Siete meses después.
Fue un tiempo duro para todos; especialmente para Mina. Estaba devastada y se rehusaba a salir de su habitación cuando fue dada de alta en el hospital. Los días llenos de color y felicidad se convirtieron en días grises y soledad. Sin embargo, lo que mas molestaba a Mina era tener que sentir la miradas de compasión de sus mejores amigas cada vez que veían su férula. Sentía que la trataban como una inútil debido a su condición y a raíz de eso hubieron muchas discusiones.
Mina odiaba sentirse de esa manera. La sensación permaneciendo cada vez que asistía a sus terapias donde lo único que lograba era caerse repetidamente hasta que alguien la volvía a ayudar. El proceso fue arduo por no decir cansado y la japonesa creía que nunca volvería a a caminar de nuevo. Y le dolía, porque sabia que si lograba salir de esta no podría realizar lo que mas amaba en el mundo. Era una mierda.
Eso se repetía constantemente en su cabeza durante esos meses donde lo único a que se dedico fue seguir tratando de recuperar la movilidad de su pierna. Jihyo, otra de sus mejores amigas, la visitaba siempre que terminaba una de sus sesiones, haciéndole compañía hasta que la pelirosa tuviera que continuar con alguna cirugía que tenía programada. Eso animaba un poco Mina hasta que aparecía Jeongyeon para recogerla y regresaba a su estado de melancolía y tristeza.
Entonces harta de seguir viviendo en este ciclo de melancolía. Tomo la medida de recordarse que todavía era dueña de su vida y optó por realizar un cambio que ninguna persona se esperaría de ella. Las miradas incrédulas de sus amigas no se hicieron esperar cuando una tarde su cabello oscuro como la noche fue remplazado por ese rubio brillante. En ese momento se sintió libre y su corazón pareció haber sanado solo un poco. No obstante, a partir de ahí, las cosas fueron cambiando mas para ella.
"Me voy a ir de Seúl por unos meses" informo Mina de repente un día.
El silencio se instalo por unos momentos en la habitación. El único sonido que se escuchaba era el de la película que habían puesto para distraerse; pero quedo en el olvido cuando cuatro pares de ojos se instalaron sobre ella. Se sintió cohibida por un momento pero rápidamente se compuso. Ya había tomado una decisión y ninguna de sus mejores amigas la harían cambiar de opinión.
"¿Como que te iras de aquí?" la primera en salir de su estado de estupor fue Sana y se acerco para cogerla de las manos. "Explícate, Mina"
"¿Piensas salir del país?" esta vez pregunto la pelimorada.
La, ahora, rubia negó con la cabeza y apretó el agarre que mantenía Sana en sus manos.
"Hay una casa de campo a las afueras de Daegu." murmuro. "Mis padres me la regalaron el día de mi primera presentación y pensé que seria una buena idea despejarme."
"Si ese es tu plan, entonces nosotras iremos contigo." espeto Jihyo. "Creo que todas podemos tomarnos unos días libres y acompañarte.", pero Mina volvió a negar.
"Ustedes no lo entienden" susurro y deshizo el agarre de Sana. "Iré, pero lo hare sola. Quiero tener un momento de privacidad para poder pensar." Jeongyeon iba a decir algo pero Mina se adelanto. "Es una decisión que ya esta tomada y no esta a discusión."
"¿Estas segura que eso es lo que quieres, Unnie?" pregunto Tzuyu, la menor del grupo por primera vez en la conversación, mirando a la japonesa con seriedad.
"Tzuyu" susurro Jihyo.
No pensaba que su novia tomaría una postura seria ante la situación, porque sabia que aunque la taiwanesa se mostrara apática y fría en el exterior; lo que guardaba en el interior era mas sensible de lo que aparentaba y era la que mas se preocupaba por la japonesa. Entonces al ver que optaba esa postura frente a Mina, solo hizo que se preguntara que era lo que pasaba por su mente. La rubia asintió con convicción y la mas alta simplemente entrecerró los ojos.
"Si estas convencida de que esa es la solución, entonces..." suspiro. " Cuentas con mi apoyo"
Todas miraron sorprendida a la menor mientras Mina le agradecía en voz baja.
"¡Tzuyu!" exclamo Jihyo y la taiwanesa le sonrió. "¿Porque?"
