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Capítulo 5: Manos A La Obra.

Isaac se encontraba dormido sobre su cama, era medio día y el hombre seguía ahí recostado, su cuerpo sudaba bastante y estaba inquieto, se movía de un lado a otro.

—No lo hagas, no lo hagas. — habló el hombre aún dormido.

De repente despertó de un salto y un grito se hizo presente, se sentó sobre la cama al percatarse qué todo era un sueño, de nuevo…

—Te dije que deberías ver a un sanador. — dijo Izzy sentada frente a una mesa mientras comía algo.

—¿Qué haces aquí? — preguntó el hombre mientras limpiaba el sudor de su cara.

—Vine a convencerte, sobre lo que hablamos ayer.

—Yo solo escuché, tú eras quien hablaba.

—Tienes un problema, Isaac. Pasas encerrado, aislado del mundo… solo quiero ayudarte. — dijo la chica.

El hombre sobre la cama se quedó en silencio, en su mente aún pasaban los sucesos de aquella noche en Nueva York.

—No estoy capacitado para ayudarte, ya no… — dijo el hombre.

—Sí, sí lo estás, solo debo ponerte al día con lo que sucede… y tal vez una ducha. — contestó la pelinegra con una sonrisa.

—¿Sabes? Aquella noche, luego de que ese bastardo mató a mi familia, salí a buscarlo… estuve en cada cuadra, cada callejón, cada rincón de Nueva York, la gente juzgaba con su mirada al verme. “Ese chico está bañado en sangre…”

El hombre hizo una pausa y tragó grueso.

—Sí lo hubiera encontrado esa noche, tal vez las cosas serían diferentes. — agregó después el canoso con la voz quebrada.

—Una de las mejores terapias es compartir tu forma de sentirte con alguien más. ¿Hace cuantos años no hablas con alguien sobre esto? — preguntó la pelinegra.

—Eres la única con quien he hablado de esto. — contestó Isaac.

Izzy guardó silencio y bajó su mirada, el hombre se levantó y se sentó frente a aquella mesa, con su mano robó un poco de comida del plato de la muchacha.

—Te ves hambriento, puedo prepararte algo si quieres. — dijo la chica medio sonriente, Isaac negó con su cabeza.

Ambos se quedaron en silencio en aquel lugar, la pelinegra siguió revisando sus archivos por unos minutos pero luego los cerró de golpe.

—¿Qué diablos tienes ahí? — preguntó el canoso mientras tomaba los archivos que la pelinegra recién dejaba a un lado.

—Fotografías, cartas, vociferadores… cosas que pueden ayudarme.

Isaac siguió mirando aquello hasta que encontró una fotografía de Spooner hace algunos años.

—Este día fue un caos, cuando quedó como Ministro de Magia. — dijo el hombre aún viendo la foto.

—¿Qué sucedió? — preguntó la pelinegra.

—Fue un año antes de la mierda qué dejó Tessa Whitney, Spooner quería prohibir las operaciones especiales de los Patengers y dejar el trabajo pesado a los aurores, a la ciudadanía no le gustó.

—Eran buenos en su trabajo, el pueblo los quería.

—Sí, pero fue cuestión de tiempo para que este imbécil lograra su cometido. — contestó Isaac.

—Bueno, yo conocía a alguien que era capaz de convencer a la gente… quizá puedo contactarlo para que convenza a sus viejos amigos de volver al trabajo y sacar a Spooner del poder.

Isaac se distrajo en las últimas palabras de la pelinegra pues había notado algo en aquella fotografía, un hombre a las espaldas de Spooner qué parecía protegerlo.

—¿Quién es… este sujeto? — preguntó con dificultad mientras lo señalaba.

—Parece un hombre que protege a Jeremy… recuerdo haberlo visto en la última reunión formal ante la Confederación. — contestó Izzy.

—¿Sabes su nombre? ¿Cuál es su nombre? — preguntaba el hombre a punto de ponerse histérico.

