguía constantemente a Taehyung, atento a cualquier signo de que necesitara apoyo.

Esa noche, una vez que llegaron al departamento, este se encontraba en completo silencio. Taehyung se sentó junto a la cuna de Jiyoung, mirando cómo su hijo dormía plácidamente. Verlo dormir aún le provocaba una sensación de tranquilidad en medio de toda la tempestad de emociones que estaba pasando, recorriendo sus dedos con cuidado sobre su mejilla sin querer derrumbarse ahí mismo. 

—¿Estoy haciendo lo suficiente por ti? ¿Por ella?—Se preguntó en silencio, su mente sumida en una tormenta de dudas.

Jungkook, que había estado observándolo desde la puerta, se acercó con una taza de té caliente. Se sentó a su lado, colocando una mano en su hombro.—Estás haciendo más de lo que ella hubiera esperado. Estás siendo fuerte por los dos. 

El pelinegro dejó escapar un suspiro tembloroso, apretando la bufanda entre sus manos.—Quiero que Jiyoung crezca sabiendo cuánto lo amaba su madre. Pero... no sé cómo explicarle esto cuando ni siquiera yo entiendo cómo procesarlo. 

—Lo harás con el tiempo, aún es muy reciente para pensar en una solución al dolor.—Respondió Jungkook, su voz baja pero firme.—Y no tienes que hacerlo solo. Estoy aquí contigo, para todo. 

Taehyung creyó en sus palabras, aferrándose a la pequeña esperanza que el azabache lograba brindarle con su presencia, sabía que los próximos días serían aún más agotadores de los que se encontraba enfrentando. 

Para el día del funeral amaneció gris, con nubes bajas que parecían tocar los árboles. La ceremonia se llevó a cabo en un claro cercano al cementerio, rodeado de altos pinos que se mecían con el viento.

Solo ellos tres estaban presentes: Taehyung, Jungkook y Jiyoung. El ataúd blanco descansaba sobre un soporte sencillo, decorado únicamente con una fotografía de ChaeWon. Su sonrisa parecía iluminar la escena a pesar de la tristeza palpable en el aire.

Taehyung sostenía a Jiyoung en brazos, mientras Jungkook se encargaba de mantenerse a su lado en silencio, observando a su alrededor con un gesto serio. Jiyoung miraba curioso, aunque todavía demasiado pequeño para comprender completamente lo que sucedía.

En el silencio, Taehyung cerró los ojos y dejó que los recuerdos lo invadieran: las tardes compartidas con ChaeWon, su risa clara, la juventud que habían compartido llena de expectativas y experiencias. 

—Papi.—El balbuceo de Jiyoung lo sacó de sus pensamientos, sorprendiéndolo ante su llamado. 

Taehyung tragó con dificultad antes de responder.—Oh, cariño. 

El niño le mostró una pequeña sonrisa, aferrándose a su cuello antes de buscar con la mirada a Jungkook, mismo que lo cargó entre sus brazos cuando pidió estar con él tan pronto como lo vió a un lado suyo. Fue la oportunidad de Taehyung para acercarse al ataúd, despidiéndose por última vez de ChaeWon, dejando una rosa blanca entre sus manos antes de ver como la caja era cerrada y siendo llevada a su lugar de descanso, la opresión de su pecho jamás desapareció mientras el lugar era sellado. 

De regreso en casa, la ausencia de ChaeWon se sintió más fuerte que nunca. Taehyung pasó la noche organizando pequeños recuerdos de ella: la bufanda que tanto usaba, un par de notas con su letra elegante, y una foto de ella con Jiyoung de cuando era un recién nacido, misma que fue tomada en el hospital. 

Jungkook entró en la habitación con un suspiro cansado y se sentó a su lado en el suelo.—Hoy fue difícil, pero lo manejaste con una fuerza increíble.—Dijo, colocándole una mano en la espalda.

Taehyung apoyó la cabeza en su hombro.—No sé cómo seguir adelante, Jungkook. Siento que una parte de mí se fue con ella. Sé que puede sonar ridículo al saber lo último que pasamos y cómo quedaron las cosas entre nosotros, pero nuestra amistad también tuvo buenos momentos, momentos que aún atesoro. 

—Recordarla con buenos momentos está bien, pero además de ello tienes a Jiyoung, y me tienes a mí.—Murmuró el azabache con suavidad.—Ella confiaba en nosotros para cuidar de él. No la defraudaremos. 

El pelinegro asintió, dejando que el calor de la cercanía de Jungkook lo reconfortara. Esa noche, aunque el sueño fue escaso, encontraron consuelo en la compañía del otro, aferrándose a la esperanza de un nuevo comienzo.

Ya no había nada más a lo cual aferrarse, y eso se sintió como un peso menos sobre los hombros de Taehyung. 


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