ᚐ҉ᚐ 05
Jeongin abrió la puerta de su casa. La tv estaba prendida en un canal para niños, y había un ruido desde la cocina. Chan frunció el ceño, pero no dijo nada, y caminó a través del pasillo de entrada hasta la sala de estar.
Un niño estaba sentado en el suelo, frente a una mesa, con un plato de cereales en ella, mirando la televisión. El pequeño volteó y sonrió, con la leche escurriéndole por la barbilla.
—Hey, campeón. Estamos cenando un poco tarde, ¿no crees? —Jeongin se acercó a él, besando su cabeza.
El niño asintió sin dejar de sonreír.
—Llegamos un poco tarde hoy. Mamá tuvo que trabajar en algo especial, según ella —se encogió de hombros, tomando una cucharada del cereal—. ¿Quién es él? ¿Se quedará?
—Es Chan. Un amigo. Y.... probablemente, sí.
—¿Cómo una pijamada? ¡Wooow! ¿Puedo estar?
—No lo creo, Yongbok. Cosas de grandes —el castaño le guiñó el ojo.
—Sí, eso creo. ¿Ya cenaron? Mamá está haciendo algo.
—No, gracias por decirlo.
Los dos mayores se sentaron en los sillones detrás del niño, esperando por la mamá de éste.
—Yongbok, cariño ¿con quién hablas? ¿Le abriste la puerta a vagabundos otra vez? Te dije que eso...
La muchacha paró de hablar al ver a los muchachos sentados. Sonrió dulce y se acercó a besar las mejillas de Jeongin.
—Sé que me veo mal, pero ¿en serio? ¿Vagabundo? —bromeó Jeongin, tratando de parecer ofendido.
—No seas idiota. Sabes por qué lo digo. Pero es bueno verte. Hace días no te veo y hasta sentí extrañarte.
—Bueno, tengo ese efecto en los demás—los dos rieron—. Oh, sí. Él es Chan, un amigo.
—Hey. Soy Wheein, la hermana de Jeongin. Encantada —estrechó la mano de Chan, quién sólo sonrió.
—Encantado igual.
—Mamá, tío Innie dice que se quedará, como una pijamada, pero de grandes. No sé cómo es eso, ¿cómo juegan ustedes los grandes? —el niño tocó su barbilla, tratando de pensar.
El rizado abrió los ojos, mientras que Jeongin y su hermana reían por la inocencia de Yongbok.
—Mucho azúcar y tv por hoy, pequeño Yongbok. Es hora de ir a la cama —dijo su madre, cruzada de brazos.
—¡Nooo! Mamá por favor, todavía no acaba Bob Esponja, y no tengo sueño.
—Fíjese, usted señorito, que no me importa eso. Subes las escaleras porque subes ¿entendido? —regañó en modo de broma.
—Sí, mamá —corrió por las escaleras.
—Los dejo, Yongbok necesita descansar y yo también. Fue un día largo hoy —fue detrás de su hijo, pero retrocedió dos pasos lentamente—. Y... si van a jugar, por favor, no hagan mucho ruido. Por Yongbok.
Chan se atragantó con su propia saliva, sintiendo como sus mejillas se calentaban.
—Ve sin problemas. Tal vez lleve a Chan más tarde.
Wheein bufó y rodó los ojos.
—Aburridos —susurró, ahora sí, yéndose.
El castaño guio al otro hasta la cocina para ver que había hecho su hermana. En realidad, no sabía que era, pero se miraba apetecible y comible. Así que tomó eso, una botella de refresco grande y dos vasos. Subieron a la habitación de Jeongin y Chan estaba sorprendido.
—¿Ésta es tu habitación? —preguntó con extrañeza.
—Sí, ¿por? ¿Tan fea es?
—No, me lo imaginaba diferente, algo como...
—Algo como... ¿desordenado, pósters de chicas semidesnudas y motos por todos lados? ¿Colillas de cigarro en el suelo?
—No... sí. En realidad, sí. Perdón.
—No, está bien. Doy esa impresión, creo.
—No, no, no. No te quise ofender, es sólo que...
Jeongin negó con la cabeza.
—Te dije que está bien. Déjalo así. Mejor siéntate, vamos a cenar.
—Ya cené —contestó, tomando asiento a un lado de Jeongin.
—Aja, ¿y? ¿No puedes comer un poco más?
—Hmm, claro... sí puedo...
Chan tomó un lo-que-sea-que-fuera y lo metió a su boca, comiéndolo. Sabía bien a pesar de no saber que era. Jeongin le sirvió un poco de soda en su vaso y se lo pasó. Estaban comiendo el silencio, y eso al moreno le estaba molestando un poco. Más que un poco, se podría decir.
—Así que... no hablas mucho...
—Sí, pero bueno, no tenemos mucho de qué hablar.
—Entiendo. Entonces, ¿por qué no me cuentas un poco de ti?
—Bueno, mis papás trabajan para el banco, mi hermana estudia la Universidad, yo iré dentro de poco. Aún no sé qué estudiar, tendría que ser algo que me guste. Ya veré.
—¿Es todo? ¿Cuántos años tienes?
—Dieciocho ¿tú?
—Veinte.
—Hmm, sí. Lo imaginé. Oye... ¿qué pasa con Hyunjin? —preguntó, según él, discretamente.
—¿Que te dije sobre las preguntas?
—Sí... ya sé, pero yo...
—Pero tú nada, Chan —dijo cortando el tema—. ¿Te quedas a dormir o quieres que te lleve? —su tono fue un poco cortante y hasta frío.
Se quedó pensado un rato, nervioso. Pero luego sonrió. ¿Qué más podría pasar?
—¿Tienes ropa para mí?
Jeongin asintió, yendo al armario para buscar que darle a Chan, con una sonrisa divertida.
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