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Capítulo 9: Sometidos.

[Hogsmeade] 

Aquellos aurores trasladaban a Annika y Arya hasta una tienda abandonada del pueblo, los hombres entraron y empujaron a las muchachas haciendo que cayeran al suelo, sus manos estaban atadas y habían sido despojadas de sus varitas. 

—¿Ya enviaste el mensaje? — preguntó uno de los aurores a su compañero, el otro asintió con su cabeza. 

—Saldremos de aquí pronto, lo prometo. — dijo Arya entre susurros a la castaña. 

Uno de los tipos se acercó a las muchachas y las ayudó a sentarse sobre el suelo, una vez acomodadas se puso frente a ellas y comenzó a hablar. 

—A los rebeldes normalmente los ejecutamos pero ustedes parecen tener algo especial para el Ministro… Hagamos esto más sencillo, yo hago preguntas y ustedes comienzan a hablar sin cuestionar. 

—Bien, yo empiezo, su jefe es un maniático, narcisista y dictador qué pronto caerá, digame algo, ¿al menos le pagan bien este trabajo o lo hace solo por miedo a lo que él pueda hacerle? — soltó Arya. 

El auror frente a ella solo comenzó a reír pero segundos después lanzó una cachetada a la pelirroja dejando su mejilla roja. 

—Las preguntas las hago yo, no te creas tan lista mocosa. 

—Las preguntas las hace usted pero es porque nos tiene atadas, resolvamos esto a la antigua, uno por uno y con varita. — dijo Annika al ver el golpe que aquel sujeto había lanzado a Arya. 

—Sería muy sencillo acabar con ustedes con dos movimientos de varita sin embargo… no voy a tomar el riesgo. Ahora van a contestar ustedes, ¿qué hacían en esa casa? 

—Nigromancia, estábamos por revivir a mi perro pero ustedes se interpusieron. — dijo Arya. 

—Bien, no quieren colaborar por las buenas… lo entiendo. — dijo el hombre a cargo mientras sacaba una navaja de su bolsillo. —Veamos si con esto quizá suelten algo. 

El hombre se acercó hasta Annika y con aquella arma le hizo un pequeño corte en su cara, la chica no emitió ningún sonido de dolor pero si algunas muecas qué lo expresaban. 

Isaac había despertado de aquella siesta, se asustó inconsciente al ver que no estaba en su antiguo hogar en España pero luego de algunos segundos volvió a recordar lo sucedido, el hombre se levantó rápidamente, limpió su cara y comenzó a buscar a Izzy, fue hasta la habitación donde debería estar descansando pero no la encontró. 

—Te dije que no salieras sola, maldita sea… — dijo en voz alta. 

El hombre se dirigió hasta la mesa, tomó una silla y se sentó, en su cabeza comenzó a analizar todo lo que estaba sucediendo, si podría derrotar a Spooner y como eso cambiaría todo en Londres. 

—Una cerveza, eso es lo que necesito. — dijo. 

Se levantó rápidamente, tomó su chaqueta y luego salió de aquel lugar. 

[Ministerio de Magia] 

Spooner estaba en su oficina, en su escritorio había un archivo con varios documentos dentro, el hombre jugaba con la varita en su mano izquierda mientras leía uno de aquellos papeles con mucha atención, su concentración se vio interrumpida por un hombre que entró a la oficina. 

—Señor Spooner, ¿solicitó mi presencia? — preguntó el hombre. 

—Lecter, eres experto en encantamientos… ¿No es así? — preguntó Spooner, el otro sujeto asintió con su cabeza. —Necesito que me ayudes con algo importante pero te informaré después, ahora estoy algo ocupado. 

—Sí señor, será un placer ayudarle. — contestó Lecter, el hombre dio media vuelta y se marcharía de aquella oficina. 

—Lecter, dile a Amanda qué suba, necesito hablar con ella, por favor. 

—La señora Waters no se encuentra en el Ministerio, señor Ministro, se está encargando de la situación en Hogsmeade. — dijo aquel hombre pelinegro. 

—¿Cuál situación en Hogsmeade? — preguntó Spooner con cara confusa. 

—Mis hombres atraparon a unos rebeldes, la señora Waters quiso hacerse cargo para que usted pudiera seguir concentrado en sus asuntos. 

