Chan no tenía nada en contra los lunes, a decir verdad, le "gustaban", porque en la escuela era de los pocos días que salía temprano, así que no se quejaba.

Una vez aseado y listo, bajó a la cocina donde su madre estaba haciendo los desayunos para él y sus hermanas.

—Buenos días, bebé —saludó su mamá cuando lo vio entrar—. ¿Dónde está tu auto, Chan?

¿Cómo había podido olvidar su auto?

—Buenos días, ma. Se quedó parado un poco lejos de aquí —contestó rascándose la nuca.

—Ah, ¿sí? Puedes decirle a tu padre la dirección para que vaya por él, ¿sí? Ahora sube al auto, te llevo.

—Claro...

Se limitó a contestar, tomando la bolsa donde estaba su desayuno. Esperó a su madre unos minutos más en el auto, sus hermanas salieron detrás de ella y subieron, listas para ser llevadas a la Universidad.

Llegó a la escuela y lo primero que encontró fue a Jisung y Minho besuqueándose en la entrada de ésta. Ni siquiera sabía qué hacía Minho ahí, él no estudiaba ahí, de hecho, no estudiaba.

—Hey —dijo a un lado de ellos.

Minho rodó los ojos por la interrupción, aun así, fingió una sonrisa y saludó a Chan, todo sea por Jisung, él odiaba que tratara mal a su mejor amigo.

—Hola, Chan. Hace frío hoy, ¿no? —preguntó Jisung, abrazándose a Minho.

—Hmmm, ya lo creo —contestó.

—Es hora de irme, Hanji. Estoy un poco retrasado. Bye, Chan.

El rizado de ojos verdes se despidió de la mano, viendo como el novio de su amigo se alejaba. Jisung aleteaba las manos despidiéndose, gritando su amor hacia Minho, sin borrar su sonrisa.

—¿Por qué tan feliz, ¿eh? —cuestionó Chan, una vez que estaban caminando para su salón.

—¡Cumplo tres años con Minho! ¿No crees que es increíble?

—Sí, Jisung. Me alegro mucho por ustedes, me gusta verlos juntos, y en especial me gusta verte feliz.

—Gracias, Chan —sonrió el pelinegro, pasando su brazo alrededor de los hombros de Chan—. Por cierto, el viernes hay una fiesta ¿quieres ir? Es de un ex compañero de Minho.

—Claro, por qué no, no creo tener algo que hacer.

—¡Perfecto! Le diré a Minho que tú también vas, así ya somos cuatro. Hablando de otra cosa, ¿cómo está eso de que tu madre te trajo hoy, hmmm?

Entraron al salón, sentándose como siempre, juntos. Chan dejó su mochila en el suelo, a un lado de su silla.

—Mi auto se averió el viernes, después de la carrera. Así que lo dejé ahí, y alguien me prestó un teléfono para que pudiera hablar a un taxi.

—¿Quién? La verdad, la gente de ahí no suele ser muy amable, a menos de que quiera algo a cambio...

—Fue Jeongin... parece bueno —dijo, encogiéndose de hombros.

Jisung comenzó a reír, haciendo que sus mejillas quedaran rojas.

—Aja, sí, ya. ¿Quién fue?

—Jeongin —repitió, sin saber qué es lo que a su amigo le causaba tanta gracia.

—Chan, nadie te cree eso, ni tú mismo. Todos saben que Jeongin no haría eso por nadie.

—Jisung, te lo digo de verdad. Él me dijo que subiera a su moto para ir a su casa, y ahí me prestaba su teléfono fijo porque yo no tenía batería y él se quedó sin saldo.

El de ojos verdes párpado sin creerlo, ¿Jeongin ayudando a otra persona por voluntad propia? ¿Yang Jeongin?

—Chan, ¿estamos hablando del mismo Jeongin? Yang Jeongin, el de las carreras...

—Mierda que sí, fue él, pero si no quieres creerme no importa. Déjalo así, mejor dime que harás con Minho hoy.

Los ojos de Jisung brillaron de manera instantánea. Juntó sus manos y sonrió abiertamente, antes de comenzar a hablar sobre lo que tenía planeado con su novio.

(...)

Las horas pasaron, y por fin había terminado las clases por ese día. El ojiámbar salió corriendo, en busca de su amado novio, dejando a Chan atrás, quien caminaba con toda la pereza del mundo. Su celular vibró en su bolsillo y no sacó rápidamente, viendo quien era.

"¿Puedes ir caminado, Chan? Aún no salgo del trabajo, ¡perdón bebé! 💙💔💙" Mamá. 12:01 pm.

Rodó los ojos viendo el sol que hacía, se moriría quemado antes de llegar casa. Suspiró pesadamente y salió del edificio, directo a su casa. No estaba tan lejos, pero tenía una flojera increíble.

Dobló por la esquina, perdido en sus pensamientos, hasta que un sonido le hizo olvidar todo. Volteó hacía atrás y se sorprendió de ver quien era.

—¿He llegado tarde por ti, niño bonito? —preguntó Jeongin, desde su moto, yendo a una velocidad muy baja.

—¿Jeongin?

—El mismo que viste y calza —hizo un ademán, pasan sus manos por su cuerpo—. Entonces qué, ¿estoy tarde o llego bien?

—¿Tarde, temprano? ¿Qué? —preguntó Chan en voz baja, confundido.

—No te hagas al bruto y sube ya, yo te llevo a casa. Hace sol, ¿no crees? Y en la mañana estaba fresco. En fin —se encogió de hombros—. Sube, hombre, que tan bueno no soy.

Subió de mala gana, poniéndose detrás de Jeongin, tomando su delicada cadera.

El castaño arrancó haciendo asustar al más alto, quien solamente abrió los ojos y apretó los dedos en su cadera, sintiendo su calidez y -casi- los huesos de ella.

—Jeongin... ¿puedo preguntar algo?

—Me temo que no, bonito. No soy bueno contestando preguntas —sonrió de lado, volteando a ver si no venía algo con lo que pudiera chocar.

—Oh...

—¿Irás a la fiesta del viernes? El maricón de Minho me invitó.

—¿Por qué tu sí puedes preguntar y yo no?

—Porque, bonito, yo soy bueno preguntado, no contestando. Ya te dije.

Chan gruñó en respuesta.

—Sí voy, Jisung me invitó, dijo que seríamos cuatro, creo que se refería a ti. ¿Sabías que ellos cumplen tres años hoy? Es increíble.

—Sólo los maricas celebran eso, Chan.

Chan. Sonaba bien saliendo de sus labios.

—A mí me parece tierno.

Jeongin estacionó en la entrada de la cochera de Chan, él bajó, arreglando su cabello y ropa.

—Así que así viven los ricos —murmuró el ojiazul, admirando la casa blanca del castaño.

—No seas idiota, no soy rico, mis padres saben administrar bien el dinero.

—Bueno. No importa mucho. Me voy, riquillo. Te veo el viernes en la noche. Ponte guapo... más —dijo viéndolo de pies a cabeza. Con eso salió de la vista de Chan, acelerando el motor por la avenida.