Capítulo 8:
Varias personas entraban a un pequeño restaurante de comida China a la mitad de Brooklyn. Loly, Jack, Arthur e Isaac se sentaron rápidamente en una mesa, fingiendo ser clientes.
—Me vas a decir que están planeando Lewis y su grupo ahora mismo. — le dijo Arthur a Isaac, con autoridad.
—Buscaban un objeto, una planta. Algo así escuché… — el muchacho estaba un poco aturdido y algo traumatizado, normal en alguien que acababa de ver como asesinaban a una persona.
—Necesitamos más, Isaac. Trata de concentrarte. ¿Viste algo raro durante tu estadía ahí, actitudes, reglas que tienen, más objetos raros?
—Tenía algo escondido en un cajón de su escritorio, desprendía una luz roja.
Jack puso una cara seria al escuchar a su hermano.
—Un mago robó un objeto hace un tiempo en Japón, atacó un pueblo y asesinó a casi la mitad de ciudadanos. — dijo Loly.
—¿Qué robaron? — preguntó Arthur.
—Algo valioso, algunos creen que es La Piedra Filosofal. — contestó la pelinegra.
Jack soltó una risa burlona para luego mirar a los demás sentados junto a él.
—No entendí, ¿De qué nos reímos? — soltó Arthur.
—La piedra filosofal está resguardada con su creador. Hay que ser demasiado tonto para tratar de protegerla en un lugar tan lejos.
—¿Y cómo sabes esa información? — preguntó Loly.
—Jack conoce a mucha gente… nada raro que conozca al creador de la piedra. — contestó Isaac, con voz baja.
—¿Osea que conoces a Nicolás Flamel?
—Alto, chicos, olvidamos lo importante. Si Flamel tiene la piedra, ¿entonces que robó Lewis? — habló Isaac.
Todos se quedaron pensativos, la pregunta de Isaac tenía sentido.
—Quizá Nicolas fingió ponerla ahí por el mismo motivo, por si la robaban. — habló Jack, rompiendo el silencio.
—No me suena convincente. ¿Saben que? No puedo pensar con el estómago vacío y estamos sentados en la mesa de un restaurante chino así que… yo voy a ordenar algo, ¿Ustedes quieren? — dijo Arthur mientras tomaba el menú de comidas.
—No, gracias. — contestó Diggory muy secamente.
Los otros dos muchachos aceptaron la invitación a comer. Pasado un momento, el trío terminó y continuaron platicando sobre lo sucedido.
—Sé que no tiene que ver con el tema pero me sorprende que nos hayas esperado para seguir hablando. — le dijo Isaac a Loly. .
—La única razón es porque estoy en un caso contra ese idiota y me interesa saber qué pasó.
—Si queremos atacar a ese idiota primero hay que saber bien a que nos enfrentamos. Según lo que vi, Arthur es quién sabe más sobre él.
—Vincent Lewis, fue profesor de Ilvermony, Defensa Contra Artes Oscuras para ser específico…
—… Eso ya lo sabemos, genio. — interrumpió Loly.
—Gracias, sabelotodo, ¿Ya puedo continuar? — preguntó Arthur, recibiendo un silencio como respuesta. —Lewis dirigía el departamento de seguridad para el MACUSA hace algunos años, pero lo despidieron. Fue descubierto por Franklin Voight, actual jefe de seguridad del departamento, haciendo tratos ilegales con traficantes de criaturas mágicas. Voight denunció a Lewis ante el MACUSA, pero no le creyeron, entonces decidió informar al Ministerio Británico de Magia, me parece que fue uno de los primeros casos que tomó la señorita Potter como Ministra de Magia.
—Y mi carrera fue arruinada por un imbécil que quiso hacer lo correcto. ¿Y que ganó a cambio? — Lewis apareció en la puerta, con algunos de sus hombres a las espaldas.
—No es bueno que armes un alboroto acá, Vincent. — dijo Arthur, al mismo tiempo que todos se ponían de pie.
—¿Le temes a la presencia de los muggles? Por magos como tú es que el mundo mágico no evoluciona.
—Tú eres el que tiene la mente cerrada sobre cómo funciona el mundo. — soltó Isaac, furioso, manteniéndose al frente del grupo. Lewis sonrió maliciosamente.
—¿Y tú vas a enseñarme cómo abrir la mente?
Isaac dio un paso al frente.
—Sí es necesario.
—Isaac, no. Te está provocando. — le dijo Arthur.
En una rápida maniobra, los hombres de Lewis distrajeron a Loly, Arthur y Jack sin llamar la atención de los muggles. Vincent tomó a Isaac del cuello de su camiseta y desapareció del lugar junto al castaño.