"Lo vi en su mirada, Unnie. Ella realmente lo necesita y creo que como buenas amigas debemos darle su espacio" cogió la mano de la pelirosa. "Es momento de dejar a Mina-Unnie"
La mayor miro el agarre en sus manos y miro sus ojos oscuros para darse cuenta que su novia tenia razón. Mina tenia que volver a brillar y para eso tenia que redescubrirse nuevamente. Miro a la taiwanesa una ultima vez, diciéndole esas palabras que muchas veces anteriormente se habían dicho; Tzuyu entendiendo el mensaje oculto, modulando con sus labios un yo también y Jihyo se giro para mirar a la japonesa.
"Tzuyu-ssi tiene razón. Por favor, cuídate y tomate todo el tiempo que necesites. Nosotras estaremos aqui cuando regreses" Jihyo sonrió y Mina hizo lo mismo.
"Apoyo a Jihyo y a Yoda." expreso Jeongyeon de repente, tomando por sorpresa a Mina. Creía que ella seria la mas difícil de convencer. "El doctor dijo que ya podías caminar con normalidad, así que no veo el problema de porque no puedas irte. Solo te pido que no te exijas demasiado."
"Descuida, no lo haré" ambas se asintieron y la rubia miro a la única persona que faltaba por decir su opinión. "¿Sana?"
La pelinaranja salió de sus pensamientos ante la mención de su nombre y negó con la cabeza cuando sintió la mirada de todas sobre ella.
"No puedo. Lo siento, pero no lo acepto" susurro y Mina observo como sus ojos se cristalizaban. "Se que es absurdo y que puedes cuidarte tu sola pero no quiero." bajo la mirada. "El día del accidente no pude hacer nada para evitar que sucediera y ahora, tengo miedo que esta vez no vuelvas a casa"
Entonces ahí fue que Mina lo entendió.
"Sana, mírame" la japonesa negó. "Minatozaki Sana, te he dicho que me mires"
Sana se estremeció ante la mención de su nombre completo. Mina nunca la llamaba por su nombre completo a menos de que estuviera enojada o necesitaba imponerse sobre ella. Entendió que se trataba de la segunda opción y temerosa levantó la mirada para encontrar los cálidos ojos marrones y una suave sonrisa. La rubia no tardó en envolverla entre sus brazos y acariciando su cabello con una mano.
"Estaré bien" susurro. "Te prometo que regresaré cuando esté lista"
Sana la miro y sintió la sinceridad de sus palabras. Si Mina necesitaba esto para regresar a quien era, tenía que ser valiente y creer en su palabra. La rubia estaría bien y ella estaba dispuesta a dejar que siguiera su camino.
"Está bien. Pero, por favor, no olvides llamarme. No, llamarnos" se corrigió. "Si en algún punto quieres que vayamos, lo haremos sin dudar, ¿no es cierto?" pregunto a las demás y estás asintieron sin dudarlo.
"Muchas gracias, chicas."
Entonces así fue como llegamos a este momento. La brisa cálida golpeaba su rostro, los rayos del sol iluminando su cabello rubio haciéndolo más encantador a la vista y sus dedos golpeaban el volante al ritmo de la música. Está vez, miraba por cualquier parte de la carretera, asegurándose de que su seguridad no se encontraba amenazada. Un suspiro salió de sus labios cuando a lo lejos observó la imponente casa alzarse entre los variados árboles. El viaje había sido largo y un poco tedioso pero supo que valió la pena cuando observo la fachada una vez estacionó su nuevo Hyundai Elantra color gris.
La casa era lujosa; con esos ventanales colocados estratégicamente para darle un aspecto moderno y a la vez contemporáneo con los acabados de madera. Una parte de ella debió de haber esperado un lugar como ese considerando que era un regalo de sus padres; dónde la palabra extravagancia los definía. ¿Cómo no hacerlo? Si se trataban de los abogados más prestigiosos con su propio bufete bajo el apellido de su familia con sedes en Japón, Corea y próximamente en Estados Unidos.
Un suspiro salió de sus labios al recordar la última pelea que había tenido con su padre sobre ella siguiendo su legado. Mina rápidamente se había negado, alegando que todavía no se encontraba lo suficientemente bien como para dirigir una organización de tal magnitud y, en parte, era cierto pero también se trataba de otra cosa que le impedía hacerse cargo; y no era porque tuviera nulo conocimiento al respecto porque se había graduado de la Universidad Nacional de Seúl con honores, si no porque todavía existía esa chispa de esperanza en ella que le susurraba que aún podía haber algo ahí para ella.
Aunque era prácticamente imposible.
"¡Oiga, no puede estar aquí!"
