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42

Aang

Estuve debatiéndome con mi decisión todo el día. Decidí una cosa y luego la contraria, Dios, ¿por qué no rechace la dichosa cena de los tres juntos?

Porque Thais te lo pidió. Me recuerda la mente. Pero no podía permitirle que me amara y desde luego no puedo permitirme amarla. Aquello no es una opción y nunca lo será.

No espero nada en específico con adelantarme a ella es sólo para evitar que Anjoly haga cualquier estupidez. Respiro y dejo a Thais cambiándose en la habitación mientras bajo a la recepción.

La recepcionista parece haberme estado esperando porque me saluda antes de ni siquiera atravesar la puerta.

—La señorita De Sillègue la está esperando —abre el camino y me conduce hasta la mesa que reverse al fondo del restaurante.

No hay otros comensales cerca, lo cual nos permite tener una conversación privada con toda intimidad.

Anjoly me mira con sus ojos grises mientras está sentada con los hombros erguidos y la espalda recta.

—¿Qué pretendes? —suelto, retirando la silla.

—Nada —da un sorbo a su Copa de vino. —Solo porque ya no tenemos una relación no significa que no podamos cenar o tomar una copa juntos. Aún soy la misma persona.

—Sí, claro.

—Ella te gusta mucho, ¿no?

Suspiro. No quiero hablar del tema mucho menos con ella.

—Maldición... Es todavía peor de lo que pensaba —se ríe con un poco de amargura. —La quieres. Ni siquiera has dicho tu frase habitual acerca de un simple acostón y ya.

El camarero se aproxima a nuestra mesa y me pregunta que quiero beber. Decido pedir un vino tinto, y ya que el camarero está cerca ambos pedimos la comida. El camarero recoge las cartas y se marcha.

—No tienes nada que hacer aquí con nosotros.

—Lo sé —sigue sosteniendo su copa. —Estás muy ocupado con ella. Pero quería verte y pedirte perdón, ¿ok? Fui una perra.

»Sin embargo, ambos nos equivocamos en aquella relación: no tomé la mejor decisión al haberte engañado con Theodore, pero tú te equivocaste también al entrarme en un mundo que me sobrepasó, jamás debí decir que sí cuando mi respuesta era un no. De hecho, nunca me ha gustado el sado, solo dije que sí porque sabía que a ti te gustaba. Ahora es diferente, aprendí de mis errores y espero que tu hayas aprendido de los tuyos. Te sigo queriendo Aang, pero también estoy feliz de que hayas encontrado a alguien más, nunca me vi en una relación así contigo.

—¿Qué quieres decir?

Lleva su mano a mi rostro.

—Tenemos un pasado muy bonito, existen partes malas como cualquier otra, pero es solo eso; pasado. Sería mejor olvidar los malos momentos porque hubo más felicidad que tristeza —aprieta los labios en un mohín. —Y ya que tu amiga me ha arruinado la posibilidad de mantener buenas relaciones sexuales por esta noche, al menos dame un beso de despedida y comencemos de nuevo.

Y me besa, mi sorpresa es tan grande que no logro rechazarla mientras trata de controlar mi lengua con la suya al encontrar la oportunidad.

Gime contra mis labios antes de separarse. Hace girar el vino en la copa antes de beber de nuevo.

El camarero vuelve con mi bebida y la deja junto a mí. Thais aparece justo al instante atravesando la puerta abatible y camina hasta nuestra mesa. Durante la cena no logro comer nada a pesar de que la comida parece deliciosa. Respondo a las preguntas de las chicas con monosílabos.

Thais nos observa atentamente, pasando del uno al otro. Comprendo la razón de ese cambio alternado en nuestras respectivas actitudes, con una calma impresionante. Durante el postre Thais nos avisa que tiene migraña y que regresará a la habitación. Tampoco acepta mi propuesta de ir con ella porque según ella Anjoly y yo necesitamos un momento a solas para recuperar los lazos de hermanos. No me preocupo de que pueda escapar porque sé que Elliot le sigue los pasos de cerca.

—Es buena para ti, pero creo que necesitaré unas rondas más.

Después de dos botellas por fin se siente satisfecha y dado que está desmayada después de tomar la última copa, tengo que llevarla a su habitación. Cuando la dejo en su cama, se queja tocándose el vientre.

—¿Algún problema? —pregunto cubriéndola con las sábanas.

—Me duele el estómago —gime antes de volver a dormir de nuevo.

Maldita caballerosidad.

A pesar de cómo habíamos terminado no puedo dejarla así, ella tiene razón parte del fracaso como pareja fue mi culpa.

Me quito los zapatos, abriendo un poco los botones de mi camisa y me acuesto en el suave sofá, no muy lejos de ella. Me quedo a cuidarla para asegurarme que todo esté bien. Sin embargo, me preparo mentalmente para el mal humor de Thais mañana cuando regrese a nuestra habitación y todas las maldiciones que esa pequeña boca puede soltar en mi contra.

