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4.

Confesiones y un hambre lobuna.

Cerré la puerta de mi habitación.

Estaba tan exhausta... peor que tras la saludable caminata matutina por el bosque. Después de aquella conversación solo tenía ganas de meterme en la cama y no salir nunca.

Pero era un privilegio del que no disponía.

¡Mil toneladas de mierda!

Ahora entendía al pobre Scott McCall, tan estresado por su tarea de alfa.

Me apoyé sobre la madera, dejándome resbalar hasta que mi trasero estableció un pleno contacto con el suelo. Alcé la cabeza para mirar a Luke que se encontraba sobre mi cama, sentado con las piernas cruzabas.

Prescindiendo del hecho de que no vestía con la ropa holgada de mi padre la situación era tan parecida a nuestro primer encuentro que la ironía alcanzaba un punto grotesco.

Solo que ahora las cosas habían cambiado entre nosotros y a parte del instinto sobrenatural anti-hombres lobos que tensaba cada fibra de mi cuerpo y me instaba a huir, existía un sentimiento más profundo y perturbador; casi como una mano espectral que me apretujaba el corazón.

—¿Cuándo vas a preguntar?

Pestañeé, despertando.

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no me había dado cuenta de que me había quedado mirándolo fijamente durante al menos un par de minutos sin decir nada.

—Yo... —titubeé, azorada—. ¿Qué ocurre con tu familia, Luke? ¿Por qué nunca me has hablado de ellos?

Luke lanzó un suspiro y centró la vista en la colcha como si de repente fuese lo más fascinante del universo.

—Nunca supe como hacerlo, hay tantas cosas que han cambiado... —inspiró, dándose ánimos—. Como ya te dije una vez, en mi manada, la jerarquía es femenina. Mi madre, Thalia, es el alfa y siempre ha respetado las opiniones del Consejo de mantener la paz con los humanos. Pero, hace un par de años, ocurrió una tragedia que cambió a mi familia y a la manada. Unos cazadores asesinaron a mi hermana mayor, Amaris. Ella era la segunda al mando, la próxima líder.

Durante su relato me había incorporado y avanzando hasta la cama, tomando asiento en una esquina. El chico movió la cabeza con negatividad, retrocediendo en la desgracia familiar.

—Aquello nos cambió un poco a todos. Amaris no rompió ni una sola regla, tan solo tuvo la mala suerte de cruzarse con unos cuantos hijos de puta que no respetaban el código. Nadie los castigó. Mi hermana murió y ellos —se le quebró la voz por la rabia— ellos continuaron como si nada. Los más afectados fueron mis padres. La pérdida los convirtió en seres sedientos de venganza y resentidos con los seres humanos. Trataron de mantener la imagen ante el Consejo y me enviaron a mí en búsqueda del Portador... como detonante de la guerra. Y entonces, llegué aquí, lo siguiente que recuerdo es despertar en tu casa, y a partir de ahí, bueno, ya te lo sabes.

Asentí despacio, asimilando la nueva información.

—Lo siento mucho, Luke —murmuré con la voz colmada de sinceridad. Adelanté la mano en un acto reflejo, posándola sobre las suyas. El contacto volvió a provocar estragos en mi cuerpo—. Lamento lo que pasó con tu hermana, pero... no fue culpa de la humanidad al completo.

—Lo sé, Thara — zanjó el muchacho—. Por eso abandoné toda esa locura de la venganza pensando que no iría a más, pero, de nuevo, volví a equivocarme.

Me encogí de hombros.

—Hay muchas cosas que somos incapaces de predecir, Luke —me incliné hacia delante, queriendo captar su atención, pero el chico mantenía la vista fija en nuestras manos, negándose a alzar la cabeza los centímetros necesarios—. Encontraremos una manera de solucionarlo. Quizás tus padres entren en razón.

Luke volvió a negar con la cabeza.

Los músculos de su mandíbula se tensaron y permaneció en silencio unos segundos que rápidamente pasaron a minutos. Sus dedos que hasta entonces habían permanecido apretujados e inmóviles se relajaron.

Me vi obligada a tragarme un escalofrío cuando la yema de su pulgar se paseó por el dorso de mi mano, lanzando una multitud de indescifrables impulsos nerviosos.

—No lo harán —terminó diciendo, derrotado—. Provenimos de una estirpe muy antigua de hombres lobos, de nacimiento. No hay infectados en nuestra manada, siempre ha existido un aire de supremacía del que nunca me di cuenta hasta... hasta que ha sido demasiado tarde. Lo importante ahora es que no te encuentren.