Un pequeño golpeteo en la ventana la libero de sus pensamientos y volteó para mirar a un hombre mayor, de no más de setenta años, con el cabello color negro y de ojos alargados. Una sonrisa apenada se mostró en sus labios delgados al observar que se trataba de ella y Mina bajo del auto, mirándolo con confusión. Observó como el hombre se encogía ante su mirada y la japonesa lo encontró ciertamente gracioso porque él fácilmente podría sacarle dos cabezas por encima.
"Lo siento mucho, Señorita Myoui. No sabía que se trataba de usted" hizo una reverencia, limpiando sus manos llenas de tierra contra su overol.
Entonces Mina lo recordó.
"¿Usted es el señor Han, cierto? El jardinero. Mi padre me explico que usted y su esposa han estado cuidando la casa" el hombre levanto la cabeza rápidamente y asintió con efusividad.
"Así es, Señorita. El Señor Myoui fue claro al decirnos que usted llegaría y quería que la casa estuviera presentable para usted" murmuró nervioso. "Quiero decirle que enserio me siento muy arrepentido por haber actuado de esa manera"
"No sé preocupe. Solo estaba haciendo su trabajo." Mina le dedicó una sonrisa buscando tranquilizarlo. No quería que el hombre tuviera un ataque nervioso frente a ella. Parecía que había funcionado por la forma en que soltó un suspiro y sus hombros se relajaron. "Si no le molesta me gustaría instalarme"
"¡Oh! Por supuesto, Señorita. Déjeme ayudarle" el hombre rápidamente se acerco al maletero y le indico que abriera este mismo.
La japonesa lo hizo y el hombre no tardó en recoger sus maletas. Mina rápidamente se acerco para ayudarle pero este negó con la cabeza.
"No es necesario, Señorita. Yo puedo hacerlo"
"Por favor, llámeme Mina. Nunca me ha gustado mucho esto del formalismo" exclamó la japonesa.
"Cómo usted ordene, Seño... digo, Mina" corrigió.
Los dos entraron a la casa sin demora y Mina comprobó que la casa seguía igual de bonita como la primera vez que vino acompañada de sus padres. Una mujer salió del pasillo con dirección a la cocina al escuchar la puerta principal y rápidamente hizo una reverencia cuando miró a su esposo acompañado de la japonesa. Mina correspondió la reverencia y después le dedicó una sonrisa.
"Señorita Myoui, sea bienvenida. Veo que mi esposo la recibió" dijo observando como su cónyuge desaparecía escaleras arriba.
"Por favor, llámeme Mina y si, él fue muy amable de ayudarme a instalarme" comento y la mujer asintió. "¿Puedo preguntarle algo?" miro con detenimiento a la mujer.
"Por supuesto, Señorita Mina"
"Mi padre me informo que ustedes vendrían una vez al mes a hacerse cargo del jardín y de la casa, pero ¿no será un problema para ustedes?" La mujer la miro sorprendida. No sé esperaba para nada esa pregunta viniendo de ella. "No quisiera que los empleados de mi padre sufran inconvenientes."
La mujer rápidamente negó.
"Descuide, Señorita Mina. Vivimos en el pueblo que se encuentra cerca de aquí por lo tanto venir no es problema para nosotros" Mina simplemente asintió. La mujer se aclaró la garganta. "Cómo sabía que usted llegaría, me tomé la libertad de preparar la comida" murmuró al escuchar un rugido proveniente de su estómago.
Mina le sonrió a la mujer un poco avergonzada y aparto la mirada sintiendo como sus mejillas ardían.
"Muchas gracias, en serio moría de hambre"
Estaba tan centrada en querer irse que se había olvidado de tomar su almuerzo. Si las chicas la vieran ahora la hubieran regañado por saltarse la comida. La mujer reprimió una sonrisa al notar el aspecto tímido de la contraria y la imagen que tenía de la japonesa cambio completamente para ella. Creía que se trataría de una niña rica y mimada que solamente pensaría en si misma sin ninguna pisca de amabilidad y modales pero como bien decían: No juzgar a un libro por su portada. Con un gesto le pidió que la acompañará a la cocina y está sin decir palabra la siguió.
El tiempo pasó entre conversaciones agradables y una parte de Mina se sintió feliz al conocer a personas tan amables como lo eran los Señores Han. Descubrió que a parte de trabajar con su padre tenían una pequeña librería en el pueblo que manejaban con la ayuda de su nieta. También que está última planeaba casarse el año que viene y estaban emocionados por ella, después de todo, ellos la habían criado debido a que sus padres habían muerto en un accidente. Mina se sintió triste por ella y no pudo imaginarse cómo había sido su vida sin el soporte de sus padres y se sintió feliz al saber que la mujer era afortunada al tener a sus abuelos con ella.