Espero que no haga ninguna tontería.

Me levanto cada vez que escucho un sonido salir de la boca de Anjoly. Me esfuerzo para quedarme despierto durante varios largos minutos, en su estado no sé si sea capaz de pararse de la cama si necesita algo. Suspiro hasta que el cansancio me vence y me duermo.

Thais

Una de la madrugada, suspiro por undécima vez, con la mirada perdida y los pensamientos llenos de bruma, miro la puerta de la habitación esperando un movimiento.

¿Qué estaría haciendo? ¿Por qué tarda tanto?

Tengo ganas de él. Quiero devorarlo y que él me devore.

Aspiro profundamente. Tomo el celular para llamarlo, pero cuelgo enseguida. Es inútil llamarlo.

¿Qué le voy a decir? ¿Qué lo extraño? ¿Y qué su ausencia me causa insomnio? Seguramente debe de sospechar que me estoy preguntando dónde está, ¿y con quién?

"No tengo derecho a hacerlo, no puedo hacerlo. Solo es sexo Thais, recuerda que estás secuestrada, no de viaje con tu novio o amantes aunque parece así, no lo es."

Me esfuerzo para no pensar en por qué aún no llega y me duermo minutos después.

Estoy en una nube de algodón cuando de pronto, siento la cama hundirse bajo mi cuerpo y la sábana acariciar ligeramente la piel expuesta al igual que el aire acondicionado que está muy alto. Mis senos se vuelven duros y rígidos, alzándose a través de la tela fina de mi pijama. Mi cuerpo se mueve y siento como mis bragas desaparecen por mis piernas.

Entonces siento una mano separarme las piernas. El corazón se me acelera, noto que mi sexo se moja. Me estremezco y siento un aleteo en el estómago.

Mi cuerpo se arquea sobre la cama al sentir el cálido recorrido de una lengua que se hunde entre mis pliegues antes de trazar círculos sobre mi hinchado bulto.

¡Oh, Dios! Es increíble y se siente tan real.

Separo las piernas todavía más porque la sensación es muy agradable. Hay una sensación de una ligera barba que me rasca la piel y es fenomenal. Mi sangre arde como si se hubiera transformado en lava cuando chupan y besan ese pequeño nudo.

Jadeo cuando un dedo se introduce lentamente en mi interior sin que la boca deje de hacer lo que está haciendo tan bien.

La alarma me recorre el cuerpo cuando me doy cuenta de que aquello no es un sueño. Abro los ojos y veo la cabeza de Aang enterrado en mis piernas mientras continúa chupando. La imagen de mis muslos morenos enmarcando sus dedos mientras balancea su cabeza de arriba abajo es tan erótico, pero no superan la imagen de una mujer acostumbrada a tomar iniciativa con él en un bar y la idea que me hago de cómo terminó su velada.

—Alejate de mí —con una mano temblorosa, pero segura lo quito de mi lugar secreto.

—Thais —se encuentra delante de mí totalmente desnudo, las ojeras debajo de sus ojos gritan "no dormí anoche". Y aún tiene el descaro de tocarme. —Hace unos segundos lo estabas disfrutando.

—Hace unos segundos no tenía ganas de matarte —Aang se tiende sobre mí.

Se inclina y me da un beso en la boca con sabor a mí. Hay algo muy personal en el hecho de estar compartiendo esto con él.

Me sujeta ambos brazos sobre la cabeza con una sola mano. Mantiene mis muñecas justas y su cuerpo se vuelve hacia mí. Yo lucho por quitarmelo de encima, pero es imposible, es más fuerte que yo.

—No crees que tengo razón de saber por qué me quieres matar —susurra, acercando su rostro cincelado más al mío.

Huye antes de decir alguna tontería... ¡Huye rápido, Thais!

—¿En dónde pasaste la noche, Aang?

Sus hermosos ojos verdes están clavados en los míos, su rostro se transforma en un instante, una sonrisa arrogante se dibuja en sus carnosos labios, su mirada desafiante me estremece mientras siento como el deseo que siento por él corre por todo mi cuerpo.

—¿Me extrañaste? —pregunta engreído, arqueo las caderas contra él.

—Claro que no —lo empujo del pecho, tratando de escapar, pero él sigue aplastándome con sus músculos.

—Yo pienso que sí.

—¡Claro que no!

—Pensé que no nos mentíamos —Aang me besa la clavícula antes de pasarla delicadamente entre los dientes.

—Yo pensaba lo mismo —balbuceo.

—¿A qué te refieres?

Suspiro. —Oh, vamos. ¿En serio no lo sabes? —murmuro con veneno mientras nuestros labios se tocan.

—Jamás te dije que Anjoly era mi hermana —me espeta con una voz llena de intenciones.

—Tampoco la corregirste cuando ella se presentó así.

—No se me ocurrió en ese momento.