Levantó la cabeza y nuestros ojos se encontraron a través de las masas de aire que parecieron estremecerse. Su mirada trasmitía tal magnitud de sentimientos adversos; impotencia, rabia, miedo... que algo se retorció de forma desagradable en lo más profundo de mi ser.

Tenerlo tan cerca otra vez destapó emociones que creí superadas.

Lo había echado mucho de menos, tanto que ahora me costaba respirar.

Y todo fue culpa mía.

—Luke...

Iba a decir algo trascendental, lo sentía revoloteando en mi pecho, ascendiendo por mi garganta hasta materializarse en palabras. Estaba dispuesta a abrirme en canal frente a él y exponer todos mis miedos irracionales que habían terminado con el distanciamiento.

Iba a...

—¿Qué haces?

Adiós concentración.

Adiós momento de trascendencia.

Luke cogió mi mano y se la llevó a la nariz. Su respiración me cosquilleó sobre la piel mientras cerraba los ojos e inspiraba profundamente.

Estaba teniendo un fuerte déjà vu.

—Tenemos que hacer algo con tu olor. Aunque... —su ceño se hundió, como si acabara de percatarse de algo nuevo y chocante. Mientras tanto seguía inmóvil, con el brazo extendido y los labios entreabiertos en expresión de incredulidad—... no es tan fuerte como antes.

Por la forma en la que me miró interpreté aquello como una mala señal.

—¿A qué te refieres?

El castaño dejó caer mi mano y ladeó la cabeza por el propio peso de sus cavilaciones.

—Antes, la primera vez que nos encontramos, fue tu aroma el que me llevó a ti. Tú desprendes una esencia mucho más potente que cualquier licántropo porque no eres una mitad, eres un todo, un recipiente donde se concentra todo el poder del Lobo; Lyha.

—Lo sé, ¿y?

Empecé a sentirme desesperada por no entender nada.

Agh, me tiraría de los pelos de no estar acompañada.

Luke saltó de la cama y regresó a sus paseos de animal enjaulado.

—Al principio, era potente, cuando eras incapaz de controlar las transformaciones y seguían en conflicto con Lyha. Después, se intensificó. Pero ahora... ahora... se está... desvaneciendo, ¿cómo te sientes, Thara?

Se paró delante de mí y volvió a cogerme las manos.

Obvié la reacción corporal y me centré en sus palabras.

—Desorientada, aunque creo que esa no es la respuesta a tu pregunta —recabé todas las experiencias de las últimas semanas—. Yo... ya te he contado que cada vez me encuentro más torpe. Como si todos mis sentidos se estuvieran atrofiando de forma lenta, pero inexorable.

El chico gruñó por lo bajo.

—Maldición, creo que estás enferma.

—¿Enferma? —mastiqué las sílabas—. Nunca me he puesto enferma, jamás, en toda mi vida.

—No es una enfermedad humana, Thara. Está afectando a Lyha y con ello... a ti. Quizás sería más adecuado decir que Lyha está enfermo.

Por algún motivo sus palabras se asimilaron en mi panorama interno como si, de repente, me enfocasen una linterna directamente en el cerebro.

—Está enfermo —susurré, en un tono de voz sobrecogido—. De hecho, se está muriendo. Pero, si Lyha, un espíritu ancestral que lleva siglos con vida formando parte de mi familia, muere, ¿qué será de mí?

Luke sacudió la cabeza, desamparado.

—Morirás con él.

No tuve reacción a la noticia de mi próxima muerte. Lo asimilé con una insensibilidad calculadora que me sorprendió. Cerré los ojos unos instantes, asumiendo la realidad mientras encharcaba mis pulmones de aire.

—Hasta ahora solo hemos hecho suposiciones —quise quitar hierro al asunto, aunque en una parte intrínseca y arraigada de mí misma sabía que era cierto—. Lo que tenemos en claro es que distintos clanes se están preparando para una guerra. Esa debe ser nuestra prioridad. Tenemos que encontrar a Kramer.

Los ojos azules de Luke se hundieron en los míos con insistencia, como queriendo desentrañar todo lo que se me pasaba por la cabeza en ese preciso momento. Permanecimos un rato así, sólo mirándonos aún con las manos entrelazadas en mi regazo.

Finalmente rompió el silencio.

—¿Cómo lo haremos?

Compuse una mueca.

—No te va a gustar.

Luke se puso de pie de golpe, sacudiendo frenéticamente la cabeza al captar por donde iban los tiros.

—Debe ser una broma.

—¡Ojalá! Pero ya sabes el dicho: a tiempos desesperados, medidas desesperadas. Esto debe ser un secreto, ¿vale? No quiero involucrar a Lauren y a Riley en todo esto. Les contaremos lo estrictamente necesario —mi voz salió firme y decidida—. Necesitamos dar con Kramer y él es quien más lo conoce.

