
3.
Reencuentros y malas noticias.
Me había imaginado infinidad de veces ese mismo instante; el reencuentro con Luke. Repasé mentalmente qué debía decir con exactitud, que postura adoptar, que ropa ponerme y cómo actuar.
Pero nunca, en ninguno de los descabellados escenarios que elucubré, iba a ser tan abrupto y sorprendente.
El efecto que ejerció en mí fue inmediato, desde que mis ojos quedaron engullidos por aquellos dichosos glóbulos oculares de un azul intenso y eléctrico.
Sufrí un cortocircuito generalizado, la mente se me vació, el corazón se me estrujó en el pecho, el vello de la nuca se me puso de punta, sentí la garganta seca, todo en general se agitó dentro de mí de tantas maneras diferentes que no pude discernir ninguna en concreto.
Su actitud no colaboró a aclararme.
Lanzó una mirada angustiada a su espalda, como buscando algo o alguien y después dio un paso al frente, seguido de otro. Me cogió con los hombros, haciéndome retroceder hasta que él quedó dentro de la casa para cerrar la puerta a sus espaldas.
Ahora que lo pensaba, ¿cómo narices había entrado? La valla de fuera seguía cerrada a cal y canto, ¿había saltado?
Espera, espera, qué coño.
¿Qué hacía él AQUÍ para empezar?
Le di una patada al revoltijo emocional que me inutilizó durante los primeros segundos y profundicé el ceño, cargado de incomprensión y hostilidad.
—¿Qué se supone que estás haciendo en mi casa? —demandé, empleando un tono de voz autoritario y seco.
Luke sacudió la cabeza.
—No hay tiempo —zanjó con desgana.
—¿Cómo que...? —me corté a media frase. Aunque lo más adecuado sería decir que me cortó en mitad de la pregunta, ya que sus dedos se cerraron entorno a mi muñeca y tiró de mí hacia delante—. ¡Luke!
Traté de zafarme, pero no me dejó.
Estaba demasiado agotada por la noche de juerga y confusa por todo como para insistir. Podía posponer mis preguntas y reproches un tiempo.
El chico me condujo hasta el sótano que Lauren había terminado de modificar para convertirlo en la habitación más aislada y protegida de la casa. Pude notar como Luke miraba con curiosidad las cadenas que hacía tiempo que no se encontraban ahí pero que debido a las nuevas circunstancias me había visto obligada a desempolvar.
Se detuvo, soltándome al fin.
Juzgué que aquel era mi momento y lo ataqué con todo:
—Primero —elevé el dedo índice—: explícame que haces aquí. Segundo: ¿a qué viene esta actitud de maniático? Y tercero... —rebusqué entre una tercera cuestión prioritaria y la imagen del hombre lobo me llegó a la mente como un relámpago— ¿tienes algo que ver con la nueva manada que está en el pueblo?
Luke suspiró, con una mezcla de exasperación y cansancio.
Parecía alterado, no tanto como la primera vez que lo encontré, desnudo y medio ahogado en la piscina de la urbanización. Traía el cabello más largo y su densa mata de pelo se encontraba desordenada, más de lo usual.
—Es largo de explicar.
Crucé los brazos bajo el pecho y le lancé una mirada lapidaria.
—Tengo tiempo, además, no pienso moverme ni hacer nada hasta que hagas el favor de explicarte. Podría decirse que te has colado en mi casa y me has arrastrado aquí a la fuerza después de no dar señales en meses.
—Tú tampoco has dado señales de vida en meses —protestó.
¡No había tiempo para esto ahora!
—¡Luke! —reclamé con insistencia.
El muchacho elevó las manos en un gesto de rendición.
—Está bien —gruñó, algo irritado. Cerró los ojos unos segundos y cuando los abrió de nuevo, su mirada se encontraba teñida de una seriedad grave—. Lo cierto es que todo está relacionado. He venido tan pronto como he escuchado el aullido.
Recordaba el aullido en cuestión. Fue el que me salvó de ser descubierta por aquel extraño individuo mientras estaba encaramada a la rama de un árbol a siete metros de altura y embadurnada en barro.
Preciosa estampa.
Preferí omitir los detalles:
—Lo escuché, sí. Hay otra manada en el pueblo.
—Sí —Luke asintió—. Cualquier manada supone un cierto peligro para ti, debes permanecer siendo un secreto y durante este último año la leyenda negra de Hanry los ha mantenido alejados. Pero, la cuestión, es que no se trata de cualquier manada y que, en realidad, te están buscando.
Pestañeé, noqueada.
—¿Buscándome? Pensé que le hiciste creer al Consejo que no existía.
