Capítulo 13.
El viernes había llegado más rápido de lo que Jungkook hubiera deseado, a diferencia de otras veces, no quería que el día terminara porque eso significaba una cosa:
No volvería a ver a Taehyung ni a Jiyoung, ese era su último día en la guardería. Taehyung había sido claro al inicio de ese día, recordaba perfectamente sus palabras donde le explicaba que sus cosas ya se encontraban por completo en su departamento y, a partir del día lunes, estaría trabajando desde la comodidad de su hogar, por lo que Jiyoung ya no necesitaba ser cuidado porque él podría manejarlo por su cuenta.
Jungkook se excusó con Hoseok de que era el típico comportamiento cuando se acostumbra a cuidar de un bebé, que su partida le estaba doliendo por el hecho que le tenía tanto cariño que al saber que no era necesaria su ayuda por más tiempo, simplemente le costaba dejarlo ir. Pero las palabras de su amigo lo habían inquietado, preguntándose si tenía razón o solo eran delirios suyos.
—No te está costando soltar solo al bebé, sino también al padre. Te encariñaste con los dos, cuando se supone que parte de las reglas es "no" hacerlo, por ello lo estás resintiendo peor de tus casos anteriores.
El azabache bufó, ¿De qué estaba hablando? Eso era imposible, por supuesto que se había encariñado con Taehyung y con Jiyoung, pero el el dolor de la lejanía no tenía porqué ser diferente al de los otros padres. Jungkook trató de no pensar tanto en el pelinegro, pero saber que sería el último donde lo vería, hacía un feo apretón en su pecho, siendo difícil pensar en siquiera ya no tenerlos que ver a diario.
Se justificó con que era por todo el tiempo que cuidó a Jiyoung y la compatibilidad que sentía con Taehyuhg. El pelinegro era uno de los pocos padres con los que había tenido la oportunidad de conversar, de mantener una relación más allá de conversaciones formales y de los informes diarios sobre el cuidado de sus hijos. Jungkook sentía la confianza suficiente para poder entablar una conversación con el contrario, saber cómo le fue en su día, interesarle por conocerlo y saber que tendría una respuesta acertada en compañía de una bonita sonrisa.
Posiblemente estaba enloqueciendo. Eso era un hecho.
Cuando el reloj marcó las siete en punto de la tarde, y su celular vibró con un mensaje de Taehyung diciendo que se encontraba a una cuadra por llegar a la guardería, fue momento en que Jungkook actuó.
—De acuerdo, hombrecito. Es momento de irnos a la recepción, tu papá está a punto de llegar y no queremos hacerlo esperar, ¿Verdad?—Asegurándose que todo estuviera en la pañalera, la colgó sobre su hombro antes de mostrarle una sonrisa al bebé, ya acomodado en el portabebé con una manta cubriéndolo alrededor.
Maniobrando todo entre sus brazos, se dirigió a la recepción justo cuando la puerta de entrada se abrió, mostrando consigo a Taehyung envuelto en una bufada sobre la mitad de su rostro, sus gafas sobre su cabeza, recogiendo su cabello hacia atrás; un gran abrigo negro que lo mantenía lejos del frío y un par de bolsas demostrando que había hecho el mandado antes de llegar.
—Buenas noches, Taehyungie.—Saludó con una sonrisa, enternecido por la imagen delante suyo.
—Buenas noches, Jungkook.—Bajando la bufanda para tomar aire, sonrió.—¿Cómo se portó el día de hoy?
—Jiyoung siempre se porta bien, es un niño muy adorable y bien portado.—Alzando el portabebé, el niño mantenía cerrado los ojos mientras su rostro se mostraba sereno.
El pelinegro sonrió, encantado por sus palabras. Pasando las tres bolsas que llevaba a una sola mano, agarró el portabebé con cuidado, pero a Jungkook no le pareció al verlo cargando con demasiadas cosas a la vez mientras tuviera a Jiyoung consigo, por lo que actuó sin pensarlo dos veces.
—¿No quieres que te acompañe a tu departamento? Parece que las bolsas pesan, y aún tendrías que cargar el portabebé y la pañalera.—Razonó, esperando que su pregunta no lo incomodara.
Contrario a lo que pensaba, el pelinegro asintió.—De hecho, planeaba invitarte hoy a cenar a mi departamento.