El licántropo volvió a bufar, irritado y se despeinó su abundante mata de pelos hundiendo las manos en ella. Por mucho que le fastidiase, él también sabía que ahora mismo era nuestra única opción.

—Puedo ir sola —comenté elevando los hombros—. Es humano, no representa ninguna amenaza.

Luke se desplazó a una rapidez inhumana. Su pecho se sacudió al ritmo errático de sus respiraciones y pude detectar como el azul de sus ojos convulsionaba con matices ámbares.

—Ni se te ocurra pensarlo si quiera —su voz sonó más grave de lo usual—. No voy a dejarte ir a ver a ese maniático sola. Estás enferma y vulnerable.

Hice un mohín con los labios, un poco intimidada por su repentina intensidad.

—Pero no lo sabe.

—No, Thara.

No dejó margen a réplicas.

Bufé, aceptando y rodé los ojos con tedio.

—Vale, ahora otro problema. No tengo control sobre mis transformaciones y no sé cuanto tendrá lugar la siguiente, he vuelto a ser una bomba de garras, pelo y dientes, impredecible. Necesitamos algo para eso —me estrujé los sesos—. Las pastillas... no —destacaré el remedio que le sirvió a toda mi estirpe menos a mí, además, eso empeoraría el estado de Lyha—. Las pulseras no funcionaron, pero quizás haya una alternativa. Así puedes saber mi posición en todo momento.

Las comisuras de Luke se alzaron en una sonrisa irónica.

—¿Pretendes ponerte un chip?

—Exacto —le guiñé un ojo.

Mi tía Lauren estaba informada acerca del asunto, por lo que no fue demasiado complicado convencerla para llevar a cabo el primer paso de mis descabellado e improvisado plan.

Se colocó las gafas y trabajó durante tres horas sin descanso en las que ninguno supimos que hacer. Me las ingenié para tranquilizar a Riley y mantenerla informada de los últimos avances (no sin cruzar los dedos a mis espaldas y sentir un desagradable remordimiento de conciencia por mentir), por lo que solo quedábamos Luke y yo.

Ese telón de incomodidad volvió a caer sobre nosotros una vez que pudimos apartar la mente unos segundos de la cantidad de problemas que nos acosaban.

Cuando escuché como Lauren abría la puerta, literalmente salté del sofá y corrí hacia el pequeño laboratorio de la casa.

Luke me siguió a una distancia prudencial.

—Aquí está —la mujer nos mostró un diminuto dispositivo que mantenía sujeto con unas pinzas—. Este aparato triangulará tu posición en todo momento y enviará los datos vía satélite a este reloj. He tenido que hacer unos cuantos apaños al equipo de seguimiento de fauna salvaje y mejorarlo.

Del bolsillo de la bata extrajo un reloj no muy aparatoso, similar los que comercializaban ciertas marcas de tecnología, por lo que no llamaría la atención.

Se lo tendió a Luke que no tardó en colocárselo en la muñeca. Me asomé, muerta de la curiosidad, mientras mi tía, un genio de la biotecnología (me preguntaba en que punto se habían perdido esos genes y por qué yo no disponía de tal intelecto) le instruía de cómo usarlo.

La primera pantalla mostraba la hora como una mera tapadera. Si te ponías a hurgar con los botones mostraba un mapa, un contador de pulsaciones y otra serie de cosas que no llegué a entender del todo pero que mandarían información en todo momento de mi estado.

—Ahora llega la parte desagradable.

Anunció Lauren y me hizo sentarme en un taburete. Vi como introducía el chip en una especie de jeringuilla que me puso el vello de punta.

—Luke, necesito que la sujetes —murmuró—. Thara, es muy importante que no te muevas ni un milímetro, ¿de acuerdo?

Sus manos me obligaron a bajar la cabeza. Tragué saliva, con el miedo y el nerviosismo corriendo por mis venas como un ácido corrosivo. Había sido idea mía, era un total disparate estar así de asustada, ¿verdad? ¡¿VERDAD?!

Luke se colocó a mi espalda y me apresó con firmeza entre sus brazos.

La cabeza me dio vueltas.

Cerré los ojos con mucha fuerza y esperé.

Esperé hasta que sentí un pinchazo en una zona próxima al cuello. Habría brincado de la impresión de no ser por el férreo abrazo del chico. Pero eso no fue la peor parte.

Cuando Lauren presionó el émbolo pensé que podría morirme en ese mismo instante.

