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7

Thais

Me despierto con la sensación poco familiar de estar durmiendo sobre plumas y el leve olor a lavanda en mi nariz. Al abrir los ojos, miro a mi alrededor, el inmenso ventanal me da la bienvenida con los rayos del sol de la tarde, me muevo bajo las sábanas y termino por incoporarme de golpe al sentir la picazón en mi dedo pulgar. Maldigo llevándolo a la boca.

Descubro una rosa roja y una nota:

''No hagas ninguna tontería."

Si es justamente lo que pienso hacer, señor idiota.

Salto de la cama, sin dudarlo me pongo en acción. No tengo la menor idea de la dirección que tomo y de todas maneras, mi única meta por ahora es encontrar la salida. Me escabullo sigilosamente por los pasillos y bajo las escaleras.

No puedo creer ni buena suerte cuando llego a la puerta y me doy cuenta que el pomo cede. Vuelvo la cabeza hacia las escaleras y miro a mi alrededor, nadie, bien por mí. Abro la puerta con cierta desconfianza y doy el primer paso dispuesta a correr cuando su voz ronca y suave me paraliza por un instante.

—Yo no haría eso si fuera tú.

Mientras siento su presencia acariciar a mi alrededor, arrancándome un escalofrío al sentir sus labios en mi nuca, en la base de mi cuello. Luego el contacto de sus manos sobre mi vientre y sobre mi cadera, me quema. Sus manos rodean mi cintura y me hace girar sobre mí misma hasta que nuestros ojos se encuentran.

—Suéltame, maldito infeliz.

—Cuida esa boca, Thais —aprieta sus manos alrededor de mis muñecas. —Te voy a decir lo que vas a hacer. Vas a subir la escalera y vas a permanecer en la habitación hasta que comience la fiesta. No quiero escucharte y ver que hagas una estupidez.

—Como diga el señor idiota —me mantengo firme mientras sostengo su mirada.

Lo empujo para salir de su agarre y subo dos tramos de la escalera. Al llegar a lo alto, entro como recuerdo por el pasillo en lugar de dirigirme a la habitación que desperté sigo de largo para explorar la casa, intento comprender ¿por qué estoy secuestrada y no lo siento así? Comienzo por la primera puerta: está cerrada con llave, sigo la pared hasta la puerta siguiente, está abre. Sigo explorando el largo corredor que cuenta con un gran número de puertas que abro, una tras otra, cada habitación es más vasto y lujoso que el anterior.

Heme aquí en la tercera planta frente a una puerta que dice no entrar en francés. Al menos eso creo que hay escrito ahí además, quién pone un letrero delante de su puerta si no es para eso. Mi excusa perfecta para entrar es que no sé francés.

Viva la curiosidad. Grita mi conciencia.

Me encuentro con una habitación muy masculina, una gran cama con sábanas elegantemente grises. Silenciosamente, me adentro más... cuando de pronto se escuchan unos pasos en el pasillo.

Me doy cuenta aterrada que viene en mi dirección y que si me quedo en donde estoy seguramente me verá.

Aterrizada, abandono precipitadamente mi posición para esconderme en el armario, dejando la puerta entreabierta, ya que detesto la oscuridad, con el corazón desbocado me quedo en mi escondite unos largos segundos antes de escuchar la puerta abrirse y el de ojos militar ocupa mi campo de visión. Se quita la camisa y deja a la vista una tableta de abdominales marcados, siento un impacto inmenso y delicioso al ver sus hombros amplios y redondos, sus bíceps contraídos. Todo está perfectamente delineado en él. Existen muchos hombres guapos en el mundo, pero mi captor es mucho más que un tipo guapo. Él es extraordinario. Ha sido creado a la perfección.

Algo malo debe de tener toda esa perfección. Sin embargo, ahí estoy yo escondida mordiendo fuertemente mi labio mientras me lo como con la mirada. Maldigo mentalmente al imaginarlo desnudo y cierro los ojos para esfumar esa imagen de mi cabeza. Doy un paso atrás cuando me doy cuenta de que tengo algo bajo mis pies descalzo. Me pongo de cuclillas para recogerlo.