—¿En verdad?—Parpadeó, perplejo por sus palabras.
—Pensé que un poco de comida casera nos caería bien, prometo que tengo un buen sazón, pero rara vez tengo la oportunidad de cocinar.—Soltando una carcajada, sintió un leve rubor en sus mejillas.—Quería agradecerte por cuidar a Jiyoung todo este tiempo, sé que es tu trabajo, pero realmente me facilitaste muchas cosas, por lo que pensé que podría cocinar para ti. Pensaba que podríamos salir a cenar, pero estos días es muy fresco y no quisiera exponerlo a que contraiga una enfermedad, así que si no te molesta, podríamos cenar en mi departamento. ¡Claro! Todo eso si aceptas, no estás obligado a hacerlo, simplemente lo creí conveniente.
Jungkook carcajeó por lo bajo, asintiendo.—Me parece perfecto, ¿Te parece si recojo mis cosas y nos vamos? No tardo ni tres minutos.
—Por supuesto, adelante.
Dejando las bolsas en el suelo, Taehyung esperó en la recepción a que Jungkook regresara con sus pertenencias, optando por ver a su bebé después de un largo día de trabajo. El pelinegro jamás se acostumbraría a verlo tan sereno en su portabebé, encantado cuando el menor entreabrió sus ojos y pareció reconocerlo, viendo cómo ligeramente abría su manita, logrando que Taehyung lo envolvía con su propia mano.
—Hola, cariño. ¿Cómo fue tu día? ¿Te portaste bien? Apuesto a que sí, eres un niño muy lindo y calmado, nunca harías algo malo.—Siguió conversando con él, fascinado con verlo.
Jungkook volvió a aparecer, tomando desprevenido al pelinegro cuando recogió las bolsas del suelo y asintió hacia la puerta.—Tengo todo listo, podemos irnos.
—Pero estás cargando todo, déjame ayudarte con una bolsa.—Cuando intentó agarrar la bolsa, fue apartada de su alcance.
—Estoy bien, no pesan demasiado.—Convenciéndolo de sus palabras, suspiró con resignación y salieron de la guardería.
Decidieron tomar un taxi para llegar más rápido y evitar el frío que hacía por la noche, deteniendo al primero que vieron y subiéndose antes de darle la dirección. En el camino, Jiyoung decidió dormir mientras los dos mayores conversaban, Taehyung contándole un par de historias cuando se enseñó a cocinar, y Jungkook escuchando atentamente a todo con una sonrisa, para luego alegar que la cocina no era su fuerte, pero lo suficiente para sobrevivir.
El trayecto fue más corto de lo normal, pagando antes de salir y Taehyung guiando el camino hasta su departamento. En el ascensor siguieron conversando, hasta que se detuvieron en su piso y se dirigieron por el pasillo hasta la puerta enumerada, abriéndola con su llave y dejando sus pertenencias en la entrada.
—Ponte cómodo, iré a cambiarme y darle de comer a Jiyoung antes de cocinar.—Con una última mirada, se apresuró a su habitación.
—¿Quieres que te ayude en la cocina?
—¡Solo deja las cosas sobre el mostrador!—Alzó la voz desde la distancia, siendo escuchado por el azabache.
Acatando la orden, se dirigió a la cocina para dejar las bolsas sobre el mostrador. Sin saber qué hacer, comenzó a desempacar el contenido de ellas, desde diversas verduras, diferentes tipos de pasta, un par de salsas, entre otros condimentos coloridos.
Para cuando Taehyung regresó, Jungkook enrollaba las tres bolsas para que ocuparan menos espacio sobre el mostrador, dejándolas a un lado de los alimentos mientras observaba al pelinegro comenzar a sacar un par de sartenes y ollas de los compartimentos debajo del fregadero.
—Bien, es momento de cocinar.—La determinación de Taehyung provocó una risa al azabache, observándolo como se había recogido su cabello en una coleta desordenada y unas pinzas recogían los mechones de enfrente hacia atrás; sus lentes habían sido retirados de su rostro y un par de prendas holgadas decoraban su cuerpo, pareciendo cómodo.
Y mientras el contrario iniciaba una conversación, Jungkook deseó que esa noche no terminara jamás, sintiéndose hogareño en ese lugar, anhelando que ese sentimiento no desapareciera pronto.
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