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Capítulo 6: Acuerdos Mutuos.

En las cercanías de un bar en Madrid había un edificio algo viejo, su estructura estaba por ser demolida para construir algo nuevo en ese lugar pero las reparaciones habían sido pospuestas, dentro de aquel edificio habían siete hombres, todos inconscientes en el suelo, un octavo sujeto estaba sentado sobre una silla con sus extremidades atadas a la misma.

—Es la última oportunidad de hacer esto por la vía correcta, habla ahora. — dijo una mujer mientras apuntaba a la cabeza del sujeto con una varita.

—Por la vía correcta o incorrecta, no saldrá nada de mi boca. — contestó aquel sujeto.

—Pensé que al ver a tus hombres de esta forma te haría razonar pero ya veo que eres igual de imbécil qué ellos. — dijo otro hombre en el lugar mientras colocaba su pie levemente sobre la cabeza de uno de los sujetos inconscientes.

—Cuando los demás te encuentren te harán el doble de lo que estás intentando hacer.

El hombre recibió un golpe en su cara por parte de aquella chica con cabello negro.

—Te diré lo que haremos, vamos a extraer tus recuerdos de tu cabeza, tomaremos lo que necesitemos y cuando ya no seas útil te tiraremos al barranco más cercano. ¿Eso te parece bien? — dijo la chica.

El hombre se limitó a hablar, solo sonrió levemente ante tal amenaza.

—Bien, ya lo hiciste a tu manera, es mi turno. — dijo el otro hombre mientras se acercaba.

Aquel canoso se puso frente al hombre amarrado, lo miró por algunos segundos y luego comenzó a reír.

—Tienes miedo, sabes que tarde o temprano vas a hablar… — dijo el hombre de pie, luego se acercó para quitarle la varita al tipo en la silla.

—¿Qué harás, Isaac? — preguntó Izzy a las espaldas del canoso.

—Le voy a enseñar un nuevo truco a nuestro amigo, quizá así afloje la lengua. — contestó Thargot.

Con su varita apuntó a una de sus manos y conjuró un encantamiento, luego bajó la varita y tras unos segundos de espera se comenzó a ver el efecto del hechizo.

—Carajo… — soltó la pelinegra.

Una especie de cuchillas salieron de la palma externa del canoso, el hombre en la silla tragó grueso.

—Con estas lastimé a tres de tus amigos la noche anterior pero a ti… podría matarte con ellas si quisiera. — soltó Isaac.

—No me dan miedo… esas cosas. — dijo el hombre en la silla con dificultad.

Isaac colocó aquellas cuchillas sobre la garganta del hombre.

—Intentemos de nuevo… ¿Para quién trabajas? — preguntó Isaac.

El tipo se quedó en silencio de nuevo hasta que sintió la presión de aquellas cuchillas en su cuello cada vez más profundo.

—¡Mátame, vamos! Tarde o temprano ella lo hará.

—¿Quién es ella? — preguntó Izzy.

—¡Contesta! — exclamó Isaac enterrando más aquellas cuchillas, un poco de sangre comenzó a bajar por aquellas filosas armas.

—Waters… ella sigue las órdenes de Spooner, envió a vigilar a Thargot desde hace un par de semanas. — soltó el hombre en la silla.

—¿Por qué?

—Llevarán su plan a cabo… no quieren que nadie intervenga en sus caminos, de nuevo.

—¿De nuevo? — preguntó Isaac.

—El rey Grindelwald, el rey Potter, los justicieros de Nueva York… han desarmado algunos de sus planes, están cansados de eso. — contestó el sujeto.

—¿Estás inventando esta mierda? ¿Rey Potter, Rey Grindelwald? Te voy a cortar en piezas y se las enviaré a Waters por lechuza pedazo de…

—Isaac, ya basta, tenemos lo que queríamos ahora hay que irnos. — intervino Izzy.

El canoso le dio una mirada a la pelinegra, luego miró al tipo de nuevo y habló.

—Tienes suerte de que ella es más dulce que yo. — dijo al mismo tiempo que aquellas cuchillas desaparecían de su mano.

—Alto… ¿No van a desatarme? — preguntó el hombre en la silla.

—¿Te mereces que lo hagamos? Te vas a quedar ahí reflexionando el resto del día. — dijo Isaac mientras caminaba hasta la salida de aquel edificio.

