Capítulo 02.
Jungkook soltó una carcajada ante lo que dijo su compañero de turno, Hoseok, asintiendo al estar de acuerdo con sus palabras. A pesar de que no tenía asignado ningún bebé al cual cuidar, había ido con la intención de ayudar en lo que sus compañeros pudieran necesitar, quedándose conversando con Jung en un momento de descanso que había tenido mientras su niño dormía tranquilamente.
El azabache no negaría que se sentía raro ya no tener a su niña asignada, acostumbrándose a ella hasta que ya no requirió de sus servicios. La primera regla general del lugar era no encariñarse con los niños, ya que todos sabían que no era de manera permanente, sino tanto como los padres necesitaran de su apoyo antes de adaptarse y ya no necesitarlos. Ahora que se encontraba sin quién cuidar, había decidido ir aún y cuando no estuviera forzado a presentarse hasta que le asignaran un nuevo niño al que cuidar.
Le gustaba su trabajo por la sencilla razón que creía que se le daba bien todo lo relacionado a temas infantiles, desde que cuidaba a sus dos hermanas menores y vivió los nacimientos de los hijos de su círculo de amigos, comprendió aquel amor paternal que relucía cada vez que veía a un bebé con la intención de cuidarlo y apapacharlo. ¿Y qué mejor un trabajo donde pudiera hacer relucir y pulir sus habilidades paternales? Claro, sabía que no debía de ser así por el hecho de que era por tiempo limitado y cada padre tenía un trato diferente, pero eso no negaba que pudiera ayudarlos de alguna u otra manera mientras lo necesitaran.
—Jeon, el jefe Lee quiere verte en su oficina.—Minseo, su compañera de trabajo, se asomó por la puerta de la pequeña sala donde se encontraba almorzando con Hoseok, mostrándole una sonrisa.
—Gracias, Min, ahora voy. Nos vemos hyung.—Se levantó de su lugar, palmeando el hombro del castaño antes de salir de la sala.
Estiró sus brazos sobre su cabeza, tratando de relajarse mientras tomaba camino a la oficina de su jefe. No se encontraba nervioso por el hecho de saber que no había cometido ninguna falta, rara vez era llamado, por lo que solo estaba un tanto sorprendido por aquel hecho. Saludó a un par de compañeros durante su trayecto, mirando con cierta nostalgia a los infantes que corrían por el lugar y otros pocos que se encontraban en un área especial para juegos, y cuando pasó por el área donde los más pequeños se encontraba tomando su siesta sintió un nudo en su garganta, desviando su mirada devuelta al pasillo.
Se cuestionaba cuándo llegaría aquel momento donde podría sentir la emoción de saber que estaría cargando a su bebé, la sensación de ser padre y todo lo que conllevaba. Negaría si no imaginó mil y un escenarios posibles de verse así mismo con una pareja, una familia a la cual amar y con la cual sentirse amado, su sueño de verse realizado como padre y esposo, pero conforme los años pasaban sentía que esa ilusión se iba desvaneciendo.
A decir verdad, aún y cuando anhelaba todo ello, tampoco se veía buscando a la persona con la que pasaría por todos aquellos sueños que lo albergaban desde hace años. Entre su trabajo, que prácticamente tenía que estar disponible a todas las horas del día, sus buenas acciones del día con su ayuda comunitaria en asilos y casas para las personas más vulnerables, en su idea de estar preparándose para decidir una carrera que estudiar después de haberse salido de la universidad al no encontrarse cómodo con lo que estaba estudiando, sentía que el tiempo se lo estaba comiendo vivo y no avanzaba de donde se encontraba.
Los reproches de su madre le estaban tintineando la cabeza tan pronto como sobrepensaba las cosas, ¿Qué esperaba para volver a estudiar y concluir con una carrera? Los años pasaban, él se estaba haciendo demasiado mayor como para ser un universitario y lo que ganaba al ser un niñero no lo mantendría toda su vida, necesitaba más opciones más allá del trabajo que ahora disponía, tampoco sus buenos actos le estaría trayendo nada productivo, todo ello a palabras de su madre.
Tratando de ya no mortificarse por ello, se detuvo frente a la puerta de la oficina antes de levantar su mano y tocar la madera con sus nudillos, esperando una respuesta para que poder entrar al lugar.
—Adelante.—Tan pronto como escuchó la voz provenir del otro lado de la puerta, abrió y asomó parte de su rostro.
—Buen día, señor, ¿Necesita algo?
—Pasa, Jeon.—Cuando vió su gesto de mano indicándole que se acercara, cerró la puerta detrás suyo antes de caminar hasta él.—Me alegra poder verte, hombre. Se supone que estás en descanso, ¿Cómo es que te encuentras aquí?
—Vine de ayuda por si era necesario. Nunca está de más una mano extra, me gusta estar aquí.—Contestó con sinceridad, percatándose recién de la tercera persona que estaba en la oficina.
No pudo observar bien la apariencia del hombre, puesto que su jefe volvió hablar.—Me da gusto ver tu optimismo y tu visión al trabajo, por ello me gustaría poder encomendarte a un nuevo trabajo.
—Por supuesto, señor.—Se irguió sobre su lugar, escuchando atento.
—Jungkook, él es Kim Taehyung, está buscando a una persona capacitada para poder cuidar de un bebé de apenas un par de semanas de nacido. Recordé que acabaste de cuidar recién a una pequeña, por lo que me gustaría encomandarte a ayudarle al señor Kim con su bebé; así como Taehyung, te presento a mi mejor trabajador desde hace años, él es Jeon Jungkook y no podría encontrar una persona más indicada para este caso.
Taehyung se giró sobre su asiento, observando al azabache que se encontraba de pie en el asiento de a lado. El hombre no podía ser más viejo que él, le podía calcular que no sobrepasaba de los veintiséis años, ¿Probablemente veinticinco? De piel nivea y una contextura mediana, no se detuvo a pensar mucho, confiando en las palabras del hombre.
Jungkook le mostró una sonrisa en su dirección, ofreciéndole su mano.—Un placer, señor Kim. soy Jeon Jungkook, estoy al tanto en lo que le pueda ayudar.
Sintiéndose levemente desconcertado por la repentina situación en la que se encontraba, tomó su mano para estrecharla.—El placer es mío.
—Bien, ¿Qué les parece si fijamos los términos de esta relación y las condiciones para que puedan trabajar a la par? Luego los dejaré a solas para que puedan conocerse y, de ser necesario, hablar con alguna de las dos partes para ver si se concreta esta tarea, ¿Entendido?
Los dos asintieron, estando de acuerdo. Mientras el pelinegro trataba de controlar sus nervios y dejar de cuestionarse sobre si era una buena idea, el azabache daba leves miradas de reojo, sintiéndose curioso por el otro hombre.
¿Sería un doncel? No había tenido el tiempo suficiente para estudiarlo, apenas y lo había observado cuando estrecharon sus manos, ¿Estaba solo él por su cuenta? Casi siempre tenía el gusto de presentarse con los dos padres, pareciéndole extraño verlo solo y escuchar de un bebé de apenas unas semanas, ¿Tan pronto necesitaba ayuda? Alejando sus pensamientos, dejó de indagar para escuchar a su jefe, atento a sus palabras y reconociendo la mayoría de ellas.
Un nuevo trabajo había llegado a su vida; pero más allá de verlo como trabajo, lo veía con alegría al saber que podría compartir de su tiempo en cuidar a una nueva vida.
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