Me sobresalto tirando un grito al mismo tiempo que cubro la boca al escucharlo rugir mi nombre.

—¡Thais!

Es imposible. No puedo saber que estoy aquí.

—¡Thais, sal ahora! —¿Qué demonios? ¿Cómo lo sabe? Su voz es más profunda, me sorprende por un segundo su certeza, pero estoy demasiada asustada para moverme. —Sal de una puta vez de mi maldito armario.

Un golpe fuerte me asusta.

En menos de un minuto la puerta del armario es abierta, me sujeta por las piernas completamente, me levanta sobre su hombro derecho y me arroja sobre la cama. Me quedo sin palabras.

—¿Quién te dio permiso para entrar aquí?

Su mirada es fría.

Qué novedad.

—Yo... no sabía que estaba prohibido —comienzo a tartamudear.

—¿No sabías?, ¿acaso no viste el letrer...? —interrumpe su propia frase al descubrir la foto de una hermosa pelirroja en mis manos. —¿Qué tienes ahí?, ¿hurgaste en mis cosas?

Sus puños se cierran tensos al lado de su cuerpo y me doy cuenta de que por primera vez desde que estoy con él siento miedo. Miedo de él de verdad.

—!No! Lo encontré en el suelo. Juro que no toque tus cosas.

Arrebata la foto de mis manos. Respiro hondo, sus manos presionan alrededor de mi garganta y me obliga a mirarlo.

—No vuelvas a tocar mis cosas. Tienes prohibido subir a ese nivel —dice, me tomo muy en serio su advertencia, al ver sus ojos irradiar ira. —Es mejor que vayas a tu habitación ahora mismo.

Habla agitado. Intenta respirar lentamente para recuperar la compostura, tiene los hombros tensos y las manos le han empezado a temblar, se nota que no está muy acostumbrado a perder los nervios.

Me suelta, sin mirar atrás salgo deprisa de la habitación.

Aang

Mi sangre hierve de rabia llamando a la suya como el sonido de las llamas que chisporrotean al consumirse. Le había dejado claro que se quedará en su habitación, sin embargo, ella y la obediencia parecen ser enemigos.

No pude creérmelo al darme cuenta de que estaba escondida en el armario por medio del rastreador que le puse en el tobillo. Realmente es demasiada curiosidad, nadie se atreve a entrar en mi habitación sin mi consentimiento, entendiendo como sería mi ira, había puesto ese cartel está mañana justamente para evitar que se acercará, pero para ella fue como una invitación a querer entrar.

He hecho un esfuerzo sobrenatural para no desquitarme con Thais por el simple hecho de haberme hecho volver al pasado con esa foto además, en parte yo tengo la culpa por no haberlo escrito en español.

Qué puto desastre.

Pero es necesario que sepa que no puede estar todo el tiempo desobedeciendo mis órdenes. No voy a negar que eso es lo que más me gusta de ella, sin embargo, eso no deja de enojarme.

Me siento al borde de la cama y me obligo a deshacerme del nudo que tengo en la garganta al ver la foto de Anjoly. La idea de haber perdido a mi prometida por mi mejor amigo había sido un dolor que golpea mi corazón cada vez que esos recuerdos se cuelan en mi mente, nunca la ame, pero de todas maneras me dolió saber que Theodore había traicionado mi confianza. Había confiado en los dos y ambos me apuñalaron por la espalda. En fin, lo que más dolió ahí fue ser el cornudo del año y el perder la confianza en alguien más como si fuera el destino diciéndome que no debo confiar en nadie.