[Inglaterra]

Un grupo de aurores corrían por los callejones de Diagon en búsqueda de aquellas dos muchachas que había dejado inconscientes a un par de compañeros, siguieron corriendo hasta el callejón Knockturn.

—Creo que se fueron… — susurró Annika a Arya observando todo detrás de un muro.

—Hay que estar alertas, pueden volver. — contestó la pelirroja para después salir de aquel escondite.

—Esto de estar escondiéndote debe ser agotador para ti. — dijo la castaña caminando al lado de Arya.

—No es muy diferente a tu mundo por lo que me has contado.

—Hay una diferencia, tenemos un escondite para los miembros de La Resistencia donde estamos todos los que huimos. — contestó Annika con una sonrisa.

Arya sonrió levemente y luego habló.

—Sí… tienes razón.

—Deberías considerar buscar personas que piensen igual que nosotros, no estar sola.

—Oh no te preocupes por mí, Annika, no estoy sola. Tengo a mi hermano Ambrose, a mi prima Ruth…

—No tengo idea de quién son. — contestó Annika con una cara confusa.

—Espera, ¿no existe la AEM allá? — preguntó Arya.

La castaña se quedó pensando pero luego negó con su cabeza.

—¿Y los Patengers? — preguntó nuevamente la pelirroja.

—Creo que he escuchado ese nombre antes pero… ¿Qué son?

—Un grupo de magos dotados qué hacían el bien a la comunidad, tenían su propio departamento en el Ministerio hasta que Spooner decidió dejarlos fuera. — contestó Arya.

—Suena a que hacían bien su trabajo… digo,  si Spooner los quería fuera del juego. ¿Fuiste parte de ellos?

—No, era muy joven cuando estaban en su mejor momento pero mis padres sí, de hecho mi madre fue su líder durante muchos años.

—¿Y dónde están ellos ahora? — preguntó Annika de nuevo.

—Lejos pero seguros, sin saber nada del mundo… solo de lo necesario. — contestó la pelirroja con algo de tristeza en sus palabras.

—¿Y los demás?

—Unos retirados, otros desaparecidos, algunos han muerto… es una historia con algo de drama.

Annika se frenó de repente y se quedó pensativa.

—¿Y si los buscamos? Tal vez podrían ayudarnos con esto, imagino que han enfrentado cosas peores.

—No es tan sencillo, como dije hace un instante, no sé del paradero de muchos, de la mayoría para ser exactos.

—Pero conoces el de la otra minoría… vamos, no creo que perdamos nada si lo intentamos.

Arya se quedó en silencio tratando de asimilar lo que aquella viajera decía al mismo tiempo que intentaba recordar el paradero de algunos viejos miembros de aquel grupo mágico.

—Solo recuerdo donde vivía uno luego de la batalla de Londres, fue de los pocos por no decir único que se quedó viviendo allí después de que el Ministro cerrara el departamento… pero tendremos que ir hasta Hogsmeade. — dijo Arya mientras dirigía una mirada a la castaña.

Annika sonrió levemente y luego dijo unas palabras.

—Yo te sigo.

Arya también sonrió, de inmediato siguieron el paso ahora rumbo a Hogsmeade.

Isaac estaba nuevamente en aquel departamento junto a Izzy, el hombre llevaba una pequeña mochila en su espalda con algunas cosas que consideraba importantes, la pelinegra lo esperaba en la puerta del lugar.

—Vamos Thargot, muévete. — dijo la chica algo enojada.

Isaac le dio una última mirada a aquella habitación y luego salió del lugar.

—¿Puedes tener un poco de paciencia? Me estoy despidiendo de este lugar… no puedo creer que esté yendo hacia Inglaterra.

—Te oyes emocionando. ¿Lo estás? — preguntó la pelinegra.

Isaac lanzó una mirada seria y de amargura qué le contestó de inmediato a Izzy.

—Sí, estoy muy feliz. — soltó con sarcasmo el canoso.

—Te pondré al día, Londres no es igual, Spooner gobierna bajo una dictadura y es completamente distinto a como recordabas ese lugar. Hay manifestantes para sacarlo del trono pero también hay aurores antidisturbios para evitar esos actos… todo es un desastre.

—Anotado, ahora vámonos. — contestó el hombre.

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