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three

las clases de ese día habían finalizado, y el par de chicos ya se dirigían a su lugar favorito; una tienda de cómics ubicada en la esquina del camino a su instituto.

en el camino charlaron de varios temas como siempre, todo esto mientras sunghoon seguía cargando con ambas mochilas, la suya y la de jake.

al llegar a dicha tienda, pasaron más de una hora viendo cómics y hablando sobre quién había leído más, lo típico en ambos chicos.

seguido de su visita a la tienda de cómics, decidieron ir a una cafetería ubicada no muy lejos de ahí.

se sentaron en una mesa y ordenaron lo que comerían; sunghoon pidió un café negro sin azúcar y jake una tarta de fresa, además de pagar por dichas cosas

mientras esperaban sus pedidos, simplemente hablaban, pues al parecer los temas de conversación para esos dos jóvenes parecían no acabar nunca, todo debido a la cantidad de cosas y gustos que tenían en común, era imposible un ambiente incómodo entre ambos.

finalmente, sus pedidos habían llegado y como por arte de magia, ambos se callaron para disfrutar los sabores que estaban ingiriendo.

un silencio que a jake le vino como anillo al dedo, ya que estaba pensando cuidadosamente en cada palabra que estaba a punto de decir, porque sí, el momento de su declaración ya se estaba acercando.

— ¿nos vamos? — habló el coreano al notar que el contrario ya se había terminado su tarta y se veía perdido en sus pensamientos.

— ¡oh! sí claro. — el australiano pareció volver a la tierra y tomó sus cosas para salir de la cafetería junto con sunghoon.

ambos caminarían juntos hasta la parada de autobúses más cercana para ir a sus respectivos hogares, y ahí, ocurriría la declaración de jake.

caminaban lado al lado por la acera en un cómodo silencio, sus manos se rozaban en algunas ocasiones, causando nervios en jake y ternura en sunghoon.

— hyung... — el menor habló rompiendo el silencio.

— ¿mmh?

— yo... — suspiró. — honestamente no sé cuándo empezó todo, lo único que sé es que cada momento que estuvimos juntos desde que nos conocemos han sido las mejores experiencias de mi vida... — se giró hacia el costado viendo el perfil de su acompañante, quién tenía la cabeza agachada mirando el suelo. — no tienes idea de lo mucho que me gusta pasar tiempo contigo, de verdad, lo disfruto mucho.

— también yo, jake. — contestó el coreano con una pequeña sonrisa sin dejar de mirar el suelo.

— no, no lo entiendes... — suspiró una vez más, dispuesto a decirlo. — hyung... me gustas. — soltó al fin, escuchando como los pasos de la persona a su lado se detenían.

sunghoon se detuvo, se había quedado en blanco ante las palabras de jake.

el australiano también se detuvo, esperando por alguna respuesta del mayor, quién parecía estar pensando en qué decir.

al notar que el pelinegro no emitía palabra, jake se estaba preocupando y había comenzado a sudar.
abrió su boca para decir algo, pero sus palabras fueron cortadas por el mayor incluso antes de que salieran.

— lo siento, esto no va a funcionar. — hizo una reverencia. — gracias.

seguido de eso, park sunghoon desapareció de la vista del australiano, así es, se había ido... lo había dejado.

lo había dejado en esa acera con el corazón roto y con los ojos llorosos.

la cruel realidad lo había golpeado tan fuerte que ni él mismo se lo creía, había sido rechazado por su amor platónico.

pero lo peor todavía estaba por venir, porque no sabía que después de ese día, no volvería a cruzar palabras con el mayor.

al día siguiente en el instituto, sunghoon no lo esperó en las bancas, no le habló en el receso, no le escribió, no le llamó, se toparon en los baños y salió sin mirarlo.

y desde entonces, park sunghoon ignoró completamente la existencia de dicho pelimarrón que lloraba todas las noches por él.

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