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Porque mientras empuño
el lápiz con firmeza,
mis versos traspasan
la corteza.
Porque mientras el gráfito
resbala sobre el pliego,
mi sangre, sudor y lágrimas
impregnan el blanco de negro.
Y cuando en mis ojos se
reflejan las estrofas,
me ahogo en mis
suspiros.
En mis letras y frases
he de dejar constancia
de que, alguna vez,
fui fuerte y me mantuve de pie.
Con la frente en alto.
Debo de hablar y gritar
alto todas y cada una
de mis líricas.
Para que así,
cuando el sol nazca
y la luna mengue,
vean mi huella iluminada
por su luz.
Y que mis gritos se oigan,
que en los rincones del mundo
resuene mi resquebrajada
voz.
Que el pretérito de
amar en mi manual
sea claro y fuerte
en todos los corazones.
Y que la galaxia de
mis letras sean
observadas por dichosos
mares oculares.
La esfera global
quede manchada con
aquel espeso líquido escarlata
que corre por mis venas.
Que mi voz no se pierda
en los subconscientes,
ni sea desoída.
Y que mi poco
trabajo por mejorar
quede grabado en más de
un papel.
Ojalá un día vuelva
a salir la luna para dar ideas
al solitario y al suicida,
al que todo lo guarda
y al que todo lo grita.
Porque en la oda
se oye más de un llanto,
más de un auxilio.
Y con cada paso,
el eco hace sufrir
a mis oídos hasta el delirio.
Y en mis largas pinzas
de extremos singulares,
llevo la libreta y el lapicero.
Para que cuando salga la
cristalera,
me ilumine con inspiración,
con su estro.
Y quedarme en espera
de aquello es ahora
mi presente y mi próximo
futuro.
Atesoraré entre mis
córneas ya sin brillo
la amarga y solitaria
luna menguante.
Sus afasias y la gresca
dominantes de su faz,
más la etérea forma
de observar.
Hasta que mis versos
fluyan en las hojas
de los libros y naden
en las lagunas mentales de otros.
Y aunque me hunda
en este pequeño vaso de agua,
mi literatura saldrá a flote.
Mis poemas seguirán
bailando el vals junto a la parca,
y yo seguiré siendo quien fui.
Bajo tu luz,
oh, triste luna,
te identifico como mi musa.
Dueña de mis llantos,
mi dolor y cada alarido.
Testigo de mis reclamos a
la vida y de mis más
agónicos cantos.
Apesadumbrada armonía deteriorada.
Prueba de que
la soledad no es eterna
y de que siempre
tenemos con quien alinearnos
y formar nuestro eclipse.
Causante de mis
más cruentas penas,
pero también de mis más
maravillosas ocurrencias.
Y encargada de
hacer valer mi loa.
Quien demostrará
que el tiempo invertido bajo tu mirada
no fue en vano.
Y hasta aquí
llegan mi voz, mi tinta
y mi
thandizeni.
S I L K Y;
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