—¡Yo también creía eso! —pareció altamente trastornado. Tomó una amplia bocanada de aire, recuperando la compostura—. Parece que no se han rendido. La perspectiva de encontrar al Portador es demasiado atractiva y las cosas parecen haber cambiado en el Cónclave. Las manadas buscan una fuente de poder, una ventaja porque... se acerca la guerra.
¿Guerra?
¿Qué guerra?
¡Lo que necesitaba justo en ese momento!
—Vale —interrumpí, tratando de sintetizar la información nueva—. Así que ahora las manadas me están buscando porque creen ciegamente en la leyenda de los Portadores. Soy algo así como su arma secreta, ¿no? Y me necesitan ahora que va a haber una guerra —saboreé la palabra, con un regusto de miedo—. ¿Por qué una guerra?
—Siempre han existido dos corrientes de pensamiento entre los hombres lobo, por así decirlo. Los que abogan por la paz con los seres humanos y los que opinan que, como especie superior, deberíamos dejar de escondernos y hacernos con el control —explicó—. Normalmente la balanza se encontraba mucho más inclinada hacia el primer lado, pero un terrible accidente —entrecomilló la última palabra— acabó con gran parte de los que compartían esa filosofía. Ahora las manadas que quedan luchan por el control del Consejo.
Ahogué un gemido y la cabeza volvió a latirme de puro estrés.
—Que mierda.
Luke soltó una sonrisa lacónica ante mi apreciación. Apenas duró unos segundos antes de regresar a su semblante sombrío.
—Nadie sabe cuando se desatará el conflicto, pero son tiempos convulsos. Ahora bien... —se paseó a un lado a otro, como un animal enjaulado. Conocía ese silencio— la manada que está aquí... ellos son mi familia.
Debí sentirme más sorprendida, pero el parecido no dejaba mucho lugar a dudas.
Lo solté, sin meditarlo demasiado.
—Lo sé.
Luke arrugó las cejas y supe que había metido la pata.
—¿Lo sabes?
Me mordí la lengua, meditando mis posibilidades. Opté por no mentir, de todas formas, estábamos en un momento crítico y no era tiempo de ponerme a invitar. Además, nunca había sido capaz de mentir a Luke.
Suspiré, rendida y me senté sobre uno de los escalones.
—Esta mañana yo estaba en el bosque... después de una noche en blanco —continué hablando muy deprisa para evitar que me interrumpiese— y mis alarmas se encendieron; había hombres lobo cerca. Pude verlos, aunque ellos a mí no. Uno era muy parecido a ti.
—Mi padre... —susurró con un tono de voz extraño. Luego se centró en la primera parte de mi relato—. ¿Una noche en blanco? ¿Qué quieres decir con eso?
Sentí una repugnante sensación de vértigo en el estómago. El nerviosismo me atacó ante tener que admitirlo en voz alta, si lo hiciera, sería demasiado real y no podría seguir engañándome un segundo más.
Aparté la mirada y me fijé en mis manos. No quedaba ni un solo rasguño, tan siquiera una cicatriz. La piel estaba limpia y sin trazas de barro después de la exhaustiva ducha.
—No sé que me pasa —solté, en un hilo de voz. Tragué saliva—. Comenzó hace unas semanas. Empecé a tener un sueño recurrente, una especie de recuerdo que no me pertenece. Es... creo se trata de la noche en la que Hanry asesinó a sus padres. No quise darle importancia, pero, la pesadilla solo era el principio de otra serie de síntomas más graves; me notaba paulatinamente más torpe, menos lobo y más humana, como si estuviese retrocediendo. Un día, dejé de poder comunicarme con Lyha y a partir de ahí todo se puso peor. Empecé a sufrir episodios de descontrol, a medio transformarse, a tener alucinaciones, pero nunca pasaron de ahí. Eso fue hace un par de días. Esta noche... en Luna Llena... me quedé dormida y desperté en el bosque, igual que antes. Tenía... sangre —se me disparó la respiración y me costó continuar hablando. El cuerpo me comenzó a temblar— en la boca... arañazos, barro y hojas adheridas al cuerpo y el pelo. En las noticias hablan de un lobo que atacó a unos excursionistas y yo... no había ningún cuerpo junto a mí... pero que pasa si... si... y ahora, ¡esto!
Hala, ya estaba dicho.
Ahogué un sollozo en la palma de mi mano y cerré los ojos con desesperación. Expresarlo había removido las dudas, la incertidumbre, el miedo a lo desconocido y no pude hacerlo salir de otra manera.
Rompí a llorar de la ansiedad.