—Haz de cuenta que me mientes y yo fijo que te creo, pero la próxima vez que me quieres ver la cara de tonta busca un lugar más discreto para besarse.

Silencio.

—¿No piensas decir nada?

—Thais... —suspira, pasándome una mano por el rostro. Usa la punta del dedo pulgar para limpiarse una lágrima que se me escapa. Me besa la comisura de los labios.  —Jamás te veré la cara de tonta.

—¿Te acostaste con ella anoche? —busco sus ojos.

—No —lo dice con total sinceridad.

—¿Te acostaste con alguien más?

—Esa es la misma maldita pregunta.

—Entonces dame la misma maldita respuesta, Aang —él me mira a los ojos y contempla mi expresión. —¿Es necesario que lo vuelva a repetir?

—No, no me acosté con nadie anoche, sólo te deseo a ti. Satisfecha.

—Al final, el ser humano ama el deseo y no al objeto de su deseo —susurro mientras Aang levanta una ceja.

Luego se baja de mi cuerpo, estirándose detrás de mí y encaja el cuerpo con el mío desde atrás, colocando su brazo derecho sobre mi cadera, rodeándola y me estrecha con fuerza.

—Duerme —me susurra al oído.

Y lo hago. Me duermo solo con el sonido de su voz.

Unas horas más tarde intento moverme sin despertarlo, pero es difícil porque se acostó sobre mi espalda y sus brazos entre mi cuerpo. Con los primeros movimientos me doy cuenta que él se remueve en la cama. Quito la sábana que lo cubre. Aang tiene una erección impresionante.

¿Durmió con ello? ¿O se le puso así mientras dormíamos?

Me gusta verlo así, dormir rendido. Sumergido en una inocencia que ya no posee despierto.

Rozo con mi dedo su gran y bella erección.

Puede ser un capullo, pero está bien dotado. Y ni hablar de lo bien que sabe usarlo.

Vuelvo a rozarle la erección, yo también puedo jugar sucio.

Suena un pequeño gemido, pero no se despierta. Acaricio su sexo un poco más fuerte, en está posición parece una estatua, pero ya me dado cuenta que está despierto y finge estar dormido. Con las piernas plantadas en la cama, los brazos de pronto en cruz y todos sus músculos en tensión Aang empuja su pelvis hacia mí. Me siento orgullosa y poderosa de verlo así, de jugar con su placer, de dirigirlo, de también tomar lo que quiero sin reserva y ahora entiendo más porque sus ganas de controlar todo. El poder sobre el otro lo vuelve todo aún más excitante y es algo adictivo.

Desacelerando mi vaivén antes de acelerar de nuevo, concentrada escuchando las variaciones de su respiración, sus gemidos que se hacen más profundos, más graves, por fin abre los ojos y me sonríe.

—¿Qué te parece tomar una ducha juntos? —aplico un poco de más presión.

—Mmm...

—Bueno, lo tomaré por un "sí".

Bajo un súbito impulso retiro mi mano y me bajo de la cama. Me dirijo hacia el baño, comienzo a cepillarme los dientes. Segundos después Aang está aquí, detrás de mí completamente desnudo. El espectáculo de su cuerpo desnudo es todo una obra de arte. Me lo como en el reflejo del espejo sin dejar de cepillarme. Al terminar me desnudo, sin pensarlo lo tomo de la mano, lo atraigo bajo la ducha conmigo. Extiendo el brazo para tomar uno de los frascos puestos a disposición por el hotel. Vierto un poco de jabón líquido en mi mano y empiezo a pasarlo por su musculoso torso, mis manos se deslizan sobre su piel, enjabono su espalda, sus brazos, luego bajo a sus glúteos que acaricio en círculos. Aang toma el frasco en mis manos y hace el mismo procedimiento conmigo. Levanta mis brazos, frota mis axilas, mi espalda, mi vientre, luego baja a mis glúteos. Pero él le presta más atención a eso, la roza, amasa, las palpa, moldea, cada vez más audaz. Froto mi rostro contra sus pectorales, apreciando la firmeza de su cuerpo. El agua que sigue escurriendo sobre nuestro cuerpo se lleva la espuma.

¡Es increíble todas las sensaciones que uno puede sentir con un simple baño!

Me encanta esa sensación.

Aang me lava el cabello, me amasa el cráneo. Cierro los ojos, dejando que las sensaciones me invadan mientras él hunde su dedo en mi cabello empapado. Sin embargo, sus manos desisten repentinamente. Toma el grifo de la ducha, luego me atrae por la nuca suavemente, pero con firmeza. Me mantiene quieta y empieza a enjuagar mi cabello y luego mi cuerpo, muchos minúsculos chorros de agua caliente me rodean.

Con una toalla me envuelve. Salgo del baño y vestida solo con la toalla me siento al borde de la cama.

Dios mío, su cuerpo, su piel, sus músculos son magníficos.

Él es una adicción.

Y mi perdición.

***
Capítulos finales.

¡Quédense hasta el final!

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