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5.

No ha cambiado ni un ápice.

Ahora se veía la utilidad del maletín anti más Tharas desnudas por la vida. Después de mi multitud de paseos en pelotas por el bosque preparé un par de mochilas con lo esencial.

Luke seguía conservando la suya en el piso, por lo que pude cambiarme sin ningún problema.

Una vez arreglada me miré al espejo.

Seguía pareciendo agotada, con ojeras, un poco demacrada, pero ahora existía un brillo en lo más profundo de mis pupilas que indicaba una fuerte determinación de continuar con vida y salvaguardar el equilibrio entre los traseros peludos.

Adelanté una mano hasta que mi palma reposó sobre la superficie espejada.

—Encontraré la forma —juré, en voz solemne y sincera—. Voy a curarte, Lyha.

Cerré los ojos un segundo, asentando los acontecimientos, reordenando la información en mi cabeza.

Entonces pasó.

Thara...

Fue apenas un susurro, tan débil e inestable que fue casi imposible distinguir si realmente había pasado o era tan solo fruto de mi propia y delirante imaginación.

Pero se repitió.

Thara... tienes que encontrar... debes...

Me concentré, es como si de repente, la barrera que se había instaurado separándome del espíritu del lobo comenzase a resquebrajarse. Visualicé la grieta, queriendo derribarla de una vez.

No puedes fiarte de ellos.

Y ahí se acabó. Me sobrevino un potente mareo, de repente todo mi entorno tembló con brusquedad y se me desenfocó la vista. Tuve que aferrarme al lavabo para evitar caerme de bruces contra la porcelana y abrirme la cabeza.

Me flaquearon las rodillas y durante un crítico instante creí que iba a desmayarme otra vez.

—Luke —llamé en un jadeo tan bajo que de no ser por el oído sumamente refino del licántropo no podría escuchar.

El chico no tardó en aparecer, abriendo la puerta de un golpe. Llegó justo a tiempo, atrapándome antes de que diese por fin con mis huesos contra las baldosas. Terminé cayendo sobre su regazo y sus manos no tardaron en sostenerme el rostro.

A través de la densa niebla pude ver como me escrutaba con evidente preocupación. Sus pobladas cejas se hundieron con incomprensión.

—¿Qué ha pasado? ¿Estás bien?

Poco a poco las cosas fueron volviendo a su sitio y logré espabilarme. Tomé aire de forma irregular, calmando las aceleradas constantes vitales.

—Lyha —Luke pareció más confuso y perdido todavía—. Lo he escuchado. Ha tratado de... comunicarse conmigo, de advertirme y guiarme, pero... está muy débil, terriblemente débil.

La mirada azulada y electrificante del hombre lobo descendió unos centímetros desde mis ojos hasta la zona de mi labio superior. Sentí el cosquilleo del rubor cuando me encendí cual bombilla. Pero no me estaba mirando la boca como creí al principio.

—Estás sangrando.

Pestañeé, recuperando la poca compostura que me quedaba.

—¿Qué? —la voz me salió algo aguda, estrangulada por la inquietud. Me llevé la mano al lugar y las yemas de mis dedos se impregnaron de sangre—. Joder.

Luke me ayudó a incorporarme.

—Estás empeorando.

Chasqueé la lengua, aprovisionándome de una gran cantidad de papel higiénico para detener la hemorragia nasal.

—Es solo un poco de sangre. A la gente le sangra la nariz de forma regular, no significa nada —traté de justificar con una sonrisa tensa.

Luke no se dejó convencer.

Agravó su gesto de preocupación hasta que una arruga se formó entre sus cejas desplomadas en un ceño. Cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Cuántas veces te ha sangrado la nariz? —inquirió.

—Pues —alargué la s, creando un siseo que se expandió mientras hacía memoria—... nunca.

Luke bufó y se pasó una mano por los cabellos, estresado.

Comprendía como se sentía, pero en aquel momento no se me ocurría que más hacer. Aparté el papel, comprobando que el flujo de sangre se había detenido.

—Tú no eres alguien normal, Thara. Y lo que te está pasando ahora es muy grave. En todos los aspectos —hizo un amplio aspaviento con los brazos que resultó un poco cómico en el reducido espacio de su baño—. ¿Qué pasará si Lyha muere? Eres el último Portador, quizás resulte en la extensión de todos los licántropos del mundo...

Me mordí el labio superior abrumada.

—Mírame, Luke —di dos pasos hacia que me situé frente a él. Lo sostuve por los hombros, forzándome a que me mirase. Me percaté por primera vez que había crecido en estatura. Antes éramos prácticamente iguales, aunque me aventajase en un par de centímetros, ahora me sacaba cerca de una cabeza—. Podemos quedarnos aquí, imaginando el peor de los escenarios o... actuar. Estoy bien, te lo prometo, ey —insistí, esbozando una sonrisa— aguantaré. Ahora hay que evitar que la guerra se desate, ha de ser nuestra prioridad.

—De acuerdo —asintió el chico tras un largo minuto de silencio en el que no me moví ni un centímetro. Empecé a relajarme, apartando mis manos de sus hombros con lentitud cuando su siguiente frase me dejó congelada en el sitio—. Pero mi prioridad eres tú.