Luke volvió a posar sus manos sobre mis hombros. El contacto me trasmitió una descarga eléctrica que me hizo alzar la cabeza. Se activó esa parte de mí que me empujaba a huir de cualquier licántropo, ese mecanismo de defensa que ahora cobraba sentido.
Resistí el impulso de sacudírmelo de encima y lo miré a través de las lágrimas.
—Thara...
Mi nombre abandonó sus labios como un suspiro que me abrasó el pecho. Era la primera vez que decía mi nombre desde que entró arrastrando ese extraño comportamiento.
Parecía perdido y desesperado.
Quería consolarme, pero no sabía cómo, y eso lo exasperaba y lo hacía sentir impotente a la vez.
No se atrevió a abrazarme y permaneció ahí, en silencio, hasta que empecé a tranquilizarme.
No era el momento ni el lugar para perder los nervios.
—Lo siento —pronuncié en voz nasal y traté de enjuagarme las lágrimas del rostro.
Me quedé muy quieta cuando sentí el roce de su pulgar en mi mejilla. Limpió una rebelde lágrima que se me había escapado con un gesto cargado de ternura que me desarmó e hizo sentir extraña.
—Siempre he pensado que estás preciosa incluso cuando lloras —susurró, más para él mismo que como un pensamiento que planease decir en voz alta.
Aquello elevó los niveles de lo raro e incómodo hasta el punto de que se puso en pie, carraspeando, estableciendo distancia entre nosotros.
—Tal vez estuvo relacionado.
Lo miré sin comprender.
—¿Relacionado?
—Sí, estás conectado de una forma ancestral al resto de licántropos. Quizás sus disputas te estén afectando, al igual que la esencia de Hanry que llevas pegada a tu alma como un parásito —escupió el nombre del ex alfa con repugnancia.
Caí en una cosa.
—Si es tu familia... ¿por qué has venido directamente aquí? ¿Por qué no hablar con ellos y explicarle las cosas?
Luke se mordió el labio, azorado y algo alicaído.
Le costó decir lo siguiente.
—Mi familia es partidaria de la supremacía de los licántropos, Thara. Ellos te usarían como arma.
¿Qué?
Repito: ¿qué?
—¿Disculpa? —me atraganté con mi propia saliva.
Luke fue incapaz de mirarme a los ojos.
—Es complicado, verás...
No pudo terminar. Ambos escuchamos el rugido del motor del coche de mi tía Lauren y el chirrido de la puerta de metal. Miré la puerta del sótano sin saber muy bien como actuar en ese momento.
La conversación era crítica e importante, pero también tenía que encontrar una explicación para los destrozos de la Thara en modo lobo enfadado.
—Una duda: si es tu familia, tu antigua manada —me mordí la esquina del labio inferior, hundiendo el ceño ante mi repentina idea—, ¿no vendrán a buscarte?
Luke negó con la cabeza y se hizo más chiquitito.
Desde luego había algo en todo eso que no entendía.
Vale, quizás no entendía NADA, pero, bueno, eso tampoco entraba en mi lista de cosas comprensibles y pensaba enterarme.
—No tenemos que preocuparnos por eso ahora.
Tomé aire de forma irregular y repentina, poniéndome en pie con un movimiento enérgico. Le lancé una mirada que dejó en claro que ese asunto no había terminado allí.
—De momento hay muchas cosas que tengo que explicarle a mi tía... —escuché los pasos apresurados y enérgicos de Riley en la gravilla del jardín— y a Riley, al parecer. Y tú —Luke evitó mi mirada— te vienes conmigo.
Sin duda iba a ser interesante.
Subí los escalones de dos en dos, motivada por un estrés nervioso. Aún tenía los ojos un poco hinchados y la respiración ligeramente irregular debido al llanto anterior, pero todos esos sentimientos habían cedido ante la seriedad de los acontecimientos.
¡Estábamos hablando de una guerra entre hombros lobos que podía involucrar a la raza humana!
Salí al encuentro de mi tía con Luke pisándome los talones.
—¡Thara!
—¡Lauren! —respondí en un tono de idéntica sorpresa.
La mujer expandió los ojos aún más cuando se percató de la presencia del licántropo a mis espaldas.
—¡¿Luke?!
Detrás de ella apareció Riley. Aparentemente mi tía no había tenido la delicadeza de cerrar la puerta de la entrada. Mi amiga se detuvo y su cara fue digna de retratar. Estaba medio paso que se le desenrollase la lengua de la impresión.
Me llevé las manos al rostro.
