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ᚐ҉ᚐ 21

—A que no adivinas —el castaño está acostado en el hombro del menor, disfrutando de su cercanía. Canturrea la oración y sonríe divertido.

—No, no adivino. ¿Es sobre cómo está eso de que te estás quedando con tu papá?

—Hmm, puede ser. El día que lo vi, le seguí y ubiqué la casa. Así que anoche no sabía a donde ir y fue ahí. Son agradables, me trataron bien. Oh, sí —se rio un poco—. Papá es gaaay —suelta Jeongin, entre risas.

—¡No puede ser! ¿Estás hablando en serio? —Chan se ríe junto a Jeongin, fuertemente.

—¡Sí! Hablé con él, me pidió perdón y dijo que pronto iría a casa para disculparse con Wheein y mi madre, hasta con Jay. Su novio se llama Seungmin y su bebé Theo. Seungmin es realmente agradable.

—¿Te trataron bien, bebé? —el rizado acercó sus labios hasta la sien de Jeongin y la besó repetidas veces.

—Bastante.

—Me parece perfecto.

Es lo último que dicen antes de caer, poco a poco, dormidos.

(...)

Chan abre los ojos porque la luz de la ventana le molesta. Olvidó cerrar las cortinas la noche anterior. Jeongin sigue a su lado, abrazando una almohada de Hello Kitty -él no sabe cómo llegó a su habitación hace meses-, tiene la sábana hasta la cadera, por los bordes de ella puede ver que se asoman sus bóxeres negros.

Oye voces abajo. Se da cuenta que es su mamá hablando, alegre. Frota sus ojos antes de pararse de la cama, y él también tiene puesto sus bóxeres.

—¡Chan! ¡Baja y ven quien vino! —su madre grita desde abajo, y todavía puede notar la alegría en su voz.

Toma una camisa y se la pone, junto con unos shorts deportivos. Ve la camisa de Jeongin, manchada de semen y sonríe. La pone en el cesto de ropa sucia. Baja descalzo, trotando por las escaleras, ansioso por ver de quien se trata.

—¡Beeeeerry! —gritó y se agachó.

Su perro estaba de vuelta. Hace unos meses había entrado en celo y lo llevaron a una casa donde vivía una perra de su raza, igual en celo. Se quedó ahí durante toda la gestación del can. Ahora, estaba de regreso.

—¿Cómo estás, bebé? ¿Te divertiste? —mueve las cejas sugestivamente hacia su perro, y éste ladra—. Ya lo creo —y se ríe.

—Mira, nos han traído dos cachorros con él. Fueron 4. Uno lastimosamente murió, el otro se lo quedó una vecinita de Miyeon. Tienen tres semanas de nacidos, han abierto los ojos ya —la madre de Chan le dijo, se paró y observó a los cachorros en los brazos de Hyori.

—¡Ah! ¡Son tan gordos y arrugados! —toma a un pequeño bulldog y se lo acerca a Berry.

El perro olfatea a su cría y comienza a lamerlo después de que lo reconoce. El rizado suelta palabras cursis a su perro. Lo ama mucho, ha sido su compañero dos años.

Voltea la mirada. Jeongin está detrás de él con una mirada confundida, pero sonriente. También con uno de sus suéteres favoritos, no importa en realidad. Porque en él lucía perfecto.

—Buenos días —el castaño dice más para la madre de Chan, quien lo mira con cierta sorpresa.

—Eh, buenos días —trató de sonreír.

Jeongin se pone a un lado de Chan y acaricia al gordo perro. Le pregunta cosas sobre él y el castaño se las contesta.

Hyori invita a Miyeon a la cocina a tomar algo, y se van.

Para cuando son las 11 de la mañana, ellos ya han tomado una ducha -juntos, a petición de Jeongin- y ahora están sentados en la cama de Chan, jugando con los cachorros y el perro del mismo. El cual les tomó un poco de tiempo subirlo por las escaleras, ya que su peso le cansaba rápido.

—Es tarde —dijo Jeongin, tomando al cacharro que tiene el color blanco predominando en su espalda y le besa la cabeza—. Tengo que volver a lo de mi padre. No quiero preocuparles.

—Claro, te llevo.

—Gracias.

Espera a que Chan le dé una chaqueta y él se ponga la suya.

—Adiós, gordo. Nos vemos después —vuelve a besar la cabeza del mismo perrito y lo deja en el suelo, cerca de su papá.

—Hmm. Innie, ¿lo quieres? Digo, al cachorro. Puedes tomarlo si gustas.

—¿En serio? Wow, Chan. Gracias. ¿Oíste eso, bola de grasa? Tú te vas conmigo.

Jeongin agradeció a Chan con un beso en los labios. Entonces, el castaño se despide de los, ahora, 2 perros de su novio y salen de ahí.

Se siente feliz. Ahora tenía un perrito.

El menor deja al mayor en su casa, después de una corta sesión de besos en su auto, con un cacharro chillando en sus brazos.

—Vendré el miércoles —Chan avisa—. Tengo que estudiar, no te molesta, ¿verdad?

—Para nada. Entonces en miércoles. Tal vez me quede un poco más aquí —dice, mirando la casa de Changbin.

—Cualquier cosa me avisas —besa los labios de Jeongin por última vez y éste se baja.

Toca la puerta con su mano libre, a los pocos segundos un Seungmin bastante sonriente y sonrojado abre la puerta. Jeongin en verdad no quiere saber que es la causa de ese sonrojo.

—No volviste. Ya te hacíamos casado y con niños tu padre y yo.

—Nah, sólo hablé con Chan y pasé la noche ahí.

—Hablar. Así se le dice ahora. Changbin y yo estábamos a punto de hablar.

—No tenías que decir eso. Por cierto, ¿te molesta este amigo? —alzó al perro para que lo vea.

—¡Es la cosa más bella! Necesito uno de esos. ¿Dónde lo conseguiste? —se acerca y acaricia las orejas del perro.

—Chan me lo obsequió. Su perro tuvo un rato de diversión y de ahí salió este gordo. Tiene otro, tal vez le pueda decir si te lo da.

—Eso sería magnífico.

—¿Saben que sería magnífico? Que Jeongin nos hable un poco sobre esas medicinas —Changbin se encontraba bajando, cruzado de brazos, vestido con un pijama.

—¿Medicinas? ¿Cómo sabes?

—Ayer fui a ver a tu madre. Me disculpé con ella, pero Wheein no estaba. Dijo que si te sentías bien aquí podías quedarte. También habló de medicamento.

—Sí, lo tomo. Siempre. No es nada importante, lo puedo jurar —sonrió para tranquilizar a su padre y Seungmin.

Changbin suspira. Decidió confiar en Jeongin.

Jeongin sube a su habitación porque se siente cansado y no sabe por qué. Más tarde saldrá a comprar cosas para su nueva mascota.

Recostado en su cama, con el bulldog, sonríe. Se siente feliz. Está feliz, mucho.

Y sabe que eso no es algo muy bueno.

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