Sus palabras se convirtieron en un hilo fantasmal que me pellizcó por dentro del ombligo y desató una variopinta y electrificante sensación. Se me secó la boca y un dolor adormecedor se apoderó de mi pecho.

Él pareció percatarse de lo que acababa de decir, como si, en realidad, no lo tuviese planeado y hubiese sido más un arranque que una oración meditada.

Tuve tiempo de ver sus mejillas rojas antes de que se girase, dándome la espalda.

—Tendríamos que irnos.

Asentí, muchas veces. De verdad, demasiadas, hasta me dolió la cabeza.

¡Pero es que estaba muy nerviosa e incómoda!

Agh, Thara.

—¡Por supuesto! —dije, chillona y salí del baño con grandes zancadas para nada relajadas—. Bueno, por suerte es un pueblo muy pequeño y sabemos donde vive. 

La verdad es que hace un par de meses la presencia de Hanry fue muy sonada después de que lo arrestasen como el principal sospechoso a una serie de asesinatos y desapariciones.

La gente se quedó muy impactada ante un individuo tan joven y atractivo capaz de cometer tantas atrocidades (aunque fuera las pocas que sabían). Aún así, no hubo juzgado humano que fuera capaz de condenarlo al no encontrar pruebas que lo relacionasen directamente con los delitos.

Cuando me enteré, me enfadé mucho, pero, la verdad, no me sorprendió demasiado.

Era una maniático terriblemente inteligente y cuidadoso.

—¿Por qué vive en una puta mansión? —comentó Luke, masticando las sílabas con rabia.

Lancé una risa por lo absurdo de la situación contemplando la elegante fachada de su residencia.

—La vida es muy injusta —sacudí la cabeza—. ¿Estás preparado?

El chico puso los ojos en blanco antes de asentir.

—Estoy listo si tú lo estás.

Me aproximé a la valla para hacer sonar el interfono y anunciar así nuestra llegada, pero no fue necesario. No había avanzado ni medio metro cuando la puerta emitió un chasquido metálico y se deslizó silenciosamente para dejarnos pasar.

El pelo del brazo se me puso de punta.

De acuerdo, eso era siniestra.

—Parece que nos está esperando —ironizó Luke—. Repito: no me gusta esto.

A mí tampoco me gustaba, pero debía hacerme la fuerte para los dos.

Relajé mi respiración después del tremendo susto y continué caminando. El chasquido de la grava y mi instinto de proximidad me indicaron que Luke no se separó de mis talones en ningún momento.

Se repitió el mismo ritual con la puerta de la entrada de la casa que nos aguardaba abierta de par en par.

—Cada vez se parece más a una trampa —me susurró el chico al oído. Su respiración rompió contra la sensible piel de mi cuello y tuve que retener un estremecimiento.

—Quizás sea su particular y demencial forma de darnos la bienvenida.

—Que bien me conoces, preciosa.

Ambos pegamos un brinco y nos giramos en dirección a la voz. Hubo muchos puntos inquietantes en su aparición; entre ellos el hecho de que ninguno de los dos detectase su presencia. Puede que mis sentidos apestaban, pero seguían siendo más refinados que los de un ser humano promedio. Luke continuaba en sus plenas facultades y por su cara de asombro, adiviné que tampoco lo había visto venir.

—Hanry —escupí su nombre con desdén.

Su aspecto físico no había cambiado en absoluto. Seguía disponiendo de esa complexión fuerte pero no demasiado exagerada. El cabello de un castaño claro que le brillaba como recién lavada y ese par de ojos verde líquido que trasmitían una frialdad y prepotencia absoluta.

Una sonrisa sarcástica se fundió en sus labios.

—Ryan, en realidad —corrigió con aquel tono de voz que por mucho que me esforzase, no sería capaz de olvidar—. Después de los juicios me lo cambié para evitar visitas indeseadas. Soy un hombre con bastantes enemigos y ahora mismos, pocos recursos.

—Parece que el dinero no es una de tus limitaciones —apuntillé en un tono de voz repelente y algo a la defensiva.

Pensé que tenerlo de nuevo cara a cara no me afectaría.

Pero estaba equivocada, ¡muy equivocada de hecho!

El estómago se me revolvió en algo parecido a los retortijones previos a vomitar. Y, a su vez, esa pequeña parte de su esencia que atesoraba enganchada a la mía dio un vuelco en una sensación opuesta y por completo desconocida para mí que me desajustó un poco los esquemas.

Hanry... Ryan... ¡o lo que sea! Me guiñó un ojo en un ademan juguetón.

—Siempre hay que tener un as bajo la manga. Estás muy guapa, Thara. Te había echado de menos.

Más mal rollo...

—Ya está bien —intercedió Luke, malhumorado.

Ryan desplazó los ojos de mi persona al licántropo enfurruñado de mi derecha con una evidente desgana. Chasqueó la lengua, irritado.

—¿No me digas que aún no te has desecho del perro?

—Repite eso si te atreves —el chico dio un paso al frente, mostrando sus potentes colmillos. Sus ojos habían pasado del azul humano al resplandor dorado del lobo—. Será mejor que te dejes de juegos.

—¿O qué? —retó y también se adelantó otro paso, quedando ambos enfrentados—. Adelante, lobito, demuestra que tienes las agallas necesarias.

No había tiempo para esto.

—¡Ya está bien! —proclamé y me interpuse entre ambos.

Empleé mis brazos para separarlos mientras seguían enzarzados en sus miradas retadoras. La mano que quedó sobre el pecho de Luke recogió su trajinada respiración, mientras que el latir del corazón de Ryan era acompasado y regular, como si no se hubiese alterado ni un poco al tener a escasos centímetros las garras del licántropo.

—Procura tenerlo atado en corto, preciosa. Parece mordedor —se burló, relamiéndose.

—Supongo que la lengua afilada es de lo poco que te queda —pronuncié recuperando las riendas de la situación—. Ahora bien, hemos venido a hablar, en buenos términos, como seres civilizados. Si no te ves capaz... 

—Sé que haces aquí, Thara —hundí el ceño, confusa—. Aún tengo informadores en las altas esferas; la ventaja del dinero y los pocos escrúpulos. Te están buscando y quieres solucionar los cabos sueltos... yo soy una amenaza, pero hay alguien peor, ¿me equivoco?

Me chirriaron los dientes.

Odiaba que estuviese un paso por delante, me hacía rememorar lo fácil que me había dejado engañar por él en el pasado.

—¿Tienes la información que necesito? —aparenté tranquilidad.

—Toda información tiene un precio —susurró y se inclinó hacia delante, el dorso de su dedo índice me acarició la mejilla con suma lentitud.

Luke me sujetó por la cintura, apartándome de él con algo de brusquedad, obligándome a parpadear para volver a ubicarme.

—¿Qué te parece no morir?

Ryan cruzó los brazos sobre el pecho.

—Es curioso, ¿verdad? El mayor peligro ahora mismo para Thara es tu familia, Lucian. Debes sentirte orgulloso.

Para mi sorpresa, Luke no se dejó arrastrar de nuevo al barro. Liberó el aire en un prolongado suspiro, calmándose hasta que la tensión se desvaneció por completo de su postura, aunque sí permaneció alerta.

—No me importa lo que piense un asesino. La cuestión aquí es si piensas colaborar o no.

Ryan movió la cabeza despacio, en un gesto de aceptación.

—Por supuesto. Thara significa mucho para mí.

De nuevo; mal rollo.

—¿Sabes dónde podemos encontrar a Kramer? —interrumpí su extraño duelo de gallitos, impaciente.

Ryan se encogió de hombros.

—Ahora mismo lo más probable es que esté camino del Consejo para granjear sus secretos como favores.

—Pero es un criminal —razoné, apelando a la lógica—. Dudo que lo indulten, así como así.

—Eres deliciosamente ingenua, preciosa. Son tiempos de guerra, ahora mismo, la justicia es algo superficial para mantener las apariencias y Kramer es inteligente.

Arrugué la nariz, molesta.

—Pues lo detendremos antes de que pueda cantar —afirmó Luke con una determinación admirable—. Pero antes tenemos que encontrarlo.

El ex alfa abrió los labios pero sus palabras quedaron engullidas por el estruendo de una potente alarma. Me llevé las manos al oído, soltando una exclamación de dolor por el impacto que tuvo en mi panorama auditivo. Luke, a su vez lanzó una especie de quejido que sonó más lobuno que humano.

—¿¡Qué diablos es eso?! —grité, dirigiéndome a Ryan que miraba alrededor con una expresión indescifrable.

Sus palabras me dejaron helada.

—Alarma de proximidad. Parece que vamos a tener una acogedora reunión familiar —se mofó antes de ponerse serio—. Te han encontrado. Tenemos que salir de aquí, AHORA.

ES DOMINGO.

Aunque mis días son iguales últimamente. Estoy deseando acabar con los exámenes y solo llevo uno, pronto me canso yo JAJAJA. Es agotador, amigos. En fin, hablemos de la historia.

Como podéis apreciar, aquí no nos andamos con chiquitas.

Thara está en peligro por más de una razón y ahora mismo, son tiempos desesperados.

Bueno, bueno, bueno, opiniones del capítulo AQUÍ.

Teorías, AQUÍ.

Llantos, ruegos, reclamaciones, AQUÍ.

AVISO: en principio tengo pensado ir dedicando los capítulos, ¿a quién? Pues a aquellos que muestren interés real en la novela, votando, comentando, INTERACTUANDO conmigo y la historia.

Soy una yonqui de los comentarios, LAS COSAS COMO SON.

También podéis hablarme por Instagram, que suele andar loca repartiendo dedicaciones, soy una romántica epedermida, y a mí, saber ue hay alguien que malgasta medio instante de su vida en demostrarme que le gusto lo que hago, ME DA AÑOS DE EXISTENCIA, CHICA.

NOS VEMOS LA SEMANA QUE VIENE CON MÁS.



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