Spooner frunció el ceño y luego habló. 

—De acuerdo, gracias… cierra la puerta cuando te vayas.

Lecter salió por completo de la oficina y con un movimiento de su varita cerró la puerta a la distancia. 

Annika había despertado, un golpe de uno de los aurores la había dejado inconsciente por al menos una hora, volteó su mirada y a su lado estaba Arya aún inconsciente, en la habitación no había nadie más que ellas por lo que la chica buscó alguna alternativa para soltar sus manos. 

—Pst, Arya… — susurró pero no recibió respuesta. 

—Gracias por informarme ahora yo y mi gente nos haremos cargo, pueden volver al Ministerio. — escuchó decir Annika a una mujer a las afueras de aquella habitación, rápidamente volvió a su lugar y cerró sus ojos para fingir estar inconsciente. 

La puerta se abrió y Amanda Waters entró al lugar junto a siete de sus hombres, los aurores del gobierno mágico de Letonia. 

—¡Arriba! — exclamó la pelinegra haciendo un movimiento con sus manos logrando que Arya y Annika despertaran de golpe. —Llegó la hora de que suelten información o me veré obligada a mancharme las manos. — agregó luego la mujer. 

—Claro, eso es lo que más te molesta, siempre tienes alguien que hace el trabajo sucio por ti. — dijo Annika mirando a la mujer de forma retadora. 

—Prewett, querida… no diré que es un gusto verte de nuevo pero si me alegra que estés viva para lograr asesinarte yo misma. 

Arya río un poco luego del comentario de Waters, la misma dirigió una mirada a la pelirroja. 

—Gobernadora, lo vieron… — susurró uno de los aurores en el oído de la mujer. 

—Informa a Jeremy, qué envíe un grupo. — contestó. 

Isaac había decidido volar hasta su bar favorito, Cabeza de Puerco, el muchacho caminó hasta la entrada y cruzó la puerta, dentro habían varios hombres ya ebrios, algunos aurores también estaban ahí, el hombre se sentó sobre la barra y pidió un trago. 

—Whisky escocés, por favor. — dijo de manera cortante sin hacer contacto visual con el tabernero. 

Rápidamente el hombre sirvió el trago y lo deslizó por la barra hasta llegar a la mano del canoso. 

El grupo de aurores que había en el bar observó a Isaac con atención. 

—¿No es él? El que el Ministro estaba buscando en España… 

—Thargot, si, creo que es él. 

—Ya sé cómo nos vamos a divertir esta noche. — contestó uno de ellos, luego bebió su trago hasta el fondo y se levantó de su asiento en dirección a la barra. 

Waters había desenfundado su varita, se encontraba frente a las muchachas, apuntó a una de ellas y luego comenzó a hablar. 

—¿Cómo llegaste hasta aquí, Prewett? — preguntó. 

—No eres la única con contactos, yo también tengo los míos. — contestó Annika. 

—No, no los tienes, yo los asesiné a todos. — dijo la pelinegra mientras sonreía. 

—Oye, si vas a matarnos hazlo ya, estoy harta de escuchar tu mierda. — soltó Arya algo enfadada. 

La pelirroja recibió un golpe de Amanda en su cara. 

—¡Niña insolente! ¿Tus padres no te enseñaron a respetar a las personas? 

Arya sonrió, escupió hacia el suelo para sacar la poca sangre que salía de su boca. 

—Me enseñaron a respetar a quien lo merece y tú, querida, no eres una de esas personas. — contestó la pelirroja. 

—Arya, no la provoques… — susurró Annika. 

—Deberías escucharla, no te conviene meterte conmigo, mocosa. 

—¿Por qué si lo hago me vas a desaparecer como a los millones de magos y brujas qué han asesinado? Día tras día leo los periódicos qué ustedes no han comprado, sé lo que hacen y créeme, Waters, qué yo seré quien termine con su dictadura. — soltó Arya. 

Waters apuntó a la cabeza de Annika con su varita y luego sonrió. 

—No tienes con que ni con quien derrotarnos, niña. — dijo la pelinegra. —Prewett no te ayudará… Avada Kedavra. — agregó. 