Busco un habano y salgo al balcón. Necesito pensar. Cuando le doy la primera calada, me doy cuenta de que lo que más me molesta de todo eso es el miedo que vi en los ojos de Thais antes de salir de la habitación. Miedo de mí. He conseguido que Thais me tenga miedo, pero ¿por qué parece que esa victoria no parece una? Incluso ahora, recuerdo cómo su pequeño cuerpo tembló, tuve la leve necesidad de abrazarla y protegerla. No quiero sentir nada más que no sea lujuria y deseo por ella. Lo que busco es tan simple como follarla, deshacerme de ella y mis emociones. Una vez que me acueste con ella se irá de mi circulación totalmente. Después volveré a mi vida normal y ella también, solo tengo que saciarme de ella y nada será más excitante que ella se entregue a mí por voluntad propia. Lo que significa que abre ganado y por fin esa bestia salvaje habrá sido domada.

Tan simple como eso.

Después de ducharme, entro a su dormitorio, atravieso la puerta sin tocar. Está acostada en la cama mirando el techo. Me rehúso a esas pequeñas y molestas cosas llamadas "sentimientos" se entromentan en mí.

—Para un hombre de tu rango, no eres muy educado —ironiza sin mirarme. —¿Sabes lo qué es llamar a la puerta?

—No toco en mi casa.

—No te pedí secuestrarme, sin embargo, estoy aquí, así que toca la próxima vez.

—Debes cambiarte. La fiesta ya comenzó —le digo ignorando su humor. —Al menos que quieras que te deje encerrada, para mí no hay ningún problema.

Ella se levanta, da la vuelta y se dirige hacia la puerta del baño, sigue enfadada conmigo y ahora está usando la ley de hielo.

¡Qué madura!

Salgo de la habitación y bajo las escaleras hasta el salón. Estoy de pie en un pequeño grupo de empresarios y amigos hablando de negocios cuando me doy cuenta de que Theodore quién está a mi lado susurrar entre jadeo, llevando la copa de champaña a la boca mientras mira encima de las escaleras, así que me vuelvo despacio para ver por quién suspira y babea como un verdadero imbécil.

Dios, qué sexy está... este vestido le cae al trasero de una forma que podría condenar a un santo.

Ma petite, Thais.

Cortaré la cabeza de alguien hoy, cómo se le ocurrió a Lou comprarle un vestido así.

La observo mientras baja las escaleras, sus labios de color carmín y el vestido color crema que se ciñe a su cuerpo curvilíneo en los lugares correctos, a su delicada figura, y ese escote que muero por ver qué esconde abajo. ¿En dónde quedó la niña que vi hace unos minutos haciendo berrinche?

Sus ojos se cruzan conmigo y veo sus labios estirarse en una sonrisa. Dios, ese brillo en sus ojos es puro fuego. Me acaba de desafiar, se lleva una copa a los labios antes de dirigirse hacia la terraza.

Una locura y no tendré compasión por ti, pequeña.

Últimamente me está resultando difícil emocionarme con algo. Había hecho todas las cosas divertidas de la ciudad. Me había follado a todo el mundo, había bebido de todo y había ido a fiestas a todas partes.

Ya no quedaba nada que hacer.

Me había estancado y solo tenía treinta y un años. Pero con ella quizá todo sea diferente.

Intento prestarle atención a lo trivial de la conversación pero no puedo, mis ojos sin querer siguen a Thais.

Entonces la veo.

No sé en qué momento Theodore se aleja de mí, pero se encuentra siguiéndole los pasos a ella. Para alrededor de un grupo de personas que charlan mientras toman champán.

Ira.

Enfado.

Deseos de matar a alguien.

Celos ciegos.

Siento un montón de cosas que no me resultan familiares. Nunca había sido posesivo con una mujer. Terrence y yo las compartimos todo el tiempo. Cuando una mujer sale de mi cama después de una noche de diversión, no vuelvo a pensar en ella.

Pero ver a Thais con otro hombre me pone enfermo.

No comprendo mi reacción. Pero solo veo rojo y sin darme cuenta mis pies se han movido en su dirección.

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