Para cuando se dió cuenta, el reloj marcaba que pronto el solo sucumbiría y con esta la despedida de los señores Han. La rubia duro unos segundos en la puerta, observando como la camioneta se alejaba por el horizonte y un suspiro salió de sus labios cuando se perdió de su vista. Ahora, por fin, tenía eso que tanto anhelaba en este momento. Soledad. Con cuidado cerró la puerta y se dispuso a terminar de instalarse en su habitación; no sin antes asegurarse que la puerta estaba bien cerrada. Recorrió el largo pasillo lleno de habitaciones y se detuvo en la puerta color negro.
Su habitación era la más grande de la casa y estaba agradecida de que está fuera diseñada a su gusto; desde su cama con las almohadas grises y el cubrecama negro hasta las paredes pintadas de blanco cubiertas de diferentes pinturas y fotografías. El estante de libros repletos de sus títulos favoritos se encontraba al lado derecho de la habitación en medio de dos puertas; una daba hacia su armario y la otra a su baño privado. Mina observó las maletas en su cama y no tardó un segundo más en terminar de acomodar sus cosas.
Una llamada entrante la distrajo de seguir ordenando sus libros y una mueca se formó en sus labios al divisar que se trataba de su padre. No pensaba que la llamaría tan pronto después de su última disputa y se sintió nerviosa cuando deslizó el icono verde. ¿Qué era lo que su padre tramaba? Estaba a punto de descubrirlo.
"¿Hola?"
"¡Hija!, me alegra que hayas contestado el teléfono" la voz de su padre sonaba alegre y eso solo hizo que sus nervios aumentarán.
"Papá, ¿para que llamabas?"
Sabía que había sonado un poco fría pero aún seguía resentida por las palabras que este le había dedicado el otro día. Un silencio se escuchó en la otra línea y la rubia espero pacientemente por una respuesta.
"Mina..." suspiro. "Se que nuestra última conversación no fue para nada agradable y me siento mal por haberte dicho todos esas cosas sobre ti. Por favor, perdóname".
¿Era esto cierto? ¿Su propio padre pidiéndole disculpas? Myoui Akira era conocido por ser el mejor abogado de Japón pero también por su orgullo y determinación por lo que le parecía un poco improbable.
"¿Mina? ¿Sigues ahí?".
"Lo siento, papá. Me perdí un momento. Yo también me disculpó por actuar de esa manera, se que solo buscas lo mejor para mí pero todavía no estoy lista"
El hombre al otro lado de la línea suspiro.
"Sabes, una parte de mi sabía que seguías siendo una cabeza dura y dirías eso, así que no estoy sorprendido" su padre rio y la rubia lo acompaño. "Pero.." hizo una pausa. "Tenía la esperanza de que al menos lo aceptarás. Desde niña siempre decías que querías ser igual a tu padre y, no se, una parte de mi esperaba que lo hicieras."
"Papá..."
Un nudo se formó en su garganta. Las lágrimas amenazando con salir.
"Luego, llegó el ballet y tu visión cambio. Ya no querías seguir mis pasos, querías convertirte en una famosa bailarina y lo acepté, porque ví cuan feliz eras".
Para este punto las lágrimas bajaban libremente por sus mejillas.
"Ahora, las circunstancias han cambiado. Ya no voy a seguir insistiendo. Mina, te quiero así que por favor, prométeme que lo pensarás al menos".
"Yo..." se aclaró la garganta. "Lo prometo, papá. Solo dame tiempo y te daré mi respuesta."
"Gracias, hija. Espero que tu estadía allá sea agradable. Tu madre y yo te visitaremos cuando podamos" murmuró. "Debes estar cansada, te dejare que descanses. Buenas noches, Mina".
"Buenas noches, para ti también, ¿Papá?" se escuchó un zumbido en la otra línea. "Yo también te quiero"
"Descansa, pequeña".
La japonesa no necesito estar al otro lado de la linea para saber que su padre estaba sonriendo. Se escuchó los sonidos que indicaban que la llamada había terminado y Mina dejo que los sollozos salieran de su garganta. Sentía una cantidad de emociones que le impedía que dejará de llorar. Estaba más indecisa sobre lo que quería en este momento. La plática con su padre solo había hecho que las cosas fueran su más complicadas y se sentía abrumada. Ya no quedaba rastro de la antigua Mina; aquella que era perseverante y estaba segura de lo que quería. No existía rastro de ella y estaba asustada.
El accidente no solo le había arrebatado su sueño, si no, que le hizo olvidar quien era ella en realidad.
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