Aquella luz verde salió despedida de la varita de Waters, la castaña solo cerró sus ojos y esperó a que la muerte tocara a su puerta, no sintió dolor alguno. 

Luego de algunos segundos, la castaña abrió sus ojos y aquel encantamiento estaba frente a ella, no le había impactado. 

—Olvidas quienes son mis padres, Waters, estoy mejor preparada qué tú para estos casos. — dijo Arya. 

La castaña observó a su amiga quien estaba de pie con sus manos desatadas, con sus manos estaba sosteniendo aquel encantamiento asesino, con esfuerzo lo apartó rápidamente de Annika y luego liberó el flujo de magia. 

Amanda apuntó a Arya y comenzó a lanzar una lluvia de encantamientos a la pelirroja mientras Annika sentía un calor peculiar en sus manos, la soga con la que estaba atada se estaba derritiendo gracias a una llama de fuego pequeña que había en ella, se soltó rápidamente al sentir el nudo flujo y con rapidez se lanzó hacia los aurores de Letonia. 

—¡No puedes derrotarme! — exclamó Waters a la pelirroja, sin embargo la chica logró arrebatarle su varita y apartarla algunos metros con los encantamientos de sus manos. 

—Veamos si es cierto. — soltó la pelirroja, levantó sus manos y lanzó un encantamiento con ambas hacia Amanda pero la mujer reaccionó rápido, con una mano respondió al encantamiento de Arya lanzando uno ella también, el flujo de magia de ambas chocó en el medio y una gran explosión se hizo en el lugar. 

Thargot seguía en aquel bar, se sentía acosado por los aurores que lo observaban de forma retante a su lado y susurraban cosas entre ellos al mirarlo. 

—¿Qué pasó, muchachos, tienen algún problema? — preguntó el hombre ya harto de aquellos sujetos. 

—Cuida el tono, idiota. — contestó uno mientras enseñaba su placa de auror. 

—Qué bien, la placa oficial de “soy títere del Ministro” — dijo en voz baja Isaac. 

—¿Qué fue lo qué dijiste, imbécil? — preguntó uno de los aurores mientras se ponía de pie y desenfundaba su varita. 

—Oigan, nada de peleas en mi bar, si rompen algo lo pagarán. — dijo el tabernero. 

—Cállate Otis, lárgate de aquí. — dijo el auror con varita en mano. 

—¿Qué vas a hacer eh? ¿Vas a atacarme en un lugar público? No seas patético, guarda esa varita y lárgate de aquí. — dijo Isaac mientras tomaba el último trago de su whisky. 

—Escucha Thargot, tú cabeza tiene precio y caíste aquí como una recompensa por nuestro trabajo. Muchachos… ¿Vamos a hacerlo o no? — dijo el auror con una sonrisa. 

Thargot comenzó a reír, luego rompió el vaso qué tenía en su mano contra la barra y se puso de pie. 

—Vamos, pedazo de mierda, lánzate. — soltó Isaac con furia. 

El auror frente a él estaba preparado para atacar pero el tabernero volvió a la escena y con su varita apuntó al hombre. 

—Lárguense, ahora. — soltó. 

—Isaac, ¿qué crees qué estás haciendo? — preguntó una voz femenina detrás del canoso. 

Izzy se acercó al lugar e intentó alejar al hombre de aquella pelea. 

—Él empezó y no me iba a quedar de brazos cruzados. 

—Escucha, el Ministerio ya está en tu contra, te están buscando… — susurró la pelinegra. 

—No me interesa, estos idiotas van a saber lo que es perder todo. ¡Vamos, malditos hijos de pe…! 

Antes de terminar aquella frase, el lugar retumbó y se escuchó una gran explosión a lo largo, los aurores salieron del bar para observar lo sucedido. 

—Mierda… ¡Vamos, hay que ver que sucedió! — exclamó Izzy mientras salía del bar. 

Isaac salió detrás de ella, se frenó a las afueras y vio a los aurores frente a la puerta, sonrió un poco y luego se acercó. 

—¿No van a hacer nada? Que bien, entonces yo sí lo haré. — dijo Isaac. 

El hombre soltó varios golpes con los que dejó inconscientes a los aurores y luego corrió tras Izzy. 

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