—Genial. A ver, por partes, ¡Lauren! ¡Por favor! —señalé las pintas de mi tía. La mujer traía un aspecto algo... cuestionable. El maquillaje corrido por el rostro, el cabello sumamente despeinado y si prescindíamos del tufo a sexo que emanaba de cada poro de su piel todo chillaba IN-CÓ-MO-DO–. Ve arriba y date una ducha, te explicaré todo, lo prometo. Y Riley... a ti también, pero despacio porque... yo tampoco lo entiendo demasiado.
Solté una risa fuera de lugar.
Fue culpa de los nervios.
Luke alzó una mano en un tímido saludo.
—Hola.
Lauren achinó los ojos, sin terminar de decidirse, repleta de sospechas.
—Bueno —cedió, aunque no de muy buena gana—. Lo haremos así, porque hay mucho que aclarar.
Todos nos quedamos callados mientras que la mujer abandonaba la habitación sin dejar de echarnos miradas hasta que terminó desapareciendo por las escaleras. La escuché soltar un chillido, de seguro, al encontrarse con la ventana rota.
Riley se dejó caer en el sofá, aún con esa expresión de impacto.
—Madre mía —silbó, entre dientes—. Esto se pone cada vez peor.
—Confía en mí —me desplomé a su lado—. Aún no sabes ni la mitad... yo tampoco sé ni la mitad —miré a Luke que no pudo más que hacer una mueca. Tenía que recuperar el control de la situación. Había demasiado de que hablar como para sucumbir a lo ridículo y extraño—. Luke me estaba poniendo al día de algunas cosas... Pero antes debo contarte una serie de cosas.
Sinteticé lo mejor que pude lo ocurrido.
Mi desconexión definitiva y esperaba que no permanente con Lyha.
El haberme despertado en pleno bosque desnuda y desmemoriada.
Mi encontronazo con la manada que resultaba ser la familia del chico.
Y el nuevo conflicto que estaba a punto de estallar entre los licántropos.
Riley asintió, pillándolo todo con mucha más rapidez que yo.
Logró centrarse en lo importante.
—Si cogen a Thara, ¿qué harán con ella?
Luke se encogió de hombros.
—No estoy seguro. Lo que el Consejo cree de los Portadores se basa en antiguas leyendas, viejos textos de procedencia desconocida. Buscan a Thara aunque sin saber muy bien qué es, solo lo que representa. Hacerse con el Portador supondría una ventaja ideológica —respondió—. Cuando me enviaron a mí a buscarlo ni siquiera sabíamos que aspecto tendría.
Sus intensos ojos azules se fijaron en mí unos segundos.
—Eso es una ventaja —resolvió Riley—. Así Thara puede pasar desapercibida.
—Ojalá fuera tan sencillo. Puede que Thara no encaje con el aspecto que las leyendas podrían hacer pensar, pero hay algo en ella que... grita lobo.
No sabía exactamente como sentirme mientras seguían hablando de mí como si no estuviese presente.
—Pero aún es una leyenda —insistió la rubia—. Ningún hombre lobo aparte de ti lo sabe.
Oh, oh, eso me la sabía.
Elevé un brazo captando la atención de ambos chicos, enfrascados en su particular debate.
Bajé con lentitud la mano alzada y esbocé una sonrisa patética.
—Eso no es del todo exacto. Ry... Hanry lo sabe, técnicamente ahora no es un hombre lobo, pero no pudieron incriminarlo en ninguno de sus delitos y sigue libre —eso no era lo peor— y luego está Kramer.
Su nombre cayó como una bomba.
En realidad, ambos eran malos, muy, muy malos.
—Joder —maldijo Luke.
Lauren hizo su estelar en aquel preciso momento, apestando a champú de fresa.
—¿Qué me he perdido?
LUKE, BEBÉ.
Como podéis apreciar, no ha cambiado mucho aunque lleve años sin escribirle, su esencia sigue ahí. Pero bueno, enfoquémonos en lo importante.
Dudas AQUÍ.
Opiniones AQUÍ.
Teorías AQUÍ.
Llantos, ruegos, reclamaciones, AQUÍ.
Se han planteado muchas preguntas, ¿qué le pasa a Thara? ¿Por qué Lyha no responde? ¿Tendrá Hanry algo que ver en esto? ¿Qué ha pasado entre Luke y su familia? ¿Empezará la guerra? Y, en el caso de empezar, ¿cómo acabará? ¿Kramer volverá a ser un grano en el trasero? ¿O algo mucho peor?
Podéis divagar sobre esos aspectos, es importante.
Podéis dejarme comentarios por todo el capítulo, me hace mucha ilusión ver lo que pensáis, sentís y demás, los leo siempre, ALWAYS, y procura responder (en el caso de que tengan respuesta jajaja)
Nos vemos el próximo domingo con más.
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