—No recuerdo que mencionara su nombre, Isaac… ¿Qué sucede?

El canoso se puso de pie y con rabia lanzó aquellos archivos hacia la pared más cercana, luego caminó hasta su cama donde tomó su chaqueta.

—Vas a ayudarme a encontrar a este hijo de puta, vamos. — dijo mientras caminaba hasta la salida.

—Isaac, alto.

—Fue él, recuerdo su cara, la veo todas las noches, él asesinó a Thali y a tía Marcy, lo pagará caro. — soltó Isaac mientras daba vueltas por todo el lugar.

—¿Y si Spooner lo envió? ¿Qué harás contra el Ministro de Magia si te enteras qué fue su idea?

—Los voy a matar a los dos. — soltó sin pensarlo aquel hombre mientras su cara reflejaba la rabia que tenía guardada.

[Londres, Inglaterra]

Arya y Annika habían salido de aquel pequeño departamento, ambas con su capucha arriba para evitar ser descubiertas por algún auror.

—¿Lo de la capucha te lo enseñé yo o solo usaste la lógica? — preguntó la pelirroja mientras sonreía.

—Es evidente la respuesta, ¿no crees? — dijo la castaña sonriendo también. —No todo es tan diferente, nos seguimos llevando bien, lo único que me parece extraño es que tengamos la misma edad. — agregó.

—¿Era mayor que tú? — preguntó Arya con sorpresa.

—Nací en el setenta y dos, la otra Arya en el sesenta y tres, eras mayor por nueve años. — dijo la castaña.

—Interesante… — expresó la pelirroja.

Annika tomó a Arya de su brazo para frenarla.

—Espera, mira eso. — dijo entre susurros la castaña.

—¡Ustedes cinco, al suelo! — exclamó un hombre que apuntaba con su varita a cinco personas.

—Quiero ver sus manos, si intentan algo los haré trizas. — agregó otro sujeto qué al parecer venía con el otro hombre.

—No pueden hacer nada, solo estamos aquí esperando a unos amigos… — dijo uno de los jóvenes amenazados.

—¿Ese chico no se parece al qué provocó al Presidente de la Confederación Internacional de Magos, Ward? — preguntó uno de los hombres al otro.

—Sí, creo que es él… — contestó mintiendo el otro. —Deberíamos llevarlos al Ministro, así podría decirnos dónde dejar los cuerpos. — agregó.

Uno de los aurores accionó su varita pero aquellos cinco jóvenes se intentaron defender, sin embargo la experiencia que tenían no era la suficiente, en segundos quedaron derrotados en el suelo.

—Arya, tú por la izquierda y yo por la derecha… ¿Qué dices? — preguntó Annika a la pelirroja.

—No lo dudes, vamos. — contestó la chica.

El par se abalanzó sobre aquellos aurores antes de que lograran matar a alguno de aquellos jóvenes, Annika desarmó a uno fácilmente y lo dejó inconsciente en el suelo, la pelirroja hizo su parte y luego de dejar fuera de combate al otro auror le arrebató su varita.

—Podría servirnos… — dijo la chica.

—Vayanse, aléjense de las calles. —dijo Annika a los cinco jóvenes frente a ella.

—Gracias… — contestó uno de ellos mientras ayudaba a su amigo a ponerse de pie.

—¡Vamos, rápido! — exclamó otro joven, luego los cinco huyeron corriendo de aquel lugar.

—¿Ves? Te dije que fuimos un buen equipo en mi universo. — dijo Annika con una sonrisa a Arya.

La pelirroja también sonrió levemente hasta que otros aurores irrumpieron en el lugar cortando el momento.

—¡Ustedes dos, al suelo! — exclamó uno.

Arya reaccionó rápidamente y con su mano lanzó un encantamiento hacia el hombre, luego tomó a Annika de la mano para comenzar a correr y huir de aquel lugar.

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