El trío que quedó en el lugar derrotó fácilmente al grupo de Lewis. Loly tomó a uno por el cuello y lo golpeó tan fuerte que le sacó la sangre por la nariz.
—¿Dónde se llevaron a Thargot? — preguntó furiosa.
—Es una buena pregunta, hermosa. Ven a mi cama esta noche y es posible que te diga. — contestó el hombre con una sonrisa.
Otro golpe bastó para dejar al tipo inconsciente en el suelo. Luego, la pelinegra tomó su mano, pues al parecer se había fracturado un dedo.
—Imbécil… — susurró para ella misma.
—Hay que buscar a Isaac. Jack, ayúdale a la chica con su dedo. Yo llamaré a alguien. — dijo Arthur.
Isaac y Lewis habían caído en un parqueo bajo techo que había sido abandonado hace algunos años. El castaño comenzó a ponerse de pie mientras no le perdía mirada a su enemigo.
—Así que el niño inexperto quiere enseñarme a abrir la mente, veamos que tan cierto es.
—¿Dónde estamos? — preguntó el chico.
—Eres joven, Isaac… aún no entiendes como funciona el mundo.
—No, pero sé que venderle criaturas a criminales está mal.
—Hay que aprender a sobrevivir con lo que te otorga la vida, Thargot. Escucha, sé que defiendes tus ideales, sé en quién te inspiras, pero déjame decirte que tú ídolo no es ningún santo. Ese hombre pelirrojo que te enseñó lo que es la justicia, se esconde detrás de una máscara de mentiras.
—El único mentiroso aquí es usted, Lewis. Me mintió sobre su club, sus objetivos. No hace más que usar a un grupo de talentosos jóvenes para sus planes ridículos.
—Planes que nos beneficiarán a futuro a todos nosotros, a todo el mundo mágico. Escucha, Isaac, a esas personas, a los ricos y poderosos, no les importamos. Recogemos su basura, tenemos que comer sus sobras… eso no está bien. ¿Crees que un niño como tú puede detenerme a mi? Llevo años planeando esto.
Isaac sacó su varita y apuntó al hombre, comenzando una pelea intensa donde los hechizos golpeaban las columnas que sostenían la estructura. Tras una larga pelea, Isaac logró derribar a Lewis, arrebatandole su varita.
—Ya rindete, se acabó. — dijo el castaño, apuntándole al hombre.
Lewis no se rendía tan fácilmente, pero esa era una habilidad que Isaac no conocía. El castaño se distrajo muy fácil, Vincent aprovechó su error y tomó la varita del chico, enviándolo a volar con un encantamiento.
—Te falta demasiado para poder doblegarme, Thargot, eres débil… ¡crucio! — soltó Lewis.
El joven castaño comenzó a revolcarse en el suelo del dolor que sentía, el mismo que lo estaba debilitando, pues su cuerpo comenzaba a temblar. Sus piernas se volvieron como dos gelatinas, hasta que cayó al suelo.
» Fue una lástima que no dejaras que te cambiaramos, hubieras sido un gran mago. — y sin más, Lewis apuntó a la última columna que quedaba sosteniendo la estructura, tras eso, varias partes del techo de piedra comenzaron a caer, dejando enterrado al joven Thargot. Lewis rompió la varita del muchacho y después desapareció. El lugar estaba a oscuras, Isaac comenzó a despertar lentamente debido al poco aire que sentía en su cuerpo.
—¿Hola? — susurró. Quiso moverse, pero el peso de la estructura se lo impidió. —Mierda… ¡Hey, ayuda! — exclamó.
Isaac comenzó a desesperarse debido a la falta de aire que sentía en el momento.
» ¡Ayuda, por favor, estoy atrapado, acá abajo! — gritaba el muchacho, con dificultad. Algunas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos, rodando por sus mejillas hasta que cayeron a un pequeño charco que había en el suelo.
“A veces la fuerza no está en el cuerpo, Isaac, si no en la mente.”
El joven castaño escuchó aquella frase en su mente, aquella frase que James Sawyer le había dicho luego de la pelea con Balton Wagner.
» En la mente… todo está en la mente. Tú puedes tú puedes. — susurró para él mismo. Cerró sus ojos y comenzó a concentrar su flujo mágico en sus manos y espalda, sin más, intentó levantarse. Con algunos gritos de esfuerzo y un poco de dolor, Isaac Thargot comenzó a mover los escombros que habían encima de su cuerpo, logrando levantarse del suelo. Con un rápido movimiento giró y salió de los escombros satisfactoriamente.
» Dios… — susurró el chico.
Tomó su varita que Lewis había dejado en el suelo, completamente rota, luego salió del lugar caminando, pues no se sentía en condiciones de usar la aparición. El chico salió a la calle, se arrodilló sobre una acera y luego cayó desmayado sobre la misma.
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