Todo mi cuerpo reaccionó contra esa sensación y me tensé de una forma insoportable y dolorosa.

Solté un jadeo, luchando por mantenerme cuerda.

—Ya está —suspiró mi tía, aliviada.

Me pasé los dedos por la zona, agotada y sudando.

Luke me apartó los mechones de la cara y sus dedos rozaron levemente mis mejillas.

—¿Cómo te encuentras?

Tenía planeado decir: bien.

Pero en su lugar solté una exclamación ahogada cuando lo sentí. Un calor abrumador e inhumano que se desató en un parpadeo. Logré ponerme en pie con la visión nublándose por momentos y eché a correr sin un rumbo fijo.

Solo sabía que debía alejarme lo más posible de ellos porque empezaba otra vez.

Tropecé, ya en el jardín, hinchando las uñas en la tierra y retorciéndome de dolor. La sensación se amplificó y fue como si cada hueso del que disponía se estuviese fundiendo en mi cuerpo. Dejé de escuchar y me lancé de pleno a una espiral de sufrimiento que fue aplacando mis pensamientos hasta hacerlos desaparecer.

Y después de eso: un fundido en negro.

🌔🌔🌔

Empezaba a detestar el bosque.

Solté un alarido con un dolor penetrante de cabeza.

Tardé unos segundos en comprender lo sucedido y al menos di gracias de haber podido ponerme el chip antes de regresar a la locura del lobo.

Reconocí los síntomas habituales:

Agarrotamiento de los músculos.

Desorientación.

Jaqueca.

Boca seca con sabor metálico.

Logré sentarme a duras penas, echando un vistazo alrededor. Me encontraba en la orilla de un riachuelo, pero, aparentemente estaba sola. No había ningún animalejo despedazo ni restos de seres humanos por ninguna parte.

Mi instinto anti licántropo se encontraba calmado.

Al menos durante los siguientes tres segundos.

La alarma se disparó en mi cabeza y escuché como la hojarasca crujía bajo la planta de sus pies. Permanecí quieta unos instantes, debatiéndome, hasta que pude relajarme.

Puede que mi olfato no fuese lo de antes, pero conseguí reconocer el olor característico de Luke.

El chico apareció entre los árboles y se detuvo a escasos metros de mí.

Recordé que estaba desnuda cuando sus ojos se expandieron al posarse en mí. Aunque bueno, aquello tampoco representaba una novedad.

Me tiró una prenda que reconocí como un abrigo largo de mi tía Lauren.

—¿Cuánto tiempo?

—Dos horas.

La siguiente pregunta supuso un aumento de mis pulsaciones.

—¿Qué he hecho?

Luke terminó de aproximarse a mí para ayudarme a incorporarme. Notaba las rodillas algo inestables, por lo que agradecí su ayuda y me mantuve aferrada a sus antebrazos mientras esperaba mi respuesta.

—Comer.

Fruncí el ceño.

—¿Comer?

—Ajá, dos ciervos y tres jabalís —enumeró—. Supongo que es la reacción natural de Lyha al encontrase débil...

Acerté a mover la cabeza en un asentimiento y tuve el margen justo para separarme de él antes de inclinarme sobre mi propio estómago y vomitar.

No quiero ni describir el aspecto del vómito, solo daré un detalle; demasiado pelo.

Me levanté jadeante y mareada.

—Bueno, eso nos daré un poco de tiempo antes de su siguiente comilona. Puedo darme otra ducha, vestirme e ir a hacer una visita a nuestro antiguo conocido —Luke asintió, pero lo retuve por la muñeca—. No quiero volver a mi casa, eso nos retrasaría. ¿Puedes prestarme tu baño?

El chico pareció algo nervioso ante mi sugerencia, pero terminó aceptando.

FELIZ, DOMINGO.

He de admitir que estoy algo plof por la recepción del anterior capítulo, no sé si Wattpad no notificó, pero lo ha leído la mitad de people que el dos, me da que pensar, aunque AÚN ASÍ, estoy muy emocionada con la historia, EH. 

Me encantan Luke y Thara y este mundo de hombres lobos.

Ahora bien, NECESITO vuestra opinión que me alegre estos días de estudio mata ganas de vivir y creatividad.

Teorías, AQUÍ.

¿Qué pensáis que le pasa a Lyha? ¿Por qué está enfermo? ¿Realmente se está muriendo? ¿Tiene cura? ¿Y la familia de Luke? ¿Los encontrarán? En ese caso, ¿qué pasaría con Thara? 

¿De quién están hablando?

En el próximo regresarán fantasmas del pasado.

Espero que os haya gustado, nos vemos la